El concepto probablemente más importante surgido progresivamente durante los últimos 20 años ha sido el de la toxicidad específica de cada tipo de polvo, relacionada con las características químicas de las partículas (incluidas las más sutiles, como son las características  de  la  superficie).  En  las  primeras  fases  de  lainvestigación,  no  se  realizó  ninguna  diferenciación  entre  los
“polvos  minerales”.  Posteriormente  se  introdujeron  categorías genéricas: amianto, carbón, fibras inorgánicas, filosilicatos y sílice. Pero  se  observó  que  esta  clasificación  no  era  suficientemente precisa  para  caracterizar  los  diversos  efectos  biológicos  obser- vados. En la actualidad se utiliza una clasificación mineralógica. Por  ejemplo,  se  distinguen  los  diversos  tipos  mineralógicos  de amianto: crisotila serpentina, amosita anfibólica, crocidolita anfi- bólica  y  tremolita  anfibólica.  Para  el  sílice,  generalmente  se distingue entre cuarzo (con mucho el más prevalente), otros poli- morfos cristalinos y variedades amorfas. En el campo del carbón, deben tratarse por separado los carbones de alto rango y de bajo rango,  ya  que  existen  pruebas  importantes  de  que  el  riesgo  de NMC y, especialmente, el riesgo de fibrosis progresiva masiva, es mucho mayor tras la exposición al polvo producido en las minas de carbón de alto rango.
Pero la clasificación mineralógica también tiene algunas limitaciones.   Existen   pruebas   experimentales   y   epidemiológicas(teniendo en cuenta las “diferencias interpersonales”) de que se puede modular la toxicidad intrínseca de un solo tipo mineraló- gico de polvo actuando sobre las características fisicoquímicas de las partículas. Esto planteó la difícil cuestión de la importancia toxicológica  de  cada  uno  de  los  numerosos  parámetros  que pueden usarse para describir una partícula de polvo y una nube de polvo. A nivel de partícula individual, pueden considerarse varios parámetros: características químicas generales, estructura cristalina,  forma,  densidad,  tamaño,  superficie,  propiedades químicas  de  superficie  y  carga  de  superficie.  Al  considerar  las nubes de polvo se añade otro nivel de complejidad debido a la distribución  de  estos  parámetros  (p.  ej.,  la  distribución  por tamaño y la composición del polvo mixto).
El tamaño de las partículas y las propiedades químicas de su superficie fueron los parámetros más estudiados para explicar el efecto modulador. Como se comentó anteriormente, los meca- nismos de retención están relacionados con el tamaño. Pero el tamaño  también  puede  modular  la  toxicidad  in  situ,  como  se demostró en numerosos estudios en animales e in vitro.
En el campo de las fibras minerales, el tamaño se consideró de tal importancia que constituyó la base de una teoría patogénica que atribuía la toxicidad de las partículas fibrosas (naturales y artificiales) a la forma y al tamaño de las partículas, sin tener en cuenta  su  composición  química.  Al  considerar  las  fibras,  el tamaño debe descomponerse en longitud y diámetro. Debe utili- zarse una matriz bidimensional para informar las distribuciones de tamaño, y los rangos útiles son de 0,03 a 3 m de diámetro y de 0,3 a 300 m de longitud (Sébastien 1991). Integrando los resultados de los numerosos estudios, Lippman (1988) asignó un índice  de  toxicidad  a  varias  células  de  la  matriz.  Existe  una tendencia general a creer que las fibras largas y finas son las más peligrosas. Debido a que las normas utilizadas actualmente en la higiene  industrial  se  basan  en  el  uso  del  microscopio  óptico, ignoran las fibras más finas. Si la valoración de la toxicidad espe- cífica de cada célula de la matriz tiene cierto interés académico, su interés práctico está limitado por el hecho de que cada tipo de  fibra  se  asocia  a  una  distribución  por  tamaños  específicos relativamente uniforme. Para las partículas compactas, como el carbón  y  el  sílice,  existen  pruebas  dudosas  sobre  un  posible papel específico de las diferentes subfracciones de tamaño de las
partículas depositadas en la región alveolar del pulmón.
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