Es fundamental para la mujer embarazada, y para su empresa, independientemente de que aquélla siga o no trabajando, que se le brinde la ocasión de acogerse a un programa de atención de la salud destinado a identificar y evitar o disminuir los riesgos para la madre y el feto, permitiéndole así mantenerse laboralmente activa sin problemas. En cada una de las visitas prenatales programadas, el médico o la comadrona deben valorar la información médica (natalidad y otros antecedentes médicos, molestias actuales, exploración física y pruebas de laboratorio) y los datos sobre su trabajo y medio ambiente laboral, y realizar las recomendaciones apropiadas.
Es importante que los profesionales sanitarios no confíen en las descripciones sencillas del trabajo efectuadas por las pacientes, dado que con frecuencia son inapropiadas e inco- rrectas. Deben recabarse detalles sobre la actividad física, la exposición a sustancias químicas y de otro tipo y el estrés emocional, información que puede obtenerse, sin duda, de la propia mujer. Sin embargo, en ocasiones, es preciso, para obtener una visión más completa del peligro o de las tareas desarrolladas, así como sobre la posibilidad de controlar las lesiones potenciales, dirigirse a un supervisor, a menudo a través del departamento de seguridad o del servicio de salud de los empleados (en los casos en los que exista). Por este conducto puede comprobarse también la información inadecuada que los pacientes, de forma inadvertida o deliberada, dan al médico; es posible que exageren los riesgos o, si consideran que es impor- tante continuar trabajando, que los subestimen.
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