En numerosos estudios de caso y en algunos estudios epidemiológicos se ha llamado la atención sobre la posibilidad de que la radiación ionizante que se emplea para tratar el cáncer y otras enfermedades pueda inducir el desarrollo de arteriosclerosis y aumentar así el riesgo de cardiopatía coronaria y de otras enfermedades cardiovasculares (Kristensen 1989, Kristensen 1994). No se dispone de estudios sobre la incidencia de enfermedades cardiovasculares en los grupos profesionales expuestos a la radiación ionizante.
Kristensen (1989) aporta información sobre tres estudios epidemiológicos realizados desde comienzos del decenio de 1980 sobre la relación entre las enfermedades cardiovasculares y la exposición a los campos electromagnéticos. Los resultados son contradictorios. En los decenios de 1980 y 1990, los posibles efectos de los campos eléctricos y magnéticos sobre la salud humana han atraído considerable atención en los campos de la medicina del trabajo y la medicina ambiental. Unos estudios epidemiológicos parcialmente contradictorios, en los que se buscaron relaciones entre la exposición profesional y/o ambiental a campos magnéticos y eléctricos débiles de baja frecuencia, por un lado, y la aparición de trastornos de salud por otro, atrajeron un interés especial. En el primer plano de los numerosos estudios experimentales y los pocos estudios epide- miológicos se hallaban posibles efectos a largo plazo como la carcinogénesis y la teratogénesis, efectos sobre los sistemas inmu- nológico y endocrino, sobre la reproducción (con especial aten- ción a los abortos y defectos congénitos), así como la “hipersensibilidad a la electricidad” y las reacciones neurofisiológicas relacionadas con el comportamiento. En el momento actual no se plantea el posible riesgo cardiovascular (Gamberale
1990; Knave 1994).
En relación con este tema, deben mencionarse algunos efectos inmediatos de los campos magnéticos de baja frecuencia sobre el organismo documentados de forma científica mediante estudios in vitro e in vivo con potencias de campo bajas y altas (PNUMA/OMS/IRPA 1984; PNUMA/OMS/IRPA 1987). En el campo magnético, como ocurre en el torrente sanguíneo o durante una contracción cardíaca corta, los portadores cargados inducen campos y corrientes eléctricas. Por tanto, el voltaje eléctrico que se crea en un campo magnético estático intenso sobre la aorta en las proximidades del corazón durante la actividad coronaria puede alcanzar los 30 mV, con un grosor de flujo de 2 Tesla (T), y en el ECG se han detectado valores de inducción superiores a 0,1 T.
Kristensen (1989) aporta información sobre tres estudios epidemiológicos realizados desde comienzos del decenio de 1980 sobre la relación entre las enfermedades cardiovasculares y la exposición a los campos electromagnéticos. Los resultados son contradictorios. En los decenios de 1980 y 1990, los posibles efectos de los campos eléctricos y magnéticos sobre la salud humana han atraído considerable atención en los campos de la medicina del trabajo y la medicina ambiental. Unos estudios epidemiológicos parcialmente contradictorios, en los que se buscaron relaciones entre la exposición profesional y/o ambiental a campos magnéticos y eléctricos débiles de baja frecuencia, por un lado, y la aparición de trastornos de salud por otro, atrajeron un interés especial. En el primer plano de los numerosos estudios experimentales y los pocos estudios epide- miológicos se hallaban posibles efectos a largo plazo como la carcinogénesis y la teratogénesis, efectos sobre los sistemas inmu- nológico y endocrino, sobre la reproducción (con especial aten- ción a los abortos y defectos congénitos), así como la “hipersensibilidad a la electricidad” y las reacciones neurofisiológicas relacionadas con el comportamiento. En el momento actual no se plantea el posible riesgo cardiovascular (Gamberale
1990; Knave 1994).
En relación con este tema, deben mencionarse algunos efectos inmediatos de los campos magnéticos de baja frecuencia sobre el organismo documentados de forma científica mediante estudios in vitro e in vivo con potencias de campo bajas y altas (PNUMA/OMS/IRPA 1984; PNUMA/OMS/IRPA 1987). En el campo magnético, como ocurre en el torrente sanguíneo o durante una contracción cardíaca corta, los portadores cargados inducen campos y corrientes eléctricas. Por tanto, el voltaje eléctrico que se crea en un campo magnético estático intenso sobre la aorta en las proximidades del corazón durante la actividad coronaria puede alcanzar los 30 mV, con un grosor de flujo de 2 Tesla (T), y en el ECG se han detectado valores de inducción superiores a 0,1 T.
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