martes, 2 de noviembre de 2010

La protección de la salud de la mujer embarazada y lactante

En la línea marcada por la Recomendación sobre la protección de la salud de la maternidad, 1952 (nº 95), muchos países prevén medidas para la protección de la mujer embarazada y su hijo, dirigidas a reducir los esfuerzos que ha de realizar, mediante la adaptación de los horarios de trabajo o a protegerla frente a trabajos peligrosos o perjudiciales para la salud.
En unos pocos países (por ejemplo, los Países Bajos o Panamá) se especifica legalmente la obligación de la empresa de orga- nizar el trabajo de modo que no afecte al buen desarrollo del embarazo. Este enfoque, propio del tratamiento moderno de la salud y seguridad en el trabajo, es el más satisfactorio, porque permite adaptar a las necesidades de cada mujer las correspondientes medidas preventivas. Pero lo más frecuente es la protec- ción vía prohibición o limitación del trabajo perjudicial para la salud de la madre o el hijo, establecida en términos generales o sólo para ciertos tipos de trabajos peligrosos. En México, la prohibición no se aplica si se adoptan, a juicio de la autoridad competente, las medidas de protección necesarias, ni tampoco en el caso de las mujeres que ocupan puestos directivos o que poseen un título universitario, una diplomatura técnica o los conocimientos y experiencia necesarios para proseguir su trabajo.
En muchos países se prohíbe legalmente que la mujer emba- razada o en período de lactancia realice trabajos “superiores a sus fuerzas”, “que supongan peligro”, “que sean peligrosos para su salud o la de su hijo” o “que exijan un esfuerzo físico inade- cuado para su estado”. Este tipo de prohibición genérica puede implicar problemas de aplicación: ¿quién y cómo debe deter- minar si un determinado trabajo está por encima de las fuerzas de una persona: el trabajador afectado, la empresa, el inspector de trabajo, el médico especialista en salud en el trabajo o el médico personal de la mujer? Las diferencias de apreciación
pueden conducir a que una mujer sea apartada de un trabajo que, de hecho, sí podría realizar, manteniendo, en cambio, a otra en un trabajo excesivamente gravoso.
En otros países se establecen listas, a veces muy detalladas, de los tipos de trabajos prohibidos para las mujeres embarazadas o lactantes (por ejemplo, en Austria o Alemania). Suele incluirse el manejo de objetos pesados; en algunos casos se prohíbe expresa- mente la exposición a ciertas sustancias químicas (como el benceno), los agentes biológicos, el plomo o la radiación; en Japón se prohíbe el trabajo subterráneo durante el embarazo y el primer año posterior al parto; en Alemania, el trabajo a destajo y en líneas de montaje de ritmo fijo; en unos pocos países, no se permite asignar trabajos a las embarazadas fuera de su lugar de residencia estable (por ejemplo, en Ghana, después del cuarto mes); en Austria, está prohibido fumar en los lugares de trabajo con mujeres embarazadas.
En varios países (por ejemplo, Angola, Bulgaria, Haití o Alemania), se exige a la empresa trasladar a la embarazada a un puesto de trabajo adecuado, garantizándose, en muchos casos, el mantenimiento del salario anterior aunque el correspondiente al nuevo puesto sea inferior, garantía que, en la República Democrática Popular Lao, se concede sólo durante un período de tres meses, y, en la Federación de Rusia, se extiende también al período de búsqueda de este nuevo puesto; en algunos países (por ejemplo, en Rumania), la seguridad social cubre la diferencia entre estos dos salarios, lo que es preferible, dado que el coste de la protección de la maternidad no debe, en la medida de lo posible, ser soportado por la empresa afectada.
También puede preverse el traslado en el caso de trabajos no peligrosos en sí mismos, cuando un médico certifica que resulta perjudicial para el estado de salud de una mujer determinada (por ejemplo, en Francia), o a petición del propio trabajador (por ejemplo, en Suiza o Canadá). En algunos casos, se faculta legalmente a la empresa para proponer el traslado, recurriéndose, en caso de desacuerdo del trabajador, a la decisión de un médico del trabajo con respecto a la necesidad médica del cambio y a la capacidad física de la mujer para realizar el nuevo trabajo propuesto.
En un reducido número de países, se especifica que la transferencia tiene carácter temporal y que la trabajadora ha de ser reasignada a su trabajo anterior al término de su permiso por maternidad o de un determinado plazo posterior (por ejemplo, en Francia). Cuando no es posible el traslado, algunos países establecen que se habrá de conceder un permiso de enfermedad (por ejemplo, en Seychelles), o, como se ha analizado anteriormente, que se anticipará el comienzo del permiso por mater- nidad (por ejemplo, en Islandia).

domingo, 31 de octubre de 2010

El permiso por maternidad: Las prestaciones en metálico

La mayoría de las mujeres no pueden permitirse dejar de percibir sus ingresos durante el permiso por maternidad y, si tuvieran que hacerlo, renunciarían a una parte de este período. Dado que el nacimiento de niños sanos beneficia al conjunto de la nación, las empresas no deberían, por razones de equidad, soportar la totalidad del coste generado por la ausencia de sus trabajadoras. Desde 1919, la OIT ha propugnado la concesión de prestaciones en metálico durante el permiso por maternidad, con cargo a fondos públicos o mediante un sistema de seguro. El Convenio nº 103 exige que las contribuciones de los sistemas obligatorios de seguridad social se sufraguen en relación con el número total de hombres y mujeres empleados en la empresa, sin distinciones por razón de sexo. Aunque en unos pocos países las prestaciones por maternidad constituyen sólo un porcentaje relativamente pequeño del salario, la proporción de los dos tercios propuesta en el Convenio nº 103 se alcanza en varios y se supera en muchos otros. En más de la mitad de los países investigados, las presta- ciones por maternidad suponen la totalidad del salario mínimo o del salario completo.
Muchas legislaciones de seguridad social prevén una presta- ción específica por maternidad, reconociéndola en sí misma como una contingencia independiente, mientras que otras aplican a este caso prestaciones de enfermedad o desempleo. Esta asimilación de la maternidad a una incapacidad, o del permiso a una situación de desempleo, podría considerarse un

trato discriminatorio, ya que, por lo general, tales prestaciones sólo se conceden por un período determinado, y la mujer que las utiliza por razón de su maternidad puede encontrarse en el futuro sin cobertura suficiente para una auténtica enfermedad o una situación de desempleo real. Cuando se elaboró la Directiva del Consejo Europeo (1992), hubo una fuerte oposición a la propuesta de conceder prestaciones de enfermedad durante el permiso por maternidad, por considerarse que la igualdad de trato entre hombres y mujeres exigía reconocer la maternidad como causa independiente de prestaciones. Como solución tran- saccional, se ha definido la prestación económica por mater- nidad como un ingreso garantizado equivalente al que la trabajadora en cuestión recibiría en caso de enfermedad.
En casi 80 países estudiados, las prestaciones se pagan por los sistemas nacionales de seguridad social, quedando, en más de otros 40, a cargo de la empresa, y repartiéndose, en alrededor de 15 países, entre ésta y la seguridad social, ya sea al cincuenta por ciento (por ejemplo, en Costa Rica) o en otras proporciones (por ejemplo, en Honduras: dos tercios a cargo de la seguridad social y un tercio a cargo de la empresa). En otros casos, cuando el importe cubierto por la seguridad social está basado en unos ingresos legalmente garantizados que representan una pequeña parte del salario total de la mujer, se impone a la empresa el pago del resto (por ejemplo, en Burkina Faso). En muchos conve- nios colectivos y contratos individuales de trabajo se contempla también de forma voluntaria el pago de cantidades adicionales por la empresa. La participación de ésta en el pago de las presta- ciones en metálico por maternidad puede ser una solución realista para el problema de la carencia de otras fuentes de financiación.

viernes, 29 de octubre de 2010

El permiso por maternidad: El preaviso a la empresa

En la mayoría de los países, el único requisito para la concesión del permiso por maternidad es la presentación de un certificado médico, pero, en algunos casos, se exige también notificar con anterioridad a la empresa el propósito de tomar el permiso. El plazo de preaviso varía desde el momento del conocimiento del embarazo (por ejemplo, en Alemania), hasta una semana antes de iniciar el permiso (por ejemplo, en Bélgica), y su falta puede determinar la pérdida del derecho, como en Irlanda, donde la notificación debe realizarse tan pronto como sea razonablemente posible, pero en ningún caso después de las cuatro semanas previas al comienzo del permiso. En Canadá (federal), la mujer puede eximirse por causa justificada del requisito del preaviso, cuyo plazo, a nivel provincial, varía entre cuatro meses y dos semanas. En Manitoba, la mujer conserva su derecho al permiso aunque no cumpla este requisito, mientras que en la mayoría de las restantes provincias se reduce, en este caso, la duración del permiso (a seis semanas normalmente, frente a las 17 ó 18 semanas ordinarias) y en algunos otros países no se establecen con claridad las consecuencias de la falta de preaviso.

miércoles, 27 de octubre de 2010

ANTEBRAZO, MUÑECA Y MANO: Tenosinovitis de De Quer vain

La tenosinovitis de De Quervain es una tenosinovitis estenosante (o constrictora) de las vainas tendinosas de los músculos que extienden y separan (abducen) el pulgar en la cara externa de la muñeca. El proceso aparece al principio de la niñez y en cual- quier edad posterior. Suele ser más frecuente en el sexo femenino. Se han sugerido como factores causales los movimientos repetitivos de la muñeca y los traumatismos contusos, aunque no se ha realizado una investigación epidemiológica.

Los síntomas son dolor local en la muñeca y debilidad para la prensión. El dolor se extiende en ocasiones al pulgar o al antebrazo. Existe hipersensibilidad y finalmente un engrosamiento a la palpación en el lugar de la constricción. En ocasiones son visi- bles engrosamientos nodulares. Al doblar la muñeca hacia el meñique con el pulgar flexionado hacia la palma (prueba de Finkelstein) se agudizan los síntomas. En algunos casos se observa engatillado o chasquido al mover el pulgar.
Los cambios anatomopatológicos consisten en engrosamiento de las capas externas de las vainas tendinosas. El tendón puede estar constreñido y mostrar un aumento de tamaño más allá del punto de constricción.

lunes, 25 de octubre de 2010

ANTEBRAZO, MUÑECA Y MANO: Tenosinovitis y peritendinitis (II)

La repetición frecuente de movimientos en el trabajo y las demandas elevadas de fuerza en la mano son poderosos factores de riesgo, sobre todo cuando se dan conjuntamente (Silverstein, Fine y Armstrong 1986). Sin embargo, todavía no existen valores aceptados generalmente con relación a la repetitividad y el uso de fuerza aceptables (Hagberg y cols. 1995). La falta de costumbre de realizar un trabajo manual intensivo, ya sea como trabajador nuevo o después de una ausencia del trabajo, aumenta el riesgo. Las posturas desviadas o dobladas de la muñeca en el trabajo y la baja temperatura ambiental también se han considerado factores de riesgo, aunque las pruebas epidemiológicas que lo apoyan son débiles. La tenosinovitis y la peritendinitis se producen a todas las edades. Existen algunas pruebas de que las mujeres podrían ser más susceptibles que los varones (Silverstein, Fine y Armstrong 1986). No obstante, esto ha sido difícil de investigar, ya que en muchas industrias los trabajos que realizan hombres y mujeres son muy diferentes. La tenosinovitis puede ser debida a infección bacteriana, y algunas enfermedades sistémicas, como la artritis reumatoide y la gota, a menudo se asocian a tenosinovitis. Se sabe poco acerca de otros factores de riesgo individuales.

En la tenosinovitis, la zona de la vaina tendinosa es dolorosa, sobre todo en sus extremos. Los movimientos del tendón están restringidos o bloqueados, y la prensión es débil. Los síntomas a menudo empeoran por la mañana, con mejoría de la capacidad funcional después de realizada cierta actividad. La zona de la vaina tendinosa presenta hiperestesia a la palpación, y también se pueden encontrar nódulos hiperestésicos. El acto de doblar la muñeca aumenta el dolor. La zona de la vaina tendinosa puede estar asimismo hinchada, y el acto de doblar la muñeca hacia atrás o adelante produce crepitación o crujidos. En la peritendi- nitis a menudo es posible observar una tumefacción fusiforme en la cara posterior del antebrazo.
La tenosinovitis de los tendones flexores de la cara palmar de la muñeca puede producir el atrapamiento del nervio mediano en su trayecto a través de la muñeca, dando lugar al síndrome del túnel del carpo.
La fisiopatología en la fase aguda de la enfermedad se carac- teriza por la acumulación de líquido y de una sustancia llamada fibrina en la vaina del tendón en la tenosinovitis, y en el para- tendon y entre las células musculares en la peritendinitis. Poste- riormente se observa crecimiento celular (Moore 1992).
Es preciso resaltar que la tenosinovitis o la peritendinitis clíni- camente identificables como profesionales sólo suponen una proporción pequeña de los casos de dolor de muñeca y de ante- brazo en las poblaciones de trabajadores. La mayoría de ellos buscan atención médica cuando el único hallazgo clínico es la hipersensibilidad a la palpación. No se sabe muy bien si la fisiopatología en tales procesos es similar a la de la tenosinovitis o la peritendinitis.
Para prevenir la tenosinovitis y la peritendinitis es preciso evitar los movimientos muy repetitivos y de fuerza en el trabajo. Además de prestar atención a los métodos de trabajo, los factores de organización del trabajo (la cantidad y el ritmo, las pausas y las rotaciones) también determinan la carga local impuesta a la extremidad superior, por lo que debe considerarse asimismo la posibilidad de introducir variabilidad en el trabajo mediante la modificación de estos factores. Los trabajadores nuevos y los que vuelven al trabajo después de una baja o que cambian de tarea se deben acostumbrar gradualmente al trabajo repetitivo.
En los trabajadores industriales con tareas manuales grandes, la duración típica de la baja laboral por tenosinovitis o periten- dinitis ha sido de unos diez días. El pronóstico de ambos procesos suele ser bueno, y la mayoría de los trabajadores pueden reanudar sus tareas laborales previas.

sábado, 23 de octubre de 2010

ANTEBRAZO, MUÑECA Y MANO: Tenosinovitis y peritendinitis (I)

Extensores y flexores de la muñeca y de los dedos

En la muñeca y en la mano, los tendones están rodeados por vainas tendinosas, estructuras tubulares que contienen líquido para proporcionar lubricación y protección al tendón. La inflamación de la vaina tendinosa se denomina tenosinovitis. La que se produce en el punto en que el músculo se une al tendón se deno- mina peritendinitis. La tenosinovitis de la muñeca se localiza en la zona de la vaina tendinosa de la muñeca, mientras que la periten dinitis lo hace por encima de la zona de la vaina tendinosa en el antebrazo. Se denomina tendinitis de inserción a una inflamación del tendón en el lugar de unión al hueso (Figura 6.20).
La terminología de las enfermedades del tendón y de sus estructuras adyacentes a menudo se utiliza laxamente, y en ocasiones se ha empleado el término “tendinitis” para referirse a todos los procesos dolorosos de la región del antebrazo-muñeca- mano, con independencia del tipo de presentación clínica. En Estados Unidos se ha utilizado un diagnóstico de amplio contenido, el de “trastornos traumáticos acumulados” (TTA), para denominar a todos los trastornos de los tejidos blandos de la extremidad superior que se cree están causados, precipitados o agravados por esfuerzos repetitivos de la mano. En Australia y en algunos otros países se ha utilizado el diagnóstico de “lesión por distensión repetitiva” (LTR) o “lesión por sobreuso”, mien- tras que en Japón, el concepto de “trastorno profesional cervico- braquial” (TPC) ha servido para abarcar los trastornos de los tejidos blandos de la extremidad superior. Los dos últimos diag- nósticos incluyen también los trastornos de hombro y cuello.
La aparición de tenosinovitis o peritendinitis es muy variable según el tipo de trabajo. Se han descrito de modo característico incidencias altas en trabajadores de fabricación como procesa- dores de alimentos, carniceros, envasadores y montadores. Algunos estudios recientes demuestran la existencia de altas tasas de incidencia incluso en las industrias modernas, como se muestra en la Tabla 6.7. Los trastornos de los tendones son más frecuentes en la región dorsal que en la cara flexora de la muñeca. El dolor y otros síntomas de la extremidad superior son frecuentes también en otros tipos de tareas, como el trabajo moderno con teclado. No obstante, los signos clínicos que presentan estas personas rara vez son compatibles con una tenosinovitis o una peritendinitis.

martes, 1 de junio de 2010

Impacto de la política de instrumentos internacionales (III)


La Cumbre de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1993 abordó varios aspectos del medio ambiente humano con relevancia para la salud en el trabajo (OMS, 1993). Su Agenda 21 contiene elementos sobre la prestación de servicios para los trabajadores insuficientemente atendidos y la garantía de la seguridad química en el lugar de trabajo. La Declaración de Río recalca el derecho de las personas a vivir una “vida sana y productiva en armonía con la naturaleza”, lo que exige que el trabajo y el medio ambiente laboral cumplan ciertos niveles mínimos de seguridad y salud.
Estos instrumentos y programas internacionales han estimulado, directa o indirectamente, la inclusión de la prestación de servicios de salud en el trabajo en los programas nacionales Salud para Todos para el Año 2000 y en otros programas de ámbito nacional. Así, los instrumentos internacionales han servido de directriz para el desarrollo de programas y legislaciones nacionales.
Un papel significativo en el desarrollo mundial de la salud en el trabajo ha sido el desempeñado por el Comité Mixto OIT/OMS sobre Salud en el Trabajo, el cual, en sus doce reuniones celebradas desde 1950, ha realizado importantes aportaciones para la definición de conceptos y su plasmación en prácticas nacionales y locales.

lunes, 31 de mayo de 2010

Impacto de la política de instrumentos internacionales (II)

Las principales características del consenso internacional sobre la seguridad y la salud en el trabajo son:

• un enfoque en salud y seguridad en el trabajo para todos los trabajadores, independientemente del sector económico, tipo de trabajo, (asalariado o autónomo), tamaño de la empresa o sociedad (industria, sector público, servicios, agricultura, etc.);
• la responsabilidad de los gobiernos para el establecimiento de infraestructuras adecuadas para la práctica de la salud en el trabajo mediante la legislación, los convenios colectivos y cualquier otro mecanismo aceptable, previa consulta con las orga- nizaciones representativas de los trabajadores y de las empresas;
• la responsabilidad de los gobiernos con respecto al desarrollo y puesta en práctica de una política de seguridad y salud en el trabajo en colaboración tripartita con las organizaciones de trabajadores y de empresas;
• la responsabilidad primaria del empleador con respecto a la prestación de servicios de salud en el trabajo a nivel de empresa, con profesionales competentes en la materia para la aplicación de lo dispuesto en la legislación nacional o en los convenios colectivos;
• la prevención de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales y el control de los peligros del lugar de trabajo, así como el desarrollo de un medio ambiente de trabajo y un trabajo que favorezcan la salud de los trabajadores, son el obje- tivo principal de los servicios de salud en el trabajo.

domingo, 30 de mayo de 2010

Componentes del programa Evaluación de las necesidades

Mientras que el director de un programa de alerta aprovecha los episodios concretos que crean interés por una actividad específica (p. ej., la inesperada enfermedad de una persona muy conocida en la organización, los informes de casos de una enfermedad infecciosa que genera miedo al contagio, las señales de una posible epidemia), el programa global se basa en una evaluación más formal de las necesidades. Puede tratarse simplemente de una comparación de las características demográficas de la población activa basada en los datos de morbilidad y mortalidad suministrados por las autoridades sanitarias para las cohortes de población presentes en el área en cuestión, o del análisis global de los datos referentes a la salud de una determinada empresa, como las indemnizaciones concedidas al amparo de un seguro de asistencia sanitaria y las causas del absentismo y la jubilación por incapacidad. La determinación del estado de salud de la plantilla mediante la compilación de resultados de chequeos y reconocimientos médicos periódicos y programas de valoración del riesgo para la salud puede completarse a través de encuestas sobre los intereses de los trabajadores en materia de salud que permitan identificar los objetivos óptimos del programa. (Debe tenerse en cuenta que los problemas de salud que afectan a determinadas cohortes de trabajadores que requieren atención pueden pasarse por alto si sólo se consideran los datos para el total de la plantilla.) Tal evaluación de las necesidades no resulta útil únicamente al seleccionar y dar prioridad a las actividades programadas, sino también al planificar su “venta” a los trabajadores con más probabilidades de considerarlas beneficiosas. Asimismo, constituye un punto de referencia al medir la eficacia del programa.

sábado, 29 de mayo de 2010

Principios y objetivos del programa



Los objetivos básicos del programa son la mejora y el mantenimiento de la salud y el bienestar de los trabajadores a todos los niveles, la prevención de la enfermedad y la incapacidad, y el alivio de la carga que recae sobre individuos y organizaciones cuando ésta no puede evitarse.
Los programas de salud y seguridad en el trabajo se centran en los factores que, en este entorno, pueden afectar a la salud de los trabajadores. En ellos se considera que las actividades refe- rentes a la salud no pueden limitarse a la fábrica o a la oficina, que los problemas que surgen en el lugar de trabajo repercuten inevitablemente en la salud y bienestar de los trabajadores
(y, por extensión, en los de sus familias) en su hogar y en la comunidad y que, del mismo modo, los problemas generados fuera del trabajo influyen en la asistencia y la actuación en el mismo. (El término bienestar puede considerarse equivalente a la expresión protección y promoción de la salud , cada vez más utilizado en este ámbito en los dos últimos decenios, que resume la defini- ción positiva de salud adoptada por la Organización Mundial de la Salud). En consecuencia, es conveniente que los programas de promoción de la salud aborden problemas que, en opinión de algunos, no deberían ser objeto de consideración por parte de la organización.
La necesidad de lograr el bienestar adquiere mayor impor- tancia cuando se reconoce que los trabajadores con sus capaci- dades disminuidas, independientemente del modo en que hayan llegado a esa situación, representan un peligro potencial para sus compañeros y, en ciertos puestos de trabajo, para el público en general.
De acuerdo con algunos, puesto que la salud es esencialmente una responsabilidad personal del individuo, resulta inadecuado e incluso constituye un ejercicio de intrusismo que las empresas o los sindicatos (o ambos) participen en actividades al respecto. Están en lo cierto si se utilizan enfoques excesivamente paterna- listas y coercitivos. En todo caso, la mejora del acceso a las actividades de promoción de la salud y los ajustes de los puestos y los lugares de trabajo basados en ésta proporcionan la conciencia, el conocimiento y las herramientas que permiten a los trabajadores asumir tal responsabilidad personal con mayor eficacia.

viernes, 28 de mayo de 2010

Estructura de un programa global

En muchas organizaciones, sobre todo en las más pequeñas, el programa de promoción de la salud y de prevención de enfermedades se limita a una o varias actividades en gran parte especí- ficas, relacionadas, en su caso, informalmente entre sí, de escasa o nula continuidad y a menudo impulsadas por un episodio concreto y abandonadas cuando el recuerdo de éste se desvanece. Un programa auténticamente global debe contar con una estructura formal que comprenda varios elementos integrados, como los siguientes:

• clara exposición de objetivos aprobados por la dirección y aceptables para los trabajadores;
• apoyo explícito por parte de la dirección y, en su caso, de las organizaciones de trabajadores, a la continua asignación de recursos adecuada para lograr los objetivos previstos;
• adecuada ubicación en la organización, coordinación eficaz con otras actividades referentes a la salud y comunicación de los planes incluidos en el programa a los mandos intermedios y
a los trabajadores de las distintas divisiones y departamentos. Algunas organizaciones han considerado oportuno crear un comité paritario compuesto por representantes de todas las escalas y segmentos de la plantilla por razones “políticas”, así como para contribuir al diseño del programa;
• designación de un “director de programa” dotado de las cuali- ficaciones administrativas requeridas, que cuente con forma- ción y experiencia en materia de promoción de la salud o que pueda acceder a consultores que impartan los conocimientos prácticos necesarios;
• adopción de un mecanismo de retroinformación generada por los participantes y, si es posible, también por los que no parti- cipan, para confirmar la validez del diseño del programa y comprobar la popularidad y utilidad de determinadas actividades del mismo;
• adopción de procedimientos para mantener la confidencialidad de la información personal;
• utilización de un registro sistemático que permita el seguimiento de las actividades, de la participación y de los resultados como base para su control y potencial evaluación;
• recopilación y análisis de los datos pertinentes disponibles con vistas a la evaluación científica del programa o, cuando ésta no sea factible, presentación de un informe periódico a la dirección que justifique la continuación de la asignación de recursos
y sirva como base para la adopción de posibles modificaciones del programa.

jueves, 27 de mayo de 2010

Otros


• elaboración de un plan, en el que se prevean acuerdos con los servicios de salud públicos o privados pertinentes, para la prestación de asistencia médica después de los primeros auxilios;
• educación e información de todos los trabajadores sobre la prevención de accidentes y lesiones y las medidas que deben adoptar los propios trabajadores después de una lesión
(p. ej., ducharse inmediatamente después de una quemadura química);
• información sobre las disposiciones en materia de primeros auxilios y actualización periódica de esa información;
• difusión de anuncios con información, guías visuales (p. ej., carteles) y normas sobre primeros auxilios, así como de los planes para la prestación de asistencia médica después de los primeros auxilios;
• cumplimentación de un registro: el registro del tratamiento de primeros auxilios es un informe interno que contiene datos sobre la salud de la víctima, así como referencias a la seguridad en el trabajo; debe incluir información sobre el accidente
(hora, lugar, circunstancias); el tipo y la gravedad de la lesión; los primeros auxilios prestados; la asistencia médica adicional solicitada; el nombre del afectado y los nombres de los testigos
y otros trabajadores relacionados, en especial los que transportaron a la víctima.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Recursos humanos

• selección, formación y readaptación profesional de las personas adecuadas para administrar los primeros auxilios, a las que se deberá designar y ubicar en lugares clave de la empresa, y cuya disponibilidad y accesibilidad permanentes deberán garantizarse;
• formación de reconversión, con ejercicios prácticos de simulación de situaciones de emergencia, teniendo en cuenta los peli- gros profesionales específicos que existen en la empresa.

martes, 25 de mayo de 2010

Equipo, material e instalaciones

• equipo para el salvamento de la víctima en el lugar del accidente a fin de prevenir lesiones adicionales (p. ej., en caso de incendio, emanaciones de gases, electrocución);
• maletines de primeros auxilios, botiquines o equipos similares, con una cantidad suficiente del material y los instrumentos necesarios para la prestación de los primeros auxilios básicos;
• equipo y material especializados que puedan ser necesarios en empresas con riesgos específicos o poco comunes en el trabajo;
• sala de primeros auxilios adecuadamente identificada o instala- ción similar en la que puedan administrarse los primeros auxilios;
• disposición de medios de evacuación y transporte de urgencia de los heridos hasta el servicio de primeros auxilios o los lugares en los que se disponga de asistencia médica comple- mentaria;
• medios para dar la alarma y comunicar la situación de alerta.

lunes, 24 de mayo de 2010

Patogenia



Se desconoce la secuencia patogénica que lleva a determinados pacientes desde uno o varios episodios autolimitados de exposi- ción ambiental hasta el desarrollo de SQM. Actualmente existen varias teorías. Los ecólogos clínicos y sus seguidores han publicado numerosos trabajos en los que señalan que la SQM representa una disfunción inmunitaria causada por la acumulación en el organismo de sustancias químicas exógenas (Bell 1982; Levin y Byers 1987). Existe, al menos, un estudio controlado que no confirmó estas anomalías inmunitarias (Simon, Daniel y Stockbridge 1993). Según esta hipótesis, los factores de sensibilidad pueden ser deficiencias nutricionales (p. ej., falta de vitaminas o antioxidantes) o la presencia de infecciones subclínicas como la candidiasis. En esta teoría es importante el trastorno “iniciador” debido a que contribuye a una sobrecarga de productos químicos de por vida.
Existe un enfoque menos elaborado, aunque muy orientado hacia aspectos biológicos, que postula que la SQM representa una serie de secuelas biológicas inusuales de una lesión química. Como tal, este trastorno podría representar una nueva forma de neurotoxicidad debida a disolventes o pesticidas, lesión de las mucosas respiratorias tras un episodio agudo de inhalación o fenómenos similares. Desde esta perspectiva, la SQM es la vía final en la que desembocan diferentes mecanismos patológicos primarios (Cullen 1994; Bascom 1992).
Más recientemente, se ha propuesto otra hipótesis biológica sobre las relaciones entre las mucosas de las vías respiratorias altas y el sistema límbico, especialmente en su conexión a nivel de la nariz (Miller 1992). Según esta hipótesis, estimulantes del epitelio nasal relativamente reducidos podrían producir una respuesta límbica amplificada, lo que explicaría las respuestas tan espectaculares, y a menudo estereotípicas, a exposiciones muy reducidas. Esta teoría podría explicar igualmente el papel predominante de los materiales muy olorosos, como los perfumes, en la activación de las respuestas en muchos pacientes.

domingo, 23 de mayo de 2010

Definición y diagnóstico II

Aunque no todos los pacientes cumplen estrictamente estos criterios, al diagnosticar la SQM hay que tener en cuenta todos estos puntos. Cada uno de ellos permite descartar otros trastornos clínicos a los que se puede parecer la SQM, como el trastorno de somatización, la sensibilización a antígenos medioambientales (como en el caso del asma de origen laboral), las secuelas tardías de una lesión orgánica (p. ej., el síndrome de disfunción reactiva de vías respiratorias tras una inhalación tóxica) o una enfermedad sistémica (p. ej., el cáncer). Por otra parte, la SQM no es un diagnóstico de exclusión, y en la mayoría de los casos no se precisan pruebas exhaustivas. Aunque se producen muchas variaciones, se dice que la SQM tiene un carácter reconocible que facilita su diagnóstico tanto o más que los propios criterios específicos.
En la práctica, el diagnóstico de la SQM puede plantear problemas en dos situaciones. La primera es la de un paciente que se encuentra en las fases iniciales del proceso, momento en el que suele ser difícil distinguir la SQM del problema de salud profesional o medioambiental que le precede inmediatamente. Por ejemplo, los pacientes que han sufrido reacciones sintomá- ticas a la pulverización de pesticidas en interiores pueden observar que sus reacciones persisten, aunque eviten el contacto directo con los materiales o su pulverización. En tales casos, el facultativo puede suponer que todavía están sometidos a una exposición importante e intentar injustificadamente modificar aún más el entorno, generalmente sin conseguir aliviar los síntomas recidivantes. Esto resulta especialmente problemático en una oficina en la que se puede desarrollar una SQM como complicación del síndrome del edificio enfermo. Si bien la mayoría de los trabajadores mejorarán una vez que se hayan tomado medidas para mejorar la calidad del aire, los pacientes que hayan adquirido una SQM seguirán experimentando síntomas, a pesar de la reducción de la exposición. Los esfuerzos por mejorar aún más la calidad del aire suelen ser frustrantes para el paciente y el empresario.
En fases posteriores de la evolución de la SQM, el diagnóstico puede plantear dificultades debido a los aspectos crónicos de la enfermedad. Al cabo de muchos meses, el paciente con SQM suele sentirse deprimido y ansioso, al igual que otros pacientes médicos con enfermedades crónicas nuevas. Esto puede dar lugar a una exageración de las manifestaciones psiquiátricas, que pueden predominar sobre los síntomas estimulados por las sustancias químicas. Sin minimizar la importancia de la identifi- cación y el tratamiento de estas complicaciones de la SQM, ni siquiera la de la posibilidad de que la propia SQM sea de origen psicológico (véase más adelante), es necesario reconocer la SQM subyacente para desarrollar un tratamiento eficaz que resulte aceptable para el paciente.

sábado, 22 de mayo de 2010

Definición y diagnóstico

Aunque no existe unanimidad en la definición de la SQM, ciertos rasgos permiten diferenciarla de otros cuadros bien caracterizados:
• Los síntomas aparecen típicamente tras un incidente laboral o medioambiental perfectamente identificable, como la inhalación de gases o vapores nocivos u otras exposiciones tóxicas. Este suceso “iniciador” puede ser un episodio aislado, como la exposición a una pulverización de pesticida, o repetitivo, como una exposición excesiva y frecuente a un determinado disolvente. A menudo, el suceso o los sucesos aparentemente desencadenantes tienen efectos leves y pueden fundirse sin una delimitación clara en el síndrome que describimos a continuación.
• Se empiezan a observar síntomas agudos similares a los de la exposición previa al repetirse la exposición a niveles más bajos de diferentes materiales, como derivados del petróleo, perfumes y otros productos comunes en el trabajo y el hogar.
• Los síntomas afectan a varios órganos y sistemas. En la prác- tica totalidad de los casos se observan manifestaciones en el sistema nervioso central, como fatiga, confusión y cefaleas. Son frecuentes los síntomas respiratorios de vías altas y bajas, cardíacos, dérmicos, gastrointestinales y musculosqueléticos.
• Es frecuente que agentes muy diferentes entre sí desencadenen los síntomas a niveles de exposición muy inferiores a los valores TLV aceptados o recomendados.
• Son habituales los síntomas crónicos, como fatiga, dificultades cognitivas y alteraciones gastrointestinales y musculosqueléticas. En algunos casos estos síntomas persistentes pueden predominar sobre las reacciones a las sustancias químicas.
• Normalmente, no existe un trastorno objetivo de los órganos que explique el patrón o la intensidad de las manifestaciones. Los pacientes examinados durante las reacciones agudas pueden presentar hiperventilación o mostrar otras manifestaciones de exceso de actividad simpática.
• No existe ningún diagnóstico establecido que explique de manera sencilla este tipo de respuestas o síntomas.

viernes, 21 de mayo de 2010

Diagnóstico de las enfermedades profesionales de la piel: Areas afectadas

Areas afectadas. Las manos, dedos, muñecas y antebrazos son las zonas más afectadas. La dermatosis causada por la exposición al polvo y a los humos suele aparecer en la frente, la cara y la cara anterior del cuello. La autosensibilización (diseminación) puede diseminar una dermatosis profesional o no profesional.

jueves, 20 de mayo de 2010

Diagnóstico de las enfermedades profesionales de la piel: Aspecto de las lesiones.

Los elementos siguientes son un parte importante del diagnós- tico clínico:

• Aspecto de las lesiones. Las dermatosis de contacto eccematosas agudas o crónicas son las más comunes. Pueden presentarse lesiones granulomatosas ulcerativas, neoplásicas, pigmentarias, acneiformes o foliculares, y trastornos como el síndrome de Raynaud y la urticaria de contacto.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Factores no profesionales en las enfermedades profesionales de la piel: Diagnóstico de las enfermedades profesionales de la piel

El mejor método para determinar la causa y el efecto de las enfermedades cutáneas profesionales es una historia detallada, en la que se investigará el estado de salud pasado y presente y la situación laboral del trabajador. Es importante conocer los antecedentes familiares, sobre todo las alergias y las enfermedades personales pasadas y de la infancia. Deberá registrarse el tipo de trabajo, los materiales que se manipulan y el tiempo de permanencia en ese puesto. Es importante saber cuándo y dónde apareció la erupción, cómo evoluciona ésta fuera del trabajo, si hay otros trabajadores afectados, qué productos se utilizaron para limpiar y proteger la piel y qué fármacos se han empleado en el tratamiento (automedicación y medicamentos prescritos); así como si el trabajador tiene la piel seca, eccema crónico de manos, psoriasis u otros problemas cutáneos; además, hay que comprobar qué medicamentos se utilizaron en el tratamiento de cualquier enfermedad concreta, y, por último, qué materiales se han utilizado en actividades domésticas como la jardinería, el trabajo en madera o la pintura.

martes, 18 de mayo de 2010

Vértigo en el lugar del trabajo Factores de riesgo


El vértigo y la desorientación, que pueden cronificarse, son síntomas comunes en los trabajadores expuestos a los disolventes orgánicos; además, la exposición prolongada puede provocar signos objetivos de disfunción del sistema del equilibrio (p. ej., control reflejo vestibuloocular anormal), incluso en personas que no sufren síntomas subjetivos de vértigo (Gyntel- berg y cols. 1986; Möller y cols. 1990). Los cambios de presión en los vuelos o la inmersión pueden producir una lesión del órgano vestibular asociada a vértigo y pérdida de audición súbita, que deben tratarse de forma inmediata (Head 1984). Existe alguna evidencia de que la pérdida de audición inducida por el ruido puede acompañarse de lesión en los órganos vestibulares (van Dijk 1986). Las personas que trabajan durante períodos prolongados con pantallas de ordenador refieren a veces vértigo; la causa de este trastorno no está clara, aunque puede relacio- narse con una combinación de rigidez de nuca y percepción de estímulos visuales en movimiento.

lunes, 17 de mayo de 2010

Disfunción del sistema del equilibrio: Diagnóstico y tratamiento

Todos los casos de vértigo requieren atención médica para asegurar la detección y el tratamiento adecuado de todos los procesos peligrosos (relativamente raros) que pueden causarlo. Para mejorar los síntomas del vértigo agudo a corto plazo pueden administrarse medicamentos y, rara vez, debe realizarse una intervención quirúrgica. Sin embargo, si la causa del vértigo es un trastorno vestibular, los síntomas suelen desaparecer con el tiempo, al adaptarse los integradores centrales al patrón alterado de aferencias vestibulares, de la misma forma que los marineros continuamente expuestos al movimiento de las olas adquieren de forma gradual sus “piernas de marinero”. Para que esto ocurra, es esencial continuar realizando movimientos vigorosos que estimulen el sistema del equilibrio, aunque estos causen al principio molestias y sensación de vértigo. Como los síntomas del vértigo son muy molestos y provocan miedo a los pacientes, a veces conviene aplicar fisioterapia y ofrecer apoyo psicológico para contrarrestar la tendencia natural a restringir las actividades
(Beyts 1987; Yardley 1994).

domingo, 16 de mayo de 2010

Disfunción del sistema del equilibrio: Causas centrales de vértigo

Aunque la mayoría de los casos de vértigo se atribuyen a trastornos periféricos (sobre todo vestibulares), los síntomas de desorientación pueden tener su origen en el tronco encefálico, el cerebelo o la corteza cerebral. El vértigo por disfunción central se acompaña casi siempre de algún otro síntoma de trastorno neurológico central, como sensación de dolor, hormigueo o entumecimiento en la cara o las extremidades, dificultad para hablar o tragar, cefaleas, alteraciones visuales y pérdida del control motor o de la consciencia. Las causas centrales más comunes de vértigo son los trastornos del aporte sanguíneo al cerebro (desde migrañas a ictus), epilepsia, esclerosis múltiple, alcoholismo y, ocasionalmente, tumores. El vértigo y el desequilibrio pasajeros son un efecto secundario potencial de una amplia serie de fármacos, incluidos analgésicos de uso muy común, anticoncep- tivos y fármacos empleados en el control de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la enfermedad de Parkinson y, sobre todo, de los medicamentos de acción central como estimulantes, sedantes, antiepilépticos, antidepresivos y tranquilizantes (Ballantyne y Ajodhia 1984).

sábado, 15 de mayo de 2010

Identificación y diagnóstico Paso 4: Evaluación clínica del asma en el trabajo, o ensayo diagnóstico de reincorporación al trabajo.

Con frecuencia, la prueba fisiológica más asequible de obstrucción de las vías aéreas es la espirometría. Con el fin de mejorar la reproducibilidad, la espirometría debe ser dirigida por un técnico preparado. Por desgracia, la espirometría de un solo día realizada antes y después del turno de trabajo no es sensible ni específica para determinar la obstrucción de las vías aéreas asociada al trabajo. Es probable que si se realizaran espirometrías múltiples cada día durante y después de varios días laborales, la exactitud diagnóstica mejoraría, aunque este aspecto no se ha evaluado adecuadamente todavía.
Debido a las dificultades de la espirometría realizada antes y después del turno de trabajo, la medición seriada del PEF se ha convertido en una importante técnica diagnóstica para el AO. Utilizando un medidor portátil de bajo costo, las mediciones de PEF se registran cada dos horas durante las horas de vigilia. Para

mejorar la sensibilidad, las mediciones deben realizarse durante un período en el que el trabajador esté expuesto a los agentes causales sospechados en el trabajo y esté experimentando un patrón de síntomas relacionados con el trabajo. Las mediciones se repiten tres veces cada una de las ocasiones, y se realizan cada día en el trabajo y fuera de él. Deben continuarse durante un mínimo de 16 días consecutivos (p. ej., dos semanas laborales de cinco días
y tres fines de semana libres) si el paciente tolera sin riesgos el continuar trabajando. Las mediciones del PEF se registran en un diario junto con anotaciones sobre las horas laborales, los síntomas, el uso de medicaciones broncodilatadoras y las exposi- ciones importantes. Para facilitar la interpretación, los resultados del diario se deben representar a continuación en un gráfico. Ciertos patrones sugieren AO, pero ninguno es patognomónico, y a menudo es de utilidad la colaboración de un lector experto en la interpretación de los datos. Las ventajas de las pruebas seriadas de PEF son su bajo coste y su razonable correlación con los resultados de las pruebas de provocación bronquial. Las desventajas son el grado importante de colaboración requerido por parte del paciente, la incapacidad para confirmar definitivamente que los datos son exactos, la ausencia de un método de interpretación normalizado y la necesidad de que ciertos trabajadores se ausenten durante 1 ó 2 semanas consecutivas del trabajo para mostrar una mejoría significativa. Los espirómetros electrónicos portátiles diseñados para la automonitorización del paciente, si se dispone de ellos, pueden resolver algunos de los inconvenientes de las pruebas seriadas de PEF.
Las medicaciones contra el asma tienden a reducir el efecto de las exposiciones laborales sobre las mediciones del flujo aéreo.Sin embargo, no es recomendable interrumpir la medica- ción durante la monitorización del flujo aéreo en el trabajo. Es mejor que el paciente se mantenga con una dosis mínima cons- tante de seguridad de fármacos antiinflamatorios durante todo el proceso diagnóstico, con una estrecha monitorización de los síntomas y de las vías aéreas, anotando en el diario la utilización de broncodilatadores de acción corta.
La no observación de cambios en el PEF relacionados con el trabajo mientras un paciente está trabajando sus horas habituales no excluye el diagnóstico de AO, ya que muchos pacientes necesitan más de un fin de semana de dos días para mostrar una mejoría significativa del PEF. En este caso, debe considerarse la posibilidad de una prueba diagnóstica de retirada del trabajo ampliada (Paso 5). Si el paciente todavía no se ha sometido a pruebas cuantitativas de HRB y no existen contraindicaciones médicas, éste es el momento de realizarlas, inmediatamente después de al menos dos semanas de exposición en el lugar de trabajo.

viernes, 14 de mayo de 2010

Identificación y diagnóstico Paso 3: Valoración inmunológica, si procede

Las pruebas cutáneas o serológicas (p. ej., RAST) permiten demostrar una sensibilización inmunológica a un agente específico del lugar de trabajo. Estas pruebas inmunológicas se han usado para confirmar la relación del asma con un trabajo dado y, en algunos casos, eliminan la necesidad de realizar pruebas específicas de provocación por inhalación. Por ejemplo, entre un conjunto de pacientes expuestos al psilio y con una historia clínica compatible con AO, asma documentada o hiperreactividad de las vías aéreas y evidencias de sensibilización inmunológica al psilio, en cerca del 80 % se confirmó la existencia de AO mediante pruebas específicas de provocación bronquial (Malo y cols. 1990). En la mayoría de los casos, la importancia diagnóstica de las pruebas inmunológicas negativas es menos clara. La sensibilidad diagnóstica de las pruebas inmunológicas depende fundamentalmente de que estén incluidos en las pruebas todos los antígenos causales probables del lugar de trabajo o los complejos hapteno-proteína. Aunque no se ha defi- nido con exactitud la implicación de la sensibilización para un paciente asintomático, el análisis de los resultados agrupados puede ser de utilidad para evaluar los controles ambientales. La utilidad de la evaluación inmunológica es mayor para los agentes para los que existen test estandarizados in vitro o reactivos cutáneos para Prick-Test, como sales de platino y detergentes enzimáticos. Por desgracia, la mayoría de los alergenos profesionales de interés no se encuentran en la actualidad disponibles en el mercado. La utiliza- ción de soluciones no comerciales en las pruebas de punción cutánea (Prick-Test) se ha asociado en ocasiones a reacciones graves, entre ellas anafilaxia, por lo que es preciso actuar con precaución.
Si los resultados de los Pasos 1 y 2 son compatibles con AO, debe procederse a realizar una evaluación adicional si es posible. El orden y el alcance de la misma dependen de la disponibilidad de recursos diagnósticos, de la situación laboral del paciente y de la posibilidad de realizar ensayos diagnósticos de retirada y reincorporación al trabajo, según se indica en la Tabla 10.7. Si no es posible realizar una evaluación adicional, el diagnóstico debe basarse en la información disponible en este momento.

jueves, 13 de mayo de 2010

Identificación y diagnóstico Paso 2: Evaluación fisiológica para determinar una obstrucción reversible de las vías aéreas y/o hiperreactividad bronquial inespecífica

Si el registro médico contiene suficientes datos fisiológicos que apoyen el diagnóstico de asma (NAEP 1991) es posible prescindir del Paso 2. En caso contrario, debe realizarse una espirometría dirigida por un técnico, a ser posible después de un turno de trabajo en un día en que el paciente esté experimentando síntomas de asma. Si la espirometría pone de manifiesto la exis- tencia de una obstrucción de las vías aéreas que revierte con broncodilatador se confirma el diagnóstico de asma. En los pacientes que no presentan datos claros de obstrucción al flujo aéreo en la espirometría deben realizarse pruebas cuantitativas de HRB utilizando metacolina o histamina, a ser posible el mismo día. Dichas pruebas de HRB en esta situación son un procedimiento crucial por dos motivos. En primer lugar, a menudo son capaces de identificar a los pacientes que presentan un AO leve o en sus primeras fases, que son los que más probabilidades tienen de curarse, pero que se pasarían por alto si las pruebas se detuvieran al obtener una espirometría normal. En segundo lugar, si la HRB es normal en un trabajador que está sometido a exposición continuada en el medio ambiente de trabajo asociada a los síntomas, en general puede descartarse el AO sin realizar más pruebas. Si es anormal, la evaluación puede continuar a los Pasos 3 o 4, y el grado de HRB puede ser de utilidad para monitorizar al paciente y detectar una mejoría después de realizar un ensayo diagnóstico de retirada del sujeto de la exposición causal sospe- chada (Paso 5). Si la espirometría revela una limitación significativa del flujo aéreo que no mejora con el broncodilatador por vía inhalatoria, debe considerarse la realización de una reevaluación después de un ensayo de tratamiento más prolongado que incluya la administración de corticoides. (ATS 1995; NAEP 1991).

miércoles, 12 de mayo de 2010

El permiso por maternidad: Los requisitos para disfrutar del permiso por mater nidad

La legislación de la mayoría de los países reconoce el derecho de la mujer a disfrutar de un permiso por maternidad mediante el establecimiento de su período de duración, de modo que basta con que una mujer se encuentre trabajando en el momento del inicio del permiso para tener derecho a ello. Sin embargo, en cierto número de países se exige que la mujer haya trabajado durante un plazo mínimo antes de la fecha de libranza, plazo que va desde las 13 semanas, en Ontario o Irlanda, a los dos años, en Zambia.
En varios países, se exige que la mujer haya trabajado un determinado número de horas semanales o mensuales para tener derecho al permiso y a otras prestaciones por maternidad, lo que puede dar lugar, cuando el umbral que se fija es alto (como las 35 horas semanales requeridas en Malta), a la exclu- sión de un gran número de mujeres, que representan la mayoría de los trabajadores a tiempo parcial. En algunos casos, estos umbrales se han reducido recientemente (por ejemplo, en Irlanda, de 16 a ocho horas semanales).

Un pequeño grupo de países limita el número de veces que una mujer puede solicitar el permiso por maternidad dentro de un determinado período (por ejemplo, dos años), o mientras trabaja para una misma empresa, o aun a lo largo de toda la vida de la trabajadora (por ejemplo, en Egipto o Malasia). En Zimbabwe, por ejemplo, pueden beneficiarse del permiso una vez cada 24 meses, hasta un máximo de tres veces, mientras trabajen para una misma empresa. En otros países, no se limita el número de permisos, pero sí las prestaciones en metálico
(por ejemplo, en Tailandia), o bien se conceden permisos de una duración menor con prestaciones (por ejemplo, en Sri Lanka, 12 semanas para los primeros dos hijos y seis para el tercero y restantes). Parece estar aumentando el número de países que limitan el derecho a los permisos y prestaciones por maternidad a un cierto número de embarazos, de hijos nacidos o de hijos supervivientes (entre dos y cuatro), aunque no está claro en absoluto que la duración del permiso sea un factor decisivo en las decisiones de los padres sobre el tamaño de la familia.

martes, 11 de mayo de 2010

El permiso por maternidad: La duración normal del permiso

El Convenio OIT relativo a la protección de la maternidad 1919 (nº 3), establecía que “no se permitirá el trabajo de la mujer durante las seis semanas siguientes al parto; (y) tendrá derecho a dejar de trabajar si aporta un certificado médico en el que se declare que el parto tendrá probablemente lugar dentro de las seis semanas siguientes”. El Convenio OIT relativo a la protec- ción de la maternidad (revisado), 1952 (nº 103), confirma el permiso de 12 semanas, incluyendo la prohibición de trabajo en las seis semanas siguientes al parto, pero no determina de modo imperativo la utilización de las seis semanas restantes. La Reco- mendación sobre la protección de la maternidad, 1952 (nº 95), propone un permiso de 14 semanas. La mayor parte de los países estudiados cumplen el criterio de las doce semanas, y al menos un tercio garantiza un período aún más largo.
En varios países se permite elegir la distribución del permiso de maternidad. En algunos de ellos, la ley no prescribe su distri- bución (por ejemplo, en Tailandia) y las mujeres tienen derecho a iniciarlo cuando lo deseen, mientras que en otros se establece el número de días que deben tomarse tras el parto, pudiéndose disponer del resto antes o después de éste.
Otros países no permiten ninguna flexibilidad: la ley establece dos períodos de descanso, antes y después del parto, que pueden ser iguales, especialmente cuando el tiempo total de descanso es relativamente corto. Cuando éste excede de 12 semanas, el período prenatal es a menudo más corto que el posnatal
(por ejemplo, en Alemania, seis semanas antes y ocho semanas después del parto).
En un número relativamente pequeño de países (por ejemplo, Benin, Chile o Italia) está prohibido el empleo de las mujeres durante todo el período de permiso por maternidad. En otros, se establece un tiempo obligatorio de permiso, a menudo después del parto, normalmente de seis semanas (por ejemplo, Barbados, Irlanda, India o Marruecos). El número de países que establecen algún plazo imperativo de permiso antes del parto ha aumentado en la última década. En algunos países, por el contrario, no hay período de permiso obligatorio (por ejemplo, en Canadá), por considerarse que el permiso es un derecho que debe ejercitarse libremente y que el tiempo concedido debe disponerse del modo que mejor convenga a los intereses y necesidades personales de cada mujer.

lunes, 10 de mayo de 2010

El permiso por maternidad

El tiempo de descanso por parto varía entre unas pocas semanas y varios meses, dividido a menudo en dos partes, antes y después del nacimiento del hijo. En algunos países, se establece dentro de este período un plazo en el que se prohíbe el trabajo, para garantizar que la mujer disfrute un descanso suficiente. El período de permiso se amplía normalmente en los casos de enfermedad, parto prematuro o tardío y nacimientos múltiples, y se reduce en caso de aborto espontáneo, alumbramiento de un feto muerto o fallecimiento del niño.

domingo, 9 de mayo de 2010

CODO: Artrosis

La artrosis, o enfermedad degenerativa resultante de la degradación del cartílago, casi nunca se observa en el codo en personas menores de 60 años. Sin embargo, se ha encontrado una preva- lencia excesiva de artrosis en algunos grupos profesionales cuyo trabajo conlleva la utilización intensiva de herramientas de mano
u otros trabajos manuales pesados, como los mineros del carbón y los trabajadores de la construcción. También se han publicado estudios válidos que no encuentran un riesgo excesivo en tales trabajos. La artrosis del codo se ha asociado a la vibración, aunque se cree que no es específica de la vibración.
Los síntomas son dolor local, al principio durante el movi- miento y después también en reposo, y limitación de la amplitud de movimientos. En presencia de cuerpos libres en la articula- ción, puede producirse el bloqueo de la misma. La pérdida de la capacidad de extender la articulación por completo resulta especialmente discapacitante. Las anomalías radiológicas observadas consisten en el crecimiento de tejido óseo nuevo en los sitios en que los ligamentos y tendones están en contacto con el hueso. A veces es posible observar fragmentos sueltos de cartílago o de hueso. La lesión del cartílago articular puede dar lugar a la destrucción del tejido óseo subyacente y a la deformación de las superficies articulares.
En la prevención y el tratamiento de la artrosis del codo destaca la optimización de la carga de trabajo mediante la mejora de las herramientas y de los métodos de trabajo, a fin de disminuir las cargas mecánicas impuestas a la extremidad superior, y reducir al mínimo la exposición a la vibración. Se puede realizar tratamiento con movimientos activos y pasivos para reducir al mínimo las limitaciones de la amplitud de movimiento.

sábado, 8 de mayo de 2010

CODO: Bursitis del olécranon


La bursitis del olécranon es una inflamación del saco lleno de líquido que está situado en el lado dorsal del codo (bolsa del olécranon). Puede estar causada por traumatismos mecánicos repetidos (bursitis traumática o “del estudiante”). También puede ser debida a infección o asociarse a la gota. Existen tumefacción local y movimiento ondulante a la palpación debido a la acumu- lación de líquido en la bolsa. El aumento de la temperatura cutánea indica la existencia de un proceso infeccioso (bursitis séptica).

viernes, 7 de mayo de 2010

CODO: Epicondilitis


La epicondilitis es un proceso doloroso que se produce en el codo, en donde los músculos que permiten el movimiento de la muñeca y los dedos contactan con el hueso. Cuando este proceso doloroso se produce en la parte externa, se denomina codo de tenista (epicondilitis externa). Cuando tiene lugar en la parte interna de la articulación del codo, se denomina codo de golfista (epicondilitis interna). El codo de tenista es una enfermedad bastante frecuente en la población general, y en algunos estudios se ha observado una alta incidencia en algunos grupos profesionales con tareas manuales intensivas (Tabla 6.6); es más frecuente que la epicondilitis interna.
Se cree que la epicondilitis está causada por esfuerzos repetitivos e intensos de la muñeca y de los dedos; no obstante, estu- dios controlados han dado resultados contradictorios con respecto al papel de las tareas manuales intensivas en el desa- rrollo de la enfermedad. Los traumatismos también pueden tener su papel, y la proporción de casos ocurridos después de un traumatismo ha oscilado entre el 0 y el 26 % en diferentes estudios. La epicondilitis suele aparecer a partir de los 40 años de edad, y es rara antes de los 30 años. Se sabe poco acerca de otros factores de riesgo individuales. Una idea común acerca de su fisiopatología es la existencia de un desgarro en la inserción de los músculos. Los síntomas consisten en dolor, especialmente durante los ejercicios de la mano y la muñeca; la prensión de un objeto con el codo extendido puede ser sumamente dolorosa. Existen varios conceptos sobre la patogenia de la epicondilitis. La duración suele oscilar entre varias semanas y algunos meses, tras lo cual suele producirse una recuperación completa. Entre los trabajadores con tareas intensivas, la duración de la baja laboral por epicondilitis se ha situado alrededor de las dos semanas o ligeramente por encima.



domingo, 28 de febrero de 2010

Impacto de la política de instrumentos internacionales (I)

La denominada reforma del medio ambiente de trabajo que tuvo lugar en la mayor parte de los países industrializados en los decenios de 1970 y 1980 dio lugar a la aprobación de importantes instrumentos y directrices internacionales, que reflejaban las reacciones de las políticas de salud en el trabajo ante las nuevas necesidades de la vida laboral y la consecución de un consenso internacional sobre el desarrollo de la salud y la seguridad en el trabajo.
La OIT puso en práctica en 1976 el Programa Internacional para el Mejoramiento de las Condiciones y del Medio Ambiente de Trabajo (PIACT) (El Mejoramiento de las Condiciones y del Medio Ambiente de Trabajo: un Programa Internacional (PIACT), 1984; Septuagésima primera reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, 1985). El Convenio de la OIT sobre seguridad y salud de los trabajadores y medio ambiente de trabajo, 1981 (nº 155), con su Recomendación de acompañamiento (nº 164) y el Convenio de la OIT sobre los servicios de salud en el trabajo, 1985 (nº 161) y su Recomendación de apoyo (nº 171) ampliaron la influencia de la OIT en el desarrollo de la seguridad y la salud en el trabajo. El 31 de mayo de 1995 se habían registrado ya 40 ratificaciones de estos Convenios, pero sus efectos prácticos fueron muy superiores al número de ratificaciones, ya que muchos países pusieron en práctica los principios contenidos en estos instrumentos pese a no poder ratificarlos.
Simultáneamente, la Estrategia Global de la OMS Salud para Todos para el Año 2000 (Health for All by the Year 2000, HFA)(1981), introducida por primera vez en 1979, fue seguida en el decenio de 1980 por la introducción y puesta en práctica de estrategias regionales y nacionales de HFA, en las que la salud de los trabajadores constituía un elemento esencial. En 1987, la OMS introdujo un Programa de Acción para la Salud de los Trabajadores y en 1994 los Centros Colaboradores de la OMS para la Salud en el Trabajo desarrollaron la Estrategia Mundial para la Salud en el Trabajo para Todos (1995), avalada por el Consejo Ejecutivo de la OMS (EB97.R6) y unánimemente aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 1996 (AMS 49.12).

sábado, 27 de febrero de 2010

Disponibilidad de servicios de salud en el trabajo

Los servicios de salud en el trabajo están desigualmente distribuidos en el mundo (OMS 1995b). En la Región Europea, en torno a la mitad de la población activa carece aún de una cober- tura aceptable de servicios de salud en el trabajo, aunque la variación entre países es muy grande, oscilando entre el 5 % y el 90 %. Los países de Europa Central y Oriental, actualmente en transición, están encontrando dificultades para prestar estos servi- cios debido a la reorganización de sus actividades económicas y a la descomposición de las grandes industrias centralizadas en unidades más pequeñas.
En otros continentes se registran cifras de cobertura inferiores. Sólo unos pocos países (Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Israel) muestran cifras comparables a las de Europa Occidental. En las típicas regiones en vías de desarrollo, la cobertura de los servicios de salud por empleado oscila, en el mejor de los casos, entre el5%y el 10 %, encontrándose princi- palmente los servicios en las empresas manufactureras y quedando algunos sectores industriales, agrícolas, autónomos y de pequeñas empresas y el sector informal completamente faltos de cobertura. Incluso en los países con altas tasas de cobertura hay desfases, con prestaciones insuficientes para las pequeñas empresas, ciertos trabajadores móviles, la construcción, la agricultura y los trabajadores autónomos.
Hay, por tanto, una necesidad universal de aumentar la cobertura de trabajadores mediante servicios de salud en el trabajo. En varios países, los programas de intervención para aumentar la cobertura han demostrado que es posible mejorar sustancialmente la disponibilidad de estos servicios en un período relativamente corto y a un coste razonable. Estas inter- venciones han mostrado mejorar tanto el acceso de los trabajadores a los servicios como la eficacia en función del coste de los servicios prestados.

viernes, 26 de febrero de 2010

NORMAS, PRINCIPIOS Y ENFOQUES DE LOS SERVICIOS DE SALUD EN EL TRABAJO

Este artículo se basa en las normas, principios y enfoques conte- nidos en el Convenio de la OIT sobre los servicios de salud en el trabajo, 1985 (nº 161) y su Recomendación de acompañamiento (nº 171); el Convenio de la OIT sobre seguridad y salud de los trabajadores y medio ambiente de trabajo, 1981 (nº 155) y su Recomendación de acompañamiento (nº 164); y el Documento de trabajo de la Décimo segunda reunión del Comité Mixto OIT/OMS sobre Medicina del Trabajo, celebrada los días 5-7 de abril de 1995.
El Convenio de la OIT sobre los servicios de salud en el trabajo (nº 161) define los “servicios de salud en el trabajo” como servicios investidos de funciones esencialmente preventivas y encargados de asesorar al empleador, y a los trabajadores y sus representantes acerca de los requisitos necesarios para establecer
y conservar un medio ambiente de trabajo seguro y saludable que favorezca una salud física y mental óptima en relación con el trabajo y de la adaptación de éste a las capacidades de los trabajadores, habida cuenta de su estado de salud física y mental.
La prestación de servicios de salud en el trabajo implica realizar actividades en el lugar de trabajo con el fin de proteger y promover la seguridad, la salud y el bienestar de los trabajadores, así como mejorar las condiciones y el medio ambiente de trabajo. Estos servicios se prestan por profesionales de la salud en el trabajo que actúan individualmente o integrados en servicios especiales de la empresa o en servicios externos.
El campo de la salud en el trabajo es más amplio y no abarca sólo las actividades realizadas por el servicio de salud en el trabajo. Es una actividad interdisciplinaria e intersectorial en la que participan, además de los profesionales de la salud y la segu- ridad en el trabajo, otros especialistas tanto de la empresa como no pertenecientes a ella, así como las autoridades competentes, las empresas y los trabajadores y sus representantes. Este tipo de participación hace necesario un sistema bien desarrollado y coordinado en el lugar de trabajo. La infraestructura necesaria debería comprender todos los sistemas administrativos, organizativos y operativos necesarios para realizar con éxito las tareas de salud en el trabajo y garantizar su desarrollo sistemático y su mejora continua.
La infraestructura más elaborada para las actividades de salud en el trabajo se describe en el Convenio de la OIT sobre seguridad y salud de los trabajadores y medio ambiente de trabajo,1981 (nº 155) y en el Convenio sobre los servicios de salud en el trabajo, 1985 (nº 161).
El establecimiento de servicios de salud en el trabajo según los modelos recomendados por el Convenio nº 161 y su Recomendación de acompañamiento nº 171 es una de las opciones. En todo caso, aunque es evidente que los servicios de salud en el trabajo más avanzados son los acordes a los instrumentos de la OIT, pueden emplearse también otros tipos de infraestructuras. La medicina del trabajo, la higiene del trabajo y la seguridad en el trabajo pueden practicarse separada o conjuntamente en el ámbito de un mismo servicio de salud en el trabajo.
El servicio de salud en el trabajo puede ser una entidad integrada única o una combinación de varios servicios de salud y seguridad unidos por una preocupación común por la salud y el bienestar de los trabajadores.

jueves, 25 de febrero de 2010

Estructura de un programa global

En muchas organizaciones, sobre todo en las más pequeñas, el programa de promoción de la salud y de prevención de enfermedades se limita a una o varias actividades en gran parte específicas, relacionadas, en su caso, informalmente entre sí, de escasa o nula continuidad y a menudo impulsadas por un episodio concreto y abandonadas cuando el recuerdo de éste se desvanece. Un programa auténticamente global debe contar con una estructura formal que comprenda varios elementos integrados, como los siguientes:

• clara exposición de objetivos aprobados por la dirección y aceptables para los trabajadores;
• apoyo explícito por parte de la dirección y, en su caso, de las organizaciones de trabajadores, a la continua asignación de recursos adecuada para lograr los objetivos previstos;
• adecuada ubicación en la organización, coordinación eficaz con otras actividades referentes a la salud y comunicación de los planes incluidos en el programa a los mandos intermedios y
a los trabajadores de las distintas divisiones y departamentos. Algunas organizaciones han considerado oportuno crear un comité paritario compuesto por representantes de todas las escalas y segmentos de la plantilla por razones “políticas”, así como para contribuir al diseño del programa;
• designación de un “director de programa” dotado de las cuali- ficaciones administrativas requeridas, que cuente con forma- ción y experiencia en materia de promoción de la salud o que pueda acceder a consultores que impartan los conocimientos prácticos necesarios;
• adopción de un mecanismo de retroinformación generada por los participantes y, si es posible, también por los que no parti- cipan, para confirmar la validez del diseño del programa y comprobar la popularidad y utilidad de determinadas actividades del mismo;
• adopción de procedimientos para mantener la confidencialidad de la información personal;
• utilización de un registro sistemático que permita el seguimiento de las actividades, de la participación y de los resultados como base para su control y potencial evaluación;
• recopilación y análisis de los datos pertinentes disponibles con vistas a la evaluación científica del programa o, cuando ésta no sea factible, presentación de un informe periódico a la dirección que justifique la continuación de la asignación de recursos y sirva como base para la adopción de posibles modificaciones del programa.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Requisitos básicos de un programa de primeros auxilios

Los primeros auxilios deben considerarse parte de una buena gestión y de la seguridad en el trabajo. La experiencia de los países en los que los primeros auxilios están plenamente establecidos indica que el modo más adecuado de garantizar su eficacia es que la legislación los considere obligatorios. En los países que han adoptado este criterio, los requisitos principales se establecen en una legislación específica o, en la mayoría de los casos, en códigos laborales nacionales o disposiciones normativas similares. En estos casos, la normativa complementaria contiene disposiciones más detalladas. En la mayoría de los casos, la responsabilidad global de la empresa respecto de la prestación y la organización de los primeros auxilios está contenida en la legis- lación básica. Los elementos básicos de un programa de primeros auxilios son los siguientes:

martes, 23 de febrero de 2010

Disponibilidad de otros servicios de salud

El nivel de formación y el grado de organización de los primeros auxilios están determinados, básicamente, por la proximidad de la empresa a servicios sanitarios de fácil acceso y por su integra- ción con ellos. Una relación estrecha, con un flujo adecuado de información, que permita evitar los retrasos en el transporte y en la solicitud de ayuda, puede ser más decisiva para obtener buenos resultados que las habilidades en la aplicación de procedimientos médicos. Todo programa de primeros auxilios en el lugar de trabajo debe adaptarse al servicio médico que proporciona la asistencia definitiva a los trabajadores lesionados y convertirse en una extensión del mismo.

lunes, 22 de febrero de 2010

Otras características de la empresa

La configuración de la empresa (es decir, el lugar o lugares en los que los trabajadores realizan su actividad) es importante para la planificación y organización de los primeros auxilios. La empresa puede estar ubicada en un solo lugar o distribuida en varios lugares dentro de una ciudad o región, o incluso por todo el país. Los trabajadores pueden estar asignados a zonas distantes de la central de la empresa, como ocurre en la agricultura, en la explotación forestal, en la construcción y en otras actividades. Este hecho influye en la provisión de equipo y material, en el número y la distribución del personal de primeros auxilios y en los medios dispuestos para el salvamento de los trabajadores lesionados y su transporte a centros médicos más especializados.
Algunas empresas tienen carácter temporal o estacional. Esto significa que algunos lugares de trabajo existen sólo de forma temporal o que en el mismo lugar de trabajo algunas funciones se realizan sólo durante períodos determinados de tiempo y, por consiguiente, pueden conllevar riesgos diferentes. Los primeros auxilios deben estar disponibles siempre que sea necesario, inde- pendientemente de que la situación cambie, y han de planificarse de acuerdo con estas circunstancias.
En algunas situaciones, los trabajadores de más de una empresa trabajan juntos en proyectos conjuntos o de forma coyuntural, como ocurre en la construcción. En estos casos, las empresas pueden establecer acuerdos para aunar su prestación de primeros auxilios. Es necesario asignar claramente las respon- sabilidades y que los trabajadores de cada empresa conozcan adecuadamente cómo está dispuesta la prestación de primeros auxilios. Las empresas deben procurar que la organización de los primeros auxilios para esta situación concreta sea lo más sencilla posible.

domingo, 21 de febrero de 2010

MULTISENSIBILIDAD QUIMICA

Introducción

Desde el decenio de 1980 se conoce un nuevo síndrome clínico en medicina medioambiental y del trabajo, caracterizado por la aparición de diferentes síntomas tras la exposición a niveles redu- cidos de sustancias químicas artificiales, aunque todavía no existe una definición ampliamente aceptada. Este trastorno puede afectar a individuos que han sufrido un solo episodio o episodios repetidos de un accidente químico, como una intoxicación con un disolvente o un pesticida. Posteriormente, muchos tipos de contaminantes medioambientales presentes en el aire, los alimentos o el agua pueden provocar una gran variedad de síntomas a dosis inferiores a las que causan reacciones tóxicas en otras personas.
Aunque puede que no exista una alteración cuantificable en órganos específicos, las molestias dan lugar a disfunción y disca- pacidad. Si bien probablemente estas reacciones idiosincráticas
a sustancias químicas no sean un fenómeno nuevo, se cree que los pacientes con sensibilidades químicas múltiples (SQM), como se suele denominar a este síndrome, acuden a la consulta de los médicos con mucha mayor frecuencia que antes. Este síndrome está lo bastante extendido para generar una considerable controversia pública acerca de quiénes deben encargarse del trata- miento de los pacientes que sufren este trastorno y quién debe costear dicho tratamiento, pero todavía hay que investigar numerosos aspectos científicos del problema, como su etiología, patogenia, tratamiento y prevención. A pesar de todo, es evidente que la SQM existe y que causa una importante morbi- lidad entre los trabajadores y la población general. El presente artículo pretende exponer lo que se sabe en estos momentos sobre este trastorno, con la esperanza de mejorar su conoci- miento y tratamiento a pesar de la incertidumbre que le rodea.

sábado, 20 de febrero de 2010

Conclusiones de el SINDROME DEL EDIFICIO ENFERMO

El SEE es un fenómeno que puede afectar a un individuo, pero que se suele observar en grupos, se asocia a deficiencias técnicas y puede deberse a diferentes contaminantes y tipos de contaminantes. Al igual que ocurre en cualquier enfermedad, existe un componente psicológico personal que actúa como modulador del efecto y que puede dar lugar a la aparición de síntomas de inten- sidad variable con un mismo nivel de exposición.

viernes, 19 de febrero de 2010

Teorías etiológicas primarias: Evaluación del paciente

La exploración debe ir orientada a identificar o descartar algún componente importante de enfermedad relacionada con el edificio (ERE). Hay que identificar los posibles trastornos alérgicos y tomar las medidas terapéuticas más adecuadas. Sin embargo, debe tenerse presente que existen mecanismos no alérgicos que pueden contribuir a una importante carga sintomática residual. A veces se puede tranquilizar al paciente asegurándole que no presenta ninguna alteración clara con la ayuda de pruebas como la medición del flujo máximo con un aparato portátil o las pruebas de la función pulmonar antes y después del esfuerzo. Una vez descartados esos trastornos identificables o patológicamente verificables, es imperativo examinar el edificio, y para ello hay que recurrir a expertos en higiene o ingeniería industrial. De la documentación, el tratamiento y las soluciones para los problemas identificados hablaremos en la sección sobre control del medio ambiente interior de un edificio.

jueves, 18 de febrero de 2010

Factores no profesionales en las enfermedades profesionales de la piel: Tipo de piel y pigmentación

Las personas pelirrojas y las rubias de ojos azules, sobre todo las de origen celta, toleran menos la luz solar que las personas con tipos de piel más oscuros. Este tipo de piel también tolera peor la exposición a productos químicos y a plantas fotorreactivas y se sospecha que es más sensible a la acción de los agentes químicos irritantes primarios, incluidos los disolventes. En general, la piel negra tolera más la luz solar y los agentes químicos fotorreactivos y es menos propensa a la inducción de cáncer de piel. Sin embargo, la piel más oscura tiende a responder a los traumatismos mecánicos, físicos o químicos mostrando una pigmentación postinflamatoria y también es más propensa a formar queloides después de los traumatismos.
Las personas con ciertos tipos de piel, como las muy velludas, grasas y morenas, son más propensas a sufrir acné y foliculitis. Los trabajadores con piel seca y los que padecen ictiosis pueden presentar problemas si deben desarrollar su actividad laboral en ambientes con baja humedad o con agentes químicos que deshidratan la piel. La necesidad de llevar ropa protectora especial puede causar grandes molestias a los trabajadores que sudan de forma profusa. De la misma forma, los individuos con sobrepeso suelen presentar sarpullidos durante los meses cálidos en ambientes laborales con calor excesivo o en los climas tropicales. Aunque el sudor contribuye a enfriar la piel, también puede hidrolizar algunos compuestos químicos que actuarán como irri- tantes cutáneos.

miércoles, 17 de febrero de 2010

en las enfermedades profesionales de la piel: Hiperhidrosis y Situaciones varias

Hiperhidrosis. La sudoración excesiva de las palmas de las manos y las plantas de los pies puede ablandar (macerar) la piel, sobre todo si es necesario utilizar guantes o calzados impermeables. Esto aumentará la vulnerabilidad de una persona a los efectos de otras exposiciones.

Situaciones varias. Los trabajadores con erupciones polimórficas ligeras, lupus discoide crónico eritematoso, porfiria o vitíligo tienen mayor riesgo, sobre todo si se exponen simultáneamente a la radiación ultravioleta de la luz natural o artificial.

martes, 16 de febrero de 2010

Factores no profesionales en las enfermedades profesionales de la piel: Dermatomicosis.

Dermatomicosis. Las infecciones fúngicas pueden empeorar por la actividad profesional. Si están afectadas las uñas, puede ser difícil valorar el papel de los agentes químicos o de los traumatismos en el trastorno. La tiña crónica del pie sufrirá empeoramientos periódicos, sobre todo si deben utilizarse calzados especiales cerrados.

lunes, 15 de febrero de 2010

Disfunción del sistema del equilibrio: Causas periféricas no vestibulares de vértigo

Numerosos clínicos consideran que los trastornos del cuello que alteran la información somatosensorial relacionada con el movimiento de la cabeza o interfieren con el aporte de sangre al sistema vestibular pueden provocar vértigo. Entre las causas más frecuentes se encuentran los traumatismos cervicales por “latigazo” y la artritis. En ocasiones, la inestabilidad se relaciona con una pérdida de sensibilidad en los pies y las piernas que puede estar causada por diabetes, consumo excesivo de alcohol, deficiencias vitamínicas, lesiones de la médula espinal y otros trastornos diversos. A veces, el origen de la sensación de vértigo o de movimiento ilusorio del medio ambiente se relaciona con algún trastorno de la información visual. La alteración de la visión puede ser provocada por debilidad de los músculos oculares o producirse durante el período de adaptación a lentes potentesoa gafas bifocales.

domingo, 14 de febrero de 2010

Disfunción del sistema del equilibrio: Causas vestibulares de vértigo

Las causas más comunes de disfunción vestibular son la infección (laberintitis o neuronitis vestibular) y el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB), que se desencadena sobre todo al yacer sobre un lado. Los ataques recidivantes de vértigo grave que se acompañan de pérdida auditiva y ruidos (tinnitus) en un oído son típicos de un síndrome conocido como enfermedad de Menière. Los trastornos del oído medio (como las infecciones bacterianas, los traumatismos y el colesteatoma), los fármacos ototóxicos (que sólo deben utilizarse en situaciones de urgencia médica) y los traumatismos craneales también pueden provocar lesiones vestibulares.

sábado, 13 de febrero de 2010

Disfunción del sistema del equilibrio

En circunstancias normales, los estímulos aferentes de los sistemas vestibular, visual y somatosensorial son congruentes, pero si se produce un desajuste aparente entre las diferentes aferencias sensoriales al sistema del equilibrio, el resultado es una sensación subjetiva de vértigo, desorientación o una sensación ilusoria de movimiento. Si el vértigo es prolongado o grave se acompaña de síntomas secundarios como náuseas, sudor frío, palidez, fatiga e incluso vómitos. La interrupción del control reflejo de los movimientos oculares y de la postura puede provocar una imagen visual borrosa o vacilante, la tendencia a desviarse hacia un lado al caminar o a tambalearse y caer. El término médico para la desorientación provocada por la disfunción del sistema del equilibrio es “vértigo”, y puede tener su origen en cualquier trastorno de los sistemas sensoriales que intervienen en el equilibrio o bien en una integración central defectuosa. Sólo el 1 ó 2 % de la población consulta al médico cada año por la aparición de un vértigo, pero la incidencia de la sensación de mareo y desequilibrio aumenta de forma notable con la edad. La “cinetosis” es una forma de desorientación inducida por condiciones ambientales artificiales para las que nuestro sistema del equilibrio no está preparado por la evolución, como el transporte pasivo en coche o barco (Crampton 1990).

viernes, 12 de febrero de 2010

Identificación y diagnóstico Paso 1: Historia médica y ocupacional completas y exploración física dirigida. (II)

La historia clínica parece ser más adecuada para excluir que para confirmar el diagnóstico de AO, y una historia abierta realizada por un médico es mejor que un cuestionario cerrado. En un estudio se compararon los resultados de una historia clínica abierta realizada por especialistas en AO con un “patrón oro” de prueba de provocación bronquial específica en 162 pacientes remitidos para evaluación de una posible AO. Los investigadores comunicaron que la sensibilidad de una historia clínica indicativa de AO era del 87 %, la especificidad del 55 %, el valor predictivo positivo del 63%y el valor predictivo negativo del 83 %. En este grupo de pacientes remitidos, la prevalencia de asma y de AO fue del 80%y el 46% respectivamente (Malo y cols. 1991). En otros grupos de pacientes remitidos, los valores predictivos positivos de un cuestionario cerrado oscilaron entre el 8 y el 52 % para diferentes exposiciones en el lugar de trabajo. (Bernstein y cols.
1993). La aplicabilidad de estos resultados a otros entornos debe ser valorada por el médico.
La exploración física en ocasiones resulta de utilidad, y deben anotarse los hallazgos relacionados con el asma (p. ej., sibilan- cias, pólipos nasales, dermatitis eccematosa), irritación o alergia respiratoria (p. ej., rinitis, conjuntivitis) u otras posibles causas de síntomas.

jueves, 11 de febrero de 2010

Identificación y diagnóstico Paso 1: Historia médica y ocupacional completas y exploración física dirigida. (I)

La sospecha inicial de una posible AO en situaciones clínica y de lugar de trabajo apropiadas es un elemento clave, dada la impor- tancia de un diagnóstico y una intervención precoces para mejorar el pronóstico. El diagnóstico de AO o de AAT debe considerarse en todos los pacientes asmáticos que desarrollaron los síntomas siendo trabajadores adultos.(especialmente de aparición reciente) o en quienes la gravedad del asma ha aumentado de forma sustancial. También debe considerarse el AO en cualquier otro sujeto que presente síntomas de tipo asmático y que desempeñe un trabajo en el que se encuentre expuesto a agentes causantes de asma, o en aquellos que sospechen que sus síntomas están relacionados con el trabajo.
Se debe pedir a los pacientes con posible AO que proporcionen una historia profesional/medioambiental completa, con una cuidadosa documentación de la naturaleza y la fecha del inicio de los síntomas y del diagnóstico de asma, así como de posibles exposiciones causales en ese momento. Debe evaluarse la compatibilidad de la historia médica con la presentación clínica del AO descrita anteriormente, en particular el patrón temporal de los síntomas en relación con el horario de trabajo y con cambios en las exposiciones profesionales. Debe tomarse nota de las pautas de utilización de las medicaciones para el asma y de sus modificaciones, así como del período de tiempo mínimo fuera del trabajo necesario para obtener una mejoría de los síntomas. Son datos de interés a tener en cuenta las enfermedades respiratorias previas, las alergias/atopia, el hábito de fumar y otras exposiciones a agentes tóxicos, así como una historia familiar de alergia.
La exposición ocupacional y otras exposiciones ambientales a posibles agentes o procesos causantes de asma debe estudiarse a conciencia, con una documentación objetiva de las exposiciones si es posible. Las exposiciones sospechadas deben compararse con una lista exhaustiva de agentes documentados como causantes de AO (Harber, Schenker y Balmes 1996; ChanYeung y Malo 1994; Bernstein y cols. 1993; Rom 1992b), aunque la incapacidad para identificar agentes específicos no es infrecuente y la inducción de asma por agentes no descritos previamente también es posible. Algunos ejemplos ilustrativos se muestran en la Tabla 10.8. La historia profesional debe incluir detalles de empleos actuales y pasados de interés, con fechas, cargos desempeñados, tareas y exposiciones, sobre todo en relación con el trabajo actual y con el que desempeñaba el paciente en el momento de iniciarse los síntomas. Otros datos de la historia ambiental deben comprender una revisión de las exposiciones en el hogar o la comunidad que podrían causar asma. Resulta de utilidad comenzar la historia de la exposición de forma abierta, preguntando acerca de categorías amplias de agentes transportados por el aire: polvos (especialmente polvos orgánicos de origen animal, vegetal o microbiano), sustancias químicas, productos farmacéuticos y gases o vapores irritantes o visibles. Puede que el paciente identifique agentes específicos, procesos laborales o categorías genéricas de agentes que hayan desencadenado los síntomas. El pedir al paciente que describa paso a paso las actividades y exposiciones relacionadas con la jornada laboral sintomática más reciente puede proporcionar pistas útiles. Los materiales utilizados por compañeros de trabajo, o los liberados en altas concentraciones a partir de un vertido o de otra fuente pueden ser importantes. A menudo se puede obtener información adicional sobre el nombre del producto, los ingredientes y el nombre del fabricante, su dirección y número de teléfono. Es posible identificar agentes específicos llamando al fabricante o a través de diversas otras fuentes, como libros de texto, bases de datos en CD ROM o en centros de control de intoxicaciones. Dado que el AO es causada con frecuencia por niveles bajos de alergenos transportados por el aire, las inspecciones de higiene industrial en el lugar de trabajo que evalúan de forma cualitativa las exposiciones y las medidas de control a menudo son de mayor utilidad que la medición cuantitativa de los contaminantes atmosféricos.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Identificación y diagnóstico (II)

La evaluación clínica meticulosa del AO puede llevar un tiempo considerable y ser cara y complicada. Puede requerir la realización de ensayos diagnósticos de retirada y reincorporación al trabajo, y a menudo es necesario que el paciente recoja de forma fiable en una gráfica medidas seriadas del máximo flujo espiratorio (PEF). Algunos componentes de la evaluación clínica (p. ej., pruebas específicas de provocación bronquial o pruebas cuantitativas para la HRB) pueden no ser fácilmente accesibles para muchos médicos. Otros componentes pueden sencillamente ser inalcanzables (p. ej., el paciente ya no trabaja, no se dispone de recursos diagnósticos, las mediciones seriadas del PEF son insuficientes). Es probable que la exactitud diagnóstica aumente si la evaluación clínica es más completa. En cada paciente, las decisiones relativas al alcance de la evaluación médica deberán sopesar los costes de dicha evaluación frente a las consecuencias clínicas, sociales, económicas y de salud pública de realizar un diagnóstico incorrecto o descartar un AO. Teniendo en cuenta estas dificultades, la Tabla 10.7 presenta un método escalonado para el diagnóstico del AO. Su finalidad es actuar como una guía general que facilite una evaluación diagnóstica exacta, práctica y eficiente, admitiendo que ciertos procedimientos diagnósticos sugeridos en ella pueden no estar disponibles en determinados entornos. El diagnóstico de AO conlleva establecer tanto el diagnóstico de asma como la relación de la misma con exposiciones en el lugar de trabajo. Después de cada paso, y para cada paciente, el médico debe determinar si el nivel de certeza diagnóstica alcanzado es suficiente para apoyar las decisiones necesarias, o si la evaluación debe continuar hasta el siguiente paso. Si se dispone de las instalaciones y los recursos necesarios, el tiempo y el coste de continuar la evaluación se suelen ver justificados por la impor- tancia de llevar a cabo una determinación exacta de la relación del asma con el trabajo. Se resumirán los aspectos clave de los procedimientos diagnósticos del AO; se encontrarán detalles en varias de las referencias (Chan-Yeung 1995; Bernstein y cols. 1993). Puede considerarse la consulta con un médico expe- rimentado en AO, dado que el proceso diagnóstico puede ser complicado.
El SDRVA, cuando está causado por una exposición ocupacional, suele considerarse como una subclase de AO. Se diagnos- tica clínicamente, utilizando los criterios de la Tabla 10.6. En los pacientes que han experimentado una lesión respiratoria sustan- cial por inhalaciones de irritantes de alto nivel se debe realizar una evaluación con el fin de detectar la persistencia de síntomas
y la presencia de obstrucción al flujo aéreo poco después del acontecimiento. Si la historia clínica es compatible con un SDRVA, la evaluación posterior debe incluir pruebas cuantitativas de HRB, si no están contraindicadas.
El AAT puede ser frecuente, y causar una importante carga evitable de discapacidad, pero lo publicado en relación con el diagnóstico, tratamiento y pronóstico es escaso. Como se resume en la Tabla 10.6, el AAT se reconoce cuando los síntomas de asma son previos a la exposición causal sospechosa, pero se agravan claramente por el ambiente de trabajo. El empeoramiento en el trabajo puede documentarse, ya sea mediante datos fisiológicos o mediante la evaluación de los registros médicos y la utilización de la medicación. La decisión de diagnosticar de AO
o de AAT la enfermedad de un paciente con una historia de asma en remisión que presenta una recidiva de síntomas asmáticos y que por lo demás cumple los criterios de AO es un juicio clínico. Se ha propuesto un año como un período lo suficientemente largo como para que la aparición de síntomas represente probablemente un proceso nuevo provocado por exposición en el lugar de trabajo, aunque todavía no existe consenso al respecto.