Se plantea un problema diagnóstico especial cuando coinciden dos o más procesos patológicos que producen los mismos síntomas. Por ejemplo, tanto las neoplasias uroteliales como las infecciones urinarias producen hematuria. En un paciente con ambos trastornos, si se trata y se suprime la infección, persistiría el cáncer. Por consiguiente, es importante identificar la verdadera causa de los síntomas. Existe hematuria en un 13 % de las poblaciones sometidas a controles selectivos; aproximadamente un 20 % de los individuos tienen trastornos renales o vesicales importantes, y un 10 % de ellos desarrollarán una neoplasia maligna. Por consiguiente, la hematuria es un importante marcador biológico de enfermedad que debe valorarse adecuadamente.
El conocimiento de la edad y el sexo del paciente facilita la interpretación clínica de la hematuria, como puede verse en la Tabla 8.2, en la que se recogen las causas de hematuria en rela- ción con la edad y el sexo de los pacientes. Otras causas de hematuria son la trombosis de la vena renal, la hipercalciuria y la vasculitis, así como los traumatismos como los producidos por la carrera y otros deportes, y los acontecimientos o exposiciones profesionales. Para la valoración clínica de la hematuria se debe recurrir a la radiografía renal, la pielografía intravenosa (PIV) para descartar trastornos de vías altas como cálculos y tumores, y la cistoscopia (visualización del interior de la vejiga mediante un instrumento con iluminación) para descartar neoplasias vesi- cales, prostáticas o uroteliales. En las mujeres deben descartarse las causas vaginales sutiles. Independientemente de la edad del paciente, estará indicada una exploración clínica en caso de que presente hematuria y, dependiendo de la etiología identificada, pueden estar indicados controles periódicos de seguimiento.
El empleo de marcadores biológicos recientemente identificados en combinación con la citología convencional para valorar la hematuria nos permite confirmar que no hemos pasado por alto ninguna neoplasia maligna oculta o incipiente (véase el apartado siguiente sobre marcadores biológicos). Para el especialista en medicina del trabajo es muy importante determinar si la hematuria se debe a una exposición tóxica o a una neoplasia maligna oculta. El conocimiento de la exposición y la edad del paciente son parámetros críticos para adoptar una decisión terapéutica responsable. Un estudio reciente ha demostrado que la hematuria y el análisis de marcadores biológicos en las células urinarias exfoliadas de la vejiga eran los dos mejores indicadores para detectar lesiones vesicales premalignas. La hematuria aparece en todos los casos de lesión glomerular, en un
60 % de los pacientes con cáncer de vejiga y sólo en un 15 % de los pacientes con neoplasias malignas renales. Por consiguiente, la hematuria sigue siendo un síntoma cardinal de los trastornos renales y posrenales, aunque el diagnóstico definitivo puede ser complicado.
El conocimiento de la edad y el sexo del paciente facilita la interpretación clínica de la hematuria, como puede verse en la Tabla 8.2, en la que se recogen las causas de hematuria en rela- ción con la edad y el sexo de los pacientes. Otras causas de hematuria son la trombosis de la vena renal, la hipercalciuria y la vasculitis, así como los traumatismos como los producidos por la carrera y otros deportes, y los acontecimientos o exposiciones profesionales. Para la valoración clínica de la hematuria se debe recurrir a la radiografía renal, la pielografía intravenosa (PIV) para descartar trastornos de vías altas como cálculos y tumores, y la cistoscopia (visualización del interior de la vejiga mediante un instrumento con iluminación) para descartar neoplasias vesi- cales, prostáticas o uroteliales. En las mujeres deben descartarse las causas vaginales sutiles. Independientemente de la edad del paciente, estará indicada una exploración clínica en caso de que presente hematuria y, dependiendo de la etiología identificada, pueden estar indicados controles periódicos de seguimiento.
El empleo de marcadores biológicos recientemente identificados en combinación con la citología convencional para valorar la hematuria nos permite confirmar que no hemos pasado por alto ninguna neoplasia maligna oculta o incipiente (véase el apartado siguiente sobre marcadores biológicos). Para el especialista en medicina del trabajo es muy importante determinar si la hematuria se debe a una exposición tóxica o a una neoplasia maligna oculta. El conocimiento de la exposición y la edad del paciente son parámetros críticos para adoptar una decisión terapéutica responsable. Un estudio reciente ha demostrado que la hematuria y el análisis de marcadores biológicos en las células urinarias exfoliadas de la vejiga eran los dos mejores indicadores para detectar lesiones vesicales premalignas. La hematuria aparece en todos los casos de lesión glomerular, en un
60 % de los pacientes con cáncer de vejiga y sólo en un 15 % de los pacientes con neoplasias malignas renales. Por consiguiente, la hematuria sigue siendo un síntoma cardinal de los trastornos renales y posrenales, aunque el diagnóstico definitivo puede ser complicado.
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