Es útil considerar la salud en el trabajo en el contexto del desarrollo nacional, puesto que ambos conceptos están íntimamente relacionados. Todas las naciones desean alcanzar un estado de desarrollo avanzado, pero son los países en desarrollo los que con más ansiedad (casi con exigencia) desean lograr este objetivo. La mayoría de las veces, las ventajas económicas que reporta su consecución son las más buscadas. No obstante, se acepta comúnmente que el auténtico desarrollo tiene un significado más amplio y engloba el proceso de mejora de la calidad de la vida humana, lo que incluye a su vez aspectos de progreso económico, mejora de la autoestima y aumento de la libertad de elección de las personas. A continuación se analiza la repercusión de este desarrollo en la salud de la población activa, es decir, la relación entre desarrollo y salud en el trabajo.
Aunque el producto interior bruto (PIB) apenas ha variado en el mundo en el período de 1965-1989, en los países en desarrollo se ha registrado un aumento casi diez veces mayor. Ahora bien, este rápido crecimiento económico debe contemplarse en un contexto de pobreza generalizada. En estos países habita un
75 % de la población mundial, pero sólo se genera un 15 % del producto interior mundial. En Asia, como ejemplo caracterís- tico, todos los países menos Japón se clasifican como parte del mundo en desarrollo. Sin embargo, debe reconocerse que su desarrollo no es uniforme, ni siquiera en el caso de los países asiáticos. Por ejemplo, Estados como Singapur, República de Corea, Hong, Kong y Taiwan (China) se agrupan actualmente bajo la denominación de países de reciente industrialización (NICs). A pesar de su arbitrariedad, esta clasificación refleja el paso por una etapa de transición de la condición de país en desarrollo a la de país industrializado. En cualquier caso, hay que admitir que no existen criterios inequívocos para definir un NIC. Algunas de sus características comunes más destacadas son la obtención de tasas de crecimiento elevadas y sostenidas, la reducción de las desigualdades de renta, el desempeño de un papel activo por parte de la Administración, una presión fiscal moderada, un Estado del bienestar subdesarrollado, una alta tasa de ahorro y la orientación de la economía a la exportación.
Aunque el producto interior bruto (PIB) apenas ha variado en el mundo en el período de 1965-1989, en los países en desarrollo se ha registrado un aumento casi diez veces mayor. Ahora bien, este rápido crecimiento económico debe contemplarse en un contexto de pobreza generalizada. En estos países habita un
75 % de la población mundial, pero sólo se genera un 15 % del producto interior mundial. En Asia, como ejemplo caracterís- tico, todos los países menos Japón se clasifican como parte del mundo en desarrollo. Sin embargo, debe reconocerse que su desarrollo no es uniforme, ni siquiera en el caso de los países asiáticos. Por ejemplo, Estados como Singapur, República de Corea, Hong, Kong y Taiwan (China) se agrupan actualmente bajo la denominación de países de reciente industrialización (NICs). A pesar de su arbitrariedad, esta clasificación refleja el paso por una etapa de transición de la condición de país en desarrollo a la de país industrializado. En cualquier caso, hay que admitir que no existen criterios inequívocos para definir un NIC. Algunas de sus características comunes más destacadas son la obtención de tasas de crecimiento elevadas y sostenidas, la reducción de las desigualdades de renta, el desempeño de un papel activo por parte de la Administración, una presión fiscal moderada, un Estado del bienestar subdesarrollado, una alta tasa de ahorro y la orientación de la economía a la exportación.
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