Los efectos de la “falta de movimiento”, como factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, y de la actividad física en la mejora de la salud se han descrito en publicaciones clásicas como las de Morris, Paffenbarger y cols. en los decenios de 1950 y 1960 y en numerosos estudios epidemiológicos (Berlin y Colditz 1990; Powell y cols. 1987). En estudios previos no pudo demostrarse una relación directa causa-efecto entre la falta de movimiento y las tasas de enfermedad o mortalidad cardiovasculares. Sin embargo, los estudios epidemiológicos señalan los efectos positivos y protectores de la actividad física, ya que reduce la incidencia de diversas enfermedades crónicas, como la cardiopatía coronaria, la hipertensión, la diabetes mellitus no insulino dependiente, la osteoporosis y el cáncer de colon, así como de la ansiedad y la depresión. La conexión entre la inactividad física y el riesgo de cardiopatía coronaria se ha observado en numerosos países y grupos de población. El riesgo relativo de cardiopatía coronaria entre las personas inactivas en comparación con el de las personas activas oscila entre 1,5 y 3,0 y se obtiene una rela- ción más estrecha cuanto mejor es la calidad de los métodos empleados en los estudios. Este aumento del riesgo puede compararse al determinado para la hipercolesterolemia, la hipertensión y el tabaquismo (Berlin y Colditz 1990; Centers for Disease Control and Prevention 1993; Kristensen 1994; Powell y cols. 1987).
La actividad física regular practicada en el tiempo libre parece reducir el riesgo de cardiopatía coronaria mediante varios mecanismos fisiológicos y metabólicos. En estudios experimentales se ha demostrado que el entrenamiento de movimiento regular influye de forma positiva sobre los factores de riesgo conocidos y otros factores relacionados con la salud. Así, por ejemplo, aumenta los niveles de colesterol de las HDL y reduce el nivel de triglicéridos séricos y la tensión arterial (Bouchard, Shepard y Stephens 1994; Pate y cols. 1995).
La actividad física regular practicada en el tiempo libre parece reducir el riesgo de cardiopatía coronaria mediante varios mecanismos fisiológicos y metabólicos. En estudios experimentales se ha demostrado que el entrenamiento de movimiento regular influye de forma positiva sobre los factores de riesgo conocidos y otros factores relacionados con la salud. Así, por ejemplo, aumenta los niveles de colesterol de las HDL y reduce el nivel de triglicéridos séricos y la tensión arterial (Bouchard, Shepard y Stephens 1994; Pate y cols. 1995).
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