A partir de finales del decenio de 1970, el Instituto Nacional para la Salud y la Seguridad en el Trabajo de Estados Unidos (National Institute for Occupational Safety and Health, NIOSH) respondió a las peticiones de ayuda para tratar de identificar las causas de los trastornos de los ocupantes de edificios achacando los problemas a los sistemas de ventilación (50 %), a la contaminación microbiológica (3-5 %), a fuentes importantes de contaminantes en el interior de los edificios (tabaco 3 %, otros 14 %), a contaminantes procedentes del exterior (15 %) y a otras causas. Por otra parte, Woods (1989) y Robertson y cols. (1988) publi- caron dos conocidas series de análisis técnicos de los edificios causantes de problemas en las que documentaban la existencia, por término medio, de tres posibles factores causales en cada edificio.
Un estándar actual para la climatización profesional (American Society of Heating, Refrigerating and Airconditioning Engineers 1989) propone dos métodos para la ventilación: uno basado en la tasa de ventilación y el otro en la calidad del aire. El primero ofrece un enfoque tabular de las necesidades de ventilación: los edificios de oficinas necesitan 560 litros de aire exterior por ocupante y minuto para mantener las molestias medioambientales de los ocupantes por debajo del 20 %. En este cálculo se supone la existencia de fuentes de contaminación relativamente débiles. Cuando existen fuentes más potentes, los resultados son menos satisfactorios. Por ejemplo, cuando se permite fumar en las cantidades habituales (según datos de principios del decenio de 1980), aproximadamente un 30 % de los ocupantes se quejarán de molestias medioambientales. El segundo enfoque exige la selección de una concentración prede- terminada en el aire (partículas, COV, formaldehído, etc.), la información sobre los índices de emisiones (contaminante por tiempo y masa o superficie), y deduce las necesidades de ventilación. Aunque éste es un sistema intelectualmente mucho más satisfactorio, es difícil de poner en práctica debido a que los datos sobre emisiones son insuficientes y a que no existe un acuerdo sobre las concentraciones objetivo.
Un estándar actual para la climatización profesional (American Society of Heating, Refrigerating and Airconditioning Engineers 1989) propone dos métodos para la ventilación: uno basado en la tasa de ventilación y el otro en la calidad del aire. El primero ofrece un enfoque tabular de las necesidades de ventilación: los edificios de oficinas necesitan 560 litros de aire exterior por ocupante y minuto para mantener las molestias medioambientales de los ocupantes por debajo del 20 %. En este cálculo se supone la existencia de fuentes de contaminación relativamente débiles. Cuando existen fuentes más potentes, los resultados son menos satisfactorios. Por ejemplo, cuando se permite fumar en las cantidades habituales (según datos de principios del decenio de 1980), aproximadamente un 30 % de los ocupantes se quejarán de molestias medioambientales. El segundo enfoque exige la selección de una concentración prede- terminada en el aire (partículas, COV, formaldehído, etc.), la información sobre los índices de emisiones (contaminante por tiempo y masa o superficie), y deduce las necesidades de ventilación. Aunque éste es un sistema intelectualmente mucho más satisfactorio, es difícil de poner en práctica debido a que los datos sobre emisiones son insuficientes y a que no existe un acuerdo sobre las concentraciones objetivo.
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