Dado que la mayoría de los fetos que sufren un aborto precoz presentan anomalías cromosómicas, se ha propuesto que, a efectos de investigación, se haga una distinción más matizada entre pérdida fetal precoz, antes de las 12 semanas de gestación, y pérdida fetal tardía (Källén 1988). Al examinar esta última también puede ser apropiado incluir la muerte neonatal precoz, dada la posible similitud de la causa. La OMS define la muerte neonatal precoz como la que afecta a un recién nacido de siete días de vida o menos, y la muerte neonatal tardía como la que se produce entre los siete y los 29 días. En estudios realizados en países en vías de desarrollo es importante distinguir entre las muertes anteparto y las que se producen intraparto. Como consecuencia de las dificultades del parto, éstas representan un porcentaje elevado de los partos de fetos muertos.
En una revisión llevada a cabo por Kline, Stein y Susser
(1989) de nueve estudios transversales o retrospectivos, las tasas de pérdida fetal antes de las 20 semanas de gestación oscilaban entre el 5,5 y el 12,6 %. Cuando se ampliaba la definición para incluir las pérdidas producidas hasta la semana 28 de gestación, la tasa oscilaba entre el 6,2 y el 19,6 %. Sin embargo, las tasas de incidencia de pérdida fetal en embarazos identificados desde el punto de vista clínico en cuatro estudios prospectivos presentaban un margen relativamente estrecho, 11,7-14,6 %, en períodos gestacionales de hasta 28 semanas. Esta tasa menor en los diseños prospectivos que en los transversales o los retrospectivos puede ser atribuida a diferencias en las definiciones básicas, a la notificación errónea de abortos inducidos como espontáneos o a la clasificación incorrecta de menstruaciones retrasadas o copiosas como casos de pérdida fetal.
(1989) de nueve estudios transversales o retrospectivos, las tasas de pérdida fetal antes de las 20 semanas de gestación oscilaban entre el 5,5 y el 12,6 %. Cuando se ampliaba la definición para incluir las pérdidas producidas hasta la semana 28 de gestación, la tasa oscilaba entre el 6,2 y el 19,6 %. Sin embargo, las tasas de incidencia de pérdida fetal en embarazos identificados desde el punto de vista clínico en cuatro estudios prospectivos presentaban un margen relativamente estrecho, 11,7-14,6 %, en períodos gestacionales de hasta 28 semanas. Esta tasa menor en los diseños prospectivos que en los transversales o los retrospectivos puede ser atribuida a diferencias en las definiciones básicas, a la notificación errónea de abortos inducidos como espontáneos o a la clasificación incorrecta de menstruaciones retrasadas o copiosas como casos de pérdida fetal.
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