Sólo el 15 % de los pacientes con cáncer pancreático son operables. Después de la intervención, son frecuentes tanto las recidivas locales como las metástasis a distancia. Ni la radioterapia ni la quimioterapia mejoran significativamente la supervi- vencia cuando se combinan con la cirugía de los carcinomas localizados. Los procedimientos paliativos son de escasa ayuda. Pese a algunos progresos diagnósticos, la supervivencia sigue siendo escasa. Durante el período 1983-85, la supervivencia media a los 5 años de 11 poblaciones europeas fue del3% en los varones y del 4 % en las mujeres (IARC 1995). La eficacia de la cirugía podría mejorar con una detección y diagnóstico muy precoces, o con la identificación de las personas de alto riesgo. La eficacia de la exploración selectiva del cáncer pancreático no se ha establecido.
Ni la mortalidad ni la incidencia del cáncer de páncreas revelan un patrón constante a escala mundial entre las catego- rías socioeconómicas.
El cuadro desalentador que surge de los problemas diagnósticos y de la ineficacia del tratamiento se completa por el hecho de que las causas del cáncer de páncreas son en gran parte desconocidas, lo que, de hecho, impide prevenir esta enfer- medad mortal. La única causa demostrada es el consumo de tabaco, que justifica alrededor del 20-50 % de los casos, dependiendo del patrón de los hábitos de la población. Se ha calculado que la eliminación del hábito de fumar reduciría la incidencia de cáncer de páncreas en alrededor de un 30 % en todo el mundo (IARC 1990). También se ha sospechado que el consumo de alcohol y café aumenta el riesgo de esta neoplasia. Sin embargo, un estudio más detallado de los datos epidemioló- gicos revela que no es probable que el café tenga una relación causal con este cáncer. En cuanto a las bebidas alcohólicas, su único nexo causal parece ser la pancreatitis, enfermedad asociada al consumo excesivo de alcohol. La pancreatitis es un factor de riesgo raro pero potente del cáncer pancreático. Es posible que existan algunos factores dietéticos todavía no identi- ficados que expliquen, en parte, la etiología de esta neoplasia.
Las exposiciones en los lugares de trabajo pueden tener una asociación causal con el cáncer de páncreas. Los resultados de varios estudios epidemiológicos en los que se han establecido nexos entre determinadas industrias y empleos con un exceso de cáncer pancreático son heterogéneos e inconstantes, y las exposi- ciones compartidas por las supuestas tareas de alto riesgo son difíciles de identificar. La fracción etiológica poblacional del cáncer de páncreas debido a exposición profesional en Montreal, Canadá, se ha calculado entre el 0 % (según los cancerígenos conocidos) y el 26 % (según un estudio multicén- trico de casos y controles en la región de Montreal, Canadá)
(Siemiatycki y cols. 1991).
No se ha encontrado una exposición profesional única que incremente el riesgo de cáncer pancreático. Casi todos los agentes químicos profesionales que se han asociado con un exceso de riesgo en los estudios epidemiológicos lo fueron en un sólo estudio, lo que sugiere que muchas de estas asociaciones pueden ser artefactos debidos al azar o a factores de confusión. En ausencia de información adicional obtenida, por ejemplo, mediante bioensayos en animales, la distinción entre asocia- ciones falsas y causales conlleva enormes dificultades, dada la incertidumbre general en relación con los agentes causales que participan en el desarrollo de esta neoplasia. Entre las sustancias que se han asociado a un mayor riesgo se encuentran el aluminio, las aminas aromáticas, el amianto, las cenizas y hollines, el polvo de latón, los cromatos, los productos de combustión del carbón, el gas natural y la madera, los vapores de cobre, el polvo de algodón, los productos de limpieza, el polvo de los cereales, el fluoruro de hidrógeno, el polvo de los aislamientos inorgánicos, las radiaciones ionizantes, los vapores de plomo, los compuestos de níquel, los óxidos de nitrógeno, los disolventes orgánicos y los diluyentes de pintura, los pestidicas, el fenolformaldehído, el polvo de los plásticos, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, las fibras de rayón, el polvo de acero inoxidable, el ácido sulfúrico, los adhesivos sintéticos, los compuestos y vapores de estaño, las ceras y barnices y los vapores de zinc (Kauppinen y cols. 1995). De todos ellos, sólo el aluminio, las radiaciones ionizantes y algunos pesticidas no especificados se han asociado a un exceso de riesgo en más de un estudio.
Ni la mortalidad ni la incidencia del cáncer de páncreas revelan un patrón constante a escala mundial entre las catego- rías socioeconómicas.
El cuadro desalentador que surge de los problemas diagnósticos y de la ineficacia del tratamiento se completa por el hecho de que las causas del cáncer de páncreas son en gran parte desconocidas, lo que, de hecho, impide prevenir esta enfer- medad mortal. La única causa demostrada es el consumo de tabaco, que justifica alrededor del 20-50 % de los casos, dependiendo del patrón de los hábitos de la población. Se ha calculado que la eliminación del hábito de fumar reduciría la incidencia de cáncer de páncreas en alrededor de un 30 % en todo el mundo (IARC 1990). También se ha sospechado que el consumo de alcohol y café aumenta el riesgo de esta neoplasia. Sin embargo, un estudio más detallado de los datos epidemioló- gicos revela que no es probable que el café tenga una relación causal con este cáncer. En cuanto a las bebidas alcohólicas, su único nexo causal parece ser la pancreatitis, enfermedad asociada al consumo excesivo de alcohol. La pancreatitis es un factor de riesgo raro pero potente del cáncer pancreático. Es posible que existan algunos factores dietéticos todavía no identi- ficados que expliquen, en parte, la etiología de esta neoplasia.
Las exposiciones en los lugares de trabajo pueden tener una asociación causal con el cáncer de páncreas. Los resultados de varios estudios epidemiológicos en los que se han establecido nexos entre determinadas industrias y empleos con un exceso de cáncer pancreático son heterogéneos e inconstantes, y las exposi- ciones compartidas por las supuestas tareas de alto riesgo son difíciles de identificar. La fracción etiológica poblacional del cáncer de páncreas debido a exposición profesional en Montreal, Canadá, se ha calculado entre el 0 % (según los cancerígenos conocidos) y el 26 % (según un estudio multicén- trico de casos y controles en la región de Montreal, Canadá)
(Siemiatycki y cols. 1991).
No se ha encontrado una exposición profesional única que incremente el riesgo de cáncer pancreático. Casi todos los agentes químicos profesionales que se han asociado con un exceso de riesgo en los estudios epidemiológicos lo fueron en un sólo estudio, lo que sugiere que muchas de estas asociaciones pueden ser artefactos debidos al azar o a factores de confusión. En ausencia de información adicional obtenida, por ejemplo, mediante bioensayos en animales, la distinción entre asocia- ciones falsas y causales conlleva enormes dificultades, dada la incertidumbre general en relación con los agentes causales que participan en el desarrollo de esta neoplasia. Entre las sustancias que se han asociado a un mayor riesgo se encuentran el aluminio, las aminas aromáticas, el amianto, las cenizas y hollines, el polvo de latón, los cromatos, los productos de combustión del carbón, el gas natural y la madera, los vapores de cobre, el polvo de algodón, los productos de limpieza, el polvo de los cereales, el fluoruro de hidrógeno, el polvo de los aislamientos inorgánicos, las radiaciones ionizantes, los vapores de plomo, los compuestos de níquel, los óxidos de nitrógeno, los disolventes orgánicos y los diluyentes de pintura, los pestidicas, el fenolformaldehído, el polvo de los plásticos, los hidrocarburos aromáticos policíclicos, las fibras de rayón, el polvo de acero inoxidable, el ácido sulfúrico, los adhesivos sintéticos, los compuestos y vapores de estaño, las ceras y barnices y los vapores de zinc (Kauppinen y cols. 1995). De todos ellos, sólo el aluminio, las radiaciones ionizantes y algunos pesticidas no especificados se han asociado a un exceso de riesgo en más de un estudio.
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