En la actualidad se acepta en general que la exposición al ruido es un factor de estrés psicofísico. Numerosos estudios experimentales realizados con animales y seres humanos permiten extender la hipótesis sobre el mecanismo patogénico del ruido en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Existe una imagen relativamente uniforme respecto a las reacciones periféricas agudas a los estímulos ruidosos. Los estímulos ruidosos provocan claramente vasoconstricción periférica, que puede medirse como un descenso de la amplitud del pulso digital y de la temperatura de la piel y un aumento de la tensión arterial diastólica y sistólica. Casi todos los estudios confirman el aumento de la frecuencia cardíaca (Carter 1988; Fisher y Tucker 1991; Michalak, Ising y Rebentisch 1990; Millar y Steels 1990; Schwarze y Thompson 1993; Thompson 1993). La intensidad de estas reacciones se modifica por factores como el tipo de ruido, la edad, el sexo, el estado de salud, el estado nervioso y las características personales (Harrison y Kelly 1989; Parrot y cols. 1992; Petiot y cols. 1988).
Se están realizando numerosos estudios acerca de los efectos del ruido sobre el metabolismo y los niveles de hormonas. La exposición al ruido alto casi siempre provoca cambios rápidos en los niveles hemáticos de cortisona, adenosinmonofosfato cíclico (AMPC), colesterol, algunas fracciones de lipoproteínas, glucosa, fracciones de proteínas, hormonas (p. ej., ACTH, prolactina), adrenalina y noradrenalina. En la orina pueden encontrarse niveles elevados de catecolaminas. Todo esto muestra con claridad que estímulos ruidosos inferiores al nivel de sordera por ruido pueden provocar la hiperactividad del sistema de la corteza suprarrenal hipofisaria (Ising y Kruppa 1993; Reben- tisch, Lange-Asschenfeld y Ising 1994).
Se ha demostrado que la exposición crónica al ruido alto reduce el contenido de magnesio en el suero, los eritrocitos y en otros tejidos, como el miocardio (Altura y cols. 1992), aunque los resultados del estudio son contradictorios (Altura 1993; Schwarze y Thompson 1993).
Se están realizando numerosos estudios acerca de los efectos del ruido sobre el metabolismo y los niveles de hormonas. La exposición al ruido alto casi siempre provoca cambios rápidos en los niveles hemáticos de cortisona, adenosinmonofosfato cíclico (AMPC), colesterol, algunas fracciones de lipoproteínas, glucosa, fracciones de proteínas, hormonas (p. ej., ACTH, prolactina), adrenalina y noradrenalina. En la orina pueden encontrarse niveles elevados de catecolaminas. Todo esto muestra con claridad que estímulos ruidosos inferiores al nivel de sordera por ruido pueden provocar la hiperactividad del sistema de la corteza suprarrenal hipofisaria (Ising y Kruppa 1993; Reben- tisch, Lange-Asschenfeld y Ising 1994).
Se ha demostrado que la exposición crónica al ruido alto reduce el contenido de magnesio en el suero, los eritrocitos y en otros tejidos, como el miocardio (Altura y cols. 1992), aunque los resultados del estudio son contradictorios (Altura 1993; Schwarze y Thompson 1993).
No hay comentarios:
Publicar un comentario