La esquizofrenia es probablemente el mejor conocido de los tras- tornos psicóticos. Se trata de una enfermedad que causa un dete- rioro progresivo y que suele tener un comienzo insidioso. Se han identificado varias subcategorías específicas, que comprenden los tipos paranoide, desorganizado, catatónico, indiferenciado y residual. Las personas con este trastorno tienen a menudo historias laborales limitadas y no suelen formar parte de la población activa una vez desarrollada la enfermedad. Tienen frecuentes alteraciones profesionales y pierden el interés o el deseo de trabajar. Salvo en empleos de muy escasa complejidad, suele ser muy difícil que conserven su puesto de trabajo.
El trastorno esquizofreniforme es similar a la esquizofrenia, pero sus episodios son de duración breve, en general inferior a seis meses. El funcionamiento social y profesional previo de las personas que sufren este trastorno suele haber sido bueno y, cuando los síntomas ceden, recuperan su rendimiento anterior. En consecuencia, el impacto profesional de este trastorno puede ser notablemente inferior al de la esquizofrenia.
El trastorno esquizoafectivo tiene también mejor pronóstico que la esquizofrenia, aunque peor que el de los trastornos afectivos. La alteración profesional es muy frecuente en este grupo de pacientes. A veces, las psicosis aparecen en los trastornos afectivos mayores. Con el tratamiento adecuado, el funciona- miento laboral de los trabajadores con trastornos afectivos mayores es por lo general mucho mejor que el de los que tienen esquizofrenia o trastornos esquizoafectivos.
Ciertos factores estresantes, como la pérdida del empleo o la muerte de un ser querido, pueden causar psicosis reactivas breves. Parece probable que este trastorno psicótico sea más frecuente en el medio laboral que otras psicosis, sobre todo cuando se asocian a características esquizoides, esquizotípicas o limítrofres.
Parece probable que los trastornos delirantes sean relativamente frecuentes en el entorno de trabajo. El sujeto afectado por el tipo erotomaniaco cree típicamente ser amado por otra persona, en general de situación social más alta. A veces, acosa a esa persona con llamadas telefónicas, cartas o incluso espián- dola. Muchas de estas personas desempeñan empleos modestos, viven aislados y retirados y tienen contactos sociales y sexuales limitados. El trastorno de tipo grandioso suele asociarse a ideas delirantes de valor, poder, conocimientos o relaciones de alto nivel, o de relación especial con una deidad o algún famoso. El tipo celoso cree erróneamente que su pareja sexual le es infiel. El tipo persecutorio cree que él mismo (o alguien próximo a él) está siendo engañado, acosado, perseguido o maltratado de alguna otra forma. Estas personas suelen sentirse resentidas y furiosas, y pueden recurrir a la violencia contra aquellos a los que consideran sus enemigos. Rara vez desean buscar ayuda, pues no creen que les ocurra nada. Los tipos somáticos desarrollan la idea, pese a cualquier prueba en contrario, de que sufren una enfermedad infecciosa. También pueden creer que están desfigurados, o preocuparse obsesivamente por un mal olor corporal. Estos trabajadores con ideas delirantes causan con frecuencia problemas laborales.
El trastorno esquizofreniforme es similar a la esquizofrenia, pero sus episodios son de duración breve, en general inferior a seis meses. El funcionamiento social y profesional previo de las personas que sufren este trastorno suele haber sido bueno y, cuando los síntomas ceden, recuperan su rendimiento anterior. En consecuencia, el impacto profesional de este trastorno puede ser notablemente inferior al de la esquizofrenia.
El trastorno esquizoafectivo tiene también mejor pronóstico que la esquizofrenia, aunque peor que el de los trastornos afectivos. La alteración profesional es muy frecuente en este grupo de pacientes. A veces, las psicosis aparecen en los trastornos afectivos mayores. Con el tratamiento adecuado, el funciona- miento laboral de los trabajadores con trastornos afectivos mayores es por lo general mucho mejor que el de los que tienen esquizofrenia o trastornos esquizoafectivos.
Ciertos factores estresantes, como la pérdida del empleo o la muerte de un ser querido, pueden causar psicosis reactivas breves. Parece probable que este trastorno psicótico sea más frecuente en el medio laboral que otras psicosis, sobre todo cuando se asocian a características esquizoides, esquizotípicas o limítrofres.
Parece probable que los trastornos delirantes sean relativamente frecuentes en el entorno de trabajo. El sujeto afectado por el tipo erotomaniaco cree típicamente ser amado por otra persona, en general de situación social más alta. A veces, acosa a esa persona con llamadas telefónicas, cartas o incluso espián- dola. Muchas de estas personas desempeñan empleos modestos, viven aislados y retirados y tienen contactos sociales y sexuales limitados. El trastorno de tipo grandioso suele asociarse a ideas delirantes de valor, poder, conocimientos o relaciones de alto nivel, o de relación especial con una deidad o algún famoso. El tipo celoso cree erróneamente que su pareja sexual le es infiel. El tipo persecutorio cree que él mismo (o alguien próximo a él) está siendo engañado, acosado, perseguido o maltratado de alguna otra forma. Estas personas suelen sentirse resentidas y furiosas, y pueden recurrir a la violencia contra aquellos a los que consideran sus enemigos. Rara vez desean buscar ayuda, pues no creen que les ocurra nada. Los tipos somáticos desarrollan la idea, pese a cualquier prueba en contrario, de que sufren una enfermedad infecciosa. También pueden creer que están desfigurados, o preocuparse obsesivamente por un mal olor corporal. Estos trabajadores con ideas delirantes causan con frecuencia problemas laborales.
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