La hipersensibilidad química es, en ocasiones, invocada como consecuencia en ciertos brotes del síndrome del edificio enfermo (SEE) que no se solucionan ni se mitigan tras una investigación rutinaria y la adopción de las medidas pertinentes. En este caso está claro que las SQM afectan a un individuo o a un grupo reducido de personas, y raras veces a toda una población; de acuerdo con algunas definiciones, lo que caracteriza al síndrome del edificio enfermo es su efecto sobre una población. La SQM parece ser endémica en las poblaciones afectadas, mientras que el síndrome del edificio enfermo es a menudo epidémico; sin embargo, investigaciones preliminares parecen indicar que pueden producirse algunos brotes epidémicos de sensibilidad química (y fatiga crónica), como se pudo observar entre los combatientes norteamericanos de la Guerra del Golfo. Todavía es necesario efectuar estudios controlados sobre las sensibilidades químicas múltiples, como los estudios controlados de exposición que han permitido esclarecer en gran medida el papel de los irritantes y los compuestos orgánicos volátiles en el síndrome del edificio enfermo.
Muchos facultativos aseguran que reconocen la SQM cuando la ven, pero no existe una definición consensuada. Se puede incluir como un proceso que se “solapa” a otros síndromes de origen no profesional, como el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, los trastornos de somatización y otros. Al examinar su relación con los diagnósticos psiquiátricos y con los informes iniciales, parece deducirse que cuando se puede definir acepta- blemente el comienzo del síndrome, disminuye notablemente la morbilidad psiquiátrica concomitante diagnosticable (Fiedler y cols. 1996). El fenómeno de los síntomas desencadenados por olores es muy característico, pero evidentemente no exclusivo, y se cuestiona en qué medida puede ser éste un trastorno de origen profesional. Esto es importante, ya que la definición del Dr. Cullen (1987), como la de muchos otros, describe las sensibilidades químicas múltiples como una secuela de un trastorno profesional o ambiental mejor caracterizado. Sin embargo, como hemos señalado anteriormente, los síntomas que aparecen tras la exposición a niveles ambientales de olores son frecuentes entre los individuos con y sin diagnóstico clínico, y podría ser tan importante analizar las similitudes entre la SQM y otros trastornos como definir sus diferencias (Kipen y cols. 1995; Buchwald y Garrity 1994).
Muchos facultativos aseguran que reconocen la SQM cuando la ven, pero no existe una definición consensuada. Se puede incluir como un proceso que se “solapa” a otros síndromes de origen no profesional, como el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, los trastornos de somatización y otros. Al examinar su relación con los diagnósticos psiquiátricos y con los informes iniciales, parece deducirse que cuando se puede definir acepta- blemente el comienzo del síndrome, disminuye notablemente la morbilidad psiquiátrica concomitante diagnosticable (Fiedler y cols. 1996). El fenómeno de los síntomas desencadenados por olores es muy característico, pero evidentemente no exclusivo, y se cuestiona en qué medida puede ser éste un trastorno de origen profesional. Esto es importante, ya que la definición del Dr. Cullen (1987), como la de muchos otros, describe las sensibilidades químicas múltiples como una secuela de un trastorno profesional o ambiental mejor caracterizado. Sin embargo, como hemos señalado anteriormente, los síntomas que aparecen tras la exposición a niveles ambientales de olores son frecuentes entre los individuos con y sin diagnóstico clínico, y podría ser tan importante analizar las similitudes entre la SQM y otros trastornos como definir sus diferencias (Kipen y cols. 1995; Buchwald y Garrity 1994).
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