Los sistemas de vigilancia y notificación de enfermedades profe- sionales han mejorado notablemente desde mediados del decenio de 1980. Su mayor eficacia se da en las enfermedades única o casi únicamente causadas por exposiciones profesionales, como la neumoconiosis  y  el  mesotelioma  maligno.  La  identificación  y notificación de otras enfermedades depende de la capacidad de relacionar  las  exposiciones  en  el  lugar  de  trabajo  con  los problemas  de  salud.  Existen  numerosas  fuentes  de  datos  que pueden contribuir a la vigilancia de las enfermedades profesio- nales, aunque todas ellas presentan importantes limitaciones en términos de calidad, exhaustividad y fiabilidad. Los principales obstáculos para mejorar el sistema de notificación son el desinterés  por  la  prevención  en  la  asistencia  sanitaria,  la  formación insuficiente  de  los  profesionales  de  la  asistencia  sanitaria  y  los conflictos inherentes entre las empresas y los trabajadores al reco- nocer  que  una  enfermedad  está  relacionada  con  el  trabajo.  A pesar de estos factores, es probable que en el futuro se sigan intro- duciendo mejoras en los sistemas de vigilancia y notificación de enfermedades profesionales.
Todo sobre la Seguridad industrial segun la OIT, salud mental, sistema reproductor, sistema muscoesqueletico, aparato digestivo, cancer
sábado, 31 de mayo de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
Encuestas nacionales
Las encuestas especiales de vigilancia realizadas a escala nacional o regional pueden constituir una fuente de información más detallada  que  los  registros  demográficos  habituales.  En  Estados Unidos, el National Center for Health Statistics (NCHS) realiza periódicamente dos encuestas nacionales de salud que son útiles para la vigilancia de las enfermedades profesionales: la Encuesta Nacional  de  Entrevistas  sobre  la  Salud  (NHIS)  y  la  Encuesta Nacional  de  Exploración  Dietética  y  Médica  (NHANES).  La primera es una encuesta nacional de la población diseñada para estimar la prevalencia de problemas de salud en una muestra de hogares representativos de la población civil no institucionalizada de Estados Unidos (USDHHS 1980). Una importante limitación es que se basa en la descripción que las personas hacen de sus propios problemas de salud. Los datos profesionales e industriales facilitados por las personas encuestadas se utilizaron en el pasado decenio para evaluar las tasas de discapacidad por profesiones y sectores industriales (USDHHS 1980), evaluar la prevalencia del tabaquismo según la profesión (Brackbill, Frazier y Shilling 1988) y  registrar  las  opiniones  de  los  trabajadores  sobre  los  riesgos profesionales a los que se enfrentan (Shilling y Brackbill 1987).
Con la ayuda del NIOSH, en 1988 se incluyó un Suplemento de Salud en el Trabajo (NHIS-OHS) para obtener estimaciones basadas en la población de la prevalencia de una serie de enfermedades  que  pueden  estar  asociadas  al  trabajo  (USDHHS 1993). En 1988 se muestrearon unos 50.000 hogares y se entre- vistó a 27.408 personas con empleo en ese momento. Entre los trastornos de salud mencionados por el NHIS-OHS se encuen- tran lesiones relacionadas con el trabajo, afecciones dermatológicas,  trastornos  por  traumatismos  repetidos,  irrita- ción  de  ojos,  nariz  y  garganta,  pérdida  auditiva  y  dolor  de espalda.
En el primer análisis realizado por el NHIS-OHS, Tanaka y sus   colaboradores   estimaron   que,   en   1988,   la   prevalencia nacional  del  síndrome  del  túnel  carpiano  relacionado  con  el trabajo  fue  de  356.000  casos  (Tanaka  y  cols.).  De  las  675.000 personas estimadas con dolor persistente de mano y diagnóstico del   síndrome   del   túnel   carpiano,   más   del   50   %   de   los encuestados declararon que su proveedor de asistencia sanitaria afirmaba que sus molestias en la muñeca estaban causadas por actividades   profesionales.   Esta   estimación   excluye   a   los trabajadores que permanecieron inactivos durante los 12 meses previos a la encuesta y que podrían haberse visto discapacitados por un síndrome del túnel carpiano de origen profesional.
A diferencia de la NHIS, la NHANES evalúa directamente el estado  de  salud  de  una  muestra  de  probabilidad  de  30.000  a
40.000  personas  en  Estados  Unidos,  realizando  exploraciones físicas y pruebas de laboratorio, además de recabar información mediante  un  cuestionario.  La  NHANES  se  llevó  a  cabo  dos veces en el decenio de 1970 y la última se realizó en 1988. La NHANES  II,  realizada  a  finales  del  decenio  de  1970,  recogió información  limitada  sobre  los  indicadores  de  la  exposición  al plomo   y   una   serie   de   plaguicidas.   Iniciada   en   1988,   La NHANES III recogió otros datos sobre enfermedades y exposi- ciones profesionales, prestando una especial atención a las enfermedades  respiratorias  y  neurológicas  de  origen  profesional (USDHHS 1994). 
jueves, 29 de mayo de 2014
Datos de altas hospitalarias
Los diagnósticos de los pacientes hospitalizados representan una excelente fuente de información para la vigilancia de las enferme- dades  profesionales.  Los  recientes  estudios  realizados  en  varios  estados norteamericanos demuestran que los datos de altas hospi- talarias pueden ser más sensibles que los registros de las indemni- zaciones de los trabajadores y las estadísticas vitales para detectar enfermedades que son específicas de ciertos entornos laborales, como  la  neumoconiosis  (Markowitz  y  cols.  1989;  Rosenman 1988). En el estado de Nueva York, por ejemplo, una media de 1.049 personas eran hospitalizadas todos los años por neumoconiosis a mediados del decenio de 1980, frente a 193 nuevos casos de indemnizaciones concedidas a trabajadores y 95 muertes regis- tradas  todos  los  años  por  dicha  enfermedad  durante  el  mismo período de tiempo (Markowitz y cols. 1989).
Además de permitir un recuento más exacto del número de pacientes con enfermedades profesionales, los datos de altas hospitalarias pueden ser útiles para detectar o modificar las condiciones del lugar de trabajo causantes de la enfermedad. Así, Rosenman evaluó en Nueva Jersey los lugares de trabajo en que habían trabajado personas hospitalizadas por silicosis y observó que, en la mayoría de ellos, nunca se habían tomado muestras del aire para detectar la presencia de sílice, nunca habían sido inspeccionados por las autoridades federales competentes (OSHA) y no se realizaba ninguna vigilancia médica para la detección de la silicosis (Rosenman 1988).
La utilización de los datos de altas hospitalarias para la vigi- lancia de las enfermedades profesionales ofrece las ventajas de su disponibilidad, su bajo coste, su relativa sensibilidad para las enfermedades graves y su razonable exactitud. Los principales inconvenientes son la falta de información sobre la profesión y la el sector industrial, así como la incertidumbre de los controles de calidad (Melius, Sestito y Seligman 1989; Rosenman 1988). Por otra parte, esta base de datos sólo incluiría a las personas con enfermedad suficientemente graves para necesitar hospitaliza- ción y, por consiguiente, no podría reflejar todo el espectro de morbilidad asociada a las enfermedades profesionales. No obstante, es probable que en los próximos años se haga un uso cada vez mayor de los datos de altas hospitalarias para la vigi- lancia de las enfermedades profesionales.
Además de permitir un recuento más exacto del número de pacientes con enfermedades profesionales, los datos de altas hospitalarias pueden ser útiles para detectar o modificar las condiciones del lugar de trabajo causantes de la enfermedad. Así, Rosenman evaluó en Nueva Jersey los lugares de trabajo en que habían trabajado personas hospitalizadas por silicosis y observó que, en la mayoría de ellos, nunca se habían tomado muestras del aire para detectar la presencia de sílice, nunca habían sido inspeccionados por las autoridades federales competentes (OSHA) y no se realizaba ninguna vigilancia médica para la detección de la silicosis (Rosenman 1988).
La utilización de los datos de altas hospitalarias para la vigi- lancia de las enfermedades profesionales ofrece las ventajas de su disponibilidad, su bajo coste, su relativa sensibilidad para las enfermedades graves y su razonable exactitud. Los principales inconvenientes son la falta de información sobre la profesión y la el sector industrial, así como la incertidumbre de los controles de calidad (Melius, Sestito y Seligman 1989; Rosenman 1988). Por otra parte, esta base de datos sólo incluiría a las personas con enfermedad suficientemente graves para necesitar hospitaliza- ción y, por consiguiente, no podría reflejar todo el espectro de morbilidad asociada a las enfermedades profesionales. No obstante, es probable que en los próximos años se haga un uso cada vez mayor de los datos de altas hospitalarias para la vigi- lancia de las enfermedades profesionales.
miércoles, 28 de mayo de 2014
La prevalencia
La  prevalencia  puede  ser  prevalencia  instantánea,  el  número  de casos  de  una  enfermedad  en  un  determinado  punto  en  el tiempo, y la prevalencia durante un período, el número total de casos de  una  enfermedad  que  se  sabe  que  han  existido  en  algún momento durante un período específico.
martes, 27 de mayo de 2014
La incidencia
La incidencia se define como el número de nuevos casos diagnosticados  durante  un  período  de  tiempo  específico,  mientras que  la  tasa  de  incidencia  es  ese  número  dividido  por  el  total  de personas-tiempo en la población fuente (Tabla 28.2). En el caso del  cáncer,  las  tasas  suelen  expresarse  como  tasas  anuales  por 100.000  personas.  Las  tasas  de  otras  enfermedades  comunes pueden  expresarse  para  un  menor  número  de  personas.  Por ejemplo, las tasas de defectos congénitos suelen expresarse por 1.000  nacidos  vivos.  La  incidencia  acumulada,  la  proporción  de personas que se convierten en casos durante un cierto período de tiempo, es una medida del riesgo medio de una población.
lunes, 26 de mayo de 2014
Medidas de la aparición de enfermedades
La  aparición  de  enfermedades  puede  medirse  con  frecuencias (recuentos), pero se describe mejor con tasas, que constan de tres elementos:  el  número  de  personas  afectadas  (numerador),  el número de miembros de la población fuente o basal (es decir, la población en situación de riesgo) de la que proceden las personas afectadas, y el período de tiempo abarcado. El denominador de la tasa es el total de personas-tiempo experimentado por la población fuente. Las tasas permiten realizar comparaciones más útiles que  los  recuentos  entre  poblaciones  de  diferentes  tamaños.  El riesgo, la probabilidad de que una persona desarrolle una enfer- medad en un determinado plazo de tiempo, es una proporción que varía entre 0 y 1 y no es una tasa per se. La tasa de ataque, la proporción de miembros de una población que se ven afectados durante  un  período  de  tiempo  específico,  es  técnicamente  una medida del riesgo, no una tasa.
La morbilidad específica por enfermedades incluye la inci- dencia, que corresponde al número de nuevas personas en las que se diagnostica la enfermedad de interés. La prevalencia se refiere al número de casos existentes y la mortalidad, al número de personas que fallecen.
La morbilidad específica por enfermedades incluye la inci- dencia, que corresponde al número de nuevas personas en las que se diagnostica la enfermedad de interés. La prevalencia se refiere al número de casos existentes y la mortalidad, al número de personas que fallecen.
domingo, 25 de mayo de 2014
MEDICION DEL EFECTO DE UNA EXPOSICION
La epidemiología mide la aparición de enfermedades y cuantifica las asociaciones entre enfermedades y exposiciones.
sábado, 24 de mayo de 2014
Tiempo total de la exposición
El tiempo total de exposición es la suma de todos los períodos de tiempo asociados con la exposi- ción y se expresa en unidades de tiempo. Esta medida resulta atractiva por su simplicidad. Sin embargo, los efectos en la salud deben  relacionarse,  no  sólo  con  la  duración  de  la  exposición química,  sino  también  con  la  intensidad  de  dicha  exposición (concentración o dosis, por ejemplo).
Es evidente que la utilidad de una medida para resumir la exposición depende del peso que asigne a la duración de la exposición, al nivel de exposición o a ambas. Por consiguiente, diferentes medidas pueden producir diferentes resultados (Walker y Blettner 1985). Lo ideal es que la medida seleccionada se base en un conjunto de hipótesis justificables en relación con el mecanismo biológico postulado sobre la asociación del agente o la enfermedad objeto del estudio (Smith 1987). Sin embargo, este procedimiento no siempre es posible. Muchas veces se desconoce el efecto biológico de la duración de la exposición o la concentración del agente estudiado. En este contexto, el uso de diferentes medidas de la exposición puede ser útil para sugerir un mecanismo por el cual la exposición ejerce su efecto.
Cuando no existen modelos contrastados para evaluar la exposición, se recomienda utilizar distintas medidas de la exposi- ción acumulada durante toda la vida laboral para estimar el riesgo. Este enfoque facilitará la comparación de los resultados obtenidos por distintos estudios
Es evidente que la utilidad de una medida para resumir la exposición depende del peso que asigne a la duración de la exposición, al nivel de exposición o a ambas. Por consiguiente, diferentes medidas pueden producir diferentes resultados (Walker y Blettner 1985). Lo ideal es que la medida seleccionada se base en un conjunto de hipótesis justificables en relación con el mecanismo biológico postulado sobre la asociación del agente o la enfermedad objeto del estudio (Smith 1987). Sin embargo, este procedimiento no siempre es posible. Muchas veces se desconoce el efecto biológico de la duración de la exposición o la concentración del agente estudiado. En este contexto, el uso de diferentes medidas de la exposición puede ser útil para sugerir un mecanismo por el cual la exposición ejerce su efecto.
Cuando no existen modelos contrastados para evaluar la exposición, se recomienda utilizar distintas medidas de la exposi- ción acumulada durante toda la vida laboral para estimar el riesgo. Este enfoque facilitará la comparación de los resultados obtenidos por distintos estudios
viernes, 23 de mayo de 2014
Salud y seguridad en el trabajo en los acuerdos de libre comercio
El  objetivo  de  los  acuerdos  de  libre  comercio  es  promover  el comercio  y  el  desarrollo  económico  y,  en  su  mayoría,  abordan aspectos sociales como la salud y la seguridad de los trabajadores únicamente  de  forma  indirecta,  en  el  mejor  de  los  casos.  No obstante,  en  el  marco  de  estos  acuerdos  puede  plantearse  una amplia gama de cuestiones relacionadas con dichos aspectos.
jueves, 22 de mayo de 2014
ACUERDOS DE LIBRE COMERCIO (II)
Dentro  de  una  zona  de  libre  comercio,  los  precios  de  los bienes que se comercializan tienden a igualarse. De acuerdo con el  teorema  de  la  igualación  del  precio  de  los  factores,  esta tendencia  también  es  válida  para  los  factores  de  producción, incluidos los salarios, los costes del cumplimiento de la legisla- ción y, quizás, factores externos como la contaminación atmosférica. Esta teoría suscita un tercer argumento contrario al libre comercio: éste puede ejercer una presión a la baja sobre los salarios,  la  salud,  la  seguridad  y  las  prácticas  ecológicas,  y  sobre otros  factores  de  producción,  hacia  los  niveles  más  bajos  de todos los países que comercian, lo que plantea una seria preocupación respecto de la salud y la seguridad en el trabajo.
Desde la segunda Guerra Mundial, la industria ha adquirido un carácter cada vez más internacional. Las comunicaciones y el transporte han avanzado con rapidez. La movilidad de la infor- mación y el capital es cada vez mayor. La importancia del papel desempeñado por las empresas multinacionales en la economía mundial aumenta. En este proceso, los modelos de producción se transforman, las fábricas cambian de localización y el empleo se desestabiliza. A diferencia del capital, el trabajo es relativa- mente inmóvil, tanto desde el punto de vista geográfico como en lo tocante a la cualificación. Por tanto, la reubicación industrial ha generado tensiones considerables para los trabajadores.
En  este  contexto,  el  libre  comercio  se  ha  ido  ampliando  de forma constante. Desde 1946, se han celebrado ocho rondas de negociaciones sobre comercio multilateral bajo los auspicios del Acuerdo   General   sobre   Aranceles   Aduaneros   y   Comercio
(GATT).  La  más  reciente,  la  Ronda  de  Uruguay,  concluyó  en
1994  con  la  constitución  de  la  Organización  Mundial  del Comercio (OMC). Los Estados miembros del GATT (y ahora de la  OMC)  aceptan  tres  principios  generales:  se  abstienen  de conceder subvenciones a la exportación (salvo en la agricultura); se  abstienen  de  imponer  cuotas  unilaterales  a  la  importación
(excepto cuando las importaciones amenacen con “distorsionar el  mercado”);  y,  si  imponen  nuevos  aranceles  o  aumentan  los existentes,  deben  reducir  otros  para  compensar  a  los  socios comerciales. La OMC no suprime los aranceles, pero los limita y regula. Más de 130 Estados, muchos de ellos en desarrollo o “en transición”, son miembros de esta organización. Se prevé que el número total de miembros supere los 150.
Desde el decenio de 1980, se han emprendido nuevas iniciativas en favor del libre comercio a escala regional basadas en los acuerdos de comercio preferencial. En virtud de esos acuerdos, los países vinculados suprimen los aranceles comerciales aplicables entre sí y los mantienen respecto al resto del mundo. Estos convenios  se  conocen  con  el  nombre  de  uniones  aduaneras, mercados comunes o áreas de libre comercio y son ejemplos de esta práctica la Unión Europea y los tres países de América del Norte. Otras alianzas económicas, si bien, con un menor nivel de compromiso, como la Cooperación Económica del Asia y el Pacífico (APEC), la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) también fomentan el comercio entre sus miembros.
miércoles, 21 de mayo de 2014
ACUERDOS DE LIBRE COMERCIO (I)
Durante  mucho  tiempo,  los  economistas  consideraron  el  libre comercio un ideal. En 1821, David Ricardo afirmó que cada país debía exportar los bienes que era capaz de producir en condi- ciones  de  ventaja  comparativa.  Aunque  Ricardo  sólo  tuvo  en cuenta un único factor de producción, el trabajo, teóricos poste- riores de las proporciones relativas de los factores ampliaron este marco al capital, los recursos naturales y otros. La mayoría de los economistas  actuales  creen  que  las  restricciones  al  comercio (aranceles proteccionistas, subvenciones a la exportación y cuotas a la importación) generan ineficiencias económicas, distorsionan los incentivos de productores y consumidores y cuestan dinero a los  países.  Señalan  que,  en  mercados  nacionales  restringidos, proliferan  las  pequeñas  empresas  que  sirven  a  mercados  limi- tados, lo que reduce la obtención de economías de escala, y se atenúan  los  incentivos  para  que  los  productores  innoven  y compitan. Los defensores del libre comercio creen que los argu- mentos  a  favor  de  las  restricciones  comerciales,  aunque  suelen basarse en el “interés nacional”, son en definitiva reivindicaciones encubiertas de intereses específicos.
Con todo, hay varios argumentos económicos en contra del libre comercio. Uno de ellos se refiere a los fallos de los mercados nacionales. Si un mercado interno como el del trabajo no funciona adecuadamente, la suspensión del libre comercio puede ayudar a mejorarlo o generar beneficios compensatorios en otros sectores de la economía nacional. El segundo argumento consiste en que un supuesto fundamental de la teoría del libre comercio, la inmovilidad del capital, ha dejado de ser cierto, de modo que la libertad de intercambio puede perjudicar
a algunos países. Daly y Cobb (1994) señalan lo siguiente:
El libre flujo de capital y bienes (en lugar de sólo bienes) significa que la inversión se rige por la rentabilidad absoluta y no por la ventaja comparativa. La ausencia de un flujo libre de mano de obra reduce las oportunidades de empleo de los trabajadores del país en que no se invierte. Esta visión del mundo en que vivimos es más exacta que la asociada al principio de la ventaja comparativa, a pesar de su aplicabi- lidad en la época de Ricardo.
Con todo, hay varios argumentos económicos en contra del libre comercio. Uno de ellos se refiere a los fallos de los mercados nacionales. Si un mercado interno como el del trabajo no funciona adecuadamente, la suspensión del libre comercio puede ayudar a mejorarlo o generar beneficios compensatorios en otros sectores de la economía nacional. El segundo argumento consiste en que un supuesto fundamental de la teoría del libre comercio, la inmovilidad del capital, ha dejado de ser cierto, de modo que la libertad de intercambio puede perjudicar
a algunos países. Daly y Cobb (1994) señalan lo siguiente:
El libre flujo de capital y bienes (en lugar de sólo bienes) significa que la inversión se rige por la rentabilidad absoluta y no por la ventaja comparativa. La ausencia de un flujo libre de mano de obra reduce las oportunidades de empleo de los trabajadores del país en que no se invierte. Esta visión del mundo en que vivimos es más exacta que la asociada al principio de la ventaja comparativa, a pesar de su aplicabi- lidad en la época de Ricardo.
martes, 20 de mayo de 2014
Conclusiones Como norma internacional más adecuada en materia de salud y seguridad
Como norma internacional más adecuada en materia de salud y seguridad en el trabajo debería desarrollarse un sistema interna- cional  de  seguro  de  indemnización  para  los  trabajadores.  Los trabajadores de todos los países tienen derecho a beneficiarse de las prestaciones básicas recogidas en la legislación sobre indemnizaciones. Las empresas deben sentirse de tal modo incentivadas para  garantizar  un  lugar  de  trabajo  seguro  y  saludable  de acuerdo con lo establecido en los seguros de indemnización, que resulten  beneficiados  los  trabajadores  de  todos  los  países,  con independencia de la propiedad de la empresa.
Ha de establecerse un sistema jurídico internacional que permita abordar las cuestiones relativas al medio ambiente y un mecanismo de ejecución suficientemente capaz para desalentar al más criminal de los responsables de la contaminación. En
1972, los Estados miembros de la OCDE acordaron basar sus políticas medioambientales en el principio de que “el que conta- mina, paga” (OCDE 1987). Se pretendía animar a las empresas
a asumir internamente los costes medioambientales y trasladarlos a los precios de los productos. Basándose en este prin- cipio, podrían desarrollarse disposiciones sobre responsabilidad estricta en las legislaciones de todos los países, respecto a los daños a la propiedadya terceros. De este modo, los generadores de residuos serían considerados responsables, mediante la aplicación de un sistema internacional de responsabilidad estricta, de la gestión de los residuos desde su producción hasta su evacuación.
Los países en desarrollo carecen de grupos de defensa del medio ambiente amplios y bien financiados, como los que operan en los países desarrollados. El cumplimiento de la legisla- ción requerirá la formación de personal y la prestación de apoyo por parte de los gobiernos, que, hasta hace poco, hacían tanto hincapié en la expansión industrial que la cuestión de la protec- ción del medio ambiente ni siquiera se tenía en cuenta.
Ha de establecerse un sistema jurídico internacional que permita abordar las cuestiones relativas al medio ambiente y un mecanismo de ejecución suficientemente capaz para desalentar al más criminal de los responsables de la contaminación. En
1972, los Estados miembros de la OCDE acordaron basar sus políticas medioambientales en el principio de que “el que conta- mina, paga” (OCDE 1987). Se pretendía animar a las empresas
a asumir internamente los costes medioambientales y trasladarlos a los precios de los productos. Basándose en este prin- cipio, podrían desarrollarse disposiciones sobre responsabilidad estricta en las legislaciones de todos los países, respecto a los daños a la propiedadya terceros. De este modo, los generadores de residuos serían considerados responsables, mediante la aplicación de un sistema internacional de responsabilidad estricta, de la gestión de los residuos desde su producción hasta su evacuación.
Los países en desarrollo carecen de grupos de defensa del medio ambiente amplios y bien financiados, como los que operan en los países desarrollados. El cumplimiento de la legisla- ción requerirá la formación de personal y la prestación de apoyo por parte de los gobiernos, que, hasta hace poco, hacían tanto hincapié en la expansión industrial que la cuestión de la protec- ción del medio ambiente ni siquiera se tenía en cuenta.
lunes, 19 de mayo de 2014
Necesidad de una intervención internacional
Las  organizaciones  internacionales  deben  asumir  un  mayor protagonismo en la aprobación y coordinación de la transferencia de tecnología. Es preciso poner fin a la práctica vergonzosa de exportar tecnologías peligrosas y obsoletas a los países en desa- rrollo cuando sus procesos dejan de satisfacer las normas sobre medio ambiente en los países desarrollados. Los acuerdos inter- nacionales deben anular los incentivos perversos que amenazan el medio ambiente del planeta.
Se  han  emprendido  numerosas  iniciativas  para  controlar  el comportamiento  de  la  industria.  Las  Directrices  para  las  empresas multinacionales de la Organización para la Cooperación y el Desa- rrollo Económico (OCDE), el Código de conducta para empresas transnacionales  de  las  Naciones  Unidas  y  la  Declaración  tripartita  de principios relativos a las empresas multinacionales y la política social de la Organización   Internacional   del   Trabajo   (OIT)   ofrecen   un marco de comportamiento ético. En marzo de 1994 se adoptó el Convenio   de   Basilea   sobre   el   control   de   los   movimientos transfronterizos de residuos peligrosos y su evacuación. Aunque prohíbe  el  traslado  transfronterizo  de  los  residuos  más  peligrosos, permite institucionalizar un comercio de residuos recicla- bles, reflejo de la falta de compromiso político en el momento de su adopción.
Algunas instituciones de crédito internacionales realizan en la actualidad   evaluaciones   de   impacto   medioambiental   (EIM) cuando el país receptor no está en condiciones de abordar esta tarea.  La  evaluación  del  posible  impacto  local  de,  al  menos, determinados emplazamientos industriales peligrosos debería ser obligatoria y debería completarse con la aplicación de normas sobre salud y seguridad en el trabajo.
La  Organización  Internacional  de  Normalización  (ISO)  ha iniciado el desarrollo de la serie ISO 14000, de carácter voluntario,  que  probablemente  se  convertirá  en  la  norma  internacional  para  la  gestión  del  medio  ambiente.  Estas  normas abarcan los sistemas de gestión medioambiental, las auditorías medioambientales, las etiquetas ecológicas, las evaluaciones de actuación medioambiental, las evaluaciones del ciclo vital y los aspectos   medioambientales   de   las   normas   sobre   productos (Casto y Ellison 1996).
Muchos países desarrollados han definido niveles de exposi- ción recomendados para los trabajadores, que no pueden supe- rarse sin una acción normativa o jurídica previa. En cambio, en los países en desarrollo, no suelen existir normas sobre exposi- ción,  o  bien  no  se  aplican  o  son  demasiado  laxas.  Pueden  y deben desarrollarse normas internacionales. Podría concederse a los países en desarrollo, y en especial a las empresas extranjeras que fabrican en ellos, un período razonable para que cumplan las normas vigentes en la mayoría de los Estados desarrollados. Si no se adopta esta medida, algunos trabajadores de esos países pagarán una parte excesiva del coste de la industrialización.
domingo, 18 de mayo de 2014
Infraestructuras para servicios de apoyo
La  mayoría  de  las  empresas  no  puede  permitirse  disponer  del servicio global interdisciplinario de salud en el trabajo necesario para  desarrollar  sus  programas  de  salud  y  seguridad  profesio- nales. Además de los servicios básicos prestados por la empresa, el propio servicio de salud en el trabajo puede necesitar de especialistas  técnicos  en  áreas  tales  como  las  siguientes  (Kroon  y Overeynder  1991;  CEC  1989;  Rantanen,  Lehtinen  y  Mikheev
1994):
•  higiene industrial (medición y análisis);
•  ergonomía;
•  información  y  asesoramiento  sobre  nuevos  problemas  y  los planteamientos para su solución;
•  desarrollo organizativo;
•  gestión del estrés y psicología;
•  últimos avances en equipos y medidas de control;
•  apoyo a la investigación.
Los distintos países han aplicado diferentes planteamientos a la   organización   de   estos   servicios.   Por   ejemplo,   Finlandia dispone de un Instituto de Salud en el Trabajo con seis institutos regionales para la prestación de apoyo especializado a los servi- cios de primera línea. La mayoría de los países industrializados tienen  este  tipo  de  institutos  nacionales  o  algún  organismo similar cuyas funciones principales son la prestación de servicios de  investigación,  formación,  información  y  consultoría.  Estas entidades son frecuentes, sin embargo, en los países en vías de desarrollo.  Cuando  no  existe  tal  tipo  de  organización,  estos servicios  pueden  ser  prestados  por  grupos  de  investigación universitaria,  instituciones  de  seguridad  social,  servicios  nacio- nales de salud, autoridades públicas de salud y seguridad en el trabajo o consultores privados.
sábado, 17 de mayo de 2014
Dotación de personal para el servicio de salud en el trabajo (II)
Muchos países han elaborado criterios oficiales o semioficiales de  competencia  para  los  enfermeros  y  médicos  del  trabajo, aunque no para las restantes disciplinas. Los nuevos principios de la Unión Europea exigen la confirmación de la competencia de  todos  los  especialistas  de  la  salud  en  el  trabajo  y  algunos países han establecido sistemas de certificación para los mismos (CCE 1989; Orden Ministerial de 1993 sobre Certificación de Servicios SHW y Requisitos de Especialización de los Servicios SHW).
Aún no hay planes de estudios completamente desarrollados para los especialistas de la salud en el trabajo, aparte de los apli- cables  a  los  médicos,  las  enfermeras  y,  en  algunos  países,  los higienistas  (Rantanen  1990).  Se  recomienda  el  establecimiento de un plan de estudios a todos los niveles para todas las catego- rías de especialistas, incluyendo programas de educación básica, de postgrado y continuada. También se considera conveniente incluir  aspectos  de  formación  sobre  salud  en  el  trabajo  en  la educación  básica,  no  sólo  en  las  facultades  de  medicina  sino también  en  otras  instituciones,  como  las  escuelas  técnicas,  las facultades de ciencias, etc. Además de la formación en ciencias y las  cualificaciones  prácticas  necesarias  para  la  práctica  de  la salud  en  el  trabajo,  la  formación  debe  incluir  el  desarrollo  de actitudes adecuadas ante la protección de la salud de los trabaja- dores. La formación en colaboración con especialistas de otras disciplinas permitiría un enfoque interdisciplinario. También se considera necesaria la formación en colaboración con las autori- dades competentes y la empresa.
La  identidad  profesional  de  los  especialistas  en  salud  en  el trabajo  debe  apoyarse  igualmente  en  las  distintas  disciplinas. Reforzar la independencia profesional es crucial para la realiza- ción eficiente de sus tareas y puede aumentar el interés de otros profesionales de la salud hacia la dedicación profesional defini- tiva al área de la salud en el trabajo. Es importante reorganizar el plan de estudios en tanto los países desarrollan nuevos crite- rios de competencia y de certificación para estos especialistas.
viernes, 16 de mayo de 2014
Dotación de personal para el servicio de salud en el trabajo (I)
Tradicionalmente, el servicio de salud en el trabajo está integrado exclusivamente por un médico especializado en la materia o bien por un médico y una enfermera, quienes, tal vez junto con un higienista industrial, son designados como personal “básico”. Las disposiciones más recientes, no obstante, exigen que siempre que sea  posible  el  personal  de  salud  en  el  trabajo  tenga  una composición interdisciplinaria.
El personal puede ampliarse hasta constituir un equipo inter- disciplinario completo, dependiendo del modelo de servicio, la naturaleza del sector y los tipos de trabajo en cuestión, la dispo- nibilidad de los diversos especialistas o de los programas para su formación  y  la  cantidad  de  recursos  económicos  disponibles. Cuando no se incluyen en la plantilla, los puestos complementa- rios se cubren en ocasiones mediante servicios externos de apoyo
(OMS 1989a, 1989b). Puede tratarse de ingenieros de seguridad, fisiólogos del trabajo, ergonomistas, fisioterapeutas, toxicólogos, epidemiólogos y educadores sanitarios. La mayoría de ellos no suelen formar parte del personal a tiempo completo del servicio de  salud  en  el  trabajo  y  participan  a  tiempo  parcial  o  “según necesidad” (Rantanen 1990).
Dado  que  las  necesidades  cuantitativas  de  personal  de  un servicio de salud en el trabajo varían ampliamente dependiendo de la empresa, del modelo organizativo y de los servicios prestados, así como de la disponibilidad de servicios paralelos y de apoyo, esta variable no puede establecerse de forma categórica (Rantanen  1990;  Rantanen,  Lehtinen  y  Mikheev  1994).  Por ejemplo, 3.000 trabajadores de una gran empresa necesitan un personal más reducido que el que se precisaría para prestar la misma gama de servicios a 300 lugares de trabajo con 10 traba- jadores cada uno. Se ha señalado, no obstante, que la propor- ción   habitual   actual   en   Europa   es   de   un   médico   y   dos enfermeras para atender a entre 2.000 y 3.000 trabajadores. Las cifras varían mucho, entre 1 por cada 500 y 1 por cada 5.000 trabajadores.  En  algunos  países,  la  empresa  adopta  las  deci- siones de dotación de personal en función de los tipos y volú- menes de servicios prestados, mientras que en varios otros países están  legalmente  establecidos  el  número  y  composición  del personal. Por ejemplo, una reciente norma de los Países Bajos exige que el equipo de salud en el trabajo conste de al menos un médico, un higienista, un ingeniero de seguridad y un especia- lista  en  relaciones  laborales  (Orden  Ministerial  de  1993  sobre Certificación de Servicios SHW y Requisitos de Especialización de los Servicios SHW)
jueves, 15 de mayo de 2014
Servicios de seguridad
Los servicios de seguridad suelen prestarse como actividad separada, ya sea a cargo de agentes de seguridad o de ingenieros de seguridad  contratados  por  la  empresa  (OIT  1981a;  Bird  y Germain 1990) o a través de algún sistema de consultoría. En el servicio  interno,  el  agente  de  seguridad  suele  ser  también  el máximo responsable de la seguridad en la empresa y representa a la misma en tales cuestiones.
De nuevo, existe actualmente una tendencia a integrar la seguridad con la higiene y la salud en el trabajo y con otros servicios relacionados con las actividades de salud en el trabajo, con el fin de formar una entidad interdisciplinaria.
Cuando las actividades de seguridad se realizan paralela- mente a las de salud e higiene en el trabajo, la colaboración es especialmente necesaria con respecto a la identificación de los peligros de accidentes, la evaluación de riesgos, la planificación y puesta en práctica de medidas preventivas y de control, la educación y formación de directivos, supervisores y trabaja- dores, la recopilación, mantenimiento y registro de accidentes y el funcionamiento de las medidas de control establecidas.
De nuevo, existe actualmente una tendencia a integrar la seguridad con la higiene y la salud en el trabajo y con otros servicios relacionados con las actividades de salud en el trabajo, con el fin de formar una entidad interdisciplinaria.
Cuando las actividades de seguridad se realizan paralela- mente a las de salud e higiene en el trabajo, la colaboración es especialmente necesaria con respecto a la identificación de los peligros de accidentes, la evaluación de riesgos, la planificación y puesta en práctica de medidas preventivas y de control, la educación y formación de directivos, supervisores y trabaja- dores, la recopilación, mantenimiento y registro de accidentes y el funcionamiento de las medidas de control establecidas.
miércoles, 14 de mayo de 2014
Servicios de higiene industrial
Las directrices e instrumentos internacionales recomiendan decididamente  la  inclusión  de  servicios  de  higiene  industrial  en  el servicio interdisciplinario de salud en el trabajo.
En algunos países, no obstante, estos servicios se prestan habitualmente como actividad separada e independiente. En tales circunstancias, es necesaria la colaboración con otros servicios implicados en las actividades de salud y seguridad en el trabajo.
En algunos países, no obstante, estos servicios se prestan habitualmente como actividad separada e independiente. En tales circunstancias, es necesaria la colaboración con otros servicios implicados en las actividades de salud y seguridad en el trabajo.
martes, 13 de mayo de 2014
La encuesta
Hay  más  de  2.000.000  de  centros  de  trabajo  en  Inglaterra  (el lugar  de  trabajo  se  define  como  un  entorno  geográficamente continuo).  La  distribución  es  enormemente  asimétrica:  en  el 88 % de los centros de trabajo hay menos de 25 trabajadores, lo que representa un 30 % de la población activa; mientras que sólo un 0,3 % de los centros de trabajo disponen de plantillas de más de  500  personas,  aunque  absorben  un  20  %  del  total  de trabajadores.
Inicialmente, la encuesta se estructuró para reflejar esta distribución, concentrando la toma de muestras en los grandes centros de trabajo, en el marco de un muestreo aleatorio de centros de trabajo de todos los tamaños y de los sectores público y privado; no obstante, se excluyeron de la encuesta los trabajadores por cuenta propia y los que desarrollan su actividad en su domicilio. Tampoco se consideraron los organismos públicos responsables de la prestación de servicios de defensa, policiales y penitenciarios.
Se realizaron encuestas en un total de 1.344 centros de trabajo, en marzo y abril de 1992. Las entrevistas se mantuvieron por teléfono y la duración media de cada entrevista completa fue de 28 minutos. Para contestar a las preguntas se eligió en cada caso al responsable de las actividades referentes a la salud. En los pequeños centros de trabajo, pocas veces se trataba de una persona especializada en cuestiones sanitarias.
Inicialmente, la encuesta se estructuró para reflejar esta distribución, concentrando la toma de muestras en los grandes centros de trabajo, en el marco de un muestreo aleatorio de centros de trabajo de todos los tamaños y de los sectores público y privado; no obstante, se excluyeron de la encuesta los trabajadores por cuenta propia y los que desarrollan su actividad en su domicilio. Tampoco se consideraron los organismos públicos responsables de la prestación de servicios de defensa, policiales y penitenciarios.
Se realizaron encuestas en un total de 1.344 centros de trabajo, en marzo y abril de 1992. Las entrevistas se mantuvieron por teléfono y la duración media de cada entrevista completa fue de 28 minutos. Para contestar a las preguntas se eligió en cada caso al responsable de las actividades referentes a la salud. En los pequeños centros de trabajo, pocas veces se trataba de una persona especializada en cuestiones sanitarias.
lunes, 12 de mayo de 2014
PROMOCION DE LA SALUD EN EL • LUGAR DE TRABAJO: INGLATERRA
En su declaración sobre formulación de políticas Health of  the Nation, el Gobierno del Reino Unido adoptó una estrategia dual (parafraseando su declaración de intenciones) consistente en (1) “prolongar la vida” a través del aumento de la esperanza de vida y  de  la  reducción  del  número  de  muertes  prematuras  y  (2) “mejorar la calidad de vida”, incrementando el número de años vividos   sin   padecer   enfermedades,   minimizando   los   efectos adversos de la enfermedad y la discapacidad, fomentando formas de vida sanas y mejorando los entornos físico y social.
Se consideró que los esfuerzos realizados para alcanzar estos objetivos serían más eficaces si se centraban en “entornos” ya existentes; es decir, en escuelas, hogares, hospitales y centros de trabajo.
Aunque se conocía el desarrollo de una considerable actividad de promoción de la salud en el lugar de trabajo (Fundación Europea 1991), no se disponía de información básica completa sobre su nivel y características. Se habían llevado a cabo diversas encuestas a pequeña escala, pero su alcance era escaso, ya sea porque se centraban en una única actividad como el consumo de tabaco, porque se limitaban al estudio de un área geográfica restringida o porque se basaban en un número reducido de centros de trabajo.
Se realizó una encuesta general sobre la promoción de la salud en el lugar de trabajo en Inglaterra, en nombre de la Health Education Authority. Se utilizaron dos modelos para llevarla a cabo: la encuesta nacional sobre promoción de la salud en el lugar de trabajo, realizada en Estados Unidos en 1985, (Fielding y Piserchia 1989) y una encuesta de 1984 elaborada por el Policy Studies Institute of Workplaces in Britain
(Daniel 1987).
Se consideró que los esfuerzos realizados para alcanzar estos objetivos serían más eficaces si se centraban en “entornos” ya existentes; es decir, en escuelas, hogares, hospitales y centros de trabajo.
Aunque se conocía el desarrollo de una considerable actividad de promoción de la salud en el lugar de trabajo (Fundación Europea 1991), no se disponía de información básica completa sobre su nivel y características. Se habían llevado a cabo diversas encuestas a pequeña escala, pero su alcance era escaso, ya sea porque se centraban en una única actividad como el consumo de tabaco, porque se limitaban al estudio de un área geográfica restringida o porque se basaban en un número reducido de centros de trabajo.
Se realizó una encuesta general sobre la promoción de la salud en el lugar de trabajo en Inglaterra, en nombre de la Health Education Authority. Se utilizaron dos modelos para llevarla a cabo: la encuesta nacional sobre promoción de la salud en el lugar de trabajo, realizada en Estados Unidos en 1985, (Fielding y Piserchia 1989) y una encuesta de 1984 elaborada por el Policy Studies Institute of Workplaces in Britain
(Daniel 1987).
domingo, 11 de mayo de 2014
Conclusión La promoción de la salud en el lugar de trabajo ha alcanzado su mayoría de edad
La promoción de la salud en el lugar de trabajo ha alcanzado su mayoría  de  edad  debido  en  gran  medida  a  los  incentivos  a  la inversión empresarial, a los resultados positivos registrados por la mayoría de los programas y a la aceptación cada vez mayor de esta actividad como parte esencial de los planes globales de pres- tación.  Su  alcance  se  ha  ampliado  considerablemente,  lo  que pone de manifiesto una definición más general de la salud y la comprensión de los factores que determinan la salud individual y familiar.
Existen enfoques completos de la planificación y la ejecución de los programas y se dispone de profesionales de la salud cualificados para gestionarlos, así como de una amplia gama de materiales e instrumentos. El éxito de los programas depende de su adaptación a la cultura empresarial, de las oportunidades de promoción de la salud y de las limitaciones organizativas de cada uno de los lugares de trabajo. Los resultados de la mayoría de las evaluaciones apoyan la fijación de objetivos programáticos, si bien se necesitan más evaluaciones basadas en diseños y métodos científicamente válidos.
Existen enfoques completos de la planificación y la ejecución de los programas y se dispone de profesionales de la salud cualificados para gestionarlos, así como de una amplia gama de materiales e instrumentos. El éxito de los programas depende de su adaptación a la cultura empresarial, de las oportunidades de promoción de la salud y de las limitaciones organizativas de cada uno de los lugares de trabajo. Los resultados de la mayoría de las evaluaciones apoyan la fijación de objetivos programáticos, si bien se necesitan más evaluaciones basadas en diseños y métodos científicamente válidos.
sábado, 10 de mayo de 2014
Integración con otros programas
La promoción de la salud presenta múltiples facetas. Son cada vez más las iniciativas encaminadas a mejorar la integración de la educación   sanitaria   y   el   asesoramiento,   la   ergonomía,   los programas de asistencia a los empleados y ciertas prestaciones de orientación sanitaria, como los planes de detección precoz y de capacitación física para el trabajo. En países donde las empresas pueden  diseñar  sus  propios  planes  de  prestaciones  sanitarias  o completar los planes públicos en determinados aspectos, muchas de  ellas  ofrecen  servicios  médicos  preventivos,  sobre  todo  de detección precoz y de mejora de la salud, como la incorporación de los trabajadores a servicios de salud y de capacitación física ajenos a la organización. Las políticas fiscales que permiten a las empresas  deducir  estas  prestaciones  a  los  trabajadores  generan fuertes incentivos económicos a su concesión.
El diseño ergonómico constituye un importante factor deter- minante  de  la  salud  de  la  plantilla  y  va  más  allá  de  la  simple adecuación física del trabajador a las herramientas utilizadas en el  puesto  de  trabajo.  Debe  prestarse  atención  a  la  adaptación general de la persona a su tarea y al entorno de trabajo global. Así, un entorno sano requiere el equilibrio entre la autonomía y la responsabilidad en el puesto de trabajo y la adaptación efectiva  entre  el  estilo  de  trabajo  individual,  las  necesidades  fami- liares  y  la  flexibilidad  de  los  requisitos  laborales.  No  debe pasarse  por  alto  la  relación  entre  los  factores  de  estrés  en  el trabajo  y  la  capacidad  personal  para  afrontarlos.  Además,  la salud puede promoverse mediante la contribución de los trabaja- dores a la configuración del contenido del trabajo de forma que se generen sentimientos de autorrealización y éxito.
Los   programas   de   asistencia   a   los   empleados,   que,   en términos  generales,  comprenden  actividades  patrocinadas  por las  empresas  y  dirigidas  por  profesionales  que  ofrecen  evalua- ción,  asesoramiento  y  remisión  a  otros  medios  a  trabajadores con problemas personales, deben vincularse estrechamente con los restantes programas de promoción de la salud y actuar como fuente de remisión en casos de depresión, estrés y preocupación excesiva. A su vez, los programas de asistencia a los empleados pueden remitir a los trabajadores que lo requieran a programas de  gestión  del  estrés  patrocinados  por  la  empresa,  programas nutricionales  de  sobrepeso,  peso  insuficiente  o  sencillamente dieta inadecuada, y grupos de autoayuda para quienes carecen de apoyo social.
viernes, 9 de mayo de 2014
Políticas para la salud
Cada  vez  se  reconoce  más  claramente  la  importancia  de  las normas  sociales  y  de  la  política  de  las  organizaciones  para  la salud  y  para  la  eficacia  de  las  iniciativas  emprendidas  para  su mejora. Por ejemplo, la limitación o la prohibición del consumo de  tabaco  en  el  lugar  de  trabajo  puede  dar  lugar  a  descensos significativos en el consumo individual de cigarrillos de los trabajadores  fumadores.  Una  política  de  prohibición  de  la  venta  de bebidas  alcohólicas  en  las  instalaciones  de  la  empresa  pone  de manifiesto el comportamiento que se espera de los trabajadores. La oferta de alimentos bajos en grasas y ricos en carbohidratos complejos en el comedor de la empresa constituye otra opción para ayudar a los trabajadores a mejorar su salud.
No obstante, debe tenerse en cuenta también que las políticas de organización para la salud y las creencias sociales de carácter normativo relativas al concepto de buena salud pueden estigma- tizar  a  quienes  optan  por  seguir  ciertos  hábitos  perjudiciales para  la  salud,  como  el  consumo  de  tabaco,  o  que  tienen  una fuerte  predisposición  genética  a  alcanzar  estados  poco  saluda- bles, como la obesidad. No es sorprendente que la mayoría de programas  registren  mayores  tasas  de  participación  entre  los trabajadores de hábitos sanos y expuestos a menores riesgos.
jueves, 8 de mayo de 2014
Tolerancia y adaptación
La percepción de los agentes químicos puede estar alterada por contactos previos. Se desarrolla tolerancia si la exposición a un producto  disminuye  la  respuesta  a  exposiciones  posteriores.  La adaptación  se  produce  cuando  un  estímulo  constante  o  que  se repite  con  rapidez  se  acompaña  de  una  respuesta  cada  vez menor. Por ejemplo, la exposición breve a disolventes disminuye de forma notable, pero pasajera, la capacidad de detección de los mismos   (Gagnon,   Mergler   y   Lapare   1994).   La   adaptación también  tiene  lugar  cuando  se  ha  producido  una  exposición prolongada a concentraciones bajas o rápidamente, con algunos agentes químicos, en presencia de concentraciones muy elevadas. Esto  último  puede  provocar  una  “parálisis”  olfatoria  rápida  y reversible. El picor nasal típicamente muestra menos adaptación y  desarrollo  de  tolerancia  que  las  sensaciones  olfatorias.  Las mezclas de agentes químicos pueden alterar también las intensidades  percibidas.  En  general,  cuando  se  mezclan  sustancias olorosas, la intensidad olorosa total percibida es menor de lo que cabría esperar al sumar las intensidades individuales (hipoaditividad). El picor nasal, sin embargo, muestra en general aditividad con la exposición a múltiples agentes químicos y una sumación de la irritación con el tiempo (Cometto-Muñiz y Cain 1994). Con sustancias  olorosas  e  irritantes  en  la  misma  mezcla,  el  olor siempre  se  percibe  con  menor  intensidad.  A  causa  de  la  tole- rancia, adaptación e hipoaditividad, no debe confiarse en estos sistemas  sensoriales  para  valorar  la  concentración  de  agentes químicos en el ambiente.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Sentido químico común
El sentido químico común se inicia por la estimulación de terminaciones nerviosas libres y múltiples del 5º nervio craneal (trigémino)  situadas  en  la  mucosa.  Con  este  sentido  se  perciben  las propiedades  irritantes  de  las  sustancias  inhaladas  y  se  desenca- denan reflejos para limitar la exposición a los agentes peligrosos: estornudos, secreción de moco, reducción de la frecuencia respi- ratoria o, incluso, contención de la respiración. Los estímulos de aviso intensos promueven la eliminación de la irritación lo antes posible. Aunque el picor o irritación que producen las sustancias es de intensidad variable, en general, el olor de una sustancia se detecta antes que la irritación (Ruth 1986). Sin embargo, una vez que  la  irritación  se  ha  detectado,  pequeños  aumentos  de  la concentración  aumentan  la  irritación  más  que  la  apreciación olorosa.  El  picor  puede  evocarse  por  interacciones  químicas  o físicas  con  los  receptores  (Cometto-Muñiz  y  Cain  1991).  Las propiedades de aviso de los gases o vapores tienden a relacionarse con su solubilidad en el agua (Shusterman 1992). Las personas anósmicas  requieren,  al  parecer,  concentraciones  mayores  de agentes  químicos  picantes  para  poder  detectarlos  (Cometto- Muñiz   y   Cain   1994),   pero   los   umbrales   de   detección   no aumentan con la edad (Stevens y Cain 1986).
martes, 6 de mayo de 2014
Anatomía y fisiología Olfato
Los receptores olfativos primarios se localizan en áreas de tejido, denominadas neuroepitelio olfatorio, situadas en la porción más superior de las fosas nasales (Mott y Leopold 1991). A diferencia de otros sistemas sensoriales, el receptor es el nervio. Una porción de  una  célula  receptora  olfatoria  se  envía  a  la  superficie  del epitelio nasal y el otro extremo se conecta directamente a través de un axón largo a uno de los dos bulbos olfatorios del cerebro. Desde aquí, la información se transmite hasta numerosas áreas cerebrales. Las sustancias olorosas son compuestos químicos volá- tiles que deben contactar con el receptor olfatorio para que se produzca la percepción del olor. Las moléculas olorosas son atrapadas y después se difunden por el moco para unirse a los cilios situados  en  los  extremos  de  las  células  del  receptor  olfatorio. Todavía no se sabe cómo somos capaces de detectar más de diez mil sustancias olorosas, discriminar entre más de 5.000 y valorar la variación de la intensidad del olor. Se ha descubierto recientemente una familia multigénica que codifica los receptores de olor en los nervios olfatorios primarios (Ressler, Sullivan y Buck 1994). Esto  ha  permitido  investigar  cómo  se  detectan  los  olores  y  la organización   del   sistema   olfatorio.   Cada   neurona   puede responder  ampliamente  a  concentraciones  elevadas  de  diversas sustancias olorosas, pero sólo responderá a una o a unas pocas si las concentraciones son bajas. Tras la estimulación, las proteínas del receptor de superficie activan los procesos intracelulares que convierten la información sensorial en una señal eléctrica (trans- ducción). No se sabe por qué finaliza la señal sensorial a pesar de la  exposición  continua  al  estímulo  oloroso.  Se  han  encontrado proteínas solubles que fijan las sustancias olorosas, pero su papel no se conoce con exactitud. Es posible que intervengan proteínas que metabolizan las sustancias olorosas o proteínas que las trans- portan lejos de los cilios olfatorios o hacia las zonas de catálisis en el interior de las células olfatorias.
Las porciones de los receptores olfatorios que se conectan de forma directa con el cerebro son filamentos nerviosos finos que atraviesan una placa de hueso. Debido a su localización y deli- cada estructura, estos filamentos son vulnerables a las lesiones por cizallamiento causadas por golpes en la cabeza. Asimismo, como el receptor olfatorio es un nervio, entra en contacto físico con  las  sustancias  olorosas  y  conecta  directamente  con  el cerebro,  las  sustancias  que  penetran  en  las  células  olfatorias pueden viajar a lo largo del axón hasta el cerebro. Debido a la exposición  continuada  a  compuestos  que  lesionan  las  células receptoras olfatorias, podría perderse la capacidad olfatoria en los  primeros  años  de  vida,  si  no  fuera  por  una  cualidad  de importancia   fundamental:   los   nervios   receptores   olfatorios pueden regenerarse y sustituirse siempre que el tejido no se haya destruido por completo. Sin embargo, si el sistema se ha lesio- nado a un nivel más central, los nervios no se pueden regenerar.
lunes, 5 de mayo de 2014
OLFATO
Existen tres sistemas sensoriales construidos específicamente para controlar el contacto con sustancias ambientales: el olfato (olor), el  gusto  (sabores  dulce,  salado,  agrio  y  amargo)  y  el  sentido químico común (detección de irritación o picor). Como requieren la estimulación por sustancias químicas, se denominan sistemas “quimiosensibles”.  Los  trastornos  olfatorios  consisten  en  altera- ciones pasajeras o permanentes: pérdida completa o parcial del olfato (anosmia o hiposmia) y parosmias (disosmia: olores distor- sionados;  fantosmia:  olores  fantasma)  (Mott  y  Leopold  1991; Mott,  Grushka  y  Sessle  1993).  Tras  las  exposiciones  químicas, algunas personas describen un aumento de la sensibilidad a los estímulos  químicos  (hiperosmia).  El  sabor  es  la  experiencia sensible  generada  por  la  interacción  del  olor,  el  gusto  y  los componentes irritantes de los alimentos y las bebidas, así como por la textura y la temperatura. Como la mayoría de los sabores dependen del olor, o aroma, de los alimentos que se ingieren, las lesiones del sistema olfatorio se identifican con frecuencia como un problema del “gusto”.
Las molestias quimiosensibles son frecuentes en la actividad laboral y pueden producirse a partir de la percepción, por un sistema sensorial normal, de las sustancias químicas ambientales. Por otro lado, también pueden indicar una lesión del sistema: el contacto obligado con sustancias químicas aumenta la vulnera- bilidad de estos sistemas sensoriales a las lesiones. En el contexto laboral, estos sistemas pueden dañarse también por trauma- tismos craneales y por agentes no químicos (p. ej., radiación). Los olores ambientales relacionados con los agentes contami- nantes pueden exacerbar procesos médicos subyacentes (p. ej., asma, rinitis), precipitar el desarrollo de aversiones a ciertos olores o causar algún tipo de enfermedad relacionada con el estrés. Se ha demostrado que los malos olores reducen la capacidad para realizar tareas complejas (Shusterman 1992).
La identificación precoz de los trabajadores con pérdida del olfato es esencial. En algunas profesiones como las artes culinarias, la crianza de vinos y las relacionadas con la industria del perfume, es un requisito previo indispensable estar dotado de un buen sentido del olfato. En muchos otros trabajos se necesita tener un olfato normal para obtener un rendimiento óptimo o por la propia seguridad. Por ejemplo, los padres o el personal que trabaja en guarderías confían generalmente en el olfato para determinar las necesidad higiénicas de los niños. Los bomberos necesitan detectar agentes químicos y humos. Cualquier traba- jador con una exposición continua a productos químicos sufre más riesgos si su capacidad olfativa está reducida.
El olfato proporciona un sistema de aviso precoz frente a numerosas sustancias ambientales dañinas. Si esta capacidad se pierde, los trabajadores no serán conscientes de las exposiciones peligrosas hasta que la concentración del agente sea lo suficien- temente alta para producir irritación, lesionar los tejidos respira- torios o ser letal. La detección inmediata puede evitar la progresión de la lesión olfatoria mediante el tratamiento de la inflamación y la reducción de la exposición posterior. Por último, si la pérdida es permanente y grave, puede considerarse una discapacidad que requiera formación para un nuevo trabajo y/o una indemnización.
Las molestias quimiosensibles son frecuentes en la actividad laboral y pueden producirse a partir de la percepción, por un sistema sensorial normal, de las sustancias químicas ambientales. Por otro lado, también pueden indicar una lesión del sistema: el contacto obligado con sustancias químicas aumenta la vulnera- bilidad de estos sistemas sensoriales a las lesiones. En el contexto laboral, estos sistemas pueden dañarse también por trauma- tismos craneales y por agentes no químicos (p. ej., radiación). Los olores ambientales relacionados con los agentes contami- nantes pueden exacerbar procesos médicos subyacentes (p. ej., asma, rinitis), precipitar el desarrollo de aversiones a ciertos olores o causar algún tipo de enfermedad relacionada con el estrés. Se ha demostrado que los malos olores reducen la capacidad para realizar tareas complejas (Shusterman 1992).
La identificación precoz de los trabajadores con pérdida del olfato es esencial. En algunas profesiones como las artes culinarias, la crianza de vinos y las relacionadas con la industria del perfume, es un requisito previo indispensable estar dotado de un buen sentido del olfato. En muchos otros trabajos se necesita tener un olfato normal para obtener un rendimiento óptimo o por la propia seguridad. Por ejemplo, los padres o el personal que trabaja en guarderías confían generalmente en el olfato para determinar las necesidad higiénicas de los niños. Los bomberos necesitan detectar agentes químicos y humos. Cualquier traba- jador con una exposición continua a productos químicos sufre más riesgos si su capacidad olfativa está reducida.
El olfato proporciona un sistema de aviso precoz frente a numerosas sustancias ambientales dañinas. Si esta capacidad se pierde, los trabajadores no serán conscientes de las exposiciones peligrosas hasta que la concentración del agente sea lo suficien- temente alta para producir irritación, lesionar los tejidos respira- torios o ser letal. La detección inmediata puede evitar la progresión de la lesión olfatoria mediante el tratamiento de la inflamación y la reducción de la exposición posterior. Por último, si la pérdida es permanente y grave, puede considerarse una discapacidad que requiera formación para un nuevo trabajo y/o una indemnización.
domingo, 4 de mayo de 2014
Resumen El sistema del gusto
El sistema del gusto es uno de los tres sistemas quimiosensibles, junto con el olfato y el sentido químico común, y tiene la función de controlar las sustancias dañinas y beneficiosas que se inhalan e ingieren.  Las  células  gustativas  se  reponen  con  rapidez,  están inervadas  por  parejas  de  cuatro  nervios  periféricos  y  tienen  al parecer  vías  centrales  divergentes  en  el  cerebro.  El  sistema  del gusto es responsable de la apreciación de cuatro sabores básicos (dulce, agrio, salado y amargo) y de los sabores metálico y umami (glutamato  monosódico)  (estos  últimos  son  cuestionables).  Las pérdidas clínicamente significativas del gusto son raras, probablemente a causa de la diversidad y multiplicidad de la inervación. No  obstante,  es  frecuente  la  alteración  o  distorsión  del  gusto, problemas  que  pueden  ser  todavía  más  molestos.  Los  agentes tóxicos que no destruyen el sistema del gusto ni interrumpen la transducción o transmisión de la información gustativa pueden, no  obstante,  impedir  de  diversas  formas  la  percepción  de  las cualidades normales del gusto. Pueden producirse irregularidade dsu  obstáculos por una o más de las causas siguientes: transporte subóptimo de las sustancias sápidas, alteración de la composición de la saliva, inflamación de las células gustativas, bloqueo de las vías iónicas, alteraciones en la membrana de las células o en las proteínas de los receptores y neurotoxicidad periférica o central. Por otro lado, el sistema del gusto puede estar intacto y funcionar normalmente, pero estar sujeto a una estimulación sensorial desa- gradable debida a pequeñas corrientes galvánicas o a la percep- ción  de  medicamentos,  fármacos,  pesticidas  o  metales  iónicos
intraorales.
intraorales.
sábado, 3 de mayo de 2014
Relaciones exposición-dosis-respuesta
Las  neumoconiosis  están  causadas  por  la  inhalación  de  ciertas partículas de polvo fibrogénico. En la física de los aerosoles, el término polvo tiene un significado muy preciso (Hinds 1982). Se refiere  a  partículas  en  suspensión  en  el  aire  obtenidas  por  la pulverización mecánica de un material original en estado sólido. Por tanto, este término no debe utilizarse para las partículas generadas por otros procesos. Las nubes de polvo de diversos marcos industriales (p. ej., explotación minera, construcción de túneles y galerías, fabricación y limpieza con chorro de arena) contienen generalmente una mezcla de varios tipos de polvo. Las partículas de polvo en suspensión en el aire no tienen un tamaño uniforme, y  muestran  una  distribución  por  tamaños.  El  tamaño  y  otros parámetros físicos (densidad, forma y carga eléctrica en la superficie) determinan el comportamiento aerodinámico de las partículas  y  la  probabilidad  de  su  penetración  y  depósito  en  los diversos compartimentos del sistema respiratorio.
En  el  campo  de  las  neumoconiosis,  el  compartimento  de interés es el alveolar. Las partículas en suspensión en el aire suficientemente   pequeñas   para   alcanzar   este   compartimento reciben el nombre de partículas respirables. No todas las partículas que alcanzan los compartimentos alveolares se depositan siste- máticamente, sino que algunas están presentes en el aire espi- rado.  Actualmente  se  conocen  bien  los  mecanismos  físicos responsables  del  depósito  de  las  partículas  isométricas  (Raabe 1984) y de las partículas fibrosas (Sébastien 1991). Se han deter- minado las funciones que relacionan la probabilidad de depósito con los parámetros físicos. Las partículas respirables y las partí- culas depositadas en el compartimento alveolar tienen características  de  tamaño  ligeramente  diferentes.  En  el  caso  de  las partículas no fibrosas, se utilizan instrumentos de toma de mues- tras del aire selectivos con respecto al tamaño e instrumentos de lectura directa para medir las concentraciones ponderales de las partículas respirables. Para las partículas fibrosas, el método es diferente. La técnica de medición se basa en el atrapamiento en filtro  del  “polvo  total”  y  el  recuento  de  fibras  al  microscopio óptico. En este caso, la selección por el tamaño se realiza exclu- yendo del recuento las fibras “no respirables” con dimensiones superiores a criterios predeterminados.
viernes, 2 de mayo de 2014
ETIOPATOGENIA DE LAS • NEUMOCONIOSIS (II)
Por esto, los fenómenos etiopatogénicos deben analizarse con respecto a su dinámica a largo plazo.
En los últimos 20 años se ha obtenido gran cantidad de información sobre las numerosas y complejas reacciones pulmonares involucradas  en  la  fibrosis  pulmonar  intersticial  inducida  por varios agentes, incluidos los polvos minerales. Estas reacciones se describieron  a  nivel  bioquímico  y  celular  (Richards,  Masek  y Brown 1991). En estas investigaciones no sólo han intervenido físicos y anatomopatólogos experimentales, sino también clínicos que  utilizaron  ampliamente  el  lavado  broncoalveolar  como nueva técnica pulmonar de investigación. Estos estudios permi- tieron  caracterizar  la  etiopatogenia  como  una  entidad  muy compleja  que,  no  obstante,  puede  descomponerse  en  varias facetas: (1) la propia inhalación de partículas de polvo y la subsiguiente constitución e importancia de la carga pulmonar (relaciones exposición-dosis-respuesta), (2) las características fisicoquímicas  de  las  partículas  fibrogénicas,  (3)  las  reacciones bioquímicas y celulares que inducen las lesiones fundamentales de las neumoconiosis, y (4) los determinantes de la progresión y las complicaciones. No debe ignorarse esta última faceta, ya que las formas más graves de neumoconiosis son las que conllevan deterioros y discapacidades.
Un análisis detallado de la etiopatogenia de las neumoconiosis escapa a los objetivos de este artículo. Sería necesario distinguir los  diversos  tipos  de  polvo  y  profundizar  en  numerosas  áreas especializadas, algunas de las cuales todavía son objeto de inves- tigación  activa.  Pero  del  conocimiento  actualmente  disponible sobre el tema surgen nociones generales muy interesantes, que presentaremos  en  las  cuatro  “facetas”  previamente  mencionadas, y la bibliografía remitirá a los lectores interesados a textos más  especializados.  Se  darán  ejemplos  esenciales  de  las  tres neumoconiosis más importantes y documentadas: la asbestosis, las neumoconiosis de los mineros del carbón (NMC) y la silicosis. También  se  comentarán  las  posibles  repercusiones  sobre  la prevención.
jueves, 1 de mayo de 2014
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