Los trastornos por ansiedad, al igual que el miedo, la preocupa- ción y la aprensión subclínicos y los trastornos relacionados con el estrés asociados, como el insomnio, parecen tener una gran penetrancia y mostrar una prevalencia cada vez mayor en los centros de trabajo en el decenio de 1990, tanto que, de hecho, el Wall Street Journal ha dicho que este decenio es la “Edad del Angst” laboral (Zachary y Ortega 1993). Los recortes de plantilla, la amenaza a los derechos adquiridos, los despidos, los rumores de despido inminente, la competencia a nivel mundial, la obsoles- cencia de las cualificaciones y la pérdida de éstas, las reestructuraciones, reconversiones, adquisiciones, fusiones y otras fuentes de confusión organizativa han erosionado la sensación de seguridad laboral de los trabajadores y han contribuido a crear una “ansiedad relacionada con el trabajo” evidente, aunque difícil de medir (Buono y Bowditch 1989). Aunque parecen existir ciertas diferencias y variables moderadoras situacionales, Kuhnert y Vance (1992) señalaron que los trabajadores manuales y los empleados administrativos que comunicaban mayor “inseguridad laboral” presentaban también una ansiedad y una sintomatología obsesiva-compulsiva significativamente mayor en una lista de comprobación de síntomas psiquiátricos. Durante gran parte del decenio de 1980 y cada vez más en el de 1990, el paisaje organi- zativo transicional del mercado de Estados Unidos (u “oleaje permanente”, como también ha sido descrito) ha contribuido, sin duda, a esta epidemia de trastornos relacionados con el estrés profesional, incluidos, por ejemplo, los trastornos por ansiedad (Jeffreys 1995; Northwestern National Life 1991).
Los problemas de estrés profesional y trastornos psicológicos relacionados en el trabajo parecen existir en todo el mundo, pero son pocas las estadísticas que documenten su naturaleza y extensión fuera de Estados Unidos (Cooper y Payne 1992). Los datos internacionales de que se dispone, casi todos ellos procedentes de países europeos, parecen confirmar los efectos negativos para la salud mental de la inseguridad laboral y de los empleos de gran tensión, similares a los observados en los trabajadores estadounidenses (Karasek y Theorell 1990). Sin embargo, el estigma, muy real, que se asocia a las enfermedades mentales en muchos otros países y culturas hace que muchos síntomas psicológicos, por no decir todos, incluyendo la ansiedad relacionada con el trabajo no se notifiquen, descubran ni traten (fuera de Estados Unidos) (Cooper y Payne 1992). En ciertas culturas, se somatizan estos trastornos psicológicos para que se manifiesten como síntomas físicos “más aceptables” (Katon, Kleinman y Rosen 1982). Un estudio sobre funcionarios del gobierno japonés identificó los factores estresantes profesionales, como la sobrecarga de trabajo y el conflicto de funciones, como variables significativamente relacionadas con la enfermedad mental en estos trabajadores (Mishima y cols. 1995). Se
necesitan nuevos estudios de este tipo para documentar el impacto de los factores estresantes laborales psicosociales en la salud mental de los trabajadores asiáticos, así como en los países en vías de desarrollo y en los antiguos países del Este.
Los problemas de estrés profesional y trastornos psicológicos relacionados en el trabajo parecen existir en todo el mundo, pero son pocas las estadísticas que documenten su naturaleza y extensión fuera de Estados Unidos (Cooper y Payne 1992). Los datos internacionales de que se dispone, casi todos ellos procedentes de países europeos, parecen confirmar los efectos negativos para la salud mental de la inseguridad laboral y de los empleos de gran tensión, similares a los observados en los trabajadores estadounidenses (Karasek y Theorell 1990). Sin embargo, el estigma, muy real, que se asocia a las enfermedades mentales en muchos otros países y culturas hace que muchos síntomas psicológicos, por no decir todos, incluyendo la ansiedad relacionada con el trabajo no se notifiquen, descubran ni traten (fuera de Estados Unidos) (Cooper y Payne 1992). En ciertas culturas, se somatizan estos trastornos psicológicos para que se manifiesten como síntomas físicos “más aceptables” (Katon, Kleinman y Rosen 1982). Un estudio sobre funcionarios del gobierno japonés identificó los factores estresantes profesionales, como la sobrecarga de trabajo y el conflicto de funciones, como variables significativamente relacionadas con la enfermedad mental en estos trabajadores (Mishima y cols. 1995). Se
necesitan nuevos estudios de este tipo para documentar el impacto de los factores estresantes laborales psicosociales en la salud mental de los trabajadores asiáticos, así como en los países en vías de desarrollo y en los antiguos países del Este.
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