La exposición a una pluralidad de causas de fatiga puede dar lugar a resultados desfavorables del embarazo, como queda reflejado por el aumento significativo de la tasa de parto pretér- mino a medida que aumentaba el número de causas de fatiga (Tabla 9.8). Un 20 % del total de mujeres, que presentaban una exposición simultánea al menos a tres causas de fatiga, tenían una tasa de parto pretérmino que duplicaba la del resto de la población considerada. La fatiga laboral y la semana laboral excesivamente prolongada dan lugar a una tasa de prematu- ridad incluso más elevada. Esta aumenta de forma adicional cuando existe además un factor de riesgo médico. La detección de la fatiga laboral es, por tanto, incluso más importante que la detección de los factores de riesgo médico.
Estudios europeos y norteamericanos han confirmado nuestros resultados y se ha demostrado que nuestra escala de la fatiga es reproducible en otras encuestas y países.
En un estudio de seguimiento de casos y controles realizado en Francia en la misma maternidad pocos años después (Mamelle y Munoz 1987), sólo dos de los cinco índices de fatiga ya señalados se relacionaron significativamente con el parto antes del término. No obstante, habría que señalar que las mujeres tenían más oportunidades de sentarse durante el trabajo y que habían sido retiradas de las tareas que precisaban esfuerzos en virtud de las medidas preventivas adoptadas por entonces en los lugares de trabajo. En todo caso, la escala de la fatiga siguió siendo predictiva del parto pretérmino.
En Montreal, Quebec, se efectuó un estudio (MacDonald y cols. 1988) sobre 22.000 mujeres embarazadas mediante una encuesta retrospectiva sobre las condiciones de trabajo. En él se demostró que las semanas de trabajo prolongadas, los cambios alternativos de turno y el transporte de cargas pesadas tenían una influencia significativa. Los restantes factores estudiados no parecían estar relacionados con el parto antes de término, aunque se observó aparentemente una asociación significativa entre este último y una escala basada en el número total de causas de fatiga.
Con la excepción del trabajo con máquinas industriales, no se observó ninguna asociación significativa entre las condiciones de trabajo y el parto antes del término en un estudio retrospectivo francés realizado sobre una muestra significativa de 5.000 mujeres embarazadas (Saurel-Cubizolles y Kaminski 1987). En cambio, se advirtió esa asociación entre una escala de fatiga inspirada en la muestra y el parto antes del término.
En Estados Unidos, Homer, Bereford y James (1990) confir- maron en un estudio histórico de cohortes la existencia de una asociación entre la carga de trabajo físico y el riesgo creciente de prematuridad. Teitelman y colaboradores (1990), en un estudio prospectivo efectuado sobre 1.200 mujeres embarazadas cuyo trabajo se clasificó como sedentario, activo o en bipedestación basándose en la descripción del puesto de trabajo, demostró la existencia de una asociación entre el trabajo en bipedestación y el parto antes del término.
Recientemente, Barbara Luke y colaboradores (en prensa) han llevado a cabo un estudio retrospectivo en enfermeras norteamericanas, utilizando nuestra misma escala de riesgo laboral. Los resultados han sido similares a los nuestros, es decir, la existencia de una asociación entre el parto antes del término y las semanas laborales prolongadas, el trabajo de pie, una cantidad de trabajo excesiva y un ambiente laboral desfavorable. Además, se observa un riesgo de parto pretérmino significativa- mente mayor entre las mujeres expuestas de forma simultánea a tres o cuatro causas de fatiga. Debe resaltarse que en este ensayo participaron más de la mitad de todas las enfermeras de Estados Unidos.
Por otra parte, también se han notificado resultados contradictorios. Las causas podrían encontrarse en el empleo de tamaños de muestra pequeños (Berkowitz 1981), la utilización de definiciones de prematuridad diferentes (Launer y cols. 1990) o la clasificación de las condiciones de trabajo en función de las descripciones de los puestos de trabajo y no de un análisis real de éstos en sí (Klebanoff, Shiono y Carey 1990). En algunos casos, el puesto de trabajo se define de forma teórica, según la descripción del médico de empresa, por ejemplo, y no la de las propias mujeres (Peoples-Sheps y cols. 1991). Nosotros estimamos que es importante tener presente en los análisis la fatiga subjetiva, es decir, la que describen y experimentan éstas. Finalmente, es posible que los resultados negativos se deban a la adopción de medidas preventivas. Así ocurre en el estudio prospectivo de Ahlborg, Bodin y Hogstedt (1990), en el que se pidió a 3.900 mujeres suecas que cumplimentasen un cuestionario durante su primera visita prenatal. El único factor de riesgo de parto pretérmino que pudo registrarse fue el trans- porte de pesos de más de 12 kg con una frecuencia superior a veces a la semana y, aun en ese caso, el riesgo relativo de 1,7 no fue significativo. El propio Ahlborg señala que se habían adoptado medidas preventivas, tales como la instauración del permiso remunerado por maternidad y el reconocimiento del derecho a realizar trabajos menos fatigosos durante los dos meses previos a la fecha prevista para el parto. Las bajas habían sido cinco veces más frecuentes entre las mujeres que describían su trabajo como agotador y que implicaban el transporte de cargas pesadas. Ahlborg concluye que la disminución del riesgo de parto antes del término pudo deberse a la implantación de medidas preventivas de este tipo.
Estudios europeos y norteamericanos han confirmado nuestros resultados y se ha demostrado que nuestra escala de la fatiga es reproducible en otras encuestas y países.
En un estudio de seguimiento de casos y controles realizado en Francia en la misma maternidad pocos años después (Mamelle y Munoz 1987), sólo dos de los cinco índices de fatiga ya señalados se relacionaron significativamente con el parto antes del término. No obstante, habría que señalar que las mujeres tenían más oportunidades de sentarse durante el trabajo y que habían sido retiradas de las tareas que precisaban esfuerzos en virtud de las medidas preventivas adoptadas por entonces en los lugares de trabajo. En todo caso, la escala de la fatiga siguió siendo predictiva del parto pretérmino.
En Montreal, Quebec, se efectuó un estudio (MacDonald y cols. 1988) sobre 22.000 mujeres embarazadas mediante una encuesta retrospectiva sobre las condiciones de trabajo. En él se demostró que las semanas de trabajo prolongadas, los cambios alternativos de turno y el transporte de cargas pesadas tenían una influencia significativa. Los restantes factores estudiados no parecían estar relacionados con el parto antes de término, aunque se observó aparentemente una asociación significativa entre este último y una escala basada en el número total de causas de fatiga.
Con la excepción del trabajo con máquinas industriales, no se observó ninguna asociación significativa entre las condiciones de trabajo y el parto antes del término en un estudio retrospectivo francés realizado sobre una muestra significativa de 5.000 mujeres embarazadas (Saurel-Cubizolles y Kaminski 1987). En cambio, se advirtió esa asociación entre una escala de fatiga inspirada en la muestra y el parto antes del término.
En Estados Unidos, Homer, Bereford y James (1990) confir- maron en un estudio histórico de cohortes la existencia de una asociación entre la carga de trabajo físico y el riesgo creciente de prematuridad. Teitelman y colaboradores (1990), en un estudio prospectivo efectuado sobre 1.200 mujeres embarazadas cuyo trabajo se clasificó como sedentario, activo o en bipedestación basándose en la descripción del puesto de trabajo, demostró la existencia de una asociación entre el trabajo en bipedestación y el parto antes del término.
Recientemente, Barbara Luke y colaboradores (en prensa) han llevado a cabo un estudio retrospectivo en enfermeras norteamericanas, utilizando nuestra misma escala de riesgo laboral. Los resultados han sido similares a los nuestros, es decir, la existencia de una asociación entre el parto antes del término y las semanas laborales prolongadas, el trabajo de pie, una cantidad de trabajo excesiva y un ambiente laboral desfavorable. Además, se observa un riesgo de parto pretérmino significativa- mente mayor entre las mujeres expuestas de forma simultánea a tres o cuatro causas de fatiga. Debe resaltarse que en este ensayo participaron más de la mitad de todas las enfermeras de Estados Unidos.
Por otra parte, también se han notificado resultados contradictorios. Las causas podrían encontrarse en el empleo de tamaños de muestra pequeños (Berkowitz 1981), la utilización de definiciones de prematuridad diferentes (Launer y cols. 1990) o la clasificación de las condiciones de trabajo en función de las descripciones de los puestos de trabajo y no de un análisis real de éstos en sí (Klebanoff, Shiono y Carey 1990). En algunos casos, el puesto de trabajo se define de forma teórica, según la descripción del médico de empresa, por ejemplo, y no la de las propias mujeres (Peoples-Sheps y cols. 1991). Nosotros estimamos que es importante tener presente en los análisis la fatiga subjetiva, es decir, la que describen y experimentan éstas. Finalmente, es posible que los resultados negativos se deban a la adopción de medidas preventivas. Así ocurre en el estudio prospectivo de Ahlborg, Bodin y Hogstedt (1990), en el que se pidió a 3.900 mujeres suecas que cumplimentasen un cuestionario durante su primera visita prenatal. El único factor de riesgo de parto pretérmino que pudo registrarse fue el trans- porte de pesos de más de 12 kg con una frecuencia superior a veces a la semana y, aun en ese caso, el riesgo relativo de 1,7 no fue significativo. El propio Ahlborg señala que se habían adoptado medidas preventivas, tales como la instauración del permiso remunerado por maternidad y el reconocimiento del derecho a realizar trabajos menos fatigosos durante los dos meses previos a la fecha prevista para el parto. Las bajas habían sido cinco veces más frecuentes entre las mujeres que describían su trabajo como agotador y que implicaban el transporte de cargas pesadas. Ahlborg concluye que la disminución del riesgo de parto antes del término pudo deberse a la implantación de medidas preventivas de este tipo.
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