Existen tres estrategias principales para la reducción de las exposiciones en el lugar de trabajo a cancerígenos conocidos o sospechados: la eliminación de la sustancia, la reducción de la exposición mediante la disminución de la emisión o la ventilación y la protección personal de los trabajadores.
Desde hace mucho se discute sobre la existencia de un umbral real para la exposición a cancerígenos, por debajo del cual no existe riesgo. A menudo se supone que el riesgo debería ser extrapolado linealmente, bajando el riesgo a cero con una exposición cero. Si así fuera, ningún límite de exposición, por bajo que fuera, se consideraría totalmente libre de riesgo. Con todo, muchos países han definido límites de exposición para algunas sustancias cancerígenas, aunque no para otras.
La eliminación de un compuesto puede originar problemas cuando se introducen sustancias para sustituirlo, cuya toxicidad debe ser inferior a la de la sustancia sustituida.
La reducción de la exposición en su origen puede llevarse a cabo con relativa facilidad en el caso de sustancias químicas para procesos, mediante la encapsulación del proceso y la ventilación.
Por ejemplo, cuando se descubrieron las propiedades cancerígenas del cloruro de vinilo, el límite de exposición al mismo se redujo en un factor de cien o más en varios países.
Aunque al principio este patrón se consideró imposible de cumplir por parte de la industria, técnicas posteriores lo hicieron posible. La reducción de la exposición en su origen puede ser difícil de aplicar a sustancias que se utilizan en condiciones menos controladas o que se forman durante el trabajo (por ejemplo, los gases de escape de los motores). El cumplimiento de los límites de exposición exige el control periódico de los niveles de aire en la sala de trabajo.
Cuando no es posible controlar la exposición eliminando ni reduciendo las emisiones, la única solución que queda es utilizar instrumentos de protección personal, desde mascarillas con filtro hasta cascos con suministro de aire y ropas protectoras. Para decidir la modalidad de protección más adecuada, habrá que considerar la principal vía de exposición a las sustancias. Sin embargo, muchos instrumentos de protección personal causan molestias al usuario, y las mascarillas con filtro suponen un aumento de la resistencia respiratoria que puede ser muy importante en trabajos que exigen esfuerzo físico. Por lo general, el efecto protector de los respiradores no es previsible y depende del grado de ajuste de la mascarilla a la cara, de la frecuencia de cambio de los filtros, etc. La protección personal debe considerarse el último recurso, y únicamente se intentará cuando fracasen formas más eficaces de reducir la exposición.
Desde hace mucho se discute sobre la existencia de un umbral real para la exposición a cancerígenos, por debajo del cual no existe riesgo. A menudo se supone que el riesgo debería ser extrapolado linealmente, bajando el riesgo a cero con una exposición cero. Si así fuera, ningún límite de exposición, por bajo que fuera, se consideraría totalmente libre de riesgo. Con todo, muchos países han definido límites de exposición para algunas sustancias cancerígenas, aunque no para otras.
La eliminación de un compuesto puede originar problemas cuando se introducen sustancias para sustituirlo, cuya toxicidad debe ser inferior a la de la sustancia sustituida.
La reducción de la exposición en su origen puede llevarse a cabo con relativa facilidad en el caso de sustancias químicas para procesos, mediante la encapsulación del proceso y la ventilación.
Por ejemplo, cuando se descubrieron las propiedades cancerígenas del cloruro de vinilo, el límite de exposición al mismo se redujo en un factor de cien o más en varios países.
Aunque al principio este patrón se consideró imposible de cumplir por parte de la industria, técnicas posteriores lo hicieron posible. La reducción de la exposición en su origen puede ser difícil de aplicar a sustancias que se utilizan en condiciones menos controladas o que se forman durante el trabajo (por ejemplo, los gases de escape de los motores). El cumplimiento de los límites de exposición exige el control periódico de los niveles de aire en la sala de trabajo.
Cuando no es posible controlar la exposición eliminando ni reduciendo las emisiones, la única solución que queda es utilizar instrumentos de protección personal, desde mascarillas con filtro hasta cascos con suministro de aire y ropas protectoras. Para decidir la modalidad de protección más adecuada, habrá que considerar la principal vía de exposición a las sustancias. Sin embargo, muchos instrumentos de protección personal causan molestias al usuario, y las mascarillas con filtro suponen un aumento de la resistencia respiratoria que puede ser muy importante en trabajos que exigen esfuerzo físico. Por lo general, el efecto protector de los respiradores no es previsible y depende del grado de ajuste de la mascarilla a la cara, de la frecuencia de cambio de los filtros, etc. La protección personal debe considerarse el último recurso, y únicamente se intentará cuando fracasen formas más eficaces de reducir la exposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario