Muy diversas sustancias químicas del medio ambiente provocan una enfermedad generalizada sistémica debida a sus efectos sobre diversos lugares diana. Los pulmones no sólo son el objetivo de numerosos  agentes  nocivos,  sino  que  también  son  el  punto  de entrada de sustancias tóxicas que penetran en el torrente circulatorio a su través sin lesionarlos en absoluto. Sin embargo, cuando se distribuyen por la circulación sanguínea a diversos órganos, pueden lesionarlos o provocar una intoxicación general con efectos sistémicos.  Este  papel  específico  de  los  pulmones  en  patología  del trabajo  no  constituye  el  objetivo  de  este  capítulo.  No  obstante, debemos mencionar el efecto de las partículas finamente dispersas (vapores) de diversos óxidos de metal que a menudo se asocian a un síndrome sistémico agudo conocido como fiebre de los vapores de metal.
Todo sobre la Seguridad industrial segun la OIT, salud mental, sistema reproductor, sistema muscoesqueletico, aparato digestivo, cancer
sábado, 31 de enero de 2009
viernes, 30 de enero de 2009
Estudios epidemiológicos sobre las condiciones de trabajo y su relación con el parto pretérmino
Entre  los  muchos  resultados  desfavorables  del  embarazo  que pueden producirse, en este artículo se examinan los referentes al parto antes del término, definido como el que se produce antes de la semana 37 de gestación y que implica bajo peso y complicaciones  significativas  para  el  recién  nacido.  El  parto  antes  del término sigue siendo un importante problema de salud pública y constituye una preocupación de muchos tocólogos.
Cuando comenzamos a investigar este asunto a mediados del decenio de 1980, la legislación francesa en vigor tenía un fuerte carácter protector de la salud de la mujer embarazada y obligaba a ésta a tomar el permiso de maternidad seis semanas antes de la fecha prevista del parto. Desde entonces, aunque la tasa de partos antes del término se ha reducido del 10 % al 7 %, parece haberse estabilizado en esa cifra. Dado que la prevención médica ha alcanzado, aparentemente, el límite de su eficacia, tratamos de determinar los factores de riesgo que admiten una posible intervención social. Nuestras hipótesis son las siguientes:
• ¿Es el trabajo en sí mismo un factor de riesgo de parto pretérmino?
• ¿Existen trabajos que se asocian con un aumento del riesgo de parto pretérmino?
• ¿Constituyen ciertas condiciones de trabajo un peligro para la mujer embarazada y el feto?
• ¿Existen medidas preventivas sociales que puedan ayudar a disminuir el riesgo de parto pretérmino?
En nuestro primer estudio, realizado en los años 1977 y 1978 en dos maternidades, examinamos a 3.400 mujeres, de las cuales 1.900 habían trabajado durante el embarazo y 1.500 habían permanecido en el hogar (Mamelle, Laumon y Lazar 1984). A todas se les entrevistó inmediatamente después del parto y se les pidió que describieran su forma de vida, durante el embarazo, en el hogar y en el trabajo, con la mayor precisión posible.
Cuando comenzamos a investigar este asunto a mediados del decenio de 1980, la legislación francesa en vigor tenía un fuerte carácter protector de la salud de la mujer embarazada y obligaba a ésta a tomar el permiso de maternidad seis semanas antes de la fecha prevista del parto. Desde entonces, aunque la tasa de partos antes del término se ha reducido del 10 % al 7 %, parece haberse estabilizado en esa cifra. Dado que la prevención médica ha alcanzado, aparentemente, el límite de su eficacia, tratamos de determinar los factores de riesgo que admiten una posible intervención social. Nuestras hipótesis son las siguientes:
• ¿Es el trabajo en sí mismo un factor de riesgo de parto pretérmino?
• ¿Existen trabajos que se asocian con un aumento del riesgo de parto pretérmino?
• ¿Constituyen ciertas condiciones de trabajo un peligro para la mujer embarazada y el feto?
• ¿Existen medidas preventivas sociales que puedan ayudar a disminuir el riesgo de parto pretérmino?
En nuestro primer estudio, realizado en los años 1977 y 1978 en dos maternidades, examinamos a 3.400 mujeres, de las cuales 1.900 habían trabajado durante el embarazo y 1.500 habían permanecido en el hogar (Mamelle, Laumon y Lazar 1984). A todas se les entrevistó inmediatamente después del parto y se les pidió que describieran su forma de vida, durante el embarazo, en el hogar y en el trabajo, con la mayor precisión posible.
jueves, 29 de enero de 2009
Consecuencias fisiológicas del embarazo
Será útil exponer, ante todo, algunas de las consecuencias fisiológicas del embarazo que pueden interferir con el trabajo.
La mujer embarazada experimenta cambios profundos, que permiten su adaptación a las necesidades del feto y que consisten, principalmente, en la modificación de las funciones fisiológicas sensibles a los cambios de la postura o de la actividad física (sistema circulatorio, sistema respiratorio y equilibrio hídrico). Como resultado, si se mantiene físicamente activa, la mujer experimenta reacciones fisiológicas y fisiopatológicas singulares.
Entre éstas cabe mencionar las siguientes (Mamelle y cols. 1982):
Debido a estos profundos cambios, las exposiciones profesionales pueden tener consecuencias singulares en la mujer embarazada y dar lugar a resultados desfavorables del embarazo.
La mujer embarazada experimenta cambios profundos, que permiten su adaptación a las necesidades del feto y que consisten, principalmente, en la modificación de las funciones fisiológicas sensibles a los cambios de la postura o de la actividad física (sistema circulatorio, sistema respiratorio y equilibrio hídrico). Como resultado, si se mantiene físicamente activa, la mujer experimenta reacciones fisiológicas y fisiopatológicas singulares.
Entre éstas cabe mencionar las siguientes (Mamelle y cols. 1982):
1. Un aumento de la demanda periférica de oxígeno, que da lugar a una modificación de los sistemas respiratorio y circu- latorio. El volumen respiratorio comienza a aumentar en el tercer mes y alcanzar al final incrementos de hasta un 40 % de los valores previos. El aumento del intercambio de gas resultante puede incrementar el peligro de inhalación de sustancias volátiles tóxicas, mientras que la hiperventilación puede dar lugar a disnea de esfuerzo.
2. También el gasto cardíaco aumenta, como consecuencia del incremento del volumen de sangre, reduciéndose así la capa- cidad del corazón para adaptarse al ejercicio y aumentando la presión venosa en las extremidades inferiores, hasta tal punto que resulta difícil mantenerse de pie durante períodos prolongados.
3. Las modificaciones anatómicas, incluidas la exageración de la lordosis dorso-lumbar, el aumento del polígono de soporte y el incremento del volumen abdominal, afectan a las activi- dades estáticas.
4. Hay asimismo otras modificaciones: las náuseas y los vómitos dan lugar a fatiga; la somnolencia durante el día ocasiona falta de atención, cambios del estado de ánimo y sentimientos de ansiedad que pueden originar conflictos interpersonales.
5. Finalmente, es interesante resaltar que las necesidades de energía diaria durante el embarazo son equivalentes a los de dos a cuatro horas de trabajo.
Debido a estos profundos cambios, las exposiciones profesionales pueden tener consecuencias singulares en la mujer embarazada y dar lugar a resultados desfavorables del embarazo.
miércoles, 28 de enero de 2009
EL PARTO PRETERMINO O PREMATURO Y EL TRABAJO
Conciliar  el  trabajo  y  la  maternidad  constituye  un  importante aspecto de la sanidad pública en los países industrializados, en los que más del 50 % de las mujeres en edad fértil trabajan fuera del hogar.  Las  propias  mujeres  trabajadoras,  los  sindicatos,  los empresarios,  los  políticos  y  los  médicos  buscan  métodos  para prevenir los resultados desfavorables del embarazo inducidos por el trabajo. Las mujeres desean continuar trabajando durante el embarazo  y  es  posible  incluso  que  consideren  que  los  consejos que les da el médico sobre las modificaciones de su forma de vida son sobreprotectores e innecesariamente restrictivos.
martes, 27 de enero de 2009
Cáncer de vejiga: Exploración selectiva y diagnóstico del cáncer de vejiga (II)
El cáncer de vejiga tiene unos síntomas parecidos a los de una infección urinaria y puede producir disuria, frecuencia urinaria y aparición de células sanguíneas y purulentas en la orina. Dado que los síntomas de una infección urinaria pueden ser el anuncio de un tumor vesical, especialmente si se acompañan de hema- turia macroscópica en pacientes mayores, es necesario confirmar la  presencia  de  bacterias  y  mantenerse  alerta.  Si  un  paciente tratado  de  una  infección  urinaria  no  mejora  inmediatamente, hay que remitirlo al urólogo para un estudio más completo.
La valoración diagnóstica del cáncer vesical exige en primer lugar una pielografía intravenosa (PIV) para descartar una posible anomalía de vías altas (pelvis renal o uréteres). Para confirmar el diagnóstico hay que examinar la vejiga con un cistoscopio y obtener varias muestras de biopsia con un instru- mento con luz introducido por la uretra para determinar si el tumor es invasivo o no invasivo (es decir, papilar o CIS). Las biopsias aleatorias de la vejiga y la uretra prostática ayudan a definir la cancerización por campos y los cambios de efecto por campos. Los pacientes con trastornos no invasivos requieren un control muy estrecho, ya que están expuestos a posteriores recidivas, aunque no es frecuente que se produzca una progresión en el estadio y el grado de sus lesiones. Los pacientes que presentan un cáncer vesical de grado avanzado o que ha invadido la lámina propia corren el mismo riesgo de recidivas, pero las probabilidades de una progresión en el estadio tumoral son mucho mayores. Debido a ello, se les suele someter a una resección transuretral y a la instilación intravesical de agentes inmuno o quimioterapéuticos. Los pacientes con tumores que han inva- dido la muscular propia o estructuras más profundas suelen presentar ya metástasis, y raras veces pueden recibir tratamiento conservador. Sin embargo, aunque se les practique una cistec- tomía total (el tratamiento estándar para el cáncer de vejiga que ha invadido el músculo vesical), un 20-60 % acaban sucum- biendo a su enfermedad, debido casi siempre a las metástasis. Cuando ya existen metástasis regionales o distantes en el momento del diagnóstico, los índices de supervivencia a los
5 años descienden al 35 y al 9 %, respectivamente, a pesar de utilizar un tratamiento agresivo. La quimioterapia sistémica del cáncer vesical metastático ha mejorado mucho, y se han comu- nicado índices de respuesta completa del 30 %. Estudios recientes sugieren que el empleo de la quimioterapia antes de la cistectomía puede aumentar la supervivencia en pacientes escogidos.
El estadiaje del cáncer de vejiga permite predecir el potencial biológico de progresión, metástasis o recidiva en el 70 % de los casos. Para dicho estadiaje suele precisarse la TAC para descartar las metástasis hepáticas, la gammagrafía ósea para descartar la diseminación ósea y la radiografía o la TAC de tórax para descartar las metástasis pulmonares. Hay que seguir buscando marcadores biológicos en el tumor y en la región del cáncer vesical que permitan predecir qué tumores van a metas- tatizar o recidivar. La accesibilidad de las células vesicales exfo- liadas presentes en las muestras de orina seguramente nos permitirá utilizar marcadores biológicos para controlar las recidivas y prevenir el cáncer.
La valoración diagnóstica del cáncer vesical exige en primer lugar una pielografía intravenosa (PIV) para descartar una posible anomalía de vías altas (pelvis renal o uréteres). Para confirmar el diagnóstico hay que examinar la vejiga con un cistoscopio y obtener varias muestras de biopsia con un instru- mento con luz introducido por la uretra para determinar si el tumor es invasivo o no invasivo (es decir, papilar o CIS). Las biopsias aleatorias de la vejiga y la uretra prostática ayudan a definir la cancerización por campos y los cambios de efecto por campos. Los pacientes con trastornos no invasivos requieren un control muy estrecho, ya que están expuestos a posteriores recidivas, aunque no es frecuente que se produzca una progresión en el estadio y el grado de sus lesiones. Los pacientes que presentan un cáncer vesical de grado avanzado o que ha invadido la lámina propia corren el mismo riesgo de recidivas, pero las probabilidades de una progresión en el estadio tumoral son mucho mayores. Debido a ello, se les suele someter a una resección transuretral y a la instilación intravesical de agentes inmuno o quimioterapéuticos. Los pacientes con tumores que han inva- dido la muscular propia o estructuras más profundas suelen presentar ya metástasis, y raras veces pueden recibir tratamiento conservador. Sin embargo, aunque se les practique una cistec- tomía total (el tratamiento estándar para el cáncer de vejiga que ha invadido el músculo vesical), un 20-60 % acaban sucum- biendo a su enfermedad, debido casi siempre a las metástasis. Cuando ya existen metástasis regionales o distantes en el momento del diagnóstico, los índices de supervivencia a los
5 años descienden al 35 y al 9 %, respectivamente, a pesar de utilizar un tratamiento agresivo. La quimioterapia sistémica del cáncer vesical metastático ha mejorado mucho, y se han comu- nicado índices de respuesta completa del 30 %. Estudios recientes sugieren que el empleo de la quimioterapia antes de la cistectomía puede aumentar la supervivencia en pacientes escogidos.
El estadiaje del cáncer de vejiga permite predecir el potencial biológico de progresión, metástasis o recidiva en el 70 % de los casos. Para dicho estadiaje suele precisarse la TAC para descartar las metástasis hepáticas, la gammagrafía ósea para descartar la diseminación ósea y la radiografía o la TAC de tórax para descartar las metástasis pulmonares. Hay que seguir buscando marcadores biológicos en el tumor y en la región del cáncer vesical que permitan predecir qué tumores van a metas- tatizar o recidivar. La accesibilidad de las células vesicales exfo- liadas presentes en las muestras de orina seguramente nos permitirá utilizar marcadores biológicos para controlar las recidivas y prevenir el cáncer.
lunes, 26 de enero de 2009
Cáncer de vejiga: Exploración selectiva y diagnóstico del cáncer de vejiga
La  exploración  selectiva  del  cáncer  de  vejiga  sigue  recibiendo atención, en un intento de diagnosticarlo antes de que empiece a producir síntomas y, presumiblemente, responda peor a los tratamientos curativos. Como posibles pruebas selectivas se han consi- derado  la  citología  de  la  orina  evacuada  y  la  búsqueda  de hematuria en el análisis de orina. Una cuestión fundamental en esta exploración selectiva es la forma de identificar los grupos de alto riesgo y a los posibles afectados dentro de estos grupos. Los estudios   epidemiológicos   permiten   identificar   los   grupos   de riesgo, mientras que los marcadores biológicos permiten identificar  a  los  individuos  potencialmente  afectados  dentro  de  esos grupos. En general, la exploración selectiva para el cáncer vesical de  origen  profesional  mediante  las  pruebas  de  hematuria  y  la citología de Papanicolau no ha resultado muy eficaz.
Se puede mejorar la detección del cáncer vesical utilizando la prueba del hemastick durante 14 días descrita por Messing y sus colaboradores. Se obtuvo un resultado positivo al menos una vez en el 84 % de 31 pacientes con cáncer de vejiga como mínimo dos meses antes del diagnóstico cistoscópico de la enfermedad. Esta prueba da falsos positivos en un 16-20 % de los casos, la mitad de los cuales no presenta ninguna alteración urológica. Su coste reducido puede convertirla en una prueba útil en una exploración selectiva en dos fases en combinación con los marcadores biológicos y la citología (Waples y Messing 1992).
En un estudio reciente, el análisis cuantitativo de imágenes de fluorescencia con el anticuerpo monoclonal DD23 permitió detectar el cáncer de vejiga en células uroteliales exfoliadas. Se consiguió una sensibilidad del 85 % y una especificidad del 95 % en una mezcla de carcinomas de células de transición de grado inferior y elevado, incluidos tumores TaT1. El antígeno tumoral M344 combinado con la ploidia de ADN obtuvo una sensibilidad cercana al 90 %.
Estudios recientes indican que la mejor opción puede ser la combinación de marcadores biológicos con las pruebas de hematuria. En la Tabla 8.7 se resume una lista de las aplica- ciones de la citología urinaria de fluorescencia cuantitativa combinada con marcadores biológicos. Los cambios genéticos, bioquímicos y morfológicos precoces en las células asociados con cuadros premalignos respaldan la idea de que es posible identificar a los individuos en riesgo años antes de que desarrollen una neoplasia maligna manifiesta. La combinación de marcadores biológicos de sensibilidad y de efecto permitirá seguramente detectar a los individuos de riesgo con una precisión aún mayor. Estos avances son posibles gracias a las nuevas tecnologías capaces de cuantificar los cambios moleculares fenotípicos y genotípicos a nivel unicelular y que, por consiguiente, permiten identificar a los individuos en riesgo. La valoración del riesgo en cada caso facilita el control estratificado y rentable de grupos elegidos para la quimioprevención dirigida.
Se puede mejorar la detección del cáncer vesical utilizando la prueba del hemastick durante 14 días descrita por Messing y sus colaboradores. Se obtuvo un resultado positivo al menos una vez en el 84 % de 31 pacientes con cáncer de vejiga como mínimo dos meses antes del diagnóstico cistoscópico de la enfermedad. Esta prueba da falsos positivos en un 16-20 % de los casos, la mitad de los cuales no presenta ninguna alteración urológica. Su coste reducido puede convertirla en una prueba útil en una exploración selectiva en dos fases en combinación con los marcadores biológicos y la citología (Waples y Messing 1992).
En un estudio reciente, el análisis cuantitativo de imágenes de fluorescencia con el anticuerpo monoclonal DD23 permitió detectar el cáncer de vejiga en células uroteliales exfoliadas. Se consiguió una sensibilidad del 85 % y una especificidad del 95 % en una mezcla de carcinomas de células de transición de grado inferior y elevado, incluidos tumores TaT1. El antígeno tumoral M344 combinado con la ploidia de ADN obtuvo una sensibilidad cercana al 90 %.
Estudios recientes indican que la mejor opción puede ser la combinación de marcadores biológicos con las pruebas de hematuria. En la Tabla 8.7 se resume una lista de las aplica- ciones de la citología urinaria de fluorescencia cuantitativa combinada con marcadores biológicos. Los cambios genéticos, bioquímicos y morfológicos precoces en las células asociados con cuadros premalignos respaldan la idea de que es posible identificar a los individuos en riesgo años antes de que desarrollen una neoplasia maligna manifiesta. La combinación de marcadores biológicos de sensibilidad y de efecto permitirá seguramente detectar a los individuos de riesgo con una precisión aún mayor. Estos avances son posibles gracias a las nuevas tecnologías capaces de cuantificar los cambios moleculares fenotípicos y genotípicos a nivel unicelular y que, por consiguiente, permiten identificar a los individuos en riesgo. La valoración del riesgo en cada caso facilita el control estratificado y rentable de grupos elegidos para la quimioprevención dirigida.
domingo, 25 de enero de 2009
Mediciones del estado emocional y de la personalidad
Los  estudios  de  los  efectos  de  sustancias  neurotóxicas  suelen incluir  mediciones  de  los  trastornos  afectivos  o  de  la  personalidad,  en  forma  de  cuestionarios  de  síntomas,  escalas  de  los estados de ánimo o índices de personalidad. La NCTB, descrita anteriormente, incluye el Perfil de estados de ánimo (Profile of Mood States, POMS), una determinación cuantitativa del estado de ánimo. Con la utilización de 65 adjetivos calificativos de los estados  de  ánimo  durante  los  últimos  8  días,  se  obtienen  los grados de tensión, depresión, hostilidad, vigor, fatiga y confusión. La  mayor  parte  de  los  estudios  comparativos  de  exposiciones neurotóxicas en lugares de trabajo indican la existencia de diferencias  entre  sujetos  expuestos  y  no  expuestos.  Un  estudio reciente de trabajadores expuestos al estireno muestra relaciones entre dosis y respuesta entre el nivel urinario de ácido mandélico, un  indicador  biológico  del  estireno,  después  del  turno  y  las puntuaciones en la escala de tensión, hostilidad, fatiga y confu- sión (Sassine y cols. 1996).
Pruebas más largas y sofisticadas de afectividad y de la perso- nalidad, como el Indice de personalidad multifásico de Minne- sota (Minnesota Multiphasic Personality Index, MMPI), que reflejan tanto estados emocionales como rasgos de la persona- lidad, han sido utilizados principalmente para la evaluación clínica, pero también para estudios en lugares de trabajo. Asimismo, el MMPI proporciona una evaluación de la exagera- ción de los síntomas y de las respuestas incoherentes. En un estudio de trabajadores de la microelectrónica con antecedentes de exposición a sustancias neurotóxicas, los resultados del MMPI indicaron niveles clínicamente significativos de depresión, ansiedad, trastornos somáticos y alteraciones del pensa- miento (Bowler y cols. 1991).
Pruebas más largas y sofisticadas de afectividad y de la perso- nalidad, como el Indice de personalidad multifásico de Minne- sota (Minnesota Multiphasic Personality Index, MMPI), que reflejan tanto estados emocionales como rasgos de la persona- lidad, han sido utilizados principalmente para la evaluación clínica, pero también para estudios en lugares de trabajo. Asimismo, el MMPI proporciona una evaluación de la exagera- ción de los síntomas y de las respuestas incoherentes. En un estudio de trabajadores de la microelectrónica con antecedentes de exposición a sustancias neurotóxicas, los resultados del MMPI indicaron niveles clínicamente significativos de depresión, ansiedad, trastornos somáticos y alteraciones del pensa- miento (Bowler y cols. 1991).
sábado, 24 de enero de 2009
DETERMINACION DE LOS DEFICIT • NEUROTOXICOS
Baterías de pruebas neurofuncionales
Desde hace mucho tiempo se han observado síntomas y signos neurológicos subclínicos en trabajadores activos expuestos a neurotoxinas; sin embargo, hasta mediados de los 60 no se centraron los esfuerzos de la investigación en el desarrollo de baterías de pruebas sensibles capaces de descubrir alteraciones sutiles, leves de las funciones perceptivas, psicomotoras, cognitivas, sensitivas y motoras, y en la afectividad presentes en las primeras etapas de la intoxicación.
La primera batería de pruebas neurológicas del comportamiento concebida para ser utilizada en estudios en centros de trabajo fue desarrollada por Helena Hänninen, una pionera en el campo de los déficit del comportamiento asociados a la exposición a productos tóxicos (Batería de pruebas de Hänninen)
(Hänninen y Lindstrom 1979). Desde entonces, se han realizado esfuerzos en todo el mundo para desarrollar, perfeccionar y, en algunos casos, informatizar baterías de pruebas neurológicas del comportamiento. Anger (1990) describe cinco baterías de pruebas para centros de trabajo desarrolladas en Australia, Suecia, Gran Bretaña, Finlandia y Estados Unidos, además de dos baterías de detección selectiva de neurotoxicidad procedentes de Estados Unidos, que se han utilizado en estudios de trabajadores expuestos a neurotoxinas. Además, el Sistema computarizado de evaluación neurológica del comportamiento
(Neurobehavioral Evaluation System, NES) y el Sistema sueco de evaluación del rendimiento (Swedish Performance Evaluation System, SPES) han sido ampliamente utilizados en todo el mundo. Existen también baterías de pruebas diseñadas para evaluar funciones sensoriales, como mediciones de la visión, del umbral de percepción vibrotáctil, del olfato, de la audición y del equilibrio (Mergler 1995). Los estudios sobre varios agentes neurotóxicos en los que se han utilizado alguna de estas baterías han contribuido en gran medida a nuestro conocimiento del deterioro neurotóxico precoz; sin embargo, ha sido difícil realizar comparaciones entre los estudios, debido a la utilización de diferentes pruebas o a la utilización de pruebas con nombres similares, pero que se han aplicado utilizando un protocolo diferente.
En un intento de normalizar la información de los estudios sobre sustancias neurotóxicas, un comité de trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso la idea de una batería “nuclear” (Johnson 1987). Basándose en los conoci- mientos existentes en el momento de la reunión (1985), se seleccionaron una serie de pruebas que constituyeran la batería nuclear de pruebas neurológicas del comportamiento (Neurobehavioral Core Test Battery, NCTB), una batería relativamente económica para la que no se precisa equipo complejo y que se ha utilizado con éxito en muchos países (Anger y cols. 1993). Las pruebas que forman esta batería se eligieron para cubrir ámbitos concretos del sistema nervioso con sensibilidad demostrada a la lesión neurotóxica. Una batería nuclear más reciente, que comprende pruebas sencillas e informatizadas ha sido propuesta por un grupo de trabajo de la Agency for Toxic Substances and Disease Registry de Estados Unidos (Hutchison y cols. 1992). Ambas baterías se presentan en la Tabla 7.12.
Los autores de ambas baterías nucleares resaltan que, aunque éstas son útiles para normalizar los resultados, de ningún modo proporcionan una evaluación completa de las funciones del sistema nervioso. Será necesario utilizar pruebas suplementarias, dependiendo del tipo de exposición; por ejemplo, una batería de pruebas para evaluar la disfunción del sistema nervioso en trabajadores expuestos al manganeso debería incluir más pruebas de funciones motoras, especialmente de las que exigen movimientos alternantes rápidos, mientras que las dirigidas a trabajadores expuestos al metilmercurio deberían incluir estudios del campo visual. La elección de pruebas para un centro de trabajo concreto debe realizarse basándose en el conocimiento actual sobre la acción de la toxina o toxinas a las que está expuesto el sujeto.
Las baterías de pruebas más sofisticadas, aplicadas e interpretadas por psicólogos expertos, forman una parte importante de la evaluación clínica de la intoxicación por neurotóxicos (Hart 1988). Incluyen pruebas sobre capacidad intelectual, aten- ción, concentración y orientación, memoria, destrezas de percepción visual, constructivas y motoras, lenguaje, funciones conceptual y ejecutiva y bienestar psicológico, además de una evaluación de posibles enfermedades simuladas. El perfil del rendimiento del paciente se estudia a la vista de la historia médica y psicológica pasada y presente, así como de la historia de exposiciones. El diagnóstico final se basa en una constelación de déficit interpretados en relación con el tipo de exposición.
Desde hace mucho tiempo se han observado síntomas y signos neurológicos subclínicos en trabajadores activos expuestos a neurotoxinas; sin embargo, hasta mediados de los 60 no se centraron los esfuerzos de la investigación en el desarrollo de baterías de pruebas sensibles capaces de descubrir alteraciones sutiles, leves de las funciones perceptivas, psicomotoras, cognitivas, sensitivas y motoras, y en la afectividad presentes en las primeras etapas de la intoxicación.
La primera batería de pruebas neurológicas del comportamiento concebida para ser utilizada en estudios en centros de trabajo fue desarrollada por Helena Hänninen, una pionera en el campo de los déficit del comportamiento asociados a la exposición a productos tóxicos (Batería de pruebas de Hänninen)
(Hänninen y Lindstrom 1979). Desde entonces, se han realizado esfuerzos en todo el mundo para desarrollar, perfeccionar y, en algunos casos, informatizar baterías de pruebas neurológicas del comportamiento. Anger (1990) describe cinco baterías de pruebas para centros de trabajo desarrolladas en Australia, Suecia, Gran Bretaña, Finlandia y Estados Unidos, además de dos baterías de detección selectiva de neurotoxicidad procedentes de Estados Unidos, que se han utilizado en estudios de trabajadores expuestos a neurotoxinas. Además, el Sistema computarizado de evaluación neurológica del comportamiento
(Neurobehavioral Evaluation System, NES) y el Sistema sueco de evaluación del rendimiento (Swedish Performance Evaluation System, SPES) han sido ampliamente utilizados en todo el mundo. Existen también baterías de pruebas diseñadas para evaluar funciones sensoriales, como mediciones de la visión, del umbral de percepción vibrotáctil, del olfato, de la audición y del equilibrio (Mergler 1995). Los estudios sobre varios agentes neurotóxicos en los que se han utilizado alguna de estas baterías han contribuido en gran medida a nuestro conocimiento del deterioro neurotóxico precoz; sin embargo, ha sido difícil realizar comparaciones entre los estudios, debido a la utilización de diferentes pruebas o a la utilización de pruebas con nombres similares, pero que se han aplicado utilizando un protocolo diferente.
En un intento de normalizar la información de los estudios sobre sustancias neurotóxicas, un comité de trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso la idea de una batería “nuclear” (Johnson 1987). Basándose en los conoci- mientos existentes en el momento de la reunión (1985), se seleccionaron una serie de pruebas que constituyeran la batería nuclear de pruebas neurológicas del comportamiento (Neurobehavioral Core Test Battery, NCTB), una batería relativamente económica para la que no se precisa equipo complejo y que se ha utilizado con éxito en muchos países (Anger y cols. 1993). Las pruebas que forman esta batería se eligieron para cubrir ámbitos concretos del sistema nervioso con sensibilidad demostrada a la lesión neurotóxica. Una batería nuclear más reciente, que comprende pruebas sencillas e informatizadas ha sido propuesta por un grupo de trabajo de la Agency for Toxic Substances and Disease Registry de Estados Unidos (Hutchison y cols. 1992). Ambas baterías se presentan en la Tabla 7.12.
Los autores de ambas baterías nucleares resaltan que, aunque éstas son útiles para normalizar los resultados, de ningún modo proporcionan una evaluación completa de las funciones del sistema nervioso. Será necesario utilizar pruebas suplementarias, dependiendo del tipo de exposición; por ejemplo, una batería de pruebas para evaluar la disfunción del sistema nervioso en trabajadores expuestos al manganeso debería incluir más pruebas de funciones motoras, especialmente de las que exigen movimientos alternantes rápidos, mientras que las dirigidas a trabajadores expuestos al metilmercurio deberían incluir estudios del campo visual. La elección de pruebas para un centro de trabajo concreto debe realizarse basándose en el conocimiento actual sobre la acción de la toxina o toxinas a las que está expuesto el sujeto.
Las baterías de pruebas más sofisticadas, aplicadas e interpretadas por psicólogos expertos, forman una parte importante de la evaluación clínica de la intoxicación por neurotóxicos (Hart 1988). Incluyen pruebas sobre capacidad intelectual, aten- ción, concentración y orientación, memoria, destrezas de percepción visual, constructivas y motoras, lenguaje, funciones conceptual y ejecutiva y bienestar psicológico, además de una evaluación de posibles enfermedades simuladas. El perfil del rendimiento del paciente se estudia a la vista de la historia médica y psicológica pasada y presente, así como de la historia de exposiciones. El diagnóstico final se basa en una constelación de déficit interpretados en relación con el tipo de exposición.
viernes, 23 de enero de 2009
CONCLUSION: SINDROMES CLINICOS ASOCIADOS A • NEUROTOXICIDAD
El diagnóstico diferencial entre un síndrome neurotóxico y una enfermedad neurológica primaria plantea un enorme reto a los médicos que trabajan en el marco laboral. La obtención de una buena  historia,  el  mantenimiento  de  un  elevado  grado  de sospecha y el seguimiento adecuado de un individuo, así como de grupos  de  individuos,  es  necesario  y  gratificante.  El  reconocimiento precoz de enfermedades relacionadas con agentes tóxicos en su medio ambiente o con una exposición profesional determinada  es  fundamental,  ya  que  un  diagnóstico  adecuado  puede conducir a la separación inmediata de un individuo de los peligros de la exposición continua a una sustancia tóxica, evitando posibles lesiones neurológicas irreversibles. Además, el reconocimiento de los primeros casos afectados en un entorno determi- nado puede conseguir que se produzcan cambios que protegerán a otros todavía no afectados.
jueves, 22 de enero de 2009
Factores de riesgo en el trabajo: Organización del trabajo
La organización del trabajo en este contexto se define como la distribución de las tareas en el tiempo y entre los trabajadores, la duración  de  las  mismas  y  la  duración  y  distribución  de  los períodos de descanso y las pausas. La duración de los períodos de trabajo y de descanso tiene un profundo efecto sobre la fatiga y la recuperación tisular. Se han realizado pocos estudios específicos acerca  del  efecto  de  la  organización  del  trabajo  sobre  los  tras- tornos del cuello. En un gran estudio epidemiológico realizado en Suecia, se observó que el trabajo con monitores durante más de cuatro horas al día, se asociaba a unos altos índices de síntomas cervicales  (Aronsson,  Bergkvist  y  Almers  1992).  Estos  hallazgos han sido confirmados posteriormente en otros estudios.
martes, 20 de enero de 2009
Factores de Riesgo en el trabajo: Vibración
La  vibración  local  de  las  manos,  como  ocurre  al  trabajar  con taladros y otras máquinas vibratorias sujetadas con las manos, se transmite a lo largo del brazo, pero la fracción transferida hasta la región del cuello-hombros es mínima. Sin embargo, el hecho de sostener  una  herramienta  vibratoria  puede  producir  contrac- ciones musculares en los músculos proximales del cuello-hombros para estabilizar la mano y la herramienta, lo que puede ejercer un  efecto  fatigoso  sobre  el  cuello.  Los  mecanismos  y  la  preva- lencia de tales trastornos producidos por la vibración no son bien conocidos.
lunes, 19 de enero de 2009
Factores de Riesgo en el trabajo: Movimientos repetitivos
Los   movimientos   repetitivos   de   las   manos   aumentan   las demandas  para  la  estabilización  de  la  región  del  cuello  y hombros,  aumentando  así  el  riesgo  de  problemas  cervicales. Factores  como  las  altas  demandas  de  velocidad  y  precisión  de movimientos, así como las grandes demandas de fuerza ejercida por las manos, implican demandas aún mayores de estabilización de las regiones proximales del cuerpo. Los movimientos repeti- tivos de la cabeza son menos frecuentes. Los cambios rápidos y repetidos  de  objetivo  visual  suelen  realizarse  mediante  movi- mientos  oculares,  a  menos  que  la  distancia  entre  los  objetos observados sea bastante grande. Esto puede ocurrir, por ejemplo, en los grandes puestos de trabajo informáticos.
domingo, 18 de enero de 2009
Definición y diagnóstico de la ansiedad
Evidentemente,  los  trastornos  por  ansiedad  figuran  entre  los problemas de salud mental más prevalentes y afectan en algún momento de su vida a cerca del 7 al 15 % de la población adulta de Estados Unidos (Robins y cols. 1981). Estos trastornos constituyen  una  familia  de  procesos  que  comprenden  la  agorafobia (temor a los espacios abiertos), las fobias (temores irracionales), el trastorno obsesivo-compulsivo, las crisis de angustia y la ansiedad generalizada. Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 4ª edición (DSM IV), de la American Psychiatric Associa- tion,   los   síntomas   de   trastorno   por   ansiedad   generalizada comprenden  “inquietud  o  sensación  de  estar  en  tensión  o  al borde de un ataque de nervios”, fatiga, dificultades para concentrarse,   tensión   muscular   excesiva   y   alteración   del   sueño (American  Psychiatric  Association  1994).  El  trastorno  obsesivocompulsivo   se   caracteriza   por   pensamientos   persistentes   o conductas  repetitivas  que  son  excesivas/irrazonables,  causan marcado  malestar,  consumen  gran  cantidad  de  tiempo  e  inter- fieren  en  el  funcionamiento  del  individuo.  También,  según  el DSM IV, los ataques de angustia, definidos como períodos breves de miedo o inquietud intensos, no son en realidad trastornos en sí mismos,  sino  que  pueden  aparecer  en  relación  con  otros  trastornos por ansiedad. Técnicamente, el diagnóstico de trastorno por ansiedad sólo puede ser hecho por un profesional de la salud mental debidamente formado y que emplee los criterios diagnós- ticos aceptados.
sábado, 17 de enero de 2009
ANSIEDAD RELACIONADA CON EL TRABAJO
Los trastornos por ansiedad, al igual que el miedo, la preocupa- ción y la aprensión subclínicos y los trastornos relacionados con el  estrés  asociados,  como  el  insomnio,  parecen  tener  una  gran penetrancia  y  mostrar  una  prevalencia  cada  vez  mayor  en  los centros de trabajo en el decenio de 1990, tanto que, de hecho, el Wall  Street  Journal  ha  dicho  que  este  decenio  es  la  “Edad  del Angst” laboral (Zachary y Ortega 1993). Los recortes de plantilla, la amenaza a los derechos adquiridos, los despidos, los rumores de despido inminente, la competencia a nivel mundial, la obsoles- cencia de las cualificaciones y la pérdida de éstas, las reestructuraciones, reconversiones, adquisiciones, fusiones y otras fuentes de confusión organizativa han erosionado la sensación de seguridad laboral  de  los  trabajadores  y  han  contribuido  a  crear  una “ansiedad relacionada con el trabajo” evidente, aunque difícil de medir (Buono y Bowditch 1989). Aunque parecen existir ciertas diferencias  y  variables  moderadoras  situacionales,  Kuhnert  y Vance  (1992)  señalaron  que  los  trabajadores  manuales  y  los empleados administrativos que comunicaban mayor “inseguridad laboral” presentaban también una ansiedad y una sintomatología obsesiva-compulsiva  significativamente  mayor  en  una  lista  de comprobación de síntomas psiquiátricos. Durante gran parte del decenio de 1980 y cada vez más en el de 1990, el paisaje organi- zativo  transicional  del  mercado  de  Estados  Unidos  (u  “oleaje permanente”, como también ha sido descrito) ha contribuido, sin duda,  a  esta  epidemia  de  trastornos  relacionados  con  el  estrés profesional,  incluidos,  por  ejemplo,  los  trastornos  por  ansiedad (Jeffreys 1995; Northwestern National Life 1991).
Los problemas de estrés profesional y trastornos psicológicos relacionados en el trabajo parecen existir en todo el mundo, pero son pocas las estadísticas que documenten su naturaleza y extensión fuera de Estados Unidos (Cooper y Payne 1992). Los datos internacionales de que se dispone, casi todos ellos procedentes de países europeos, parecen confirmar los efectos negativos para la salud mental de la inseguridad laboral y de los empleos de gran tensión, similares a los observados en los trabajadores estadounidenses (Karasek y Theorell 1990). Sin embargo, el estigma, muy real, que se asocia a las enfermedades mentales en muchos otros países y culturas hace que muchos síntomas psicológicos, por no decir todos, incluyendo la ansiedad relacionada con el trabajo no se notifiquen, descubran ni traten (fuera de Estados Unidos) (Cooper y Payne 1992). En ciertas culturas, se somatizan estos trastornos psicológicos para que se manifiesten como síntomas físicos “más aceptables” (Katon, Kleinman y Rosen 1982). Un estudio sobre funcionarios del gobierno japonés identificó los factores estresantes profesionales, como la sobrecarga de trabajo y el conflicto de funciones, como variables significativamente relacionadas con la enfermedad mental en estos trabajadores (Mishima y cols. 1995). Se
necesitan nuevos estudios de este tipo para documentar el impacto de los factores estresantes laborales psicosociales en la salud mental de los trabajadores asiáticos, así como en los países en vías de desarrollo y en los antiguos países del Este.
Los problemas de estrés profesional y trastornos psicológicos relacionados en el trabajo parecen existir en todo el mundo, pero son pocas las estadísticas que documenten su naturaleza y extensión fuera de Estados Unidos (Cooper y Payne 1992). Los datos internacionales de que se dispone, casi todos ellos procedentes de países europeos, parecen confirmar los efectos negativos para la salud mental de la inseguridad laboral y de los empleos de gran tensión, similares a los observados en los trabajadores estadounidenses (Karasek y Theorell 1990). Sin embargo, el estigma, muy real, que se asocia a las enfermedades mentales en muchos otros países y culturas hace que muchos síntomas psicológicos, por no decir todos, incluyendo la ansiedad relacionada con el trabajo no se notifiquen, descubran ni traten (fuera de Estados Unidos) (Cooper y Payne 1992). En ciertas culturas, se somatizan estos trastornos psicológicos para que se manifiesten como síntomas físicos “más aceptables” (Katon, Kleinman y Rosen 1982). Un estudio sobre funcionarios del gobierno japonés identificó los factores estresantes profesionales, como la sobrecarga de trabajo y el conflicto de funciones, como variables significativamente relacionadas con la enfermedad mental en estos trabajadores (Mishima y cols. 1995). Se
necesitan nuevos estudios de este tipo para documentar el impacto de los factores estresantes laborales psicosociales en la salud mental de los trabajadores asiáticos, así como en los países en vías de desarrollo y en los antiguos países del Este.
viernes, 16 de enero de 2009
Resumen: Depresion
La depresión es sumamente importante en el campo de la salud mental en el trabajo, tanto por su impacto en el lugar de trabajo como por el impacto de éste en la salud mental del trabajador. Su prevalencia es muy grande y puede tratarse con facilidad, pero por desgracia muchas veces pasa inadvertida, con graves conse- cuencias tanto para el enfermo como para la empresa. En conse- cuencia, un mayor énfasis en la detección y el tratamiento de la depresión permitirían ayudar a reducir el sufrimiento individual y las pérdidas empresariales.
domingo, 4 de enero de 2009
Límites de sensibilidad
La vibración mecánica induce cambios de potencial en las células del oído interno, las vías de conducción y los centros nerviosos superiores. Sólo se perciben las frecuencias de
16 Hz–25.000 Hz
y las presiones de sonido (pueden expresarse en pascales, Pa) de
20 Paa 20 Pa
La gama de presiones sonoras que pueden percibirse es de una amplitud enorme (pueden variar en 1 millón de veces). Los umbrales de detección de las presiones sonoras dependen de las frecuencias; son mínimos a 1.000-6.000 Hz y aumentan con las frecuencias extremas.
Con fines prácticos, el nivel de presión sonora se expresa en decibelios (dB), una escala de determinación logarítmica que corresponde a la intensidad de sonido percibida en relación al umbral de audición. Por tanto, 20 Pa equivale a 0 dB. Cuando la presión sonora aumenta diez veces, el nivel de decibelios aumenta 20 dB, según la fórmula siguiente:
El umbral de discriminación de frecuencias, que es la dife- rencia mínima detectable en frecuencia, es de 1,5 Hz para frecuencias de hasta 500 Hz y del 0,3 % de la frecuencia del estí- mulo para frecuencias superiores. Para presiones de sonido cercanas al umbral de audición, el umbral de discriminación se aproxima al 20 %, aunque pueden detectarse diferencias de hasta un 2 % con presiones sonoras altas.
Si la frecuencia de dos sonidos se diferencia muy poco, sólo se oirá un tono. La frecuencia percibida será un promedio de los dos tonos de origen, pero su nivel de presión sonora es variable. Si dos estímulos acústicos tienen frecuencias similares con inten- sidades diferentes se produce un efecto de enmascaramiento. Si la diferencia en la presión sonora es lo suficientemente grande, el enmascaramiento será completo y sólo se percibirá el sonido más alto.
La localización del estímulo acústico depende de la detección de la diferencia temporal entre la llegada del estímulo a cada oído y, por tanto, requiere una audición bilateral intacta. La menor diferencia temporal detectable es 3 x 10–5 segundos. El efecto de detección selectiva de la cabeza facilita la localiza- ción, ya que se producen diferencias en la intensidad del estí- mulo en cada oído.
La notable capacidad de resolución de los estímulos acústicos en los seres humanos se explica por la descomposición de frecuencias en el oído interno y el análisis de estas en el cerebro. Estos son los mecanismos que permiten detectar e identificar fuentes individuales de sonido como los instrumentos musicales dentro de las complejas señales acústicas que constituyen la música de una orquesta sinfónica.
16 Hz–25.000 Hz
y las presiones de sonido (pueden expresarse en pascales, Pa) de
20 Paa 20 Pa
La gama de presiones sonoras que pueden percibirse es de una amplitud enorme (pueden variar en 1 millón de veces). Los umbrales de detección de las presiones sonoras dependen de las frecuencias; son mínimos a 1.000-6.000 Hz y aumentan con las frecuencias extremas.
Con fines prácticos, el nivel de presión sonora se expresa en decibelios (dB), una escala de determinación logarítmica que corresponde a la intensidad de sonido percibida en relación al umbral de audición. Por tanto, 20 Pa equivale a 0 dB. Cuando la presión sonora aumenta diez veces, el nivel de decibelios aumenta 20 dB, según la fórmula siguiente:
Lx = 20 log Px/P0
donde:
Lx = presión del sonido en dB
Px = presión del sonido en pascales
P0 = presión del sonido de referencia
(2  10–5 Pa, el umbral auditivo)
El umbral de discriminación de frecuencias, que es la dife- rencia mínima detectable en frecuencia, es de 1,5 Hz para frecuencias de hasta 500 Hz y del 0,3 % de la frecuencia del estí- mulo para frecuencias superiores. Para presiones de sonido cercanas al umbral de audición, el umbral de discriminación se aproxima al 20 %, aunque pueden detectarse diferencias de hasta un 2 % con presiones sonoras altas.
Si la frecuencia de dos sonidos se diferencia muy poco, sólo se oirá un tono. La frecuencia percibida será un promedio de los dos tonos de origen, pero su nivel de presión sonora es variable. Si dos estímulos acústicos tienen frecuencias similares con inten- sidades diferentes se produce un efecto de enmascaramiento. Si la diferencia en la presión sonora es lo suficientemente grande, el enmascaramiento será completo y sólo se percibirá el sonido más alto.
La localización del estímulo acústico depende de la detección de la diferencia temporal entre la llegada del estímulo a cada oído y, por tanto, requiere una audición bilateral intacta. La menor diferencia temporal detectable es 3 x 10–5 segundos. El efecto de detección selectiva de la cabeza facilita la localiza- ción, ya que se producen diferencias en la intensidad del estí- mulo en cada oído.
La notable capacidad de resolución de los estímulos acústicos en los seres humanos se explica por la descomposición de frecuencias en el oído interno y el análisis de estas en el cerebro. Estos son los mecanismos que permiten detectar e identificar fuentes individuales de sonido como los instrumentos musicales dentro de las complejas señales acústicas que constituyen la música de una orquesta sinfónica.
sábado, 3 de enero de 2009
Fisiología de la audición: Conducción ósea del sonido
Las  ondas  sonoras  pueden  transmitirse  también  a  través  del cráneo. Existen dos mecanismos posibles:
En el primero, las ondas de compresión que impactan en el cráneo  provocan  que  la  perilinfa,  que  no  es  compresible, deforme las ventanas oval o redonda. Como estas dos ventanas tienen una elasticidad diferente, el movimiento de la endolinfa provoca el movimiento de la membrana basilar.
El segundo mecanismo se basa en el hecho de que el movimiento de los huesecillos sólo induce movimiento en la rampa vestibular. En este mecanismo, la membrana basilar se mueve a causa del movimiento de traslación producido por la inercia.
La conducción ósea es habitualmente 30-50 dB menor que la conducción aérea, como puede comprobarse con facilidad si se tapan los dos oídos. No obstante, esto sólo es cierto en los estímulos mediados por el aire, ya que la estimulación ósea directa se atenúa en un grado diferente.
El segundo mecanismo se basa en el hecho de que el movimiento de los huesecillos sólo induce movimiento en la rampa vestibular. En este mecanismo, la membrana basilar se mueve a causa del movimiento de traslación producido por la inercia.
La conducción ósea es habitualmente 30-50 dB menor que la conducción aérea, como puede comprobarse con facilidad si se tapan los dos oídos. No obstante, esto sólo es cierto en los estímulos mediados por el aire, ya que la estimulación ósea directa se atenúa en un grado diferente.
viernes, 2 de enero de 2009
Fisiología de la audición: Conducción aérea del sonido
El  oído  se  compone  de  un  sistema  de  conducción  del  sonido (el oído medio y externo) y de un receptor (el oído interno).
Las   ondas   sonoras   que   atraviesan   el   conducto   auditivo externo inciden sobre la membrana timpánica y la hacen vibrar. Esta vibración se transmite al estribo a través del martillo y del yunque.   La   superficie   de   la   membrana   timpánica   es   casi 16 veces superior al área del pie del martillo (55 mm2/3,5 mm2),
y esto, en combinación con el mecanismo de amplificación de los huesecillos, aumenta 22 veces la presión sonora. Debido a la frecuencia de resonancia del oído medio, el índice de transmi- sión óptimo se encuentra entre 1.000 y 2.000 Hz. Al moverse el pie del estribo, se forman ondas en el líquido situado en el inte- rior del canal vestibular. Como el líquido no puede comprimirse, cada movimiento del pie del estribo hacia el interior origina un movimiento equivalente de la ventana redonda hacia afuera, en dirección al oído medio.
Durante la exposición a niveles acústicos elevados, el músculo del estribo se contrae para proteger al oído interno (reflejo de atenuación). Además de esta función, los músculos del oído medio amplían también los límites dinámicos del oído, mejoran la localización del sonido, reducen la resonancia en el oído medio y controlan la presión del aire en el oído medio y la presión del líquido en el oído interno.
Entre 250 y 4.000 Hz, el umbral del reflejo de atenuación supera en casi 80 decibelios (dB) al umbral de audición y aumenta unos 0,6 dB/dB al incrementarse la intensidad de la estimulación. Su latencia es de 150 ms en el umbral y de 24-35 ms con los estímulos intensos. Para frecuencias menores
a la resonancia natural del oído medio, la contracción de los músculos atenúa la transmisión del sonido en unos 10 dB. Debido a su latencia, el reflejo de atenuación ofrece una protec- ción adecuada frente al ruido generado a una frecuencia supe- rior a 2 ó 3 Hz, pero no frente a los impulsos sonoros discretos.
La velocidad de propagación de las ondas sonoras a través el oído depende de la elasticidad de la membrana basilar. La elasti- cidad aumenta, y la velocidad de la onda, por tanto, disminuye, desde la base de la cóclea hasta la punta. La transferencia de energía vibratoria hasta la membrana de Reissner y la membrana basilar depende de la frecuencia. Para las frecuencias elevadas, la amplitud de onda es mayor en la base, mientras que con las frecuencias más bajas, es mayor en la punta. Por tanto, el punto de mayor excitación mecánica en la cóclea depende de la frecuencia. Este fenómeno explica la capacidad para detectar
diferencias en las frecuencias. El movimiento de la membrana basilar provoca fuerzas de cizallamiento en los estereocilios de las células ciliadas y desencadena una serie de acontecimientos mecánicos, eléctricos y bioquímicos, responsables de la transduc- ción mecánico-sensorial y del procesamiento inicial de las señales acústicas. Las fuerzas de cizallamiento de los estereocilios provocan la apertura de los canales iónicos existentes en las membranas celulares y modifican la permeabilidad de éstas, permitiendo la entrada de iones potasio en las células. Este flujo de iones potasio hacia el interior causa la despolarización y genera un potencial de acción.
Los neurotransmisores liberados en la unión sináptica por la despolarización de las células ciliadas internas desencadenan impulsos neuronales que se transmiten por las fibras aferentes del nervio auditivo hacia los centros nerviosos superiores. La intensidad de la estimulación auditiva depende del número de potenciales de acción por unidad de tiempo y del número de células estimuladas, mientras que la frecuencia percibida depende de la población específica de fibras nerviosas activada. Existe una asociación espacial específica entre la frecuencia del estímulo sonoro y la sección de la corteza cerebral estimulada.
Las células ciliadas internas son mecanorreceptores que trans- forman las señales generadas en respuesta a la vibración acústica en mensajes eléctricos que se envían al sistema nervioso central. Sin embargo, no depende de ellas el umbral de sensibilidad auditiva ni la extraordinaria selectividad de frecuencias del oído. Las células ciliadas externas, por otro lado, no envían señales auditivas al cerebro, sino que su función consiste en amplificar unas 100 veces (es decir, 40 dB) la vibración mecánico-acústica en los niveles cercanos al umbral, con lo que se facilita la estimu- lación de las células ciliadas internas. Se cree que esta amplifica- ción funciona mediante un acoplamiento micromecánico en el que participa la membrana tectoria. Las células ciliadas externas pueden producir más energía de la que reciben de los estímulos externos y, al contraerse de forma activa con frecuencias muy elevadas, pueden funcionar como amplificadores cocleares.
En el oído medio, la interferencia entre las células ciliadas internas y externas crea un sistema de retroalimentación que permite controlar la recepción auditiva, sobre todo el umbral de sensibilidad y la selectividad de frecuencia. Por tanto, las fibras cocleares eferentes pueden ayudar a reducir la lesión coclear causada por la exposición a estímulos acústicos intensos. Las células ciliadas externas pueden sufrir también una contracción refleja en presencia de estímulos intensos. El reflejo de atenua- ción del oído medio, activo principalmente a frecuencias bajas, y el reflejo de contracción del oído interno, activo a frecuencias altas son, por tanto, complementarios.
y esto, en combinación con el mecanismo de amplificación de los huesecillos, aumenta 22 veces la presión sonora. Debido a la frecuencia de resonancia del oído medio, el índice de transmi- sión óptimo se encuentra entre 1.000 y 2.000 Hz. Al moverse el pie del estribo, se forman ondas en el líquido situado en el inte- rior del canal vestibular. Como el líquido no puede comprimirse, cada movimiento del pie del estribo hacia el interior origina un movimiento equivalente de la ventana redonda hacia afuera, en dirección al oído medio.
Durante la exposición a niveles acústicos elevados, el músculo del estribo se contrae para proteger al oído interno (reflejo de atenuación). Además de esta función, los músculos del oído medio amplían también los límites dinámicos del oído, mejoran la localización del sonido, reducen la resonancia en el oído medio y controlan la presión del aire en el oído medio y la presión del líquido en el oído interno.
Entre 250 y 4.000 Hz, el umbral del reflejo de atenuación supera en casi 80 decibelios (dB) al umbral de audición y aumenta unos 0,6 dB/dB al incrementarse la intensidad de la estimulación. Su latencia es de 150 ms en el umbral y de 24-35 ms con los estímulos intensos. Para frecuencias menores
a la resonancia natural del oído medio, la contracción de los músculos atenúa la transmisión del sonido en unos 10 dB. Debido a su latencia, el reflejo de atenuación ofrece una protec- ción adecuada frente al ruido generado a una frecuencia supe- rior a 2 ó 3 Hz, pero no frente a los impulsos sonoros discretos.
La velocidad de propagación de las ondas sonoras a través el oído depende de la elasticidad de la membrana basilar. La elasti- cidad aumenta, y la velocidad de la onda, por tanto, disminuye, desde la base de la cóclea hasta la punta. La transferencia de energía vibratoria hasta la membrana de Reissner y la membrana basilar depende de la frecuencia. Para las frecuencias elevadas, la amplitud de onda es mayor en la base, mientras que con las frecuencias más bajas, es mayor en la punta. Por tanto, el punto de mayor excitación mecánica en la cóclea depende de la frecuencia. Este fenómeno explica la capacidad para detectar
diferencias en las frecuencias. El movimiento de la membrana basilar provoca fuerzas de cizallamiento en los estereocilios de las células ciliadas y desencadena una serie de acontecimientos mecánicos, eléctricos y bioquímicos, responsables de la transduc- ción mecánico-sensorial y del procesamiento inicial de las señales acústicas. Las fuerzas de cizallamiento de los estereocilios provocan la apertura de los canales iónicos existentes en las membranas celulares y modifican la permeabilidad de éstas, permitiendo la entrada de iones potasio en las células. Este flujo de iones potasio hacia el interior causa la despolarización y genera un potencial de acción.
Los neurotransmisores liberados en la unión sináptica por la despolarización de las células ciliadas internas desencadenan impulsos neuronales que se transmiten por las fibras aferentes del nervio auditivo hacia los centros nerviosos superiores. La intensidad de la estimulación auditiva depende del número de potenciales de acción por unidad de tiempo y del número de células estimuladas, mientras que la frecuencia percibida depende de la población específica de fibras nerviosas activada. Existe una asociación espacial específica entre la frecuencia del estímulo sonoro y la sección de la corteza cerebral estimulada.
Las células ciliadas internas son mecanorreceptores que trans- forman las señales generadas en respuesta a la vibración acústica en mensajes eléctricos que se envían al sistema nervioso central. Sin embargo, no depende de ellas el umbral de sensibilidad auditiva ni la extraordinaria selectividad de frecuencias del oído. Las células ciliadas externas, por otro lado, no envían señales auditivas al cerebro, sino que su función consiste en amplificar unas 100 veces (es decir, 40 dB) la vibración mecánico-acústica en los niveles cercanos al umbral, con lo que se facilita la estimu- lación de las células ciliadas internas. Se cree que esta amplifica- ción funciona mediante un acoplamiento micromecánico en el que participa la membrana tectoria. Las células ciliadas externas pueden producir más energía de la que reciben de los estímulos externos y, al contraerse de forma activa con frecuencias muy elevadas, pueden funcionar como amplificadores cocleares.
En el oído medio, la interferencia entre las células ciliadas internas y externas crea un sistema de retroalimentación que permite controlar la recepción auditiva, sobre todo el umbral de sensibilidad y la selectividad de frecuencia. Por tanto, las fibras cocleares eferentes pueden ayudar a reducir la lesión coclear causada por la exposición a estímulos acústicos intensos. Las células ciliadas externas pueden sufrir también una contracción refleja en presencia de estímulos intensos. El reflejo de atenua- ción del oído medio, activo principalmente a frecuencias bajas, y el reflejo de contracción del oído interno, activo a frecuencias altas son, por tanto, complementarios.
jueves, 1 de enero de 2009
Respuesta cancerígena
Cáncer  es  un  término  genérico  que  describe  un  conjunto  de enfermedades  relacionadas  que  se  caracterizan  por  un  crecimiento tisular descontrolado. Su desarrollo es consecuencia de un complejo  proceso  de  interacción  entre  múltiples  factores  del huésped y del medio ambiente.
Una de las grandes dificultades a la hora de establecer una correlación entre la exposición a un agente específico y el desarrollo de cáncer en el ser humano es el largo período de latencia, típicamente de 15 a 40 años, entre el comienzo de la exposición y la manifestación de la enfermedad.
Son ejemplos de contaminantes atmosféricos capaces de provocar cáncer pulmonar el arsénico y sus compuestos, los cromatos, el sílice, las partículas que contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos y ciertos polvos a base de níquel. Las fibras de amianto pueden provocar cáncer bronquial y mesote- lioma de la pleura y el peritoneo. Las fibras radiactivas deposi- tadas pueden exponer el tejido pulmonar a elevadas dosis de radiación ionizante y provocar cáncer..
Una de las grandes dificultades a la hora de establecer una correlación entre la exposición a un agente específico y el desarrollo de cáncer en el ser humano es el largo período de latencia, típicamente de 15 a 40 años, entre el comienzo de la exposición y la manifestación de la enfermedad.
Son ejemplos de contaminantes atmosféricos capaces de provocar cáncer pulmonar el arsénico y sus compuestos, los cromatos, el sílice, las partículas que contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos y ciertos polvos a base de níquel. Las fibras de amianto pueden provocar cáncer bronquial y mesote- lioma de la pleura y el peritoneo. Las fibras radiactivas deposi- tadas pueden exponer el tejido pulmonar a elevadas dosis de radiación ionizante y provocar cáncer..
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