El ictus y la hipertensión, con diferencia son las enfermedades cardiovasculares más comunes en la población activa, son de origen multifactorial y se inician en etapas más tempranas de la vida. Tienen importancia en el lugar de trabajo por los siguientes motivos:
una proporción muy elevada de la plantilla padece una forma asintomática o no
reconocida de enfermedad cardiovascular;
las exigencias del puesto de trabajo y las condiciones de trabajo pueden agravar el desarrollo de esta enfermedad o precipitar acontecimientos sintomáticos agudos;
el inicio agudo de una fase sintomática de la enfermedad cardiovascular se atribuye con frecuencia al trabajo y/o al medio ambiente del lugar del trabajo;
la mayoría de los individuos que padecen una enfermedad cardiovascular establecida son capaces de trabajar de forma productiva, aunque en algunos casos esto sólo es posible después de un proceso de rehabilitación eficaz y de una formación de reconversión profesional;
el lugar de trabajo presenta unas condiciones únicas muy propicias para el desarrollo de los programas de prevención primaria y secundaria.
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