La confusión es el único sesgo que puede controlarse en la etapa del diseño del estudio o, siempre que se disponga de información adecuada,  en  la  etapa  del  análisis.  Si,  por  ejemplo,  la  edad  se considera  un  posible  factor  de  confusión  de  la  asociación  que interesa porque está asociada al riesgo de enfermedad (p. ej., el cáncer  es  más  frecuente  en  personas  de  edad  avanzada)  y también a la exposición (las condiciones de la exposición varían con la edad o con factores relacionados con la edad, como cualifi- cación, puesto de trabajo y duración del empleo) existen varias soluciones.  La  más  sencilla  consiste  en  limitar  el  estudio  a  un rango de edades específico (por ejemplo, reclutar sólo a hombres caucasianos de 40 a 50 años). Con este tipo de estudios se simplifica el análisis, aunque tienen también la desventaja de limitar la aplicación de los resultados a un único grupo de edad o étnico. Otra solución es el emparejamiento por edades, que consiste en seleccionar  para  cada  caso  un  referente  de  la  misma  edad.  La idea  del  emparejamiento  resulta  atractiva,  aunque  puede  ser difícil  de  poner  en  práctica  cuando  aumenta  el  número  de factores de emparejamiento. Por otra parte, una vez que los casos
y controles se emparejan en función de un factor, se hace impo- sible evaluar el efecto de dicho factor en la aparición de la enfer- medad. La última solución consiste en disponer de información suficiente sobre los posibles factores de confusión en la base de datos del estudio para comprobar su efecto durante la etapa del análisis.  Esto  puede  hacerse  mediante  un  análisis  estratificado sencillo o utilizando herramientas más complejas como el análisis multivariante. Sin embargo, debe recordarse que el análisis nunca podrá compensar un estudio mal diseñado o mal realizado.
 
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