La fiebre por vapores de metal (FVM) es otra enfermedad seudogripal autolimitada que se desarrolla tras una exposición por inhalación, en este caso a vapores de metal. Este síndrome se produce con mayor frecuencia tras la inhalación de óxido de zinc, como sucede en las fundiciones de latón, y en el fundido o solda- dura de metal galvanizado. Los óxidos de cobre y hierro también provocan FVM, y en ocasiones se han visto implicados los vapores de aluminio, arsénico, cadmio, mercurio, cobalto, cromo, plata, manganeso, selenio y estaño (Rose 1992). Los trabajadores desarrollan taquifilaxia; es decir, los síntomas sólo aparecen cuando la exposición tiene lugar después de varios días en ausencia de la misma, no en situación de exposiciones regulares repetidas. La Occupational Safety and Health Administration
(OSHA) ha establecido un TLV de ocho horas de 5 mg/m3 para el óxido de zinc, pero se han provocado síntomas de forma experimental tras una exposición de dos horas a esta concentración (Gordon y cols. 1992).
La patogenia de la FVM sigue sin conocerse con exactitud. El inicio reproducible de los síntomas con independencia del sujeto expuesto es un argumento en contra de una sensibilización inmunitaria o alérgica específica. La falta de síntomas asociados
a la liberación de histamina (rubor, prurito, sibilancias, habones) también va en contra de la probabilidad de que participe un mecanismo alérgico. Paul Blanc y colaboradores han desarrollado un modelo que implica a la liberación de citoquinas (Blanc y cols. 1991; Blanc y cols.1993). Estos autores midieron los niveles de factor de necrosis tumoral (TNF), y de las interleuquinas IL-1, IL-4, IL-6 e IL-8 en el líquido de lavado de los pulmones de 23 voluntarios que habían sido expuestos de forma experimental a vapores de óxido de zinc (Blanc y cols.
1993). Los voluntarios desarrollaron niveles elevados de TNF en el lavado broncoalveolar (BAL) a las 3 horas de la exposición. Veinte horas después se observaron niveles elevados en el líquido de BAL de IL-8 (un potente atrayente de neutrófilos) y una marcada alveolitis neutrófila. Se ha comprobado que los monocitos de cultivos expuestos al zinc liberan TNF, una citoquina capaz de causar fiebre y de estimular a las células inmunitarias (Scuderi 1990). En concordancia, la presencia de niveles aumentados de TNF en el pulmón es responsable de la aparición de los síntomas observados en la FVM. Se sabe que el TNF estimula la liberación de IL-6 y de IL-8, en un período de tiempo que se correlacionaba con los niveles máximos de citoquinas en el líquido de BAL de estos voluntarios. El reclutamiento de estas citoquinas puede ser responsable de la alveolitis neutrofílica resultante y de los síntomas seudogripales que caracterizan la FVM. El por qué la alveolitis remite con tal rapidez sigue siendo un misterio.
Los síntomas comienzan entre 3 y 10 horas después de la exposición. Inicialmente puede haber un sabor metálico dulce en la boca, asociado a tos seca y disnea progresivas. A menudo el trabajador desarrolla fiebre y escalofríos y se siente enfermo. La exploración física no presenta por lo demás ningún dato destacable. La evaluación de laboratorio muestra la existencia de leucocitosis; la radiografía de tórax es normal. Los estudios de función pulmonar pueden mostrar una leve reducción del FEF25-75 y de los niveles de DLCO (Nemery 1990; Rose 1992). Con una buena historia el diagnóstico se establece fácilmente
y puede tratarse de forma sintomática al trabajador con antipiréticos. Los síntomas y las anomalías clínicas se resuelven en 24 a 48 horas. Si no es así debe considerarse la posibilidad de que los síntomas tengan una etiología vírica o bacteriana. En casos de exposición extrema, o de exposición relacionada con conta- minación por toxinas como el cloruro de zinc, cadmio o mercurio, la FVM puede ser el presagio de una neumonitis química clínica que evolucionará a lo largo de los 2 días siguientes (Blount 1990). Tales casos pueden mostrar infiltrados difusos en la radiografía de tórax y signos de edema pulmonar e insuficiencia respiratoria. Aunque esta posibilidad debe considerarse en la evaluación inicial de un paciente expuesto, este curso fulminante es poco frecuente y no es característico de la FVM no complicada.
La FVM no requiere una sensibilidad especial del sujeto afectado a los vapores de metal; más bien indica la existencia de un control ambiental insuficiente. Debe abordarse el problema de la exposición con el fin de evitar la recurrencia de los síntomas. Aunque se considera un síndrome benigno, los efectos a largo plazo de los ataques repetidos de FVM no se ha investigado de forma suficiente.
(OSHA) ha establecido un TLV de ocho horas de 5 mg/m3 para el óxido de zinc, pero se han provocado síntomas de forma experimental tras una exposición de dos horas a esta concentración (Gordon y cols. 1992).
La patogenia de la FVM sigue sin conocerse con exactitud. El inicio reproducible de los síntomas con independencia del sujeto expuesto es un argumento en contra de una sensibilización inmunitaria o alérgica específica. La falta de síntomas asociados
a la liberación de histamina (rubor, prurito, sibilancias, habones) también va en contra de la probabilidad de que participe un mecanismo alérgico. Paul Blanc y colaboradores han desarrollado un modelo que implica a la liberación de citoquinas (Blanc y cols. 1991; Blanc y cols.1993). Estos autores midieron los niveles de factor de necrosis tumoral (TNF), y de las interleuquinas IL-1, IL-4, IL-6 e IL-8 en el líquido de lavado de los pulmones de 23 voluntarios que habían sido expuestos de forma experimental a vapores de óxido de zinc (Blanc y cols.
1993). Los voluntarios desarrollaron niveles elevados de TNF en el lavado broncoalveolar (BAL) a las 3 horas de la exposición. Veinte horas después se observaron niveles elevados en el líquido de BAL de IL-8 (un potente atrayente de neutrófilos) y una marcada alveolitis neutrófila. Se ha comprobado que los monocitos de cultivos expuestos al zinc liberan TNF, una citoquina capaz de causar fiebre y de estimular a las células inmunitarias (Scuderi 1990). En concordancia, la presencia de niveles aumentados de TNF en el pulmón es responsable de la aparición de los síntomas observados en la FVM. Se sabe que el TNF estimula la liberación de IL-6 y de IL-8, en un período de tiempo que se correlacionaba con los niveles máximos de citoquinas en el líquido de BAL de estos voluntarios. El reclutamiento de estas citoquinas puede ser responsable de la alveolitis neutrofílica resultante y de los síntomas seudogripales que caracterizan la FVM. El por qué la alveolitis remite con tal rapidez sigue siendo un misterio.
Los síntomas comienzan entre 3 y 10 horas después de la exposición. Inicialmente puede haber un sabor metálico dulce en la boca, asociado a tos seca y disnea progresivas. A menudo el trabajador desarrolla fiebre y escalofríos y se siente enfermo. La exploración física no presenta por lo demás ningún dato destacable. La evaluación de laboratorio muestra la existencia de leucocitosis; la radiografía de tórax es normal. Los estudios de función pulmonar pueden mostrar una leve reducción del FEF25-75 y de los niveles de DLCO (Nemery 1990; Rose 1992). Con una buena historia el diagnóstico se establece fácilmente
y puede tratarse de forma sintomática al trabajador con antipiréticos. Los síntomas y las anomalías clínicas se resuelven en 24 a 48 horas. Si no es así debe considerarse la posibilidad de que los síntomas tengan una etiología vírica o bacteriana. En casos de exposición extrema, o de exposición relacionada con conta- minación por toxinas como el cloruro de zinc, cadmio o mercurio, la FVM puede ser el presagio de una neumonitis química clínica que evolucionará a lo largo de los 2 días siguientes (Blount 1990). Tales casos pueden mostrar infiltrados difusos en la radiografía de tórax y signos de edema pulmonar e insuficiencia respiratoria. Aunque esta posibilidad debe considerarse en la evaluación inicial de un paciente expuesto, este curso fulminante es poco frecuente y no es característico de la FVM no complicada.
La FVM no requiere una sensibilidad especial del sujeto afectado a los vapores de metal; más bien indica la existencia de un control ambiental insuficiente. Debe abordarse el problema de la exposición con el fin de evitar la recurrencia de los síntomas. Aunque se considera un síndrome benigno, los efectos a largo plazo de los ataques repetidos de FVM no se ha investigado de forma suficiente.
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