Hematoma: el hematoma epidural se debe habitualmente a hemorragia arterial y puede asociarse a fractura del cráneo. La hemorragia se identifica como una zona densa biconvexa en la imagen de TC. Desde el punto de vista clínico se caracteriza por una pérdida transitoria de la conciencia inmediatamente después de la lesión, seguida de un período de lucidez. La conciencia puede deteriorarse rápidamente debido al aumento de la presión intracraneal.
El hematoma subdural es el resultado de una hemorragia venosa por debajo de la duramadre. La hemorragia subdural puede clasificarse como aguda, subaguda y crónica, en función del curso temporal del desarrollo de los síntomas. Estos se deben a la presión directa que ejerce la sangre contra la corteza. La imagen de TC muestra con frecuencia un déficit de captación en forma de media luna.
El hematoma intracerebral se produce como consecuencia de una hemorragia en el interior del parénquima de los hemisferios cerebrales. Puede aparecer en el momento del traumatismo o varios días después (Cooper 1992). Los síntomas, que suelen ser muy llamativos, son una disminución aguda del nivel de
conciencia y signos de aumento de la presión intracraneal, como cefalea, vómitos, convulsiones y coma. La hemorragia subaracnoidea puede aparecer espontáneamente, como resultado de la rotura de un aneurisma congénito sacular o puede deberse al traumatismo craneal.
En los pacientes con cualquier forma de hematoma, el deterioro de la conciencia, la presencia de una pupila dilatada ipsolateral y hemiparesia contralateral indican la existencia de un hematoma en expansión y la necesidad de realizar de inmediato una evaluación neuroquirúrgica. La compresión del tronco encefálico es la causa de aproximadamente el 66 % de las muertes como consecuencia de lesiones craneales (Gennarelli y Kotapa 1992).
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