El plomo es un ejemplo clásico de sustancia tóxica que afecta directamente al sistema neuroendocrino. Se observó que las concentraciones séricas de LH estaban elevadas en varones expuestos al plomo durante menos de un año. Este efecto no progresó en varones expuestos durante más de cinco años. Los niveles séricos de FSH no resultaron afectados. Por otra parte, los niveles séricos de PFA estaban elevados y los de testosterona total reducidos en los varones expuestos al plomo durante más de cinco años. Los niveles séricos de testosterona libre estaban signi- ficativamente reducidos tras la exposición al plomo durante tres a cinco años (Rodamilans y cols. 1988). Por el contrario, las concentraciones séricas de FSH, LH, testosterona total, prolactina y 17-cetoesteroides neutros totales no estaban alteradas en trabajadores con niveles de plomo circulante menores, aunque la frecuencia de distribución del recuento de espermatozoides estaba alterada (Assennato y cols. 1986).
La exposición de los pintores de astilleros al 2-etoxietanol también redujo el recuento de espermatozoides sin una modifi- cación simultánea de las concentraciones séricas de FSH, LH ni testosterona (Welch y cols. 1988). Por ello, las sustancias tóxicas pueden afectar a la producción de hormonas y al recuento de espermatozoides independientemente.
Los varones que trabajaban en la fabricación del nematocida DBCP experimentaron un ascenso de los niveles séricos de LH y FSH y una reducción del recuento de espermatozoides y de la fertilidad. Estos efectos parecen ser secuelas de las acciones sobre las células de Leydig del DBCP, que altera la producción o la acción de los andrógenos (Mattison y cols. 1990).
Varios compuestos pueden ejercer toxicidad a través de una semejanza estructural con las hormonas esteroides reproductivas. Así, mediante su unión al receptor endocrino respectivo, las sustancias tóxicas pueden actuar como agonistas o antago- nistas, alterando las respuestas biológicas. El clordecono (Kepone), insecticida que se une a los receptores de estrógenos, redujo el recuento y la movilidad de los espermatozoides, detuvo la maduración espermática y redujo la libido. Aunque resulta tentador sugerir que estos efectos son consecuencia de la interfe- rencia del clordecono con las acciones de los estrógenos a nivel neuroendocrino o testicular, no se demostró que los niveles séricos de testosterona, LH ni FSH estuvieran alterados en estos estudios de una forma semejante a la de los efectos derivados del tratamiento con estradiol. El DDT y sus metabolitos también muestran propiedades esteroides y se podría esperar que alterara la función reproductiva masculina interfiriendo con las funciones de las hormonas esteroides. Sustancias xenobióticas como los bifenilos policlorados, polibromados y los plaguicidas organoclorados también pueden interferir con las funciones reproductivas masculinas ejerciendo una actividad agonista/antagonista estrogénica (Mattison y cols. 1990).
La exposición de los pintores de astilleros al 2-etoxietanol también redujo el recuento de espermatozoides sin una modifi- cación simultánea de las concentraciones séricas de FSH, LH ni testosterona (Welch y cols. 1988). Por ello, las sustancias tóxicas pueden afectar a la producción de hormonas y al recuento de espermatozoides independientemente.
Los varones que trabajaban en la fabricación del nematocida DBCP experimentaron un ascenso de los niveles séricos de LH y FSH y una reducción del recuento de espermatozoides y de la fertilidad. Estos efectos parecen ser secuelas de las acciones sobre las células de Leydig del DBCP, que altera la producción o la acción de los andrógenos (Mattison y cols. 1990).
Varios compuestos pueden ejercer toxicidad a través de una semejanza estructural con las hormonas esteroides reproductivas. Así, mediante su unión al receptor endocrino respectivo, las sustancias tóxicas pueden actuar como agonistas o antago- nistas, alterando las respuestas biológicas. El clordecono (Kepone), insecticida que se une a los receptores de estrógenos, redujo el recuento y la movilidad de los espermatozoides, detuvo la maduración espermática y redujo la libido. Aunque resulta tentador sugerir que estos efectos son consecuencia de la interfe- rencia del clordecono con las acciones de los estrógenos a nivel neuroendocrino o testicular, no se demostró que los niveles séricos de testosterona, LH ni FSH estuvieran alterados en estos estudios de una forma semejante a la de los efectos derivados del tratamiento con estradiol. El DDT y sus metabolitos también muestran propiedades esteroides y se podría esperar que alterara la función reproductiva masculina interfiriendo con las funciones de las hormonas esteroides. Sustancias xenobióticas como los bifenilos policlorados, polibromados y los plaguicidas organoclorados también pueden interferir con las funciones reproductivas masculinas ejerciendo una actividad agonista/antagonista estrogénica (Mattison y cols. 1990).
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