Bernard D. Goldstein EL SISTEMA SANGUINEO
El sistema linfohematopoyético está constituido por la sangre, la médula ósea, el bazo, el timo, los vasos y los ganglios linfáticos.
En conjunto, la sangre y la médula ósea forman el sistema hematopoyético. La médula ósea es el lugar en el que se producen las células para reponer constantemente los elementos celulares de la sangre (eritrocitos, neutrófilos y plaquetas). Esta producción está controlada estrechamente por un grupo de factores del crecimiento.
Los neutrófilos y las plaquetas se consumen a medida que realizan sus funciones fisiológicas, mientras que los eritrocitos acaban por envejecer y tienen una supervivencia superior a su período de utilidad. Para cumplir adecuadamente sus funciones, los elementos celulares de la sangre deben circular en las cantidades
apropiadas y mantener su integridad estructural y fisiológica.
Los eritrocitos contienen hemoglobina, que les permite captar oxígeno y suministrarlo a los tejidos para mantener el metabolismo celular. Normalmente, los eritrocitos sobreviven en la circulación unos 120 días cumpliendo estas funciones. Los neutrófilos aparecen en la sangre cuando se dirigen a los tejidos para participar en la respuesta inflamatoria a los microbios y otros agentes. Las plaquetas circulantes desempeñan un papel esencial en la hemostasia.
La médula ósea tiene una capacidad de producción asombrosa. Cada día, la médula sustituye 3.000 millones de eritrocitos por cada kilogramo de peso corporal. Los neutrófilos tienen una vida media en la circulación de sólo 6 horas, y cada día deben producirse 1.600 millones de neutrófilos por kg de peso corporal. La población plaquetaria debe renovarse completamente cada 9,9 días. Debido a esta necesidad de producir grandes cantidades de células funcionales, la médula ósea es muy sensible a cualquier agresión infecciosa, química, metabólica o ambiental que altere la síntesis del ADN o interrumpa la formación de la maquinaria subcelular vital de los eritrocitos, los leucocitos o las plaquetas. Además, como las células hemáticas derivan de la médula ósea, la sangre periférica constituye un indicador sensible y muy exacto de la actividad medular. Es muy fácil obtener sangre para su análisis mediante venopunción, y el estudio de la sangre puede proporcionar indicios precoces de la existencia de enfermedades de etiología ambiental.
Puede considerarse al sistema hematológico como un conducto para las sustancias que penetran en el organismo y como un sistema en el que puede influir negativamente la exposición laboral a agentes potencialmente nocivos. Las muestras de sangre pueden servir como control biológico de la exposición y ofrecer un medio de valorar los efectos de la exposición laboral sobre el sistema linfohematopoyético y otros órganos del cuerpo.
Tabla 1.1 • Agentes seleccionados relacionados con la
metahemoglobinemia de etiología ambiental
y profesional
• Agua de pozo contaminada por nitratos
• Gases nitrosos (en soldadura y silos)
• Tintes de anilina
• Alimentos ricos en nitratos o nitritos
• Bolitas matapolillas (que contienen naftaleno)
• Clorato potásico
• Nitrobencenos
• Fenilendiamina
• Toluenodiamina
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