domingo, 2 de agosto de 2015

Prevención

La única protección frente a la NMC consiste en reducir al mínimo la exposición al polvo. Siempre que sea posible, esto debe conseguirse mediante métodos de supresión de polvo, como venti- lación y pulverización con agua, en vez de con el uso de respira- dores o de controles administrativos, como por ejemplo la rotación del trabajador. En este sentido, existen en la actualidad pruebas claras de que las acciones reguladoras de algunos países destinadas a reducir el nivel de polvo, iniciadas en torno al decenio de 1970, han reducido de forma marcada los niveles de esta enfermedad. El traslado de los trabajadores con signos precoces de NMC a trabajos con una menor exposición al polvo es una acción prudente, aunque existen escasas pruebas prácticas que indiquen que tales programas hayan tenido éxito en la prevención de la progresión de la enfermedad. Por esta razón, la supresión del polvo debe seguir siendo el método primario de prevención de la enfermedad.
La monitorización continuada y enérgica de la exposición al polvo y la aplicación concienzuda de medidas de control pueden complementarse mediante la vigilancia con detección selectiva del estado de salud de los mineros. Si se descubre que desarro- llan enfermedades relacionadas con el polvo, deben intensifi- carse las medidas de control de la exposición en todos los lugares de trabajo, y debe ofrecerse, a los mineros que presenten efectos derivados de la exposición al polvo, trabajo en áreas de baja concentración de polvo en el entorno de la mina.

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