miércoles, 31 de enero de 2007

AGENTES O CONDICIONES DE TRABAJO QUE AFECTAN A LA SANGRE


Bernard D. Goldstein
Eritrocitos circulantes

Interferencia en el suministro de oxígeno hemoglobínico por alteraciones del grupo heme
La principal función de los eritrocitos es suministrar oxígeno a los tejidos y eliminar el anhídrido carbónico. La fijación del oxígeno en el pulmón y su liberación en los tejidos en función de las necesidades dependen de una serie de reacciones fisicoquímicas cuidadosamente equilibradas. El resultado es una compleja curva de disociación que en el individuo sano sirve para saturar al máximo el eritrocito con oxígeno en condiciones atmosféricas normales, y para liberar ese oxígeno a los tejidos dependiendo del nivel de oxígeno, del pH y de otros indicadores de la actividad metabólica. El aporte de oxígeno depende también de la velocidad de flujo de los eritrocitos oxigenados, que está en función de la viscosidad y de la integridad vascular.


Dentro de los límites normales del hematócrito (volumen de eritrocitos condensados), el equilibrio es tal que cualquier descenso del recuento sanguíneo se compensa con una disminución de la viscosidad, que mejora el flujo. Si el aporte de oxígeno disminuye, no suele producir síntomas hasta que el hematócrito disminuye al 30 % o menos; por el contrario, si el hematócrito aumenta por encima de los valores normales, como ocurre en la policitemia, puede disminuir el aporte de oxígeno debido a los efectos del aumento de la viscosidad sobre el flujo sanguíneo. La excepción es la ferropenia, que produce síntomas de debilidad y lasitud, debido fundamentalmente a la falta de hierro, más que a la anemia asociada (Beutler, Larsh y Gurney 1960).El monóxido de carbono es un gas ubicuo que puede tener efectos graves, posiblemente letales, sobre la capacidad de transporte de oxígeno de la hemoglobina. Del monóxido de carbono se habla más detalladamente en la sección de sustancias químicas de esta Enciclopedia.

martes, 30 de enero de 2007

Factores profesionales del El mieloma múltiple


Las pruebas epidemiológicas de un riesgo elevado de MM en los trabajadores expuestos a la gasolina y de refinerías sugiere un papel etiológico del benceno (Infante 1993).
Se ha observado repetidas veces un exceso de mielomas múltiples en granjeros y trabajadores de granjas. Los plaguicidas representan un posible grupo de agentes causales. Sin embargo, las pruebas de carcinogenicidad de los herbicidas de ácido fenoxiacético son insuficientes (Morrison y cols. 1992). A veces, los herbicidas de ácido fenoxiacético contienen dioxinas como impurezas. Se ha observado un exceso significativo de MM en mujeres que residían en una zona contaminada con 2,3,7,8-tetraclorodibenzo- para-dioxina tras un accidente producido en una fábrica cercana a Seveso, en Italia (Bertazzi y cols. 1993). Los
resultados de Seveso se basaban en dos casos que se produjeron durante 10 años de seguimiento, y es necesario seguir investigando para confirmar esta asociación. Otra posible explicación del mayor riesgo de los granjeros y los empleados de granjas es la exposición a determinados virus (Priester y Mason 1974).
Otras profesiones y factores profesionales que se han asociado con un mayor riesgo de MM son los pintores, los conductores de camiones, el amianto, los escapes de motores, los tintes para el
cabello, las radiaciones, el estireno, el cloruro de vinilo y el polvo de madera. Las pruebas de esta causalidad son poco concluyentes.

lunes, 29 de enero de 2007

Mieloma múltiple

El mieloma múltiple (MM) afecta fundamentalmente al hueso (especialmente al cráneo), la médula ósea y el riñón. Representa una proliferación maligna de células derivadas de los linfocitos B que sintetizan y secretan inmunoglobulinas. El diagnóstico se basa en la radiología, en una prueba para la proteinuria de Bence-Jones específica del MM, en la determinación de la presencia de células plasmáticas anormales en la médula ósea y en la inmunoelectroforesis. El tratamiento del MM se basa en los trasplantes de médula ósea, la radioterapia, la quimioterapia convencional o la poliquimioterapia y la inmunoterapia. Los pacientes tratados sobreviven 28-43 meses por término medio (Ludwig y Kuhrer 1994).
La incidencia del MM aumenta de forma acentuada con la edad. En la población negra norteamericana, en la Martinica y entre los maoríes de Nueva Zelanda se ha observado una elevada tasa de incidencia anual normalizada por edades (5-10 por 100.000 en hombres y 4-6 por 100.000 en mujeres). Numerosas poblaciones chinas, indias, japonesas y filipinas tienen tasas bajas (menos de 10 por 100.000 personas-año en hombres y menos de 0,3 por 100.000 personas-año en mujeres) (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1992). La incidencia del mieloma múltiple ha ido aumentando en Europa, Asia, Oceanía y en las poblaciones blanca y negra de Estados Unidos desde la década de 1960, pero el incremento ha tendido a estabilizarse en varios países europeos (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1993).
En todo el mundo se observa de modo casi uniforme una incidencia mayor de MM en los varones. Este exceso suele ser del orden del 30-80 %.
Se han publicado agrupamientos de casos familiares y de otros tipos de MM, pero las pruebas sobre la causa de esos agrupamientos no son concluyentes. La mayor incidencia en los negros norteamericanos que en la población blanca indica una posible diferencia en la sensibilidad del huésped entre esos grupos de población, que podría ser de tipo genético. En ocasiones se han asociado trastornos inmunológicos crónicos con un mayor riesgo de MM. Los datos sobre la distribución del MM por clases sociales son limitados y poco fiables, y no permiten extraer conclusiones sobre posibles gradientes.

Linfoma no Hodgkin


Aproximadamente un 98 % de los LNH son linfomas linfocíticos. Se utilizan habitualmente al menos cuatro clasificaciones diferentes de los linfomas linfocíticos (Longo y cols. 1993). Además, existe una neoplasia maligna, el linfoma de Burkitt, que es endémica en determinadas zonas de Africa tropical y Nueva Guinea.
La quimioterapia y/o la radioterapia permiten curar un 30–50 % de los LNH. También pueden ser necesarios trasplantes de médula ósea.
Incidencia: Durante el decenio de 1980 se han notificado incidencias anuales elevadas de LNH (superiores al 12 por 100.000, normalizadas para una población mundial estándar) en la población blanca norteamericana, especialmente de San Francisco y Nueva York, así como en algunos cantones suizos, en Canadá, en Trieste (Italia) y en Porto Alegre (Brasil, en hombres). La incidencia de LNH suele ser mayor en los hombres que en las mujeres, generalmente en un 50-100 %. Sin embargo, en Cuba y la población blanca de Bermudas la incidencia es algo mayor en las mujeres (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1992).
La incidencia y la mortalidad de los LNH han aumentado en algunos países de todo el mundo (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1993). En 1988 la incidencia anual media en los varones blancos norteamericanos aumentó en un 152 %. Parte de este aumento se debe a cambios en los medios de diagnóstico disponibles y otra parte a un aumento de los trastornos inmunosupresores inducidos por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH, asociado con el SIDA), por otros virus y por la quimioterapia inmunosupresora. Estos factores no explican la totalidad del aumento, y una parte considerable del incremento residual puede explicarse por los hábitos dietéticos, la exposición ambiental a productos como los tintes para el cabello y, posiblemente, por tendencias familiares, así como por algunos otros factores raros (Hartge y Devesa 1992).
Se ha sospechado la participación en el desarrollo de LNH de factores laborales determinantes. Ac7tualmente se calcula que un 10 % de los LNH diagnosticados en Estados Unidos guardan relación con exposiciones profesionales (Hartge y Devesa 1992), pero ese porcentaje varía con el período de tiempo y la zona. No se conocen bien las causas profesionales. Se ha asociado un exceso de riesgo de LNH con el trabajo en centrales eléctricas, granjas, manipulación de cereales, metalurgia, refinerías de petróleo y ebanistería, y también con la industria química. Entre las exposiciones profesionales asociadas a un aumento del riesgo de LNH destacan el óxido de etileno, los clorofenoles, los fertilizantes, los herbicidas, los insecticidas, los tintes para el cabello, los disolventes orgánicos y las radiaciones ionizantes. Se han comunicado varios hallazgos positivos en relación con la exposición a herbicidas con ácido fenoxiacético (Morrison y cols. 1992). Algunos de los herbicidas implicados estaban contaminados con 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-para-dioxina (TCDD). Sin embargo, las pruebas epidemiológicas de etiologías profesionales de los LNH son todavía limitadas.

domingo, 28 de enero de 2007

Enfermedad de Hodgkin


La enfermedad de Hodgkin es un linfoma maligno caracterizado por la presencia de células gigantes multinucleadas (de Reed-Sternberg). Afecta a los ganglios linfáticos del mediastino y el cuello en cerca del 90 % de los casos, pero puede aparecer en otros puntos. Los subtipos histológicos de la EH difieren en su
comportamiento clínico y epidemiológico. El sistema de clasificación de Rye incluye cuatro subtipos: de predominio linfocítico, de esclerosis nodular, de celularidad mixta y de depleción linfocítica.
El diagnóstico de la EH se basa en la biopsia, y el tratamiento consiste en la radioterapia sola o combinada con quimioterapia.
El pronóstico de los pacientes con EH depende del estadio de la enfermedad en el momento del diagnóstico. Entre el 85 y el 100 % de los pacientes sin afectación mediastínica masiva sobreviven unos 8 años desde el comienzo del tratamiento sin recidivas.
Cuando existe afectación masiva del mediastino, aproximadamente un 50 % de los casos sufren una recidiva. La radioterapia y la quimioterapia pueden producir diversos efectos secundarios, como la leucemia mielocítica aguda secundaria antes comentada.
La incidencia de la EH no ha experimentado variaciones importantes con el tiempo, con algunas excepciones, como la de las poblaciones de los países nórdicos, en los que han disminuido las tasas (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1993).
Los datos disponibles demuestran que en la década de 1980 las poblaciones de Costa Rica, Dinamarca y Finlandia tenían medianas de incidencia anual de EH de 2,5 casos por cada 100.000 varones y de 1,5 casos por cada 100.000 mujeres (normalizadas para la población mundial); estas cifras daban un cociente entre sexos de 1,7. Las tasas más altas en varones se registraban en las poblaciones de Italia, Estados Unidos, Suiza e Irlanda, mientras que en las mujeres se daban en Estados Unidos y Cuba. En Japón y China se han comunicado tasas de incidencia bajas (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1992).
Se ha sospechado que la intervención de las infecciones víricas podría intervenir en la etiología de la EH. Se ha comprobado que la mononucleosis infecciosa, inducida por el virus de Epstein-Barr (un herpesvirus), va acompañada de un aumento del riesgo de EH. En una misma familia pueden coincidir varios casos de la enfermedad de Hodgkin, y también se han observado otras coincidencias temporoespaciales, pero las pruebas de que existen factores etiológicos comunes detrás de tales casos son poco consistentes.
No se ha establecido en qué medida los factores profesionales pueden aumentar el riesgo de EH. Existen tres agentes sospechosos fundamentales: los disolventes orgánicos, los herbicidas fenoxi, y el polvo de madera, pero las pruebas epidemiológicas son limitadas y controvertidas.

sábado, 27 de enero de 2007

Linfomas malignos y mieloma múltiple


Los linfomas malignos son un grupo heterogéneo de neoplasias que afectan fundamentalmente a los tejidos y órganos linfoides.
Los linfomas malignos se dividen en dos tipos celulares principales: la enfermedad de Hodgkin (EH) (Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-9 201) y linfomas no Hodgkin (LNH) (CIE-9 200, 202). El mieloma múltiple (MM) (CIE-9 203) es una neoplasia maligna de células plasmáticas de la médula ósea responsable de menos del 1 % de las neoplasias malignas (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1993). En 1985, los linfomas malignos y el mieloma múltiple ocupaban el séptimo lugar entre todas las neoplasias a nivel mundial. Representaban el 4,2 % de los nuevos casos de cáncer, lo que equivalía a 316.000 nuevos casos (Parkin, Pisani y Ferlay 1993).
La mortalidad y la incidencia de los linfomas malignos no siguen un patrón constante entre las diferentes categorías socioeconómicas en todo el mundo. La EH infantil suele ser más frecuente en los países menos desarrollados, y alcanza niveles relativamente elevados en los adultos jóvenes de regiones más desarrolladas. En algunos países parece que los LNH afectan más a los grupos socioeconómicos más elevados, mientras que en otros países no se observa un gradiente tan claro.
La exposición profesional puede aumentar el riesgo de linfomas malignos, pero la evidencia epidemiológicas no son concluyentes todavía. El amianto, el benceno, las radiaciones ionizantes, los disolventes de hidrocarburos clorados, el serrín y los productos químicos usados en la fabricación del cuero y los neumáticos son ejemplos de agentes con mayor riesgo de producir linfomas malignos sin especificar. Los LNH son más frecuentes entre los granjeros. Más adelante incluimos otros posibles agentes profesionales relacionados con la EH, los LNH y el MM.

Tratamiento y prevención de la Leucemia


Es posible prevenir hasta el 75 % de los casos de leucemia en varones (Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer 1990). La supresión de la exposición a las radiaciones y al benceno reduce el riesgo de leucemia, pero no se ha podido calcular la reducción potencial a nivel mundial. El tratamiento de las leucemias incluye la quimioterapia (con uno o varios fármacos), los trasplantes de médula ósea y el interferón. En la LLA y la LMA el trasplante medular permite una supervivencia sin enfermedad del 25-60 %. El pronóstico es sombrío en pacientes en los que no se consigue la remisión o que recidivan. De los que recidivan, alrededor del 30 % consiguen una segunda remisión.
La causa fundamental de que no se produzca la remisión es la muerte por infección y hemorragia. La supervivencia de los pacientes con leucemia aguda no tratada es del 10 % en el año siguiente al diagnóstico.
La media de supervivencia de los pacientes con LLC antes del inicio del tratamiento es de 6 años. La supervivencia depende del estadio de la enfermedad en el momento de establecer el diagnóstico.
Las leucemias pueden aparecer tras el tratamiento médico de otras neoplasias malignas (como la enfermedad de Hodgkin, los linfomas, los mielomas y los carcinomas de ovario y de mama) con radiaciones y determinados agentes quimioterapéuticos. La mayoría de estos casos secundarios de leucemia son leucemias no linfocíticas agudas o síndromes mielodisplásicos (un proceso preleucémico). En las leucemias secundarias a un tratamiento y las asociadas a la exposición a radiaciones y benceno parecen ser más frecuentes las anomalías cromosómicas. Estas leucemias agudas suelen ser también más resistentes al tratamiento. Se ha publicado que en los pacientes con LMA con profesiones consideradas con alto riesgo de exposición a leucemógenos es más frecuente la activación del oncogén ras (Taylor y cols. 1992).

viernes, 26 de enero de 2007

Factores de riesgo de la Leucemia


Se ha sugerido que existen factores familiares en el desarrollo de la leucemia, pero las pruebas no son concluyentes. Parece que determinadas condiciones inmunológicas, algunas de ellas hereditarias, predisponen a la leucemia. El síndrome de Down es un factor predictivo de la leucemia aguda.
Se han identificado dos retrovirus oncogénicos (virus I de la leucemia de células T humana, virus II T-linfotropo humano) relacionados con el desarrollo de leucemias. Se cree que estos virus son cancerígenos de etapas tempranas y, como tales, causas insuficientes de leucemia (Keating, Estey y Kantarjian 1993).
La exposición a las radiaciones ionizantes y al benceno es causa ambiental y profesional de leucemia demostrada. No obstante, no se ha asociado la incidencia de LLC con la exposición a las radiaciones. En varios países se considera que las leucemias inducidas por radiaciones y por el benceno son enfermedades
profesionales.
De manera mucho menos concluyente se ha comunicado una mayor incidencia de leucemia en los siguientes grupos de trabajadores: conductores; electricistas; instaladores de teléfonos e ingenieros electrónicos; granjeros; empleados de molinos de harina; jardineros; mecánicos; soldadores y metalúrgicos; trabajadores
textiles; trabajadores de papeleras, y trabajadores de la industria del petróleo y la distribución de derivados petrolíferos.
Se ha establecido una relación firme entre determinados agentes del medio ambiente de trabajo y un aumento del riesgo de leucemia: butadieno, campos electromagnéticos, escapes de motores, óxido de etileno, insecticidas y herbicidas, líquidos de máquinas, disolventes orgánicos, derivados del petróleo (incluida la gasolina), el estireno y virus sin identificar. Se ha señalado que la exposición paterna y materna a estos agentes antes de la concepción aumenta el riesgo de leucemia en los descendientes, pero las pruebas disponibles no bastan para establecer la causalidad de esa exposición.

jueves, 25 de enero de 2007

Incidencia de la Leucemia


La incidencia global anual ajustada según la edad oscila entre el 2 y el 12 por 100.000 en los varones y entre el 1 y el 11 por 100.000 en las mujeres en diferentes poblaciones. Las cifras son elevadas en las poblaciones de Norteamérica, Europa occidental e Israel, y bajas en las poblaciones de Asia y Africa.
La incidencia varía en función de la edad y el tipo de leucemia.
Aumenta notablemente con la edad, y también se observa un pico en los niños de dos a cuatro años de edad. Los diferentes subgrupos de leucemia presentan diferentes patrones de edades.
La LLC es unas dos veces más frecuente en hombres que en mujeres. La incidencia y la mortalidad de las leucemias adultas se han mantenido relativamente estables durante los últimos decenios.

LEUCEMIA, LINFOMAS MALIGNOS Y MIELOMA MULTIPLE



Timo Partanen, Paolo Boffetta,
Elisabete Weiderpass

Leucemias
Las leucemias constituyen el 3 % de las neoplasias en todo el mundo (Linet 1985). Son un grupo de neoplasias malignas de las células precursoras hemáticas que se clasifican en función del tipo celular de origen, el grado de diferenciación celular y el comportamiento clínico y epidemiológico. Los cuatro tipos más
corrientes son la leucemia linfocítica aguda (LLA), la leucemia linfocítica crónica (LLC), la leucemia mielocítica aguda (LMA) y la leucemia mielocítica crónica (LMC). La LLA tiene un desarrollo rápido, es la forma más frecuente de leucemia infantil y se origina en los corpúsculos leucocitarios de los ganglios linfáticos.
La LLC deriva de los linfocitos medulares, se desarrolla muy lentamente y es más frecuente en personas mayores. La LMA es la forma común de leucemia aguda en adultos. Existen tipos poco frecuentes de leucemia aguda: monocítica, basófila, eosinófila, de plasmocitos, de eritrocitos y de células pilosas. Estas formas menos frecuentes de leucemia aguda se agrupan a veces bajo la denominación de leucemia no linfocítica aguda (LNLA), debido en parte a la creencia de que derivan de una célula progenitora común. La mayoría de los casos de LMC se caracterizan por una anomalía cromosómica específica, el cromosoma Filadelfia. La LMC suele evolucionar con el tiempo a LMA tras una transformación leucémica. También puede producir una transformación a LMA en la policitemia vera y la trombocitopenia esencial, trastornos neoplásicos con niveles elevados de eritrocitos o plaquetas, así como mielofibrosis y displasia mieloide. Por tal motivo, estos trastornos se han clasificado como enfermedades mieloproliferativas relacionadas.
El cuadro clínico varía dependiendo del tipo de leucemia. La mayoría de los pacientes experimentan fatiga y malestar general.
varía dependiendo del tipo de leucemia. La mayoría de los pacientes experimentan fatiga y malestar general. Las anomalías del recuento hematológico y las células atípicas indican la presencia de una leucemia y obligan a efectuar un estudio de médula ósea. Los signos típicos de la leucemia aguda son la anemia, la trombocitopenia, la neutropenia, el recuento leucocitario elevado y el número elevado de blastocitos.

miércoles, 24 de enero de 2007

Otras causas de anemia aplásica


Se ha relacionado la anemia aplásica con otros agentes presentes en el lugar de trabajo, de los que el más notable es la radiación.
Los efectos de la radiación sobre las células progenitoras medulares han sido aprovechados en el tratamiento de la leucemia.
Asimismo, diversos alquilantes quimioterapéuticos producen aplasia y representan un riesgo para los trabajadores encargados de fabricar o administrar estos compuestos. Parece que la radiación, el benceno y los agentes alquilantes tienen un umbral por debajo del cual no producen anemia aplásica.
La protección de los trabajadores encargados de la producción plantea mayores problemas cuando el agente tiene un mecanismo de acción idiosincrásico y puede producir aplasia en cantidades mínimas, como el cloranfenicol. Se ha asociado el trinitrotolueno, que se absorbe fácilmente por la piel, con la aparición de anemia aplásica en trabajadores de fábricas de munición. También se han asociado otros productos químicos
con la anemia aplásica, pero a menudo es difícil establecer una relación causal. Un buen ejemplo es el del plaguicida lindano (hexacloruro de gamma-benceno). Se han publicado algunos casos, generalmente tras una exposición a niveles relativamente elevados, en los que se ha asociado al lindano con aplasia. Este
hallazgo no se produce ni mucho menos en todas las personas, y no existen informes de toxicidad medular inducida por lindano en animales de laboratorio tratados con dosis elevadas de este producto. También se ha asociado la hipoplasia de médula ósea con la exposición a éteres de etilenglicol, a diversos plaguicidas y
al arsénico (Flemming y Timmeny 1993).

martes, 23 de enero de 2007

Ejemplos de riesgos laborales que afectan fundamentalmente al sistema hematológico (part II)


La rapidez de aparición de la citopenia depende en parte de la vida del tipo celular en la circulación. La interrupción completa de la producción medular provocaría primero leucopenia, ya que los leucocitos, y en particular los granulocitos, persisten en la circulación menos de un día. A continuación disminuirían las plaquetas, que tienen una supervivencia de unos diez días. Por último, disminuirían los eritrocitos, que sobreviven un total de 120 días.
El benceno no sólo destruye las células progenitoras pluripotenciales, responsables de la producción de eritrocitos, plaquetas y granulocitos; también se ha observado que reducen rápidamente los linfocitos circulantes tanto en animales de laboratorio como en las personas. Esto sugiere que el benceno puede tener un efecto perjudicial sobre el sistema inmunitario de los trabajadores expuestos, un efecto que no se ha podido demostrar todavía (Rothman y cols. 1996).
Se ha relacionado la exposición al benceno con la anemia aplásica, que a menudo es un trastorno mortal. La muerte suele deberse a alguna infección, ya que la reducción de los leucocitos (leucopenia), compromete el sistema defensivo del organismo, o a una hemorragia secundaria debido a la disminución de las plaquetas necesarias para la coagulación normal. Una persona expuesta al benceno en el trabajo que desarrolla una anemia aplásica grave debe considerarse como una señal de alarma de posibles efectos similares en sus compañeros. Estudios basados en el descubrimiento de un individuo centinela han permitido a menudo identificar grupos de trabajadores con signos evidentes de hematotoxicidad por benceno. En la mayor parte de los casos, los individuos que no sucumban con relativa rapidez a la anemia aplásica se recuperarán generalmente tras la supresión de la exposición al benceno. En un estudio de seguimiento de un grupo de trabajadores que habían presentado una importante pancitopenia (disminución de todos los tipos de células hemáticas) inducida por el benceno sólo se encontraron pequeñas anomalías hematológicas residuales diez años después (Hernberg y cols. 1966). Sin embargo, algunos trabajadores de estos grupos, con una pancitopenia inicial relativamente intensa, desarrollaron primero una anemia aplásica, atravesaron después por una fase preleucémica mielodisplásica y, finalmente, desarrollaron una leucemia mielógena aguda (Laskin y Goldstein 1977). No debe sorprender esta progresión de la enfermedad, ya que parece que los individuos con anemia aplásica de cualquier etiología tienen un riesgo de desarrollar leucemia mielógena aguda mayor de lo normal (De Planque y cols. 1988).

lunes, 22 de enero de 2007

Ejemplos de riesgos laborales que afectan fundamentalmente al sistema hematológico (part I)

Benceno
A finales del siglo pasado se determinó que el benceno era un tóxico laboral que producía anemia aplásica (Goldstein 1988).
Existen pruebas concluyentes de que el responsable de esta toxicidad hematológica no es el propio benceno, sino uno o varios de sus metabolitos, aunque todavía no se han identificado claramente esos metabolitos y sus objetivos subcelulares (Snyder, Witz y Goldstein 1993).
El reconocimiento de que el metabolismo del benceno tiene un protagonismo en su toxicidad, así como estudios recientes sobre los procesos metabólicos que intervienen en el metabolismo de compuestos como el benceno, presupone la probabilidad de que existan diferencias en la sensibilidad humana al benceno, basadas en diferencias en los índices metabólicos condicionadas por factores ambientales o genéticos. Existen algunas pruebas de una cierta tendencia familiar a la anemia aplásica inducida por el benceno, aunque no se ha podido demostrar con claridad. Parece que el citocromo P-450(2E1) desempeña un papel importante en la formación de metabolitos hematotóxicos del benceno, y estudios recientes realizados en China sugieren que existe un mayor riesgo en los trabajadores que presentan una mayor actividad de este citocromo.
Asimismo, se ha sugerido que la talasanemia menor, y presumiblemente otros trastornos en los que aumenta el recambio medular, pueden predisponer al individuo a la anemia aplásica inducida por el benceno (Yin y cols. 1996). Aunque existen indicios de algunas diferencias en la sensibilidad al benceno, la impresión general que se desprende de la literatura es que, a diferencia de lo que ocurre con otros agentes, como el cloranfenicol, para el que la sensibilidad varía considerablemente, hasta el punto de observarse reacciones idiosincrásicas que producen anemia aplásica con niveles de exposición relativamente insignificantes,
la respuesta a la exposición al benceno es prácticamente universal, y se traduce en toxicidad medular y, finalmente, anemia aplásica en función de la dosis.
Por consiguiente, el efecto del benceno sobre la médula ósea es análogo al producido por los alquilantes quimioterapéuticos utilizados para tratar la enfermedad de Hodgkin y otras neoplasias (Tucker y cols. 1988). A medida que aumenta la dosis disminuyen progresivamente todos los elementos formes de la sangre, lo que a veces se manifiesta inicialmente con anemia, leucopenia o trombocitopenia. Conviene señalar que sería muy raro observar trombocitopenia en una persona que no presentase además unos niveles normales bajos de los demás elementos formes de la sangre. Además, es probable que esa citopenia aislada no fuera muy intensa. En otras palabras, un recuento leucocitario aislado de 2.000 por ìl (cuando el intervalo normal es de 5.000-10.000) indicaría claramente que la leucopenia no se debía al benceno (Goldstein 1988).
La médula ósea tiene una gran capacidad de reserva. Incluso después de una hipoplasia importante como consecuencia de la quimioterapia, el recuento sanguíneo suele recuperar con el tiempo los valores normales. No obstante, las personas sometidas a esos tratamientos no pueden responder produciendo tantos leucocitos cuando su médula ósea se enfrenta a algún desafío, como una endotoxina, como los individuos que nunca
han recibido esos fármacos. Cabe deducir razonablemente que, a determinadas dosis, un agente como el benceno puede destruir las células precursoras medulares y, por consiguiente, alterar la capacidad de reserva de la médula sin causar daños suficientes para reducir los recuentos sanguíneos por debajo de los valores
normales. Dado que las pruebas médicas habituales pueden no descubrir alteraciones en trabajadores que pueden haber sufrido esa exposición, la protección debe centrarse en la prevención y basarse en principios básicos de higiene industrial. Aunque se ignora el grado de toxicidad medular asociado a la exposición al
benceno en los lugares de trabajo, no parece que una sola exposición aguda pueda producir anemia aplásica. Esta observación podría reflejar el hecho de que las células precursoras medulares sólo corren riesgos durante determinadas fases de su ciclo celular, quizá durante su división, y no todas esas células se
encontrarán en esa fase durante una exposición aguda aislada.

domingo, 21 de enero de 2007

Los agentes ambientales y el Sistema hematopoyético

Los agentes ambientales pueden interferir en el sistema hematopoyético de varias formas: inhibición de la síntesis de la hemoglobina, inhibición de la producción o la función celulares, leucemogénesis y aumento de la destrucción de los eritrocitos.

Las anomalías del número o la función de las células sanguíneas causadas directamente por riesgos profesionales pueden dividirse en aquéllas en las que el problema hematológico es el efecto más importante, como la anemia aplásica inducida por el benceno, y aquellas otras en las que se observa un efecto hematológico directo pero de menor importancia que los efectos sobre otros sistemas u órganos, como la anemia inducida por el plomo. En ocasiones, las alteraciones hematológicas son un efecto secundario de un riesgo laboral. Por ejemplo, la policitemia secundaria puede deberse a una neumopatía de origen laboral.

sábado, 20 de enero de 2007

SISTEMA HEMATOPOYETICO Y LINFATICO

Bernard D. Goldstein EL SISTEMA SANGUINEO

El sistema linfohematopoyético está constituido por la sangre, la médula ósea, el bazo, el timo, los vasos y los ganglios linfáticos.

En conjunto, la sangre y la médula ósea forman el sistema hematopoyético. La médula ósea es el lugar en el que se producen las células para reponer constantemente los elementos celulares de la sangre (eritrocitos, neutrófilos y plaquetas). Esta producción está controlada estrechamente por un grupo de factores del crecimiento.

Los neutrófilos y las plaquetas se consumen a medida que realizan sus funciones fisiológicas, mientras que los eritrocitos acaban por envejecer y tienen una supervivencia superior a su período de utilidad. Para cumplir adecuadamente sus funciones, los elementos celulares de la sangre deben circular en las cantidades

apropiadas y mantener su integridad estructural y fisiológica.

Los eritrocitos contienen hemoglobina, que les permite captar oxígeno y suministrarlo a los tejidos para mantener el metabolismo celular. Normalmente, los eritrocitos sobreviven en la circulación unos 120 días cumpliendo estas funciones. Los neutrófilos aparecen en la sangre cuando se dirigen a los tejidos para participar en la respuesta inflamatoria a los microbios y otros agentes. Las plaquetas circulantes desempeñan un papel esencial en la hemostasia.

La médula ósea tiene una capacidad de producción asombrosa. Cada día, la médula sustituye 3.000 millones de eritrocitos por cada kilogramo de peso corporal. Los neutrófilos tienen una vida media en la circulación de sólo 6 horas, y cada día deben producirse 1.600 millones de neutrófilos por kg de peso corporal. La población plaquetaria debe renovarse completamente cada 9,9 días. Debido a esta necesidad de producir grandes cantidades de células funcionales, la médula ósea es muy sensible a cualquier agresión infecciosa, química, metabólica o ambiental que altere la síntesis del ADN o interrumpa la formación de la maquinaria subcelular vital de los eritrocitos, los leucocitos o las plaquetas. Además, como las células hemáticas derivan de la médula ósea, la sangre periférica constituye un indicador sensible y muy exacto de la actividad medular. Es muy fácil obtener sangre para su análisis mediante venopunción, y el estudio de la sangre puede proporcionar indicios precoces de la existencia de enfermedades de etiología ambiental.

Puede considerarse al sistema hematológico como un conducto para las sustancias que penetran en el organismo y como un sistema en el que puede influir negativamente la exposición laboral a agentes potencialmente nocivos. Las muestras de sangre pueden servir como control biológico de la exposición y ofrecer un medio de valorar los efectos de la exposición laboral sobre el sistema linfohematopoyético y otros órganos del cuerpo.

Tabla 1.1 • Agentes seleccionados relacionados con la

metahemoglobinemia de etiología ambiental

y profesional

• Agua de pozo contaminada por nitratos

• Gases nitrosos (en soldadura y silos)

• Tintes de anilina

• Alimentos ricos en nitratos o nitritos

• Bolitas matapolillas (que contienen naftaleno)

• Clorato potásico

• Nitrobencenos

• Fenilendiamina

• Toluenodiamina


Blog para Hbalr sobre seguridad industrial

Muy pronto comenzaremos con esta nueva locura