La prevención de las enfermedades y las lesiones profesionales es uno de los objetivos principales de los programas de seguridad y salud en el trabajo de la organización. Esto incluye la prevención primaria (es decir, la identificación y eliminación o el control de los peligros y las tensiones potenciales mediante cambios del medio ambiente de trabajo o del puesto de trabajo). Se complementa con las medidas de prevención secundaria que protegen a los trabajadores de los efectos de la tensión y de los peligros exis- tentes que no pueden eliminarse (es decir, los equipos de protección personal y los reconocimientos médicos periódicos). Los programas de prevención y promoción de la salud en el lugar de trabajo (PPS) van más allá de estos objetivos. Prestan especial atención al comportamiento consciente en relación con la salud y se centran en el estilo de vida, los factores de riesgo asociados al comportamiento y la eliminación o superación del estrés, etc. Tienen gran valor, sobre todo en la prevención de la ECV. Los objetivos de los PPS, formulados por la Comisión de Control Ambiental y de la Salud en el Trabajo de la OMS se extienden más allá de la simple ausencia de enfermedad y lesiones e incluyen el bienestar y la capacidad funcional (OMS 1973).
El diseño y la ejecución de los programas de PPS se comentan con más detalle en otra parte del capítulo. En la mayoría de los países, los programas se centran sobre todo en la prevención de las ECV. Por ejemplo, en Alemania, el programa “Cuida tu corazón” complementa las medidas de los círculos de enfermedad de salud cardíaca organizados por las empresas de seguros de enfermedad (Murza y Laaser 1990 1992), mientras que el movimiento “Ten corazón” en Gran Bretaña y Australia tiene objetivos similares (Glasgow y cols. 1955).
En el decenio de 1980 se comprobó la eficacia de estos programas en el Ensayo Cooperativo para la Prevención de Cardiopatías de la OMS, realizado en 40 pares de fábricas de cuatro países europeos y en el que participaron unos 61.000 varones de 40 a 59 años. Las medidas preventivas consistieron en gran parte en actividades de educación sanitaria, realizadas sobre todo por los servicios de salud de los empleados de la empresa, centradas en dietas para reducir el nivel de colesterol, el abandono del tabaco, el control del peso, el aumento de la actividad física y el control de la hipertensión. El estudio aleatorio de un 10 % de los trabajadores que reunían las condiciones para participar en el proyecto en las fábricas designadas como centros de control demostró que durante los 4-7 años que duró el estudio, el riesgo global de ECV pudo reducirse un 11,1 % (el
19,4 % en los que sufrían un riesgo elevado al principio). En las fábricas del estudio, la mortalidad por ECV se redujo un 7,4 %, mientras que la mortalidad global disminuyó un 2,7 %. Los mejores resultados se obtuvieron en Bélgica, donde la interven- ción se realizó de forma continua durante todo el período del estudio, mientras que los peores resultados se observaron en Gran Bretaña, donde las actividades de prevención disminuyeron de forma radical antes del último examen de seguimiento. Esta disparidad señala la relación del éxito del programa con la duración del esfuerzo de educación sanitaria; para inculcar los cambios deseados en el estilo de vida se necesita tiempo. La intensidad del esfuerzo docente fue un factor relevante también en Italia, donde trabajaron en el programa seis educadores a tiempo completo y se consiguió reducir un 28 % el perfil global de factores de riesgo, mientras que en Gran Bretaña, donde sólo tres educadores se encargaron de un número de trabajadores tres veces superior, sólo se logró reducir el factor de riesgo un 4 %.
Aunque el tiempo necesario para detectar una reducción de la mortalidad y la morbilidad por ECV es un factor limitante muy importante en los estudios epidemiológicos que tienen como objetivo evaluar los resultados de los programas de salud en el trabajo (Mannebach 1989), se han demostrado reducciones de los factores de riesgo (Janssen 1991; Gomel y cols. 1993; Glasgow y cols. 1995). Se ha descrito una reducción temporal del número de días de trabajo perdidos y un descenso de las tasas de hospitalización (Harris 1994). Parece existir un acuerdo general en que las actividades de los PPS realizadas en la comunidad y, sobre todo, en el lugar de trabajo, han contribuido de forma significativa a reducir la mortalidad cardiovascular en Estados Unidos y en otros países industrializados.
El diseño y la ejecución de los programas de PPS se comentan con más detalle en otra parte del capítulo. En la mayoría de los países, los programas se centran sobre todo en la prevención de las ECV. Por ejemplo, en Alemania, el programa “Cuida tu corazón” complementa las medidas de los círculos de enfermedad de salud cardíaca organizados por las empresas de seguros de enfermedad (Murza y Laaser 1990 1992), mientras que el movimiento “Ten corazón” en Gran Bretaña y Australia tiene objetivos similares (Glasgow y cols. 1955).
En el decenio de 1980 se comprobó la eficacia de estos programas en el Ensayo Cooperativo para la Prevención de Cardiopatías de la OMS, realizado en 40 pares de fábricas de cuatro países europeos y en el que participaron unos 61.000 varones de 40 a 59 años. Las medidas preventivas consistieron en gran parte en actividades de educación sanitaria, realizadas sobre todo por los servicios de salud de los empleados de la empresa, centradas en dietas para reducir el nivel de colesterol, el abandono del tabaco, el control del peso, el aumento de la actividad física y el control de la hipertensión. El estudio aleatorio de un 10 % de los trabajadores que reunían las condiciones para participar en el proyecto en las fábricas designadas como centros de control demostró que durante los 4-7 años que duró el estudio, el riesgo global de ECV pudo reducirse un 11,1 % (el
19,4 % en los que sufrían un riesgo elevado al principio). En las fábricas del estudio, la mortalidad por ECV se redujo un 7,4 %, mientras que la mortalidad global disminuyó un 2,7 %. Los mejores resultados se obtuvieron en Bélgica, donde la interven- ción se realizó de forma continua durante todo el período del estudio, mientras que los peores resultados se observaron en Gran Bretaña, donde las actividades de prevención disminuyeron de forma radical antes del último examen de seguimiento. Esta disparidad señala la relación del éxito del programa con la duración del esfuerzo de educación sanitaria; para inculcar los cambios deseados en el estilo de vida se necesita tiempo. La intensidad del esfuerzo docente fue un factor relevante también en Italia, donde trabajaron en el programa seis educadores a tiempo completo y se consiguió reducir un 28 % el perfil global de factores de riesgo, mientras que en Gran Bretaña, donde sólo tres educadores se encargaron de un número de trabajadores tres veces superior, sólo se logró reducir el factor de riesgo un 4 %.
Aunque el tiempo necesario para detectar una reducción de la mortalidad y la morbilidad por ECV es un factor limitante muy importante en los estudios epidemiológicos que tienen como objetivo evaluar los resultados de los programas de salud en el trabajo (Mannebach 1989), se han demostrado reducciones de los factores de riesgo (Janssen 1991; Gomel y cols. 1993; Glasgow y cols. 1995). Se ha descrito una reducción temporal del número de días de trabajo perdidos y un descenso de las tasas de hospitalización (Harris 1994). Parece existir un acuerdo general en que las actividades de los PPS realizadas en la comunidad y, sobre todo, en el lugar de trabajo, han contribuido de forma significativa a reducir la mortalidad cardiovascular en Estados Unidos y en otros países industrializados.
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