La presencia de irritantes respiratorios en el lugar de trabajo puede ser desagradable y un factor de distracción y conducir a una situación de baja moral y menor productividad. Ciertas exposiciones son peligrosas e incluso pueden resultar letales. En cualquiera de los extremos, el problema de los irritantes respirato- rios y de las sustancias químicas tóxicas inhaladas es frecuente; muchos trabajadores se enfrentan diariamente a la amenaza de la exposición a los mismos. Estos compuestos son capaces de causar daños mediante muy diversos mecanismos, y el alcance de la lesión puede variar de forma considerable, dependiendo del grado de exposición y de las propiedades bioquímicas del agente inhalado. En cualquier caso, todos comparten la característica de su inespecificidad; es decir, por encima de cierto nivel de exposición suponen una amenaza para su salud de prácticamente todas las personas.
Existen otras sustancias inhaladas que sólo provocan problemas respiratorios en las personas susceptibles; es más adecuado enfocar este tipo de dolencias como enfermedades de origen alérgico e inmunológico. Ciertos compuestos, como los isocianatos, los anhídridos ácidos y las resinas epoxi, no sólo son capaces de actuar como irritantes inespecíficos a elevadas concentraciones, sino que también pueden predisponer a ciertas personas a una sensibilización alérgica. Tales compuestos provocan síntomas respiratorios a muy bajas concentraciones en personas sensibilizadas.
Los irritantes respiratorios son sustancias que producen inflamación de las vías aéreas tras su inhalación. La lesión puede afectar a las vías aéreas superiores e inferiores. Más peligrosa resulta la inflamación aguda del parénquima pulmonar, como ocurre en la neumonitis química o en el edema pulmonar no cardiogénico. Los compuestos capaces de causar lesión del parénquima se consideran sustancias químicas tóxicas. Muchas sustancias químicas tóxicas inhaladas también actúan como irri- tantes respiratorios, avisando del peligro que entrañan por medio de su desagradable olor y de síntomas de irritación nasal y faríngea asociada a tos. La mayoría de los irritantes respiratorios son también tóxicos para el parénquima pulmonar si se inhalan en cantidad suficiente.
Muchas sustancias inhaladas tienen efectos tóxicos sistémicos después de ser absorbidas por inhalación. Puede no haber efectos inflamatorios sobre el pulmón, como en los casos del plomo, el monóxido de carbono y el cianuro de hidrógeno. Se observa habitualmente una inflamación pulmonar mínima en las fiebres por inhalación (p. ej., síndrome tóxico por polvos orgá- nicos, fiebre de los vapores de metal y fiebre de los vapores de polímeros). Se produce una grave lesión pulmonar y de órganos distales con la exposición importante a toxinas como el cadmio y el mercurio.
Las propiedades físicas de las sustancias inhaladas predicen el lugar de depósito; los irritantes producen síntomas en esos lugares. Las partículas grandes (10 a 20 m) se depositan en la nariz y vías aéreas superiores, las partículas más pequeñas (5 a 10 m) se depositan en la tráquea y los bronquios, y las partículas de menos de 5 m pueden alcanzar los alveolos. Las partículas de menos de 0,5 m son tan pequeñas que se comportan como gases. Los gases tóxicos se depositan de acuerdo con su solubilidad. Los gases hidrosolubles son absorbidos por la mucosa húmeda de las vías aéreas superiores; los gases con una menor solubilidad se depositan de forma más aleatoria por todo el tracto respiratorio.
Existen otras sustancias inhaladas que sólo provocan problemas respiratorios en las personas susceptibles; es más adecuado enfocar este tipo de dolencias como enfermedades de origen alérgico e inmunológico. Ciertos compuestos, como los isocianatos, los anhídridos ácidos y las resinas epoxi, no sólo son capaces de actuar como irritantes inespecíficos a elevadas concentraciones, sino que también pueden predisponer a ciertas personas a una sensibilización alérgica. Tales compuestos provocan síntomas respiratorios a muy bajas concentraciones en personas sensibilizadas.
Los irritantes respiratorios son sustancias que producen inflamación de las vías aéreas tras su inhalación. La lesión puede afectar a las vías aéreas superiores e inferiores. Más peligrosa resulta la inflamación aguda del parénquima pulmonar, como ocurre en la neumonitis química o en el edema pulmonar no cardiogénico. Los compuestos capaces de causar lesión del parénquima se consideran sustancias químicas tóxicas. Muchas sustancias químicas tóxicas inhaladas también actúan como irri- tantes respiratorios, avisando del peligro que entrañan por medio de su desagradable olor y de síntomas de irritación nasal y faríngea asociada a tos. La mayoría de los irritantes respiratorios son también tóxicos para el parénquima pulmonar si se inhalan en cantidad suficiente.
Muchas sustancias inhaladas tienen efectos tóxicos sistémicos después de ser absorbidas por inhalación. Puede no haber efectos inflamatorios sobre el pulmón, como en los casos del plomo, el monóxido de carbono y el cianuro de hidrógeno. Se observa habitualmente una inflamación pulmonar mínima en las fiebres por inhalación (p. ej., síndrome tóxico por polvos orgá- nicos, fiebre de los vapores de metal y fiebre de los vapores de polímeros). Se produce una grave lesión pulmonar y de órganos distales con la exposición importante a toxinas como el cadmio y el mercurio.
Las propiedades físicas de las sustancias inhaladas predicen el lugar de depósito; los irritantes producen síntomas en esos lugares. Las partículas grandes (10 a 20 m) se depositan en la nariz y vías aéreas superiores, las partículas más pequeñas (5 a 10 m) se depositan en la tráquea y los bronquios, y las partículas de menos de 5 m pueden alcanzar los alveolos. Las partículas de menos de 0,5 m son tan pequeñas que se comportan como gases. Los gases tóxicos se depositan de acuerdo con su solubilidad. Los gases hidrosolubles son absorbidos por la mucosa húmeda de las vías aéreas superiores; los gases con una menor solubilidad se depositan de forma más aleatoria por todo el tracto respiratorio.
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