En diversos estudios epidemiológicos se han asociado determinadas industrias, profesiones y exposiciones profesionales con un aumento del riesgo de carcinoma de células renales. El patrón que se desprende de esos estudios no es totalmente constante. Las refinerías de petróleo, las imprentas, la limpieza en seco y la conducción de camiones son algunos ejemplos de trabajos asociados a un mayor riesgo de cáncer de riñón. Los granjeros suelen estar menos expuestos al cáncer de riñón, pero un estudio danés ha relacionado la exposición prolongada a los insecticidas y los herbicidas con un riesgo de CCR casi cuatro veces mayor. Es necesario confirmar estos resultados con datos independientes, incluida la especificación de la posible natura- leza causal de esta asociación. Otros productos que podrían guardar alguna relación con el CCR son: diversos disolventes y derivados de hidrocarburos; productos del refinado del petróleo; petróleo, alquitrán y productos de la brea; gases de combustión de la gasolina; combustible para reactores; emisiones de motores dieselya reacción; compuestos de arsénico; cadmio; compuestos de cromo (VI); compuestos inorgánicos de plomo, y amianto. Algunos estudios epidemiológicos han relacionado la exposición laboral a los vapores de la gasolina con riesgo de cáncer de riñón, en algunos casos del tipo dosis-respuesta, un fenómeno observado en la rata macho expuesta a vapores de gasolina sin plomo. Estos hallazgos adquieren una cierta importancia poten- cial, dada la exposición generalizada de las personas a los vapores de la gasolina en las estaciones de servicio y el reciente aumento de la incidencia del cáncer de riñón. La gasolina es una mezcla compleja de hidrocarburos y aditivos, incluido el benceno, un conocido cancerígeno humano.
El riesgo de cáncer de riñón no guarda una relación constante con las clases sociales, aunque a veces se ha asociado un aumento del riesgo con las clases socioeconómicas más privile- giadas. Sin embargo, en algunas poblaciones se ha observado un gradiente inverso, y en otras no se ha podido establecer un patrón definido. Posiblemente estas variaciones guarden relación con el estilo de vida. Estudios realizados con emigrantes demuestran que el riesgo de CCR se va igualando con los niveles de la población del primer país, lo que sugiere que los factores ambientales son importantes en el desarrollo de esta neoplasia maligna.
Salvo el nefroblastoma (tumor de Wilms), que es una neoplasia infantil, el cáncer de riñón suele aparecer a partir de los 40 años de edad. En conjunto, se calcula que en 1985 se produjeron unos 127.000 nuevos casos de cáncer de riñón (incluyendo el CCR y el carcinoma de células de transición (CCT) de la pelvis renal y el uréter), lo que equivale al 1,7 % de la incidencia total del cáncer en el mundo. La incidencia del cáncer de riñón varía de unas poblaciones a otras. Se ha medido una incidencia elevada en ambos sexos en Norteamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda, y una incidencia reducida en Melanesia, Africa central y oriental y el este y el sureste asiá- ticos. La incidencia del cáncer de riñón ha ido aumentando en la mayoría de los países occidentales, pero se ha estancado en algunos de ellos. En 1985, la incidencia normalizada por edades alcanzó valores máximos en Norteamérica y en Europa occi- dental, septentrional y oriental, y tuvo su menor incidencia en Africa, Asia (con la excepción de los varones japoneses) y el Pací- fico. El cáncer de riñón es más frecuente en los hombres que en las mujeres, y en algunos países se encuentra entre las diez neoplasias más frecuentes.
El carcinoma de células de transición (CCT) de la pelvis renal se asocia con agentes etiológicos parecidos a los del cáncer de vejiga, como las infecciones crónicas, los cálculos y los analgésicos que contienen fenacetina. La nefropatía de los Balcanes, una nefropatía crónica lentamente progresiva y mortal prevalente en los países balcánicos, se asocia a una mayor incidencia de tumores de la pelvis renal y el uréter. Se ignoran las causas de esta nefropatía. Se ha relacionado su desarrollo con una exposición excesiva a la ocratoxina A, un posible cancerígeno humano, pero no se puede descartar el papel de otros agentes nefrotóxicos. La ocratoxina A es una toxina producida por unos hongos que pueden encontrarse en muchos alimentos, especialmente en los cereales y los derivados del cerdo.
El riesgo de cáncer de riñón no guarda una relación constante con las clases sociales, aunque a veces se ha asociado un aumento del riesgo con las clases socioeconómicas más privile- giadas. Sin embargo, en algunas poblaciones se ha observado un gradiente inverso, y en otras no se ha podido establecer un patrón definido. Posiblemente estas variaciones guarden relación con el estilo de vida. Estudios realizados con emigrantes demuestran que el riesgo de CCR se va igualando con los niveles de la población del primer país, lo que sugiere que los factores ambientales son importantes en el desarrollo de esta neoplasia maligna.
Salvo el nefroblastoma (tumor de Wilms), que es una neoplasia infantil, el cáncer de riñón suele aparecer a partir de los 40 años de edad. En conjunto, se calcula que en 1985 se produjeron unos 127.000 nuevos casos de cáncer de riñón (incluyendo el CCR y el carcinoma de células de transición (CCT) de la pelvis renal y el uréter), lo que equivale al 1,7 % de la incidencia total del cáncer en el mundo. La incidencia del cáncer de riñón varía de unas poblaciones a otras. Se ha medido una incidencia elevada en ambos sexos en Norteamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda, y una incidencia reducida en Melanesia, Africa central y oriental y el este y el sureste asiá- ticos. La incidencia del cáncer de riñón ha ido aumentando en la mayoría de los países occidentales, pero se ha estancado en algunos de ellos. En 1985, la incidencia normalizada por edades alcanzó valores máximos en Norteamérica y en Europa occi- dental, septentrional y oriental, y tuvo su menor incidencia en Africa, Asia (con la excepción de los varones japoneses) y el Pací- fico. El cáncer de riñón es más frecuente en los hombres que en las mujeres, y en algunos países se encuentra entre las diez neoplasias más frecuentes.
El carcinoma de células de transición (CCT) de la pelvis renal se asocia con agentes etiológicos parecidos a los del cáncer de vejiga, como las infecciones crónicas, los cálculos y los analgésicos que contienen fenacetina. La nefropatía de los Balcanes, una nefropatía crónica lentamente progresiva y mortal prevalente en los países balcánicos, se asocia a una mayor incidencia de tumores de la pelvis renal y el uréter. Se ignoran las causas de esta nefropatía. Se ha relacionado su desarrollo con una exposición excesiva a la ocratoxina A, un posible cancerígeno humano, pero no se puede descartar el papel de otros agentes nefrotóxicos. La ocratoxina A es una toxina producida por unos hongos que pueden encontrarse en muchos alimentos, especialmente en los cereales y los derivados del cerdo.
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