Las glándulas son los órganos del sistema endocrino. Se llaman glándulas endocrinas porque liberan sus mensajes químicos en el interior del organismo, directamente a la circulación sanguínea (a diferencia de las glándulas exocrinas, como las glándulas sudoríparas, cuyas secreciones aparecen en la superficie externa del cuerpo). El sistema endocrino proporciona un control lento pero duradero de órganos y tejidos, a través de mensajeros químicos llamados hormonas. Las hormonas son los principales reguladores del metabolismo corporal. Sin embargo, debido a las íntimas conexiones entre los sistemas nerviosos central, periférico
y autónomo, el sistema neuroendocrino —un término que engloba estas complejas conexiones— se considera actualmente un potente modificador de la estructura y función del cuerpo y del comportamiento humanos.
Las hormonas se han definido como mensajeros químicos que son liberados de las células a la circulación sanguínea para ejercer su acción sobre células efectoras situadas a cierta distancia. Hasta hace poco, las hormonas se distinguían de los neurotransmisores, comentados anteriormente. Estos últimos son mensajeros químicos liberados por las neuronas en una sinapsis entre las terminales nerviosas y otra neurona o un efector (músculo o glándula). Sin embargo, con el descubrimiento de que neurotransmisores clásicos, como la dopamina, pueden actuar también como hormonas, la distinción entre neurotransmisores y hormonas está cada vez menos clara. Por tanto, basándose en consideraciones puramente anatómicas, las hormonas que proceden de células nerviosas pueden llamarse neurohormonas. Desde un punto de vista funcional, el sistema nervioso puede considerarse un verdadero sistema neurosecretor.
y autónomo, el sistema neuroendocrino —un término que engloba estas complejas conexiones— se considera actualmente un potente modificador de la estructura y función del cuerpo y del comportamiento humanos.
Las hormonas se han definido como mensajeros químicos que son liberados de las células a la circulación sanguínea para ejercer su acción sobre células efectoras situadas a cierta distancia. Hasta hace poco, las hormonas se distinguían de los neurotransmisores, comentados anteriormente. Estos últimos son mensajeros químicos liberados por las neuronas en una sinapsis entre las terminales nerviosas y otra neurona o un efector (músculo o glándula). Sin embargo, con el descubrimiento de que neurotransmisores clásicos, como la dopamina, pueden actuar también como hormonas, la distinción entre neurotransmisores y hormonas está cada vez menos clara. Por tanto, basándose en consideraciones puramente anatómicas, las hormonas que proceden de células nerviosas pueden llamarse neurohormonas. Desde un punto de vista funcional, el sistema nervioso puede considerarse un verdadero sistema neurosecretor.
El hipotálamo controla las funciones endocrinas a través de una conexión con la hipófisis (también llamada glándula pitui- taria, una diminuta glándula situada en la base del cerebro). Hasta mediados de los 50, las glándulas endocrinas se consideraban un sistema diferente, gobernado por la hipófisis, a menudo llamada la “glándula maestra”. En aquel momento se formuló una hipótesis neurovascular que establecía el papel funcional de factores hipotalámicos/hipofisarios en el control de la función endocrina. Según esta visión, el hipotálamo endo- crino proporciona la vía neuroendocrina final común en el control del sistema endocrino. Hoy en día está claramente demostrado que el propio sistema endocrino es regulado por el sistema nervioso central y por las aferencias endocrinas. Por tanto, neuroendocrinología es actualmente el término adecuado para describir la especialidad que estudia las funciones integradas recíprocas de los sistemas nervioso y endocrino en el control de los procesos fisiológicos.
A medida que aumenta nuestro conocimiento sobre la neuroendocrinología, desaparecen las divisiones originales. El hipotálamo, situado encima de la hipófisis y conectado a ella, es la conexión entre los sistemas nervioso y endocrino, y muchas de sus células nerviosas llevan a cabo funciones secretoras. También está conectado con otras regiones importantes del cerebro, como el rinencéfalo (la corteza primitiva originalmente asociada a la olfación o sentido del olfato) y el sistema límbico, asociado a las emociones. Es en el hipotálamo donde se producen las hormonas liberadas por la hipófisis posterior. El hipotálamo produce también sustancias que reciben el nombre de hormonas liberadoras e inhibidoras. Estas actúan sobre la adenohipófisis para que aumente o inhiba la producción de hormonas de la hipófisis anterior, que actúan sobre glándulas situadas en otros lugares (tiroides, corteza suprarrenal, ovarios, testículos y otras).
A medida que aumenta nuestro conocimiento sobre la neuroendocrinología, desaparecen las divisiones originales. El hipotálamo, situado encima de la hipófisis y conectado a ella, es la conexión entre los sistemas nervioso y endocrino, y muchas de sus células nerviosas llevan a cabo funciones secretoras. También está conectado con otras regiones importantes del cerebro, como el rinencéfalo (la corteza primitiva originalmente asociada a la olfación o sentido del olfato) y el sistema límbico, asociado a las emociones. Es en el hipotálamo donde se producen las hormonas liberadas por la hipófisis posterior. El hipotálamo produce también sustancias que reciben el nombre de hormonas liberadoras e inhibidoras. Estas actúan sobre la adenohipófisis para que aumente o inhiba la producción de hormonas de la hipófisis anterior, que actúan sobre glándulas situadas en otros lugares (tiroides, corteza suprarrenal, ovarios, testículos y otras).
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