viernes, 26 de junio de 2009

Plaguicidas y compuestos químicos afines (I)

Anualmente se producen en todo el mundo varios centenares de millones de toneladas de plaguicidas. Herbicidas, fungicidas e insecticidas se emplean sobre todo en los países desarrollados para mejorar el rendimiento y la calidad de los cultivos. Los conservantes de la madera constituyen una parte mucho menor, pero también importante, del mercado. Las aplicaciones domésticas y de jardinería representan una proporción relativamente menor del consumo total, pero, desde el punto de vista de la toxi- cidad neonatal, las intoxicaciones domésticas son probablemente las más numerosas. También la exposición profesional es fuente potencial de exposición indirecta para el lactante si el trabajo de los padres supone el manejo de plaguicidas. La exposición a los plaguicidas se produce por absorción dérmica, inhalación e ingestión. Más de 50 plaguicidas se han declarado cancerígenos para los animales (McConnell 1986).
Los plaguicidas organoclorados comprenden compuestos aromáticos, como el DDT [bis(4-clorofenil)-1,1,1-tricloroetano], y ciclodienos, como el dieldrín. El DDT empezó a utilizarse a principios del decenio de 1940 y se mostró muy eficaz en la erra- dicación del mosquito portador de la malaria, aplicación que sigue siendo común en los países en desarrollo. El lindano es un organoclorado muy utilizado para controlar los piojos del cuerpo y en la agricultura, en especial en los países en desarrollo. Los bifenilos policlorados (PCB), otra mezcla de organo- clorados liposolubles utilizada desde el decenio de 1940, suponen un riesgo potencial para la salud de los niños, que quedan expuestos a través de la leche materna y otros alimentos contaminados. Tanto el lindano como los PCB se examinan en otros apartados de este capítulo. También se han detectado en la leche materna, pero casi exclusivamente en Michigan, bifenilos polibromados (PBB); en ese lugar se mezcló inadvertidamente un ignífugo con pienso en 1973-1974, y se dispersó por todo el estado con los productos lácteos y cárnicos.
El clordano se ha utilizado como plaguicida y como termiticida en viviendas, donde ha resultado eficaz durante decenios, sin duda por su persistencia. La exposición a este compuesto tiene lugar a través de la dieta y por absorción directa respira- toria y dérmica. En Japón se ha establecido una relación entre la concentración en la leche materna y la dieta y el momento en

que se ha tratado la vivienda; las mujeres que vivían en casas tratadas más de dos años antes presentaban concentraciones de clordano en la leche tres veces superiores a las halladas en mujeres que ocupaban viviendas sin tratar (Taguchi y Yakushiji 1988).

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