La repetición frecuente de movimientos en el trabajo y las demandas elevadas de fuerza en la mano son poderosos factores de riesgo, sobre todo cuando se dan conjuntamente (Silverstein, Fine y Armstrong 1986). Sin embargo, todavía no existen valores aceptados generalmente con relación a la repetitividad y el uso de fuerza aceptables (Hagberg y cols. 1995). La falta de costumbre de realizar un trabajo manual intensivo, ya sea como trabajador nuevo o después de una ausencia del trabajo, aumenta el riesgo. Las posturas desviadas o dobladas de la muñeca en el trabajo y la baja temperatura ambiental también se han considerado factores de riesgo, aunque las pruebas epidemiológicas que lo apoyan son débiles. La tenosinovitis y la peritendinitis se producen a todas las edades. Existen algunas pruebas de que las mujeres podrían ser más susceptibles que los varones (Silverstein, Fine y Armstrong 1986). No obstante, esto ha sido difícil de investigar, ya que en muchas industrias los trabajos que realizan hombres y mujeres son muy diferentes. La tenosinovitis puede ser debida a infección bacteriana, y algunas enfermedades sistémicas, como la artritis reumatoide y la gota, a menudo se asocian a tenosinovitis. Se sabe poco acerca de otros factores de riesgo individuales.
En la tenosinovitis, la zona de la vaina tendinosa es dolorosa, sobre todo en sus extremos. Los movimientos del tendón están restringidos o bloqueados, y la prensión es débil. Los síntomas a menudo empeoran por la mañana, con mejoría de la capacidad funcional después de realizada cierta actividad. La zona de la vaina tendinosa presenta hiperestesia a la palpación, y también se pueden encontrar nódulos hiperestésicos. El acto de doblar la muñeca aumenta el dolor. La zona de la vaina tendinosa puede estar asimismo hinchada, y el acto de doblar la muñeca hacia atrás o adelante produce crepitación o crujidos. En la peritendi- nitis a menudo es posible observar una tumefacción fusiforme en la cara posterior del antebrazo.
La tenosinovitis de los tendones flexores de la cara palmar de la muñeca puede producir el atrapamiento del nervio mediano en su trayecto a través de la muñeca, dando lugar al síndrome del túnel del carpo.
La fisiopatología en la fase aguda de la enfermedad se carac- teriza por la acumulación de líquido y de una sustancia llamada fibrina en la vaina del tendón en la tenosinovitis, y en el para- tendon y entre las células musculares en la peritendinitis. Poste- riormente se observa crecimiento celular (Moore 1992).
Es preciso resaltar que la tenosinovitis o la peritendinitis clíni- camente identificables como profesionales sólo suponen una proporción pequeña de los casos de dolor de muñeca y de ante- brazo en las poblaciones de trabajadores. La mayoría de ellos buscan atención médica cuando el único hallazgo clínico es la hipersensibilidad a la palpación. No se sabe muy bien si la fisiopatología en tales procesos es similar a la de la tenosinovitis o la peritendinitis.
Para prevenir la tenosinovitis y la peritendinitis es preciso evitar los movimientos muy repetitivos y de fuerza en el trabajo. Además de prestar atención a los métodos de trabajo, los factores de organización del trabajo (la cantidad y el ritmo, las pausas y las rotaciones) también determinan la carga local impuesta a la extremidad superior, por lo que debe considerarse asimismo la posibilidad de introducir variabilidad en el trabajo mediante la modificación de estos factores. Los trabajadores nuevos y los que vuelven al trabajo después de una baja o que cambian de tarea se deben acostumbrar gradualmente al trabajo repetitivo.
En los trabajadores industriales con tareas manuales grandes, la duración típica de la baja laboral por tenosinovitis o periten- dinitis ha sido de unos diez días. El pronóstico de ambos procesos suele ser bueno, y la mayoría de los trabajadores pueden reanudar sus tareas laborales previas.
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