Tras el depósito de partículas sobre las superficies alveolares, comienza en éstas el denominado proceso de depuración o acla- ramiento  alveolar.  El  reclutamiento  quimiotáctico  de  macró- fagos  y  la  fagocitosis  constituyen  las  primeras  fases.  Se  han descrito varias vías de depuración; la eliminación de macrófagos cargados de polvo hacia las vías aéreas ciliadas, la interacción con las células epiteliales y la transferencia de partículas libres a través  de  la  membrana  alveolar,  la  fagocitosis  por  macrófagos intersticiales, el secuestro en el área intersticial y el transporte a los  ganglios  linfáticos  (Lauweryns  y  Baert  1977).  Las  vías  de depuración tienen características cinéticas específicas. No sólo es el régimen de exposición el que desencadena la activación de las diferentes  vías  responsables  de  la  retención  de  las  partículas depositadas en los pulmones, sino también las características fisicoquímicas de estos contaminantes.
El concepto de un patrón de retención específico para cada tipo  de  polvo  es  bastante  reciente,  pero  actualmente  está  sufi- cientemente establecido para ser integrado en los esquemas de la etiopatogenia. Por ejemplo, este autor ha observado que tras la exposición a largo plazo al amianto, las fibras se acumulan en el pulmón si son del tipo anfibólico, pero no si son del tipo crisotílico (Sébastien 1991). Se ha demostrado que las fibras cortas se depuran con mayor rapidez que las más largas. Se sabe que el cuarzo muestra cierto tropismo por la linfa y que penetra rápi- damente en el sistema linfático. También se ha demostrado que la modificación de las características químicas de superficie de las   partículas   de   cuarzo   afecta   a   su   depuración   alveolar (Hemenway  y  cols.  1994;  Dubois  y  cols.  1988).  La  exposición concomitante a varios tipos de polvo también puede influir en la depuración alveolar (Davis, Jones y Miller 1991).
Durante   la   depuración   alveolar,   las   partículas   de   polvo pueden sufrir ciertos cambios químicos y físicos. Algunos ejem- plos de estos cambios son el revestimiento con material ferruginoso, la separación de algunos componentes fundamentales y la adsorción de algunas moléculas biológicas.
Otro concepto recientemente derivado de experimentos con animales es el de la “sobrecarga pulmonar” (Mermelstein y cols.
1994). Ratas expuestas intensamente por inhalación a diversos polvos insolubles desarrollaron respuestas similares: inflamación crónica, aumento del número de macrófagos cargados con partículas, aumento del número de partículas en el intersticio, engro- samiento septal, lipoproteinosis y fibrosis. Estos hallazgos no se atribuyeron  a  la  reactividad  del  polvo  ensayado  (dióxido  de titanio, cenizas volcánicas, coque del petróleo, polivinil cloruro, tóner, negro de humo y partículas de escapes diesel), sino a una exposición  excesiva  de  los  pulmones.  Se  desconoce  si  debe tenerse en cuenta la sobrecarga pulmonar en el caso de la expo- sición humana a polvos fibrogénicos.
Entre las vías de depuración, la transferencia hacia el intersticio  sería  especialmente  importante  en  las  neumoconiosis.  La depuración de partículas secuestradas en el intersticio es mucho menos eficaz que la depuración de partículas atrapadas por los macrófagos  en  el  espacio  alveolar  y  eliminadas  por  las  vías aéreas ciliadas (Vincent y Donaldson 1990). En seres humanos, se observó que tras la exposición a largo plazo a diversos conta- minantes  inorgánicos  en  suspensión  en  el  aire,  el  depósito  fue mucho mayor en los macrófagos intersticiales que en los alveolares (Sébastien y cols. 1994). También se expresó la idea de que en la fibrosis pulmonar inducida por sílice interviene la reacción de las partículas con los macrófagos intersticiales más que con los  macrófagos  alveolares  (Bowden,  Hedgecock  y  Adamson 1989). La retención es responsable de la “dosis”, una medida del contacto  entre  las  partículas  de  polvo  y  su  entorno  biológico. Para hacer una descripción apropiada de la dosis se requeriría saber en cada momento la cantidad de polvo depositado en las diversas estructuras y células pulmonares, los estados fisicoquí- micos de las partículas (incluidos los estados de la superficie) y las  interacciones  entre  las  partículas  y  las  células  y  líquidos pulmonares.
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