martes, 8 de julio de 2008

Anatomía y fisiopatología de la vejiga

La vejiga urinaria es una bolsa hueca en la que se almacena la orina; normalmente, se contrae a demanda para su vaciado controlado a través de la uretra. La vejiga está situada en la parte anteroinferior de la cavidad pélvica, y unida por ambos lados a los riñones mediante los uréteres, unos tubos musculares peristálticos que transportan la orina de los riñones a la vejiga. La pelvis renal, los uréteres y la vejiga están recubiertos por epitelio de transición. La capa externa del urotelio está formado por células en sombrilla recubiertas por una capa de glucosaminoglu- cano (GAG), un carbohidrato. Las células de transición llegan hasta la membrana basal de la vejiga. De este modo, las células basales profundas quedan protegidas por las células en sombrilla, pero si se daña la capa protectora de GAG, las células basales quedan expuestas a la agresión de los componentes urinarios. La microanatomía del epitelio de transición le permite expandirse y contraerse, e incluso tras el desprendimiento normal de las células en sombrilla se mantiene la integridad protectora de las células basales. El sistema neurológico equilibrado que regula el almacenamiento y el vaciado puede resultar dañado debido a descargas eléctricas u otros traumatismos, como las lesiones medulares, que pueden producirse en el entorno laboral. Una causa impor- tante de mortalidad de los tetrapléjicos es la pérdida de la función vesical como consecuencia de una lesión renal crónica secundaria a las infecciones y la formación de cálculos. Son frecuentes las infecciones crónicas por un vaciado incompleto debido a causas neurógenas u obstructivas, como la fractura de pelvis u otros traumatismos uretrales y la posterior formación de estenosis. Las infecciones bacterianas persistentes o la formación de cálculos que dan lugar a procesos inflamatorios crónicos y malignos de la vejiga pueden deberse a una disminución de la resistencia (es decir, una mayor sensibilidad) a las exposiciones exógenas en el lugar de trabajo.
Las moléculas relacionadas con la lesión y la reparación vesicales sirven de marcadores terminales intermedios potenciales de trastornos tóxicos y malignos, ya que durante los cambios relacionados con el desarrollo del cáncer se producen numerosas alteraciones bioquímicas. Al igual que el riñón, las células vesicales poseen sistemas enzimáticos activos, como el del citocromo P-450, que los xenobióticos pueden activar o desactivar. La actividad funcional de las enzimas viene determinada por la herencia genética y muestra polimorfismo genético. La orina eliminada contiene células exfoliadas del riñón, los uréteres, la vejiga, la próstata y la uretra. Estas células sirven de diana, mediante el uso de marcadores biológicos, para valorar posibles cambios en la patología vesical y renal. Recordando el comen- tario de Virchow de que todas las enfermedades comienzan en las células, centraremos nuestra atención en la importancia de las células, que son el espejo molecular de los episodios de exposición.

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