El efecto del ruido en el lugar de trabajo sobre la tensión arterial es equívoco. En diversos estudios epidemiológicos, la mayoría diseñados como estudios de corte, se ha observado que los trabajadores expuestos durante mucho tiempo al ruido alto presentan cifras más altas de tensión sistólica y diastólica que los trabajadores que realizan sus actividades en condiciones menos ruidosas. Sin embargo, otros estudios muestran que la asociación estadística entre la exposición prolongada al ruido y el aumento de la tensión arterial o hipertensión es mínima o nula (Schwarze
y Thompson 1993; Thompson 1993; van Dijk 1990). En estudios en los que la pérdida auditiva se considera un marcador indirecto del ruido se han obtenido resultados variables. En cualquier caso, la pérdida auditiva no es un indicador biológico adecuado de la exposición al ruido (Kristensen 1989; van Dijk 1990). Cada vez hay más datos a favor de que el ruido y los factores de riesgo, aumento de la tensión arterial y del nivel de colesterol sérico (Pillsburg 1986) y consumo de cigarrillos (Baron y cols. 1987), ejercen un efecto sinérgico sobre el desarrollo de la pérdida auditiva inducida. La diferenciación entre la pérdida auditiva por el ruido y la pérdida auditiva por otros factores es difícil. En los estudios (Talbott y cols. 1990; van Dijk, Veerbeck y de Vries 1987), no se halló ninguna relación entre la exposición al ruido y la hipertensión, aunque la pérdida auditiva y la hipertensión se relacionan de forma positiva después de realizar una corrección teniendo en cuenta los factores de riesgo habituales, sobre todo la edad y el peso corporal. Los riesgos relativos de tensión arterial elevada oscilan entre 1 y 3,1 cuando se compara la exposición con el ruido más y menos alto. En los estudios realizados con métodos más exactos se encuentra una relación menor. Las diferencias entre las medias de tensión arterial de los grupos son rela- tivamente escasas, con valores entre 0 y 10 mm Hg.
y Thompson 1993; Thompson 1993; van Dijk 1990). En estudios en los que la pérdida auditiva se considera un marcador indirecto del ruido se han obtenido resultados variables. En cualquier caso, la pérdida auditiva no es un indicador biológico adecuado de la exposición al ruido (Kristensen 1989; van Dijk 1990). Cada vez hay más datos a favor de que el ruido y los factores de riesgo, aumento de la tensión arterial y del nivel de colesterol sérico (Pillsburg 1986) y consumo de cigarrillos (Baron y cols. 1987), ejercen un efecto sinérgico sobre el desarrollo de la pérdida auditiva inducida. La diferenciación entre la pérdida auditiva por el ruido y la pérdida auditiva por otros factores es difícil. En los estudios (Talbott y cols. 1990; van Dijk, Veerbeck y de Vries 1987), no se halló ninguna relación entre la exposición al ruido y la hipertensión, aunque la pérdida auditiva y la hipertensión se relacionan de forma positiva después de realizar una corrección teniendo en cuenta los factores de riesgo habituales, sobre todo la edad y el peso corporal. Los riesgos relativos de tensión arterial elevada oscilan entre 1 y 3,1 cuando se compara la exposición con el ruido más y menos alto. En los estudios realizados con métodos más exactos se encuentra una relación menor. Las diferencias entre las medias de tensión arterial de los grupos son rela- tivamente escasas, con valores entre 0 y 10 mm Hg.
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