La percepción y el control de la orientación y el movimiento corporal en el espacio se consiguen mediante un sistema en el que participan simultáneamente estímulos aferentes de tres fuentes: la visión, el órgano vestibular del oído interno y los sensores musculares, articulares y cutáneos que aportan una información somatosensorial o “propioceptiva” sobre el movi- miento del cuerpo y el contacto físico con el medio ambiente
(Figura 11.5). La combinación de toda esta información se integra en el sistema nervioso central, donde se generan las acciones apropiadas para restaurar y mantener el equilibrio, la coordinación y el bienestar. La descompensación de cualquier parte del sistema puede provocar malestar, vértigo e inestabilidad, causantes de síntomas y/o caídas.
(Figura 11.5). La combinación de toda esta información se integra en el sistema nervioso central, donde se generan las acciones apropiadas para restaurar y mantener el equilibrio, la coordinación y el bienestar. La descompensación de cualquier parte del sistema puede provocar malestar, vértigo e inestabilidad, causantes de síntomas y/o caídas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario