Los síndromes neurotóxicos agudos se producen principalmente en situaciones accidentales, cuando los trabajadores quedan expuestos durante breves periodos de tiempo a niveles muy elevados de un producto químico o de una mezcla de ellos, generalmente por inhalación. Los síntomas habituales son vértigo, malestar general y posible pérdida de conciencia a causa de la depresión del sistema nervioso central. Cuando se retira al sujeto de la exposición, los síntomas desaparecen con bastante rapidez,a menos que la exposición haya sido tan intensa que ponga en peligro la vida, caso en el que pueden producirse coma y la muerte. En estas situaciones, el reconocimiento del peligro debe producirse en el lugar de trabajo, y hay que sacar a la persona afectada a respirar aire fresco inmediatamente.
Por lo general, los síntomas neurotóxicos aparecen después de exposiciones breves o prolongadas, y a menudo con niveles de exposición profesional relativamente bajos. En estos casos, pueden haberse producido síntomas agudos en el lugar de trabajo, pero no es necesaria su presencia para hacer el diagnós- tico de encefalopatía tóxica crónica o de neuropatía tóxica. Sin embargo, a menudo los pacientes comunican cefaleas, mareos o irritación de las mucosas al final de un día de trabajo, aunque inicialmente estos síntomas desaparecen por la noche, el fin de semana o las vacaciones. En la Tabla 7.10 se puede encontrar una lista de control de gran utilidad.
Suponiendo que el paciente ha estado expuesto a productos químicos neurotóxicos, el diagnóstico de enfermedad neurotóxica comienza con los síntomas. En 1985, un grupo de trabajo conjunto de la Organización Mundial de la Salud y del Consejo de Ministros de los Estados Nórdicos, comentó la cuestión de la intoxicación crónica por disolventes orgánicos y encontró una serie de síntomas cardinales, que se descubren en la mayor parte de los casos (OMS/Consejo Nórdico 1985). Tales síntomas son fatigabilidad, pérdida de memoria, dificultad de concentración y pérdida de la iniciativa, y suelen comenzar después de una alteración fundamental de la personalidad, que se desarrolla progresivamente y afecta a la energía, al intelecto, a la emoción y la motivación. Entre otros síntomas de encefalopatía tóxica crónica se encuentran depresión, disforia, labilidad emocional, cefaleas, irritabilidad, trastornos del sueño y mareos (vértigo). Si existe también afectación del sistema nervioso periférico, se desarrollarán entumecimiento y, posiblemente, debilidad muscular. Estos síntomas crónicos persisten durante al menos un año después de finalizada la exposición.
Por lo general, los síntomas neurotóxicos aparecen después de exposiciones breves o prolongadas, y a menudo con niveles de exposición profesional relativamente bajos. En estos casos, pueden haberse producido síntomas agudos en el lugar de trabajo, pero no es necesaria su presencia para hacer el diagnós- tico de encefalopatía tóxica crónica o de neuropatía tóxica. Sin embargo, a menudo los pacientes comunican cefaleas, mareos o irritación de las mucosas al final de un día de trabajo, aunque inicialmente estos síntomas desaparecen por la noche, el fin de semana o las vacaciones. En la Tabla 7.10 se puede encontrar una lista de control de gran utilidad.
Suponiendo que el paciente ha estado expuesto a productos químicos neurotóxicos, el diagnóstico de enfermedad neurotóxica comienza con los síntomas. En 1985, un grupo de trabajo conjunto de la Organización Mundial de la Salud y del Consejo de Ministros de los Estados Nórdicos, comentó la cuestión de la intoxicación crónica por disolventes orgánicos y encontró una serie de síntomas cardinales, que se descubren en la mayor parte de los casos (OMS/Consejo Nórdico 1985). Tales síntomas son fatigabilidad, pérdida de memoria, dificultad de concentración y pérdida de la iniciativa, y suelen comenzar después de una alteración fundamental de la personalidad, que se desarrolla progresivamente y afecta a la energía, al intelecto, a la emoción y la motivación. Entre otros síntomas de encefalopatía tóxica crónica se encuentran depresión, disforia, labilidad emocional, cefaleas, irritabilidad, trastornos del sueño y mareos (vértigo). Si existe también afectación del sistema nervioso periférico, se desarrollarán entumecimiento y, posiblemente, debilidad muscular. Estos síntomas crónicos persisten durante al menos un año después de finalizada la exposición.
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