Los trabajadores expuestos a niveles bajos de iritantes respiratorios pueden presentar síntomas subclínicos cuyo origen es atribuible a irritación de las mucosas, como epífora, faringitis, moqueo y tos. Cuando la exposición es importante, la aparición adicional de disnea a menudo generará atención médica. Es importante recabar una buena historia clínica con el fin de determinar la composición probable de la exposición, la cantidad de la misma y el período de tiempo durante el cual tuvo lugar. Deben buscarse signos de edema laríngeo, como ronquera y estridor, y deben explorarse los pulmones para detectar signos de afectación de las vías aéreas inferiores o del parénquima pulmonar. Para el tratamiento a corto plazo es importante llevar a cabo una valoración de la vía aérea y de la función pulmonar junto con una radiografía de tórax. La laringoscopia puede estar indicada para evaluar la vía aérea.
Si la vía aérea está comprometida, debe intubarse al paciente y suministrársele cuidados de soporte. En caso de que exista edema laríngeo se mantendrá al paciente en observación durante al menos 12 horas para asegurarse de que se trata de un proceso autolimitado. El broncospasmo debe tratarse con
-agonistas y, en caso de no obtenerse respuesta, con corticoides intravenosos. Deben irrigarse a conciencia las mucosas oral y ocular irritadas. Se debe hospitalizar para observación a los pacientes que presenten crepitantes en la exploración o anoma- lías en la radiografía de tórax, dada la posibilidad de neumonitis
o edema de pulmón. Estos pacientes están en riesgo de desarro- llar una sobreinfección bacteriana; sin embargo, no se ha demostrado que la profilaxis antibiótica sea beneficiosa..
La inmensa mayoría de los pacientes que sobreviven a la agre- sión inicial se recupera por completo de la exposición al irri- tante. Cuanto más importante fuera la lesión inicial, más probable es que se produzcan secuelas a largo plazo. El término síndrome de disfunción reactiva de las vías aéreas (SDRVA) se ha apli- cado a la persistencia de síntomas de tipo asmático tras una exposición aguda a irritantes respiratorios (Brooks, Weiss y Bernstein 1985).
Se cree que este trastorno es consecuencia de una inflamación persistente, con reducción de la permeabilidad de la capa de células epiteliales o disminución del umbral de conductancia para las terminaciones nerviosas subepiteliales.
Las exposiciones elevadas a álcalis o ácidos pueden causar quemaduras del tracto respiratorio superior e inferior que provocan enfermedad crónica. Se sabe que el amoníaco origina bronquiectasias (Kass y cols. 1972); se ha informado de que el gas de cloro (que se convierte en HCl en la mucosa) provoca enfermedad pulmonar obstructiva (Donelly y Fitzgerald 1990; Das y Blanc 1993).
Las exposiciones crónicas de bajo nivel a los irritantes pueden provocar síntomas persistentes oculares y de las vías aéreas supe- riores (Korn, Dockery y Speizer 1987), pero no se ha documen- tado de forma concluyente un deterioro de la función pulmonar. Los estudios sobre los efectos de los irritantes crónicos de bajo nivel sobre la vía aérea se ven dificultados por la falta de un seguimiento a largo plazo, por el factor de confusión que entraña el consumo de tabaco, por el “efecto del trabajador sano” y por el mínimo o nulo efecto clínico (Brooks y Kalica 1987).
Una vez que el paciente se ha recuperado de la lesión inicial es necesario un seguimiento médico regular del mismo. Obvia- mente, debe hacerse todo lo posible por investigar el lugar de trabajo y evaluar las precauciones respiratorias, la ventilación y la contención de los irritantes responsables.
Si la vía aérea está comprometida, debe intubarse al paciente y suministrársele cuidados de soporte. En caso de que exista edema laríngeo se mantendrá al paciente en observación durante al menos 12 horas para asegurarse de que se trata de un proceso autolimitado. El broncospasmo debe tratarse con
-agonistas y, en caso de no obtenerse respuesta, con corticoides intravenosos. Deben irrigarse a conciencia las mucosas oral y ocular irritadas. Se debe hospitalizar para observación a los pacientes que presenten crepitantes en la exploración o anoma- lías en la radiografía de tórax, dada la posibilidad de neumonitis
o edema de pulmón. Estos pacientes están en riesgo de desarro- llar una sobreinfección bacteriana; sin embargo, no se ha demostrado que la profilaxis antibiótica sea beneficiosa..
La inmensa mayoría de los pacientes que sobreviven a la agre- sión inicial se recupera por completo de la exposición al irri- tante. Cuanto más importante fuera la lesión inicial, más probable es que se produzcan secuelas a largo plazo. El término síndrome de disfunción reactiva de las vías aéreas (SDRVA) se ha apli- cado a la persistencia de síntomas de tipo asmático tras una exposición aguda a irritantes respiratorios (Brooks, Weiss y Bernstein 1985).
Se cree que este trastorno es consecuencia de una inflamación persistente, con reducción de la permeabilidad de la capa de células epiteliales o disminución del umbral de conductancia para las terminaciones nerviosas subepiteliales.
Las exposiciones elevadas a álcalis o ácidos pueden causar quemaduras del tracto respiratorio superior e inferior que provocan enfermedad crónica. Se sabe que el amoníaco origina bronquiectasias (Kass y cols. 1972); se ha informado de que el gas de cloro (que se convierte en HCl en la mucosa) provoca enfermedad pulmonar obstructiva (Donelly y Fitzgerald 1990; Das y Blanc 1993).
Las exposiciones crónicas de bajo nivel a los irritantes pueden provocar síntomas persistentes oculares y de las vías aéreas supe- riores (Korn, Dockery y Speizer 1987), pero no se ha documen- tado de forma concluyente un deterioro de la función pulmonar. Los estudios sobre los efectos de los irritantes crónicos de bajo nivel sobre la vía aérea se ven dificultados por la falta de un seguimiento a largo plazo, por el factor de confusión que entraña el consumo de tabaco, por el “efecto del trabajador sano” y por el mínimo o nulo efecto clínico (Brooks y Kalica 1987).
Una vez que el paciente se ha recuperado de la lesión inicial es necesario un seguimiento médico regular del mismo. Obvia- mente, debe hacerse todo lo posible por investigar el lugar de trabajo y evaluar las precauciones respiratorias, la ventilación y la contención de los irritantes responsables.
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