El cáncer pancreático (CIE-9 157; CIE-10 C25), un tumor maligno de elevada mortalidad, es uno de los 15 cánceres más frecuentes de todo el mundo, pero se encuentra entre los diez más comunes en las poblaciones de los países desarrollados, en las que supone el 2 a 3 % de todos los nuevos diagnósticos de cáncer
(IARC 1993). Se calcula que en 1985 se produjeron 185.000 casos nuevos de esta neoplasia en el mundo (Parkin, Pisani y Ferlay 1993). Sus tasas de incidencia se están elevando en los países industrializados. En Europa, este ascenso se ha estabilizado, excepto en el Reino Unido y algunos países nórdicos
(Fernández y cols. 1994). Las tasas de incidencia y mortalidad muestran un brusco ascenso asociado con la edad entre los 30 y los 70 años. El cociente varón/mujer ajustado a la edad de los casos de cáncer de páncreas de nuevo diagnóstico es 1,6/1 en los países desarrollados y sólo 1,1/1 en los que se hallan en vías de desarrollo.
Se han registrado elevadas tasas anuales de incidencia de cáncer de páncreas (de hasta 30/100.000 en varones y 20/100.000 en mujeres) durante el período 1960-85 en los maoríes de Nueva Zelanda, hawaianos y poblaciones de raza negra de Estados Unidos. Por regiones, las mayores tasas ajus- tadas a la edad de 1985 (superiores a 7/100.000 en varones y a 4/100.000 en mujeres) corresponden a personas de ambos sexos de Japón, Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda y Europa septentrional, occidental y oriental. Las tasas más bajas (hasta 2/100.000 en ambos sexos) se han descrito en las regiones de Africa central y occidental, sureste asiático, Melanesia y países templados de Sudamérica (IARC 1992; Parkin, Pisani y Ferlay 1993).
Las comparaciones en el tiempo y el espacio entre poblaciones plantean dificultades de interpretación y exigen cautela, dadas las variaciones de los criterios y tecnologías diagnósticas aplicadas (Mack 1982).
La inmensa mayoría de los cánceres pancreáticos se desarrollan en el páncreas exocrino. Los síntomas principales son dolor abdominal y de espalda y pérdida de peso. Otros síntomas asociados son anorexia, diabetes e ictericia obstructiva. Los pacientes sintomáticos son sometidos a procedimientos como análisis de sangre y orina, ecografía, tomografía computarizada, estudios citológicos y pancreatoscopia. Casi todos ellos tienen metástasis en el momento del diagnóstico, con el consiguiente mal pronóstico.
(IARC 1993). Se calcula que en 1985 se produjeron 185.000 casos nuevos de esta neoplasia en el mundo (Parkin, Pisani y Ferlay 1993). Sus tasas de incidencia se están elevando en los países industrializados. En Europa, este ascenso se ha estabilizado, excepto en el Reino Unido y algunos países nórdicos
(Fernández y cols. 1994). Las tasas de incidencia y mortalidad muestran un brusco ascenso asociado con la edad entre los 30 y los 70 años. El cociente varón/mujer ajustado a la edad de los casos de cáncer de páncreas de nuevo diagnóstico es 1,6/1 en los países desarrollados y sólo 1,1/1 en los que se hallan en vías de desarrollo.
Se han registrado elevadas tasas anuales de incidencia de cáncer de páncreas (de hasta 30/100.000 en varones y 20/100.000 en mujeres) durante el período 1960-85 en los maoríes de Nueva Zelanda, hawaianos y poblaciones de raza negra de Estados Unidos. Por regiones, las mayores tasas ajus- tadas a la edad de 1985 (superiores a 7/100.000 en varones y a 4/100.000 en mujeres) corresponden a personas de ambos sexos de Japón, Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda y Europa septentrional, occidental y oriental. Las tasas más bajas (hasta 2/100.000 en ambos sexos) se han descrito en las regiones de Africa central y occidental, sureste asiático, Melanesia y países templados de Sudamérica (IARC 1992; Parkin, Pisani y Ferlay 1993).
Las comparaciones en el tiempo y el espacio entre poblaciones plantean dificultades de interpretación y exigen cautela, dadas las variaciones de los criterios y tecnologías diagnósticas aplicadas (Mack 1982).
La inmensa mayoría de los cánceres pancreáticos se desarrollan en el páncreas exocrino. Los síntomas principales son dolor abdominal y de espalda y pérdida de peso. Otros síntomas asociados son anorexia, diabetes e ictericia obstructiva. Los pacientes sintomáticos son sometidos a procedimientos como análisis de sangre y orina, ecografía, tomografía computarizada, estudios citológicos y pancreatoscopia. Casi todos ellos tienen metástasis en el momento del diagnóstico, con el consiguiente mal pronóstico.
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