A causa del desarrollo social y tecnológico sostenido desde el decenio de 1970, sólo queda un escaso número de trabajos con “actividad física dinámica”. La actividad física en el lugar de trabajo moderno a menudo se reduce al levantamiento o transporte de cargas pesadas, y una gran parte del trabajo se realiza mediante trabajo muscular estático. Por esto, no sorprende que la actividad física en profesiones de este tipo no tenga un efecto protector frente a las enfermedades coronarias: carece de la intensidad, duración y frecuencia suficientes para optimizar la carga física sobre los grandes grupos musculares. El trabajo físico suele ser intensivo, pero no tiene un efecto significativo sobre el sistema cardiovascular. La combinación de un trabajo físico duro y una actividad física intensa en el tiempo libre podría suponer la situación más favorable para el perfil de factores de riesgo cardiovascular y la aparición de CC
(Saltin 1992).
Los resultados de los estudios realizados hasta la fecha no aclaran la cuestión de si el trabajo físico pesado se relaciona con la aparición de hipertensión arterial.
El trabajo físico intenso se asocia a cambios en la tensión arterial. En el trabajo dinámico en el que se emplean grandes masas musculares, el suministro de sangre se ajusta al esfuerzo de forma equilibrada. En el trabajo dinámico en el que se utilizan los músculos de pequeño y mediano tamaño, el corazón puede bombear más sangre de la necesaria para el trabajo físico total y puede aumentar de forma considerable la tensión sistólica y diastólica (Frauendorf y cols. 1986).
Incluso cuando se combina la tensión física y mental o la tensión física que provoca el ruido, se observa un notable aumento de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca en un porcentaje (aproximadamente el 30 %) de las personas (Frauendorf, Kobryn y Gelbrich 1992; Frauendorf y cols. 1995).
En la actualidad no hay estudios sobre los efectos crónicos de este aumento de la actividad circulatoria en el trabajo muscular local, con o sin ruido o tensión mental.
(Saltin 1992).
Los resultados de los estudios realizados hasta la fecha no aclaran la cuestión de si el trabajo físico pesado se relaciona con la aparición de hipertensión arterial.
El trabajo físico intenso se asocia a cambios en la tensión arterial. En el trabajo dinámico en el que se emplean grandes masas musculares, el suministro de sangre se ajusta al esfuerzo de forma equilibrada. En el trabajo dinámico en el que se utilizan los músculos de pequeño y mediano tamaño, el corazón puede bombear más sangre de la necesaria para el trabajo físico total y puede aumentar de forma considerable la tensión sistólica y diastólica (Frauendorf y cols. 1986).
Incluso cuando se combina la tensión física y mental o la tensión física que provoca el ruido, se observa un notable aumento de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca en un porcentaje (aproximadamente el 30 %) de las personas (Frauendorf, Kobryn y Gelbrich 1992; Frauendorf y cols. 1995).
En la actualidad no hay estudios sobre los efectos crónicos de este aumento de la actividad circulatoria en el trabajo muscular local, con o sin ruido o tensión mental.
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