lunes, 23 de abril de 2007

BOCA Y DIENTES


F. Gobbato*


La boca es la puerta de entrada al aparato digestivo, y sus funciones son fundamentalmente la masticación y la deglución de los alimentos y la digestión parcial de los almidones por medio de las enzimas salivales. También participa en la vocalización, y puede sustituir o complementar a la nariz en la respiración.


Dados lo expuesto de su localización y las funciones que cumple, es mucho más que una simple puerta de entrada, actuando como área de absorción, retención y excreción de las sustancias tóxicas a las que se expone el organismo. Los factores que favorecen la respiración bucal (estenosis nasal, situaciones emocionales) y el aumento de la ventilación pulmonar durante el esfuerzo facilitan la penetración de sustancias extrañas por esta vía o su acción directa en los tejidos de la cavidad bucal.


La respiración bucal favorece:



  • una mayor penetración del polvo en el árbol respiratorio, ya que la cavidad bucal tiene un cociente de retención (atrapamiento) de partículas sólidas muy inferior al de la cavidad
    nasal;


  • la abrasión dental en los trabajadores expuestos a partículas de polvo de gran tamaño, la erosión dental en los expuestos a los ácidos fuertes, la caries en los expuestos a polvos de harina o azúcar, etc.


La boca puede ser la vía de entrada de sustancias tóxicas al interior del organismo, ya sea por ingestión accidental o por absorción lenta. La superficie de las membranas mucosas orales es relativamente pequeña (en comparación con la del aparato respiratorio o gastrointestinal), por lo que las sustancias extrañas permanecen en contacto con ella sólo durante breves períodos.
Estos factores limitan considerablemente la absorción hasta de las sustancias muy solubles, pero esta posibilidad de absorción existe e incluso se utiliza con fines terapéuticos (absorción perlingual de fármacos).
Los tejidos de la cavidad oral pueden ser un foco de acumulación de sustancias tóxicas, no sólo por absorción directa y local, sino también por transporte a través de la circulación sanguínea.
La investigación con isótopos radiactivos demuestra que incluso los tejidos que parecen metabólicamente más inertes (como el esmalte y la dentina del diente) poseen cierta capacidad de acumulación y muestran un recambio relativamente activo de ciertas sustancias. Son ejemplos clásicos de depósito los diversos cambios de color de las membranas mucosas (líneas gingivales), que a menudo proporcionan una información diagnóstica de gran valor (p. ej., plomo).


La excreción salival no contribuye a la eliminación de las sustancias tóxicas del organismo, puesto que la saliva se traga y las sustancias contenidas en ella se absorben de nuevo, con el consiguiente círculo vicioso. Por otra parte, esta secreción posee cierto valor diagnóstico (determinación de sustancias tóxicas en la saliva); también puede ser importante en la patogenia de algunas lesiones, puesto que la saliva renueva y prolonga la acción de las sustancias tóxicas en las membranas bucales. Las sustancias siguientes se excretan por la saliva: varios metales pesados, los halógenos (la concentración de yodo puede llegar a ser 7-700 veces mayor que la del plasma), los tiocianatos (fumadores, trabajadores expuestos al ácido cianhídrico y a los compuestos cianogenados) y una amplia gama de compuestos orgánicos (alcoholes, alcaloides, etc.).

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