El desafío de compaginar las responsabilidades familiares y el trabajo fuera del hogar no es nuevo para las mujeres. Lo que puede ser novedoso es una sociedad moderna que valora la salud y el bienestar de la mujer y de su descendencia, y que plantea a ésta el desafío dual de conseguir una realización personal a través del trabajo y de alcanzar unas condiciones económicas que le permitan mantener un nivel de vida aceptable. El número cada vez mayor de familias monoparentales y de parejas casadas en las que deben trabajar ambos componentes impide ignorar las cuestiones relacionadas con la familia y el trabajo. Muchas trabaja- doras embarazadas deben, simplemente, seguir trabajando aunque estén embarazadas.
¿De quién es la responsabilidad de que se vean atendidas sus necesidades? Algunos podrían argumentar que se trata de un problema estrictamente personal, al que debe hacer frente exclusivamente la mujer o la familia. Otros consideran que es una responsabilidad de la sociedad, y están a favor de la promulgación de leyes y de la concesión de apoyo financiero y otras prestaciones de carácter básicamente social.
¿Qué porción debe corresponder a la empresa? Depende fundamentalmente de la naturaleza, emplazamiento y, a menudo, tamaño de ésta. La empresa tiene en cuenta dos series de aspectos: las imposiciones de las leyes y reglamentos (y, algunas veces, de la necesidad de atender demandas sindicales) y los dictados de la responsabilidad social y la necesidad práctica de mantener una producción óptima. En última instancia, depende de que se conceda un alto valor a los recursos humanos y se reconozca la interdependencia de las responsabilidades laborales y las obligaciones familiares y sus efectos, algunas veces compensados, la salud y la productividad.
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