martes, 11 de noviembre de 2008

Pérdida embrionaria/fetal (II)


Cuando se incluyen los abortos ocultos o las pérdidas
“químicas” precoces, identificadas por una elevación de las gonadotropinas coriónicas humanas (hCG), la tasa total de aborto espontáneo aumenta de forma espectacular. En un estudio que utilizaba ensayos de hCG, la incidencia de pérdida subclínica postimplantación de huevos fecundados fue del 22 % (Wilcox y cols. 1988). En estos estudios, se determinó la hCG urinaria mediante ensayo inmunorradiométrico utilizando un anticuerpo detector. El ensayo utilizado originalmente por Wilcox empleaba un anticuerpo policlonal de conejo de alta afinidad. Estudios más recientes han utilizado un anticuerpo monoclonal irreabsorbible que requiere menos de 5 ml de orina para muestras dobles. El principal factor restrictivo para la utilización de estos ensayos en el campo profesional no es sólo el coste y los recursos necesarios para coordinar la recogida, almacenamiento y análisis de la orina, sino también el gran tamaño de la población que se necesita. En un estudio sobre las mujeres trabajadoras expuestas a terminales de pantalla y la interrupción precoz del embarazo, 7.000 de ellas fueron sometidas a exploración selectiva para conseguir una población utilizable de 700 mujeres. Esta necesidad de explorar un número de personas diez veces superior al tamaño de la población para conseguir una muestra de tamaño adecuado se debe a la reducción del número de mujeres disponible por problemas de selección relacionadas con la edad, la esterilidad o la inclusión de algunas que no utilizan métodos anticonceptivos o que emplean métodos relati- vamente ineficaces.
Estudios ocupacionales más convencionales han utilizado datos registrados o procedentes de cuestionarios para identificar los abortos espontáneos. Entre las fuentes de datos registrados están las estadísticas actuariales, los registros de hospitales o de médicos privados y las historias de las pacientes ambulatorias. Al utilizar sistemas de este tipo se identifica sólo un subgrupo de las pérdidas fetales, en especial las que se producen tras el comienzo de la atención prenatal, normalmente después de dos o tres meses de amenorrea. Los datos procedentes de cuestionarios se recopilan mediante el envío de éstos por correo o mediante entrevistas personales o telefónicas. Las entrevistas ofrecen infor- mación más completa sobre las pérdidas identificadas. Entre las preguntas referentes a la historia reproductiva suelen hacerse algunas relativas a los resultados de los embarazos, la atención prenatal, los antecedentes familiares de resultados adversos en el embarazo, la historia sexual, el estado de nutrición, el peso previo a la gestación, la talla, el incremento de peso, el consumo de cigarrillos, de alcohol y de fármacos prescritos y no pres- critos, el estado de salud de la madre durante la gestación y antes de ella, y las exposiciones en el hogar y en el lugar de trabajo a agentes químicos y físicos tales como vibraciones, radiaciones, metales, disolventes o plaguicidas. Los datos de las entrevistas sobre abortos espontáneos pueden ser una fuente válida de información, especialmente si el análisis incluye los de gestaciones de ocho semanas o de mayor duración y los que han tenido lugar en los últimos 10 años.
En la Tabla 9.5 se resumen los principales factores físicos, genéticos, sociales y ambientales asociados al aborto espontáneo. Para garantizar que la relación exposición-efecto observado no se debe a otro factor de riesgo, es importante identificar los factores de este tipo que pueden estar asociados. Entre las infec- ciones que se asocian a pérdida fetal figuran la sífilis, rubéola, infecciones genitales por Mycoplasma, herpes simple, infec- ciones uterinas e hipertermia en general. Uno de los factores de riesgo más importantes de aborto espontáneo identificado desde el punto de vista clínico es el antecedente de embarazo que termina con pérdida fetal. La multiparidad se asocia a un riesgo mayor, pero puede que no sea independiente del antecedente de aborto espontáneo. La interpretación de la paridad como factor de riesgo resulta conflictiva, debido a su asociación con la edad materna, los antecedentes reproductivos y la heterogeneidad de las mujeres con diferentes cifras de paridad. Las tasas de aborto espontáneo son más elevadas en mujeres menores de 16 años y mayores de 36 años. Después de realizar los ajustes relacionados con la paridad y el antecedente de pérdida gestacional, se demostró que las mujeres mayores de 40 años tenían el doble de riesgo de pérdida fetal que las más jóvenes. El riesgo más elevado de las mujeres de más edad se ha asociado al aumento de las anomalías cromosómicas, especialmente la trisomía. Recientemente se han revisado los posibles efectos mediados por el varón asociados a la pérdida fetal (Savitz, Sonnerfeld y Olshaw 1994). Se observó una relación más fuerte con la exposición paterna al mercurio y los gases anestésicos y una exposición sospechosa pero inconstante al plomo, la fabricación de goma, determinados disolventes y algunos plaguicidas.
La situación laboral puede ser un factor de riesgo, independientemente de cualquier peligro físico o químico específico, que actúe como factor de confusión en la evaluación de la exposición profesional y del aborto espontáneo. Algunos investigadores sugieren que es más probable que las mujeres que siguen traba- jando tengan antecedentes de gestaciones adversas y, como consecuencia, estén en condiciones de continuar trabajando; otros creen que este grupo es una subpoblación con mejor capa- cidad física debido a los mayores ingresos y a la mejor atención prenatal.






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