Los trabajadores de los países en desarrollo suelen recibir una formación inadecuada para adaptarse a las nuevas tecnologías y procesos industriales. Muchos proceden del ámbito agrario rural, donde el ritmo de trabajo y los riesgos profesionales que deben afrontar son completamente distintos. A menudo, su nivel educa- tivo es muy deficiente en comparación con el habitual en los países desarrollados. Todos estos factores contribuyen a perpetuar un estado general de ignorancia respecto de los riesgos para la salud y las prácticas seguras en el lugar de trabajo. El incendio de la fábrica de juguetes de Bangkok, Tailandia, que se analiza en el capítulo Incendios, es un ejemplo de ello. En este siniestro, no se habían mantenido las precauciones adecuadas en materia de seguridad contra incendios. Las salidas de emergencia estaban bloqueadas. El almacenamiento de las sustancias inflamables era deficiente e impedía la huida por las salidas disponibles. El resultado final fue el peor incendio en una fábrica de la historia, con un total de 187 fallecidos y 80 desaparecidos (Jeyaratnam y Chia 1994).
A menudo, los accidentes se deben a una falta de compromiso de los directivos con la salud y la seguridad de los trabajadores. Esta situación se explica en parte por la falta de personal cualifi- cado para el mantenimiento y la prestación de servicios relacio- nados con los equipos industriales. Asimismo, en estos países no abundan las divisas y los controles a la importación impuestos por los gobiernos dificultan la obtención de los repuestos adecuados. Además, el elevado índice de rotación de las planti- llas y el gran número de trabajadores disponibles de inmediato hacen que la inversión en formación y educación del personal sea una opción poco rentable para la dirección.
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