Los contaminantes pueden dispersarse en el aire a temperaturas y presiones ambientes normales en formas gaseosa, líquida y sólida. Las dos últimas representan suspensiones de partículas en el aire, y Gibbs les asignó el término genérico de aerosoles (1924) por analogía con el término hidrosol, utilizado para describir sistemas dispersados en agua. Los gases y los vapores, presentes como moléculas claramente definidas, forman verdaderas soluciones en el aire. Las partículas formadas por materiales con presión de vapor moderada a alta tienden a evaporarse rápidamente, ya que las que son lo suficientemente pequeñas como para permanecer suspendidas en el aire durante más de algunos minutos (es decir, las inferiores a unas 10 m) presentan relaciones superficie/volumen grandes. Algunos materiales con presiones de vapor relativamente bajas pueden tener fracciones apreciables en formas de vapor y aerosol de manera simultánea.
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