La hipertensión, o presión arterial elevada, es la segunda causa de nefropatía terminal y guarda relación con numerosos meca- nismos etiológicos. Puede deberse a una nefropatía diabética, a una nefropatía obstructiva, a una glomerulonefritis, a una poliquistosis renal, a una pielonefritis y a una vasculitis, y muchas de estas enfermedades están relacionadas con la exposición a compuestos tóxicos. La hipertensión guarda una relación directa con un número limitado de exposiciones laborales. Una de ellas es la exposición al plomo, que provoca isquemia y lesiones vasculares renales. Es probable que el mecanismo de la hipertensión inducida por el plomo esté regulado por el aparato yuxta- glomerular, la liberación de renina y la conversión de la renina en angiotensina II por las enzimas hepáticas. La hipertensión puede deberse a fármacos como las anfetaminas, los estrógenos y los anticonceptivos orales, los esteroides, el cisplatino, el alcohol y los antidepresivos tricíclicos. La hipertensión puede tener un comienzo gradual o agudo, y ser de naturaleza maligna. La hipertensión maligna, en la que la presión diastólica supera los 110 mm Hg, va acompañada de náuseas, vómitos y cefaleas, y representa una urgencia médica. Existen numerosos fármacos para el tratamiento de la hipertensión, pero un tratamiento excesivo puede mermar la perfusión renal y reducir aún más la función renal. Siempre que sea posible, el tratamiento de elección consistirá en la supresión del nefrotóxico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario