Como se muestra en la Figura 10.1, la ICRP (1994) dividió las vías aéreas extratorácicas en dos regiones de aclaramiento y dosimétricas claramente diferenciadas: los orificios nasales (ET1) y las demás vías aéreas extratorácicas (ET2), es decir, las aberturas nasales posteriores, la nasofaringe, la orofaringe y la laringe. Se supone que las partículas depositadas sobre la superficie de la piel que reviste los orificios nasales (ET1) sólo se eliminan por medios extrínsecos (sonarse o limpiarse la nariz, etc.). La mayor parte del material depositado en la naso-orofaringe o en la laringe (ET2) es objeto de un aclaramiento rápido en la capa de líquido que recubre estas vías. El nuevo modelo supone que el depósito por difusión de partículas ultrafinas en las vías aéreas extratorácicas puede ser importante, a diferencia de los modelos anteriores.
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