Históricamente, la detección de toxinas en el entorno laboral ha sido el principal método para identificar posibles riesgos. Sin embargo, no se conocen todas las sustancias tóxicas y, por consi- guiente, no es posible controlarlas. Por otra parte, la sensibilidad de los individuos es un factor que influye en el posible efecto de los xenobióticos.
Los marcadores biológicos proporcionan más oportunidades para definir el riesgo individual. Para su descripción y su correcta interpretación, los marcadores biológicos se han clasificado según el esquema que presentamos en la Figura 8.2. Al igual que en otras alteraciones, es posible establecer una relación entre los marcadores biológicos de toxicidad renal y genitourinaria y la sensibilidad, la exposición, los efectos o la enfermedad. Los marcadores biológicos pueden ser genotípicos o fenotípicos, y pueden ser funcionales, celulares o solubles en orina, sangre u otros líquidos corporales. Son ejemplos de marcadores solubles las proteínas, las enzimas, las citocinas y los factores de crecimiento. Para estudiar los marcadores biológicos puede buscarse el gen, el mensajero o la proteína producida. Estos sistemas variables complican aún más la valoración y la selección de los marcadores biológicos. El estudio de las proteínas tiene la ventaja de que son las moléculas funcionales. El gen puede no transcribirse, y la cantidad de mensajero puede no correspon derse con la proteína producida. En la Tabla 8.3.se ofrece una lista de criterios para la selección de los marcadores biológicos.
El esfuerzo de los científicos internacionales para cartografiar el genoma humano, posibilitado por los avances de la biología molecular, estableció las bases para identificar marcadores bioló- gicos de sensibilidad. En la mayoría de las enfermedades humanas, en especial las que se deben a la exposición a tóxicos ambientales, interviene una constelación de genes que presentan una considerable diversidad genética (polimorfismo genético). Como ya hemos señalado, un ejemplo de este producto genético es el sistema enzimático oxidativo P-450, que puede metabolizar xenobióticos en el hígado, el riñón o la vejiga. Existen factores de sensibilidad que pueden controlar también los mecanismos de reparación del ADN, influir en la sensibilidad de diversas vías de señalización importantes en la carcinogénesis (es decir, los factores de crecimiento) o guardar relación con procesos hereditarios que predisponen a la enfermedad. Un ejemplo claro de factor de sensibilidad heredado es el fenotipo de acetilación lenta o rápida, que regula la acetilación e inactivación de determinadas aminas aromáticas que se sabe causan cáncer de vejiga. Los marcadores biológicos de sensibilidad no incluyen sólo genes que regulan la activación de xenobióticos, sino también protoon- cogenes y oncogenes supresores. En el control del crecimiento de las células tumorales intervienen diferentes sistemas interrelacio- nados muy complejos, como un equilibrio entre los (proto) oncogenes positivos y los oncogenes negativos (supresores). Los protooncogenes controlan el crecimiento y desarrollo celulares normales, mientras que los oncogenes supresores controlan la división y diferenciación celulares normales. Otros genes pueden contribuir a procesos preexistentes, como la propensión a la insuficiencia renal secundaria a alteraciones subyacentes como la poliquistosis renal.
Los marcadores biológicos proporcionan más oportunidades para definir el riesgo individual. Para su descripción y su correcta interpretación, los marcadores biológicos se han clasificado según el esquema que presentamos en la Figura 8.2. Al igual que en otras alteraciones, es posible establecer una relación entre los marcadores biológicos de toxicidad renal y genitourinaria y la sensibilidad, la exposición, los efectos o la enfermedad. Los marcadores biológicos pueden ser genotípicos o fenotípicos, y pueden ser funcionales, celulares o solubles en orina, sangre u otros líquidos corporales. Son ejemplos de marcadores solubles las proteínas, las enzimas, las citocinas y los factores de crecimiento. Para estudiar los marcadores biológicos puede buscarse el gen, el mensajero o la proteína producida. Estos sistemas variables complican aún más la valoración y la selección de los marcadores biológicos. El estudio de las proteínas tiene la ventaja de que son las moléculas funcionales. El gen puede no transcribirse, y la cantidad de mensajero puede no correspon derse con la proteína producida. En la Tabla 8.3.se ofrece una lista de criterios para la selección de los marcadores biológicos.
El esfuerzo de los científicos internacionales para cartografiar el genoma humano, posibilitado por los avances de la biología molecular, estableció las bases para identificar marcadores bioló- gicos de sensibilidad. En la mayoría de las enfermedades humanas, en especial las que se deben a la exposición a tóxicos ambientales, interviene una constelación de genes que presentan una considerable diversidad genética (polimorfismo genético). Como ya hemos señalado, un ejemplo de este producto genético es el sistema enzimático oxidativo P-450, que puede metabolizar xenobióticos en el hígado, el riñón o la vejiga. Existen factores de sensibilidad que pueden controlar también los mecanismos de reparación del ADN, influir en la sensibilidad de diversas vías de señalización importantes en la carcinogénesis (es decir, los factores de crecimiento) o guardar relación con procesos hereditarios que predisponen a la enfermedad. Un ejemplo claro de factor de sensibilidad heredado es el fenotipo de acetilación lenta o rápida, que regula la acetilación e inactivación de determinadas aminas aromáticas que se sabe causan cáncer de vejiga. Los marcadores biológicos de sensibilidad no incluyen sólo genes que regulan la activación de xenobióticos, sino también protoon- cogenes y oncogenes supresores. En el control del crecimiento de las células tumorales intervienen diferentes sistemas interrelacio- nados muy complejos, como un equilibrio entre los (proto) oncogenes positivos y los oncogenes negativos (supresores). Los protooncogenes controlan el crecimiento y desarrollo celulares normales, mientras que los oncogenes supresores controlan la división y diferenciación celulares normales. Otros genes pueden contribuir a procesos preexistentes, como la propensión a la insuficiencia renal secundaria a alteraciones subyacentes como la poliquistosis renal.
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