martes, 31 de julio de 2007

Otros factores Factores del trabajo en la salud Mental

Varios medicamentos pueden causar delirio, que, a su vez, puede evolucionar a la psicosis. Entre ellos se encuentran los antihipertensivos, los anticolinérgicos (incluidos algunos de los fármacos utilizados en el tratamiento del resfriado común), los antidepresivos, los tuberculostáticos, los antiparkinsonianos y los antiulcerosos (como la cimetidina). Además, pueden aparecer psicosis relacionadas con el uso de sustancias psicoactivas legales o ilegales, como el alcohol, las anfetaminas, la cocaína, el PCP, los esteroides anabolizantes y la marihuana. Estos delirios y alucina- ciones suelen ser transitorios. Si bien el contexto es variable, las ideas delirantes de persecución son muy comunes. En las alucinaciones relacionadas con el alcohol, la persona puede oír voces que le amenazan, insultan, critican o condenan. A veces, estas voces hablan en tercera persona. Al igual que sucede con las personas que sufren delirios paranoides o persecutorios, es preciso hacer una evaluación cuidadosa de estos sujetos, pues pueden ser peligrosos para sí mismos o para los demás.
La psicosis posparto es relativamente rara en el mundo del trabajo, pero conviene reseñarla pues son muchas las mujeres que están volviendo a su trabajo antes de lo que solían. Tiende a ocurrir en madres primerizas (o, más rara vez, en padres) y suele instaurarse entre dos y cuatro semanas después del parto.
En distintas culturas pueden desarrollarse psicosis asociadas a creencias comunes. Se han descrito varias reacciones psicóticas de base cultural, como el “koro” en el sur y este de Asia, “la reacción psicótica qi-gong ” en poblaciones chinas, el “piblokto” en las comunidades esquimales y el “whitigo” en varios grupos de indios norteamericanos (Kaplan and Sadock 1995). No parecen existir estudios sobre la eventual relación de estos fenó- menos psicóticos y las variables profesionales.

lunes, 30 de julio de 2007

El cerebro posterior


Los tres componentes principales del cerebro posterior son el bulbo raquídeo, la protuberancia y el cerebelo (Figura 7.4).
El bulbo raquídeo contiene estructuras neurales que controlan la frecuencia cardíaca y la respiración, que en ocasiones son el objetivo de agentes neurotóxicos y de fármacos que causan la muerte. Situada entre el bulbo raquídeo y el cerebro medio, la protuberancia (puente) debe su nombre al gran número de fibras que atraviesan su cara anterior en su camino a los hemisferios cerebelosos. El cerebelo (en latín, cerebro pequeño) tiene un aspecto arrugado característico. Recibe información sensitiva y envía mensajes motores esenciales para la coordinación motora. Es el responsable (entre otras funciones) de la ejecución de los movimientos finos. Esta organización, o programación, exige una coordinación adecuada de las aferencias sensitivas y de las respuestas motoras. El cerebelo es a menudo el objetivo de muchos agentes neurotóxicos (por ejemplo bebidas alcohólicas, muchos disolventes industriales, plomo) que afectan a las respuestas motoras.

viernes, 27 de julio de 2007

Trabajo físico intenso (I)

Los efectos de la “falta de movimiento”, como factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, y de la actividad física en la mejora de la salud se han descrito en publicaciones clásicas como las de Morris, Paffenbarger y cols. en los decenios de 1950 y 1960 y en numerosos estudios epidemiológicos (Berlin y Colditz 1990; Powell y cols. 1987). En estudios previos no pudo demostrarse una relación directa causa-efecto entre la falta de movimiento y las tasas de enfermedad o mortalidad cardiovasculares. Sin embargo, los estudios epidemiológicos señalan los efectos positivos y protectores de la actividad física, ya que reduce la incidencia de diversas enfermedades crónicas, como la cardiopatía coronaria, la hipertensión, la diabetes mellitus no insulino dependiente, la osteoporosis y el cáncer de colon, así como de la ansiedad y la depresión. La conexión entre la inactividad física y el riesgo de cardiopatía coronaria se ha observado en numerosos países y grupos de población. El riesgo relativo de cardiopatía coronaria entre las personas inactivas en comparación con el de las personas activas oscila entre 1,5 y 3,0 y se obtiene una rela- ción más estrecha cuanto mejor es la calidad de los métodos empleados en los estudios. Este aumento del riesgo puede compararse al determinado para la hipercolesterolemia, la hipertensión y el tabaquismo (Berlin y Colditz 1990; Centers for Disease Control and Prevention 1993; Kristensen 1994; Powell y cols. 1987).
La actividad física regular practicada en el tiempo libre parece reducir el riesgo de cardiopatía coronaria mediante varios mecanismos fisiológicos y metabólicos. En estudios experimentales se ha demostrado que el entrenamiento de movimiento regular influye de forma positiva sobre los factores de riesgo conocidos y otros factores relacionados con la salud. Así, por ejemplo, aumenta los niveles de colesterol de las HDL y reduce el nivel de triglicéridos séricos y la tensión arterial (Bouchard, Shepard y Stephens 1994; Pate y cols. 1995).

martes, 24 de julio de 2007

Enfermedades profesionales respecto al Higado: Alcohol y cirrosis.

. La enfermedad parenquimatosa crónica del hígado puede adoptar la forma de hepatitis crónica o de cirrosis. Esta última se caracteriza por lesión celular, fibrosis y regeneración nodular. Si bien en muchos casos se desconoce la etiología, la cirrosis puede aparecer después de una hepatitis vírica o de una necrosis hepática masiva debida, a su vez, a la ingestión de fármacos u otras sustancias o a una exposición industrial. En países industrializados como Francia, Reino Unido o Estados Unidos, muchos casos de cirrosis portal se asocian al consumo excesivo de alcohol, si bien es posible la participación de varios factores de riesgo, lo que explicaría las evidentes variaciones de susceptibilidad. Aunque el modo de acción del alcohol se desconoce, la lesión hepática se asocia fundamentalmente con la magnitud y duración del consumo. Los trabajadores con fácil acceso al alcohol corren mayor riesgo de desarrollar cirrosis. Entre las profesiones que presentan mayores tasas de mortalidad por esta causa se encuentran los camareros, taberneros y cocineros, los marineros, los directores de empresa y los médicos.

lunes, 23 de julio de 2007

El sistema nervioso central

El sistema nervioso central está formado por el cerebro y la médula espinal (Figura 7.3). El cerebro se encuentra en la cavidad craneal y está protegido por las meninges. Se divide en tres componentes principales que son, en orden ascendente, es decir, desde la parte caudal (cola) a la cervical (cabeza) del sistema nervioso, el cerebro posterior (también llamado rombencénfalo), el cerebro medio (el mesencéfalo) y el cerebro anterior (el prosen- céfalo).

domingo, 22 de julio de 2007

Factores químicos relacionados con el trabajo

Se sabe que ciertas sustancias químicas, como el mercurio, el disulfuro de carbono, el tolueno, el arsénico y el plomo han producido psicosis en trabajadores manuales. Por ejemplo, se ha descubierto que el mercurio induce una psicosis en los trabajadores de la industria del sombrero, que ha recibido el literario nombre de “psicosis del sombrerero loco” (Kaplan y Sadock, 1995). Stopford (comunicación personal, 6 de noviembre de 1995) sugiere que el disulfuro de carbono indujo psicosis en un grupo de trabajadores franceses en 1856. En Estados Unidos, en 1989, dos hermanos del estado de Nevada compraron este producto para matar ardillas y desarrollaron una psicosis grave tras entrar en contacto con él: uno de los hermanos disparó a un tercero y el otro se disparó a sí mismo durante un cuadro de confusión grave y depresión psicótica. La incidencia de suicidio y homicidio se multiplica por trece tras la exposición al disulfuro de carbono. Además, Stopford señala que se sabe que la exposición al tolueno (utilizado en la fabricación de explosivos y tintes) causa una encefalopatía aguda con psicosis. También puede causar síntomas de pérdida de memoria, cambios del estado de ánimo (p. ej., disforia) deterioro de la coordinación visualmanual y alteraciones del lenguaje. Así pues, varios disolventes orgánicos, utilizados sobre todo en la industria química, ejercen una influencia directa en el sistema nervioso central (SNC), en el que inducen cambios bioquímicos y un comportamiento impredecible (Levi, Frandenhaeuser y Gardell 1986). La Administración para la Salud y la Seguridad en el Trabajo (Occupational Safety and Health Administration, OSHA) y el Instituto Nacional para la Salud y la Seguridad en el Trabajo (National Institute for Occupational Safety and Health, NIOSH) de Estados Unidos y la industria química han establecido precauciones, procedimientos y protocolos especiales destinados a reducir al mínimo el riego de las personas que trabajan con sustancias químicas tóxicas.

jueves, 19 de julio de 2007

Los principales componentes del sistema nervioso




El conocimiento de los principales componentes del sistema nervioso es fundamental para comprender las manifestaciones neuropsicológicas más visibles de las enfermedades neurotóxicas, la justificación del uso de técnicas concretas para la valoración de las funciones del sistema nervioso y el conocimiento de los mecanismos farmacológicos de la acción neurotóxica. Desde un punto de vista funcional, el sistema nervioso puede dividirse en dos compartimientos principales: el sistema nervioso somático transmite información sensitiva (tacto, temperatura, dolor y posición de los miembros, incluso con los ojos cerrados) desde los segmentos corporales y transporta las vías neurales que inervan y controlan el movimiento de los músculos esqueléticos, como los de los brazos, manos, piernas y pies. El sistema nervioso visceral controla los órganos internos que no están normalmente bajo la influencia de los vasos sanguíneos, la dilatación y la contracción de las pupilas de los ojos, etc.
Desde un punto de vista anatómico, es necesario identificar cuatro componentes principales: el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico, que incluye los pares craneales, el sistema autónomo y el sistema neuroendocrino.

lunes, 16 de julio de 2007

Estados mentales: esquizofrenia


La esquizofrenia es probablemente el mejor conocido de los trastornos psicóticos. Se trata de una enfermedad que causa un deterioro progresivo y que suele tener un comienzo insidioso. Se han identificado varias subcategorías específicas, que comprenden los tipos paranoide, desorganizado, catatónico, indiferenciado y residual. Las personas con este trastorno tienen a menudo historias laborales limitadas y no suelen formar parte de la población activa una vez desarrollada la enfermedad. Tienen frecuentes alteraciones profesionales y pierden el interés o el deseo de trabajar. Salvo en empleos de muy escasa complejidad, suele ser muy difícil que conserven su puesto de trabajo.
El trastorno esquizofreniforme es similar a la esquizofrenia, pero sus episodios son de duración breve, en general inferior a seis meses. El funcionamiento social y profesional previo de las personas que sufren este trastorno suele haber sido bueno y, cuando los síntomas ceden, recuperan su rendimiento anterior. En consecuencia, el impacto profesional de este trastorno puede ser notablemente inferior al de la esquizofrenia.
El trastorno esquizoafectivo tiene también mejor pronóstico que la esquizofrenia, aunque peor que el de los trastornos afectivos. La alteración profesional es muy frecuente en este grupo de pacientes. A veces, las psicosis aparecen en los trastornos afectivos mayores. Con el tratamiento adecuado, el funciona- miento laboral de los trabajadores con trastornos afectivos mayores es por lo general mucho mejor que el de los que tienen esquizofrenia o trastornos esquizoafectivos.
Ciertos factores estresantes, como la pérdida del empleo o la muerte de un ser querido, pueden causar psicosis reactivas breves. Parece probable que este trastorno psicótico sea más frecuente en el medio laboral que otras psicosis, sobre todo cuando se asocian a características esquizoides, esquizotípicas o limítrofres.
Parece probable que los trastornos delirantes sean relativa- mente frecuentes en el entorno de trabajo. El sujeto afectado por el tipo erotomaniaco cree típicamente ser amado por otra persona, en general de situación social más alta. A veces, acosa a esa persona con llamadas telefónicas, cartas o incluso espián- dola. Muchas de estas personas desempeñan empleos modestos, viven aislados y retirados y tienen contactos sociales y sexuales limitados. El trastorno de tipo grandioso suele asociarse a ideas delirantes de valor, poder, conocimientos o relaciones de alto nivel, o de relación especial con una deidad o algún famoso. El tipo celoso cree erróneamente que su pareja sexual le es infiel. El tipo persecutorio cree que él mismo (o alguien próximo a él) está siendo engañado, acosado, perseguido o maltratado de alguna otra forma. Estas personas suelen sentirse resentidas y furiosas, y pueden recurrir a la violencia contra aquellos a los que consideran sus enemigos. Rara vez desean buscar ayuda, pues no creen que les ocurra nada. Los tipos somáticos desarro- llan la idea, pese a cualquier prueba en contrario, de que sufren una enfermedad infecciosa. También pueden creer que están desfigurados, o preocuparse obsesivamente por un mal olor corporal. Estos trabajadores con ideas delirantes causan con frecuencia problemas laborales.

viernes, 13 de julio de 2007

Ruido: Estudios experimentales (III)

En la investigación sobre el efecto del ruido tiene una importancia fundamental un amplio estudio epidemiológico realizado con trabajadoras de la industria textil de China (Zhao, Liu y Zhang 1991). Zhao comprobó una relación dosis-efecto entre los niveles de ruido y la tensión arterial en mujeres trabajadoras de la industria que estuvieron expuestas durante muchos años a diferentes tipos de ruidos. Al aplicar un modelo logístico aditivo, los factores “refería el uso de sal de mesa”, “antecedentes familiares de hipertensión” y “nivel de ruido” (p0,05) se relacionaron de forma significativa con la probabilidad de sufrir hipertensión. Los autores consideraron que el sobrepeso no interfería con la valoración. El factor del nivel de ruido, no obstante, supuso la mitad del riesgo de hipertensión de los dos primeros factores mencionados. Un aumento del nivel de ruido de 70 a 100 dBA aumentó el riesgo de hipertensión 2,5 veces. La cuantificación del riesgo de hipertensión empleando niveles de exposición más elevados fue posible en este estudio porque las trabajadoras no utilizaban protectores para el ruido. El estudio se centró en mujeres no fumadoras de 35 8 años, así, de acuerdo con los resultados de V. Eiff (1993), el riesgo de hipertensión asociado al ruido en los varones pudo ser significativamente más elevado.
La protección frente al ruido se prescribe en los países industrializados cuando el nivel de ruido supera los 85-90 dBA. En numerosos estudios realizados en estos países no se ha demostrado un riesgo claro con ese nivel de ruido, por lo que puede concluirse, según Gierke y Harris (1990), que la limitación del nivel de ruido a los límites establecidos previene la mayoría de los efectos extraauditivos.

jueves, 12 de julio de 2007

Los tendones como tejidos vivos

La fuerza de los tendones contradice la fragilidad de los mecanismos fisiológicos subyacentes por los que se nutren y curan. Intercaladas dentro de la matriz del tendón hay células vivas, terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos. Las terminaciones nerviosas proporcionan información al sistema nervioso central para el control motor y para advertir de sobrecargas agudas. Los vasos sanguíneos desempeñan un papel importante en la nutrición de ciertas zonas del tendón. Algunas zonas de los tendones son avasculares y dependen de la difusión del líquido secretado por los revestimientos sinoviales de las vainas externas de los tendones (Gelberman y cols. 1987). El líquido sinovial lubrica también los movimientos de los tendones. Las vainas sinoviales se encuentran en las localizaciones donde los tendones entran en contacto con las superficies anatómicas adyacentes.
La excesiva deformación elástica o viscosa del tendón puede lesionar estos tejidos y alterar su capacidad de curación. Se ha formulado la hipótesis de que la deformación puede impedir o frenar la circulación y la nutrición de los tendones (Hagberg
1982; Viikari-Juntura 1984; Armstrong y cols. 1993). Sin una circulación adecuada, la viabilidad celular se verá alterada y la capacidad de curación del tendón estará reducida. La deformación del tendón puede ocasionar pequeños desgarros que contribuyen a una mayor lesión celular e inflamación. Si se restaura la circulación y se permite que el tendón tenga un tiempo de recuperación adecuado, los tejidos lesionados se curarán (Gelberman y cols. 1987; Daniel y Breidenbach 1982; Leadbetter 1989).

martes, 10 de julio de 2007

Neurotransmisores

Un neurotransmisor es una sustancia química que, cuando es liberada de las terminales de los axones por el potencial de acción, produce un cambio momentáneo del potencial eléctrico cuando se estimula otra fibra nerviosa. Los neurotransmisores estimulan o inhiben neuronas adyacentes u órganos efectores, como músculos
y glándulas. En la actualidad se están estudiando intensivamente neurotransmisores conocidos y sus vías neurales, y constantemente se están descubriendo otros nuevos. Se sabe que algunas enfermedades neurológicas y psiquiátricas se deben a alteraciones químicas de la neurotransmisión, como por ejemplo la miastenia grave, la enfermedad de Parkinson, ciertas formas de trastornos afectivos como la depresión, deformaciones graves de los procesos cognitivos como la esquizofrenia y la enfermedad de Alzheimer. Aunque se han publicado excelentes informes aislados sobre el efecto de varios agentes neurotóxicos ambientales y profesionales sobre la neurotransmisión, el conjunto de conocimientos es escaso en comparación con el existente sobre las enfermedades neuropsiquiátricas. Los estudios farmacológicos de fármacos comerciales exigen el conocimiento de la forma en que afectan a la neuro- transmisión. Por tanto, la fabricación de fármacos y la investigación de la neurotransmisión están íntimamente relacionadas. Los conocimientos actuales sobre la acción de los fármacos han sido resumidos por Feldman y Quenzer (1984).
Los efectos de los agentes neurotóxicos sobre la neurotransmisión se clasifican por el lugar del sistema nervioso en el que actúan, por sus receptores químicos, por la evolución en el tiempo de sus efectos, por el hecho de si los agentes neurotóxicos facilitan, bloquean o inhiben la neurotransmisión o por si los agentes neurotóxicos alteran la terminación o la eliminación de la acción farmacológica del neurotransmisor.
Una dificultad a la que se enfrentan los neurocientíficos es la necesidad de relacionar procesos conocidos que ocurren a nivel molecular en la neurona con acontecimientos a nivel celular, lo que a su vez puede explicar cómo se producen los cambios neuropsicológicos normales y patológicos, como se expresa claramente en la siguiente afirmación, que sigue siendo válida en gran medida: “A nivel molecular, a menudo es posible una explicación de la acción de un fármaco; a nivel celular, a veces es posible una explicación, pero a nivel del comportamiento, nuestra ignorancia es abismal” (Cooper, Bloom y Roth 1986).

lunes, 9 de julio de 2007

Los tendones como estructuras (I)

Las fuerzas de fricción o de cizallamiento están causadas por esfuerzos dinámicos en los que los tendones rozan contra las superficies anatómicas adyacentes. Estas fuerzas actúan sobre la superficie del tendón y en paralelo a ella. Las fuerzas de fricción pueden notarse presionando y deslizando la mano simultáneamente sobre una superficie plana. El deslizamiento de los tendones sobre una superficie anatómica adyacente es análogo al de una cinta deslizándose por una polea.
La presión de líquido está causada por esfuerzos o posturas que desplazan líquido fuera de los espacios situados alrededor de los tendones. Los estudios sobre presión en el túnel del carpo demuestran que el contacto de la muñeca con las superficies externas y ciertas posturas producen presiones lo bastante altas para alterar la circulación y amenazar la viabilidad del tejido (Lundborg 1988).
La contracción de un músculo produce un estiramiento inmediato de su tendón. Los tendones agrupan a los músculos. Si el esfuerzo es mantenido, el tendón continuará estirándose. La relajación del músculo producirá una recuperación rápida del tendón, seguida de una recuperación más lenta. Si el estiramiento inicial estaba dentro de ciertos límites, el tendón se recuperará hasta volver a su longitud inicial sin carga (Fung 1972).

jueves, 5 de julio de 2007

Ruido: Estudios experimentales (II)

El efecto del ruido en el lugar de trabajo sobre la tensión arterial es equívoco. En diversos estudios epidemiológicos, la mayoría diseñados como estudios de corte, se ha observado que los trabajadores expuestos durante mucho tiempo al ruido alto presentan cifras más altas de tensión sistólica y diastólica que los trabajadores que realizan sus actividades en condiciones menos ruidosas. Sin embargo, otros estudios muestran que la asociación estadística entre la exposición prolongada al ruido y el aumento de la tensión arterial o hipertensión es mínima o nula (Schwarze
y Thompson 1993; Thompson 1993; van Dijk 1990). En estudios en los que la pérdida auditiva se considera un marcador indirecto del ruido se han obtenido resultados variables. En cualquier caso, la pérdida auditiva no es un indicador biológico adecuado de la exposición al ruido (Kristensen 1989; van Dijk 1990). Cada vez hay más datos a favor de que el ruido y los factores de riesgo, aumento de la tensión arterial y del nivel de colesterol sérico (Pillsburg 1986) y consumo de cigarrillos (Baron y cols. 1987), ejercen un efecto sinérgico sobre el desarrollo de la pérdida auditiva inducida. La diferenciación entre la pérdida auditiva por el ruido y la pérdida auditiva por otros factores es difícil. En los estudios (Talbott y cols. 1990; van Dijk, Veerbeck y de Vries 1987), no se halló ninguna relación entre la exposición al ruido y la hipertensión, aunque la pérdida auditiva y la hipertensión se relacionan de forma positiva después de realizar una corrección teniendo en cuenta los factores de riesgo habituales, sobre todo la edad y el peso corporal. Los riesgos relativos de tensión arterial elevada oscilan entre 1 y 3,1 cuando se compara la exposición con el ruido más y menos alto. En los estudios realizados con métodos más exactos se encuentra una relación menor. Las diferencias entre las medias de tensión arterial de los grupos son rela- tivamente escasas, con valores entre 0 y 10 mm Hg.

miércoles, 4 de julio de 2007

Función trófica de la neurona

Las funciones normales de las neuronas son la síntesis de proteínas, el transporte axonal, la generación y conducción del potencial de acción, la transmisión sináptica y la formación y el mantenimiento de la mielina. Algunas de las funciones tróficas básicas de la neurona se describieron ya en el siglo XIX mediante el corte de los axones (axotomía). De los procesos descubiertos, uno de los más importantes fue la degeneración walleriana, llamada así por Waller, el fisiólogo inglés que la describió.
La degeneración walleriana ofrece una buena oportunidad para describir los conocidos cambios de las organelas a causa de lesiones traumáticas o tóxicas. Señalemos de paso que los términos utilizados para describir la degeneración walleriana producida por la axotomía traumática son los mismos que se utilizan para describir las alteraciones producidas por productos neurotóxicos. A nivel celular, las alteraciones neuropatológicas producidas por la lesión tóxica del tejido neural son mucho más complejas que las originadas por la lesión traumática. Hasta hace poco tiempo no ha sido posible observar las alteraciones producidas en las neuronas afectadas por productos neurotóxicos. Veinticuatro horas después de cortar el axón, la característica más destacada es la hinchazón producida a ambos lados del traumatismo mecánico, que se debe a la acumulación de líquidos y elementos membranosos a ambos lados del lugar de la lesión. Estas alteraciones no son diferentes de las observadas en
una carretera de doble sentido inundada por la lluvia en la que los vehículos están detenidos a ambos lados del lugar inundado. En esta comparación, los vehículos atascados son la hinchazón. Al cabo de unos días, se produce la regeneración de los axones envainados (es decir, cubiertos de mielina). Se producen brotes de crecimiento desde el muñón proximal, que se mueven a una velocidad de 1 a 3 mm por día. En condiciones favorables, los brotes alcanzan el muñón distal (el más alejado del cuerpo celular). Cuando la reinervación (unión de los muñones) se ha completado, se restablecen las características fundamentales de la transmisión normal. El cuerpo celular de la neurona lesionada experimenta profundos cambios estructurales en la síntesis de proteínas y el transporte axonal.
Si la neurobiología molecular es una disciplina joven, la neurobiología de los procesos neurotóxicos es aún más reciente, ya que todavía está en su infancia. Es cierto que en la actualidad se conoce bien el mecanismo de acción de muchas neurotoxinas
y productos farmacológicos. Pero con algunas excepciones notables (p. ej., plomo, metil mercurio, acrilamida), la base molecular de la toxicidad de la gran mayoría de los agentes ambientales y neurotóxicos se desconoce. Esta es la razón por la que, en lugar de describir la neurobiología molecular de un grupo selecto de agentes neurotóxicos profesionales y ambientales, nos vemos todavía obligados a referirnos a las comparativamente abun- dantes estrategias y ejemplos de la neurofarmacología clásica o de las investigaciones de la fabricación de fármacos modernos.

martes, 3 de julio de 2007

Los tendones como estructuras


A través de los tendones se transmiten las fuerzas que mantienen el equilibrio estático y dinámico en los diversos requerimientos del trabajo. Los músculos, al contraerse, tienden a rotar las arti- culaciones en una dirección, mientras que el peso del cuerpo y de los objetos del trabajo tiende a rotarlas en la opuesta. No es posible la determinación exacta de estas fuerzas de los tendones, Las fuerzas ejercidas por los músculos al contraerse se denominan fuerzas de tracción porque estiran el tendón. Estas fuerzas pueden demostrarse tirando de los extremos de una banda de goma. Los tendones también están sujetos a fuerzas compresoras y de cizallamiento, y a presiones de líquidos, ilustradas en la Figura 6.4 para los tendones flexores de los dedos en la muñeca.
El esfuerzo de los dedos para asir o manipular los objetos del trabajo requiere la acción de músculos del antebrazo y de la mano que, al contraerse, tiran de los extremos de sus respectivos tendones, que pasan a través del centro y de la circunferencia de la muñeca. Si esta última no se mantiene en una posición tal que los tendones estén perfectamente rectos, estos presionarán contra las estructuras adyacentes. Los tendones flexores de los dedos presionan contra los huesos y ligamentos situados en el interior del túnel del carpo. Durante el pellizco forzado con la muñeca flexionada puede verse cómo estos tendones sobresalen bajo la piel hacia la palma. Del mismo modo es posible observar el abultamiento de los tendones extensores y abductores sobre el dorso y la parte lateral de la muñeca cuando se extiende con los dedos estirados.