jueves, 1 de agosto de 2013

Informes de los médicos (I)

En un intento de imitar la estrategia utilizada con éxito para la vigilancia y el control de las enfermedades infecciosas, un número cada vez mayor de estados ha impuesto a los médicos la obliga- ción de declarar determinadas enfermedades profesionales
(Freund, Seligman and Chorba 1989). En 1988, 32 estados exigían a los médicos dicha notificación, aunque en 10 de ellos tal obligación se limitaba a una enfermedad profesional concreta, normalmente la intoxicación por plomo o por plaguicidas. En otros estados, como Alaska y Maryland, se extendía a la totalidad de las enfermedades profesionales. En la mayoría de los estados, las notificaciones se utilizan únicamente para el recuento de personas afectadas. Sólo en la tercera parte de los estados que han impuesto la notificación, la remisión de un informe de enfer- medad profesional da lugar a alguna actividad de seguimiento, como la inspección del lugar de trabajo (Muldoon, Wintermeyer
y Eure 1987).
Pese al mayor interés que se ha suscitado por la salud en el trabajo en los últimos tiempos, la notificación oficial de enferme- dades profesionales por parte de los médicos es deficiente
(Pollack y Keimig 1987; Wegman y Froines 1985). Incluso en California, estado en el que existe desde hace varios años un sistema de este tipo (Primer Informe del Médico sobre Enferme- dades y Lesiones Profesionales) y en el que se registraron casi
50.000 enfermedades profesionales en 1988, el cumplimiento de este requisito de notificación por parte de los médicos se consi- dera insuficiente (BLS 1989).

miércoles, 31 de julio de 2013

Informes de los laboratorios

Los laboratorios clínicos pueden constituir una excelente fuente de información sobre la presencia de niveles excesivos de una serie de toxinas en los líquidos corporales. Ofrecen la ventaja de que pueden informar puntualmente sobre dichas alteraciones, sobre los programas de control de calidad existentes y sobre los requisitos que les impongan los organismos públicos para la concesión de la correspondiente licencia a los laboratorios. En Estados Unidos, muchos estados les exigen la notificación de los resultados de los análisis practicados en una serie de muestras. Los agentes de uso industrial sometidos a este requisito de notifi- cación son el plomo, el arsénico, el cadmio y el mercurio, así como las sustancias que reflejan exposición a plaguicidas.
(Markowitz 1992).
En Estados Unidos, el National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH) empezó en 1992 a recopilar los resultados de los análisis de los niveles plasmáticos de plomo en adultos dentro del programa de Vigilancia y Epidemiología del Plomo en la Sangre de Adultos (Chowdhury, Fowler y Mycroft 1994). A finales de 1993, 20 estados que representaban el 60 % de la población de Estados Unidos exigían ya la notificación al NIOSH de los niveles plasmáticos elevados de plomo y otros
10 estados estaban desarrollando un sistema de recogida y notificación de datos al respecto. En 1993 había 11.240 adultos con microgramos por decilitro de sangre en los 20 estados que exigían su notificación. La gran mayoría de las personas afec- tadas (más del 90 %) se veían expuestas al plomo en sus respectivos lugares de trabajo. Casi la cuarta parte de ellas (3.199) presentaban niveles plasmáticos superiores o iguales a 40 ug/dl, el límite umbral al que la Occupational Safety and Health Admi- nistration exige la adopción de medidas para proteger a los trabajadores contra la exposición al plomo en el lugar de trabajo. La notificación de elevados niveles de toxinas al correspon- diente departamento estatal de salud puede ir seguida por inves- tigaciones de salud pública. Las entrevistas confidenciales para el seguimiento de las personas afectadas permiten la rápida identificación de los lugares de trabajo en el que se produce la exposición, la clasificación del caso según el trabajo y el sector industrial, la estimación del número de otros trabajadores poten- cialmente expuestos en ese lugar de trabajo y la garantía de un seguimiento médico adecuado (Baser y Marion 1990). Tras las visitas al lugar de trabajo, pueden recomendarse medidas volun- tarias para reducir la exposición o, en caso necesario, informar a las autoridades competentes para que obliguen a aplicar la ley.

martes, 30 de julio de 2013

Informes sobre la indemnización de los trabajadores

Los sistemas de indemnización de los trabajadores constituyen una herramienta para la vigilancia de la salud en el trabajo que resulta en principio atractiva, ya que se supone que, en este caso, la relación entre la enfermedad y el trabajo ha sido sometida al análisis de expertos. Este tipo de sistemas suelen registrar los casos de enfermedades agudas cuya causa es fácil de determinar, como intoxicaciones, inhalación aguda de toxinas respiratorias o dermatitis.
Lamentablemente, el uso de estos registros como fuente fidedigna de datos para la vigilancia de la salud en el trabajo presenta graves limitaciones, tales como la ausencia de unos requisitos normalizados de admisibilidad, la inexistencia de criterios comunes para la definición de los casos, la ausencia de incentivos para que los trabajadores y las empresas soliciten la indemnización, la falta de detección por parte de los médicos de enfermedades profesionales crónicas con largos períodos de latencia y la larga duración del período que suele transcurrir entre la solicitud y la obtención de la indemnización. El resul- tado neto de estas limitaciones es que los sistemas de indemnización de los trabajadores no registran muchas de las enfermedades profesionales.
Así, en un estudio realizado por Selikoff a principios del decenio de 1980, menos de la tercera parte de los trabajadores del sector del aislamiento de Estados Unidos que sufrían discapacidades causadas por enfermedades relacionadas con el amianto, tales como asbestosis y cáncer, habían solicitado las prestaciones de indemnización y aún menos habían recibido éstas (Selikoff 1982). En otro estudio realizado por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos acerca de los trabajadores que declararon una discapacidad de origen profesional, se observó que menos del 5 % recibían las prestaciones pertinentes
(USDOL 1980). En un estudio más reciente realizado en el estado de Nueva York, se habló que el número de personas hospitalizadas por neumoconiosis superaba con creces el número de nuevos beneficiarios de las prestaciones de indemni- zación durante un período de tiempo similar (Markowitz y cols.
1989). Puesto que los sistemas de indemnización de los trabaja- dores registran episodios simples relacionados con la salud, como dermatitis y lesiones musculosqueléticas, con mucha más frecuencia que enfermedades complejas con largos períodos de latencia, el uso de esos datos da lugar a una imagen distorsio- nada de la verdadera incidencia y distribución de las enferme- dades profesionales.

lunes, 29 de julio de 2013

Vigilancia de los trabajadores del sector público

Los sistemas de notificación de enfermedades profesionales pueden ser diferentes para los trabajadores del sector privado y del sector público. Por ejemplo, en Estados Unidos, la encuesta anual de enfermedades y lesiones profesionales ya mencionada realizada por el Departamento de Trabajo de la administración federal (encuesta anual de la BLS) excluye a los trabajadores del sector público. Sin embargo, éstos constituyen una parte importante de la población activa, representando en 1991 cerca del 17 % del total (18,4 millones de trabajadores), tres cuartas partes de los cuales trabajan para la administración estatal y local.
En Estados Unidos, es el Programa Federal de Indemnización de los Trabajadores el que recoge información sobre las enfer- medades profesionales entre los trabajadores de la administra- ción federal. En 1993 se concedieron indemnizaciones por enfermedad profesional a 15.000 de estos trabajadores, lo que supone una tasa de 51,7 casos por 10.000 trabajadores a tiempo completo (Slighter 1994). En el ámbito estatal y local, algunos estados conocen el número y la tasa de las enfermedades profe- sionales. Según un reciente estudio de los trabajadores de la administración estatal y local de Nueva Jersey, un estado indus- trializado bastante grande, en 1990 se produjeron 1.700 casos de enfermedades profesionales, lo que supone una incidencia de 50 por 10.000 trabajadores (Roche 1993). Las tasas correspon- dientes a la administración federal y a otras administraciones son notablemente congruentes con las del sector privado, según se registra en la encuesta anual de la BLS. La distribución de enfermedades por tipos de trabajador varían entre los trabaja- dores del sector público y los del sector privado, como consecuencia de sus distintos tipos de trabajo.

domingo, 28 de julio de 2013

Vigilancia a escala de empresa

Además de la encuesta realizada por la BLS, muchas empresas de Estados Unidos someten a sus trabajadores a vigilancia médica y,
por consiguiente, generan un gran volumen de información médica que es importante para la vigilancia de la salud pública en lo que respecta a las enfermedades profesionales. Los programas correspondientes persiguen varios fines: cumplir la normativa de la OSHA; mantener el buen estado de salud de los trabajadores mediante la detección y el tratamiento de enferme- dades no profesionales; asegurarse de que están físicamente capa- citados para realizar las tareas de sus puestos de trabajo, incluida la necesidad de utilizar, en su caso, un respirador; y realizar una vigilancia epidemiológica para detectar pautas de exposición y enfermedad. Estas actividades implican un considerable consumo de recursos y podrían contribuir notablemente a la vigilancia de la salud pública para la detección de enfermedades profesionales. Por desgracia, los datos recogidos no son uniformes, su calidad es heterogénea y el acceso a los mismos resulta difícil desde el exte- rior de las empresas, motivos por los cuales sólo se han aplicado de forma limitada a la vigilancia de la salud en el trabajo (Baker, Melius y Millar 1988).
La OSHA impone también a las empresas la realización de una serie de pruebas médicas a los trabajadores expuestos a ciertos agentes tóxicos. Obliga asimismo a la práctica de reconocimientos médicos y la obtención de historias médicas y profesionales en el caso de los trabajadores expuestos a catorce sustancias claramente relacionadas con el cáncer de páncreas y pulmón. Los datos obtenidos no se notifican sistemáticamente a los organismos públicos ni a otros bancos de datos centralizados, y no están accesibles a los efectos de los sistemas de notificación de enfermedades profesionales.

sábado, 27 de julio de 2013

Conclusiones de epidemiología

Para realizar comparaciones en los estudios de epidemiología del trabajo, se necesita un grupo de trabajadores expuestos y un grupo de trabajadores no expuestos. Este tipo de distinciones son aproximadas, pero pueden ayudar a identificar las áreas proble- máticas. Sin embargo, cuanto más refinada sea la medida de la exposición, más útil será el estudio desde el punto de vista de su capacidad para identificar y desarrollar programas de interven- ción orientados al objetivo adecuado.

viernes, 26 de julio de 2013

Control biológico (II)

Las mediciones suelen realizarse en el aire exhalado, la orina y la sangre. Las muestras de aire exhalado son útiles para
caracterizar exposiciones elevadas y de corta duración a disol- ventes que se han producido unos minutos o unas horas antes del momento de recoger la muestra. Las muestras de orina suelen recogerse para determinar las velocidades de excreción de los metabolitos del compuesto de interés. Las muestras de sangre pueden recogerse para la medición directa del compuesto, para la medición de metabolitos o para la determi- nación de aductos de ADN o proteínas (p. ej., aductos de albú- mina o hemoglobina, y aductos de ADN en los linfocitos circulantes). También pueden tomarse muestras de las células de tejidos accesibles, como las células epiteliales de la zona bucal, para identificar aductos de ADN.
La determinación de la actividad de la colinesterasa en los hematíes y en el plasma constituye un ejemplo del uso de altera- ciones bioquímicas para medir la exposición. Los pesticidas organofosforados inhiben la actividad de la colinesterasa y, por consiguiente, la medición de esta actividad antes y después de una exposición probable a estos compuestos puede ser un indi- cador útil de la intensidad de la exposición. Sin embargo, a medida que se progresa a lo largo del espectro de alteraciones biológicas, se hace cada vez más difícil distinguir entre biomar- cadores de la exposición y del efecto. En general, las medidas del efecto no suelen ser específicas de la sustancia de interés, motivo por el cual en algunas ocasiones se tienen que descartar otras posibles explicaciones del efecto para justificar el uso de ese parámetro como medida de la exposición. Las medidas de la exposición deben estar directamente relacionadas con el agente de interés o deben constituir una base adecuada para relacionar una medida indirecta con el agente. A pesar de estos requisitos, el control biológico ofrece un gran potencial para mejorar la evaluación de la exposición en los estudios epidemiológicos.



jueves, 25 de julio de 2013

Control biológico (I)

Los biomarcadores son alteraciones moleculares, bioquímicas o celulares que pueden medirse en medios biológicos como tejidos, células o fluidos corporales del ser humano. Una importante razón para desarrollar biomarcadores de la exposición es obtener una estimación de la dosis interna de un determinado agente. Este enfoque es especialmente útil cuando es posible que existan múltiples vías de exposición (p. ej., inhalación y absorción de la piel), cuando se utilizan prendas de protección de manera intermitente o cuando las condiciones de la exposición son imprevisibles. El control biológico puede ser especialmente útil cuando se sabe que los agentes de interés tienen una vida media biológica relativamente largas. Desde el punto de vista estadístico, las ventajas del control biológico frente al control ambiental pueden observarse hasta con agentes que tienen una vida media de tan sólo diez horas, dependiendo del grado de variabilidad ambiental
(Droz y Wu 1991). La larga vida media de materiales como las dioxinas cloradas (medidas en años) convierten a estos compuestos en candidatos ideales para el control biológico. Al igual que con los métodos analíticos para la medición de las concentraciones atmosféricas, deben tenerse en cuenta las posibles interferencias. Por ejemplo, antes de utilizar un determinado metabolito como biomarcador, debe determinarse si otras sustancias comunes, como las contenidas en ciertas medicaciones o en el humo del tabaco, podrían metabolizarse para formar ese mismo metabolito. En general, el uso del control biológico para la evaluación de la exposición exige conocimientos básicos de farmacocinética.

miércoles, 24 de julio de 2013

Higiene industrial: mediciones ambientales (II)

Los investigadores han combinado con éxito las matrices de puestos de trabajo y exposiciones con la utilización de los datos de las mediciones ambientales para estimar las exposiciones en de las celdas de la matriz. Si existen lagunas en los datos de las mediciones, éstas pueden llenarse mediante el uso de modelos de exposición. Para ello, será en general necesario desarrollar un modelo que relacione las concentraciones ambientales con otros determinantes de las concentraciones de la exposición que sean más fáciles de evaluar (p. ej., volúmenes de producción, caracte- rísticas físicas de las instalaciones, como uso de sistemas de venti- lación aspirante, volatilidad del agente y naturaleza de la actividad laboral). El modelo se construye para entornos labo- rales con concentraciones ambientales conocidas y, a continua- ción, se utiliza para estimar concentraciones en entornos laborales similares en los que no se han realizado mediciones, pero sobre los que se dispone de información acerca de paráme- tros como ingredientes y volúmenes de producción. Este enfoque puede ser particularmente útil para la estimación retrospectiva de las exposiciones.
Otra importante cuestión relacionada con la evaluación es el tratamiento de la exposición a mezclas. En primer lugar, desde un punto de vista analítico, las técnicas disponibles no siempre son capaces de detectar por separado compuestos químicamente relacionados y eliminar las interferencias causadas por otras sustancias presentes en la muestra. Por consiguiente, tienen que evaluarse las limitaciones de los procedimientos analíticos utili- zados para obtener los datos de las mediciones y modificar en consecuencia los objetivos del estudio. En segundo lugar, puede ocurrir que algunos agentes se utilicen casi siempre conjunta- mente y, por consiguiente, que estén presentes más o menos en las mismas proporciones relativas en todo el medio ambiente de trabajo estudiado. En esta situación, los análisis estadísticos internos per se no servirán para saber si los efectos se deben a uno u otro agente o a una combinación de ambos. Este tipo de juicios sólo podrán emitirse una vez revisados otros estudios realizados en lugares que no están expuestos a las mismas mezclas de agentes. Finalmente, cuando unos materiales se susti- tuyen por otros dependiendo de las especificaciones del producto (p. ej., utilización de diferentes colorantes para obtener los contrastes de color deseados), puede que sea imposible atri- buir efectos a un agente específico.

martes, 23 de julio de 2013

Higiene industrial: mediciones ambientales (I)

El control de las exposiciones en el trabajo es una actividad continua fundamental para la protección de la salud de los traba- jadores. Por consiguiente, es posible que ya existan registros de higiene industrial en el momento de planificar un estudio epide- miológico. En tal caso, los datos deben analizarse para determinar en qué medida abarcan a toda la población de interés, qué período de tiempo cubren y con qué facilidad pueden relacionarse las mediciones con puestos de trabajo, áreas de trabajo y personas. Estas consideraciones servirán de ayuda tanto para evaluar la viabilidad del estudio epidemiológico como para iden- tificar lagunas en los datos que pueden subsanarse con un mues- treo adicional de la exposición.
La cuestión de cómo relacionar mejor los datos de las medi- ciones con puestos de trabajo y personas concretas tiene una especial importancia. La toma de muestras de áreas y zonas de respiración puede ser útil para que los higienistas industriales identifiquen las fuentes de emisión y adopten las medidas correctoras oportunas, pero su utilidad será menor para caracte- rizar las exposiciones reales de los trabajadores, a no ser que se hayan realizado estudios minuciosos en el tiempo de las activi- dades laborales de los trabajadores. Por ejemplo, la vigilancia continua de un área puede detectar exposiciones muy altas en ciertos momentos del día, pero no indica si los trabajadores se encontraban o no en ese área de trabajo en ese momento.
Los datos obtenidos de las muestras personales suelen propor- cionar estimaciones más exactas de las exposiciones de los traba- jadores siempre que la muestra seleccionada sea representativa, se tenga debidamente en cuenta el uso de prendas personales de protección y las condiciones de los procesos y las tareas de los puestos de trabajo se mantengan relativamente constantes de un día a otro. Las muestras personales pueden relacionarse directa- mente con trabajadores concretos mediante el uso de identifica- dores personales. Estos datos pueden generalizarse a otros empleados que ocupan el mismo puesto de trabajo o a otros períodos de tiempo. Sin embargo, Rappaport y cols. (1993), basándose en su propia experiencia, han advertido que las concentraciones de la exposición pueden variar mucho incluso entre trabajadores asignados a grupos de exposición conside- rados homogéneos. También en este caso tendrá que recurrirse
a la opinión de los expertos para decidir si puede presumirse la homogeneidad de los grupos de exposición.

lunes, 22 de julio de 2013

Predicciones de reducción de los estudios sobre salud en el trabajo

El traslado de las empresas de semiconductores de Estados Unidos y Japón al sudeste asiático es manifiesto en un país de reciente industrialización como Malasia. Desde mediados de los años 70, este país se ha convertido en el tercer fabricante y el mayor exportador de semiconductores del mundo. Es muy poco probable que las empresas extranjeras sigan financiando la inves- tigación en materia de salud en el trabajo y medio ambiente en un país lejano en el que emplean a trabajadores extranjeros. El ahorro obtenido por estos fabricantes de semiconductores aumentará gracias a la posibilidad de desatender los aspectos relativos a la salud y la seguridad, siguiendo la orientación de sus competidores internacionales. Los gobiernos y las empresas de los países de reciente industrialización harán caso omiso de la tasa de abortos de las trabajadoras de la industria de los semiconduc- tores. La mayoría de los trabajadores no reconocerán la asociación entre trabajo y aborto.

domingo, 21 de julio de 2013

Datos anecdóticos que apoyan la transición

La Universidad de California, la Universidad John Hopkins y la Universidad de Massachusetts han analizado recientemente la salud de los trabajadores de la industria de semiconductores de Estados Unidos. Los estudios realizados ponen de manifiesto un importante aumento del riesgo de aborto en las mujeres que trabajan en este subsector. Los autores subrayan que las empresas despiden al personal y cierran fábricas con tanta rapidez que, probablemente, estos estudios sean los últimos efectuados en Estados Unidos sobre una muestra de tamaño suficiente para que los resultados sean fiables.

sábado, 20 de julio de 2013

La motivación de los países industrializados

En los países desarrollados, las empresas ofrecen empleo, pagan impuestos con los que se financian los servicios comunitarios y se someten a la legislación vigente en materia de medio ambiente y salud en el trabajo. A medida que los Estados industrializados promulgan leyes con el fin de limitar los riesgos medioambientales asociados a muchas operaciones industriales, los costes de producción aumentan y socavan las ventajas competitivas. Para superar este problema, los fabricantes trasladan muchos de sus centros de producción peligrosos a países de reciente industrialización. Allí son acogidos favorablemente, ya que la creación de infraestructuras en muchos de estos NIC depende de la expansión industrial de las empresas extranjeras.
Cuando la industria se traslada a los países en desarrollo, las empresas no sólo aprovechan el menor coste salarial, sino también los bajos tipos impositivos habituales en comunidades que no dedican grandes fondos a servicios como sistemas de alcantarillado, plantas de tratamiento de agua, centros educa- tivos y medios de transporte públicos. Cuando las empresas esta- blecen fábricas en países en desarrollo, la carga fiscal que soportan es una proporción mínima de la que tendrían que soportar en los países más desarrollados.

viernes, 19 de julio de 2013

TRANSFERENCIA DE TECNOLOGIA Y • ELECCION TECNOLOGICA

El período reciente de transición rápida El traslado de empresas de los países desarrollados a los países en desarrollo se suele explicar por el menor coste de la mano de obra en estos últimos. Las empresas también establecen centros en el extranjero para reducir los costes de transporte acercando la producción a los mercados de destino, para superar barreras comerciales y para evitar las fluctuaciones de los mercados de divisas. No obstante, algunas empresas se trasladan a países en desarrollo con la intención de eludir las normativas sobre trabajo
y medio ambiente de aplicación en su país de procedencia. Para muchos Estados, este tipo de inversión constituye la fuente prin- cipal de creación de empleo.
En la última década, las empresas y los inversores extranjeros han generado más del 60 % de la inversión industrial en los países en desarrollo. En los años 80 comenzó a emerger un mercado financiero mundial. En un período de diez años, los préstamos bancarios internacionales concedidos por los princi- pales países desarrollados pasaron de un 4 a un 44 % del PIB. Entre 1986 y 1990, la inversión exterior realizada por Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y Reino Unido creció a una tasa anual del 27 %. La inversión transfronteriza global se cifra actualmente en 1.700.000 millones de dólares
(LaDou y Levy 1995). Existen unas 35.000 empresas transnacio- nales, con 147.000 filiales en el extranjero. Gran parte de la inversión en los países en desarrollo procede de estas empresas. Las ventas anuales totales de las 350 mayores sociedades trans- nacionales equivalen a un tercio de los productos interiores brutos combinados de los países industrializados y superan con mucho el PIB de los países en desarrollo.


La mayoría de las inversiones en los países en desarrollo se destinan a Asia. Entre 1986 y 1990, las regiones del este y el sudeste asiático recibieron 14.000 millones de dólares, América Latina 9.000, y Africa 3.000. En la actualidad, Europa central compite abiertamente por una porción de la inversión mundial. La India, Vietnam, Egipto, Nicaragua y Uzbekistán han liberali- zado recientemente sus normativas en materia de propiedad para aumentar su atractivo ante los inversores.
Pueden encontrarse empresas e inversiones japonesas en casi todos los países del mundo. Debido a sus limitaciones de super- ficie y su gran densidad de población, Japón tiene una necesidad acuciante de exportar sus industrias generadoras de residuos. Los Estados europeos han trasladado sus fábricas peligrosas y anticuadas desde el punto de vista medioambiental a Africa y Oriente Próximo y comienzan a exportarlas a Europa central. Las empresas de Europa occidental son las principales inversoras en Bangladesh, la India, Pakistán, Singapur y Sri Lanka.
China y la India, con el mayor número de habitantes del planeta, han experimentado cambios políticos radicales que han abierto el acceso al país a empresas de muchos países. Las de Estados Unidos predominan en China , Indonesia, Filipinas, Tailandia, Hong Kong y Taiwan (China) y se preveía que invir- tieran 1.000 millones de dólares en Singapur en 1995, lo que representa un aumento del 31 % respecto de 1994.

jueves, 18 de julio de 2013

Conclusión pequeñas empresas

Las pequeñas empresas constituyen una forma de producción fundamental y generalizada. No obstante, los trabajadores que componen sus plantillas suelen carecer de servicios de salud y seguridad en el trabajo adecuados y son ignorados con frecuencia por la legislación y las normas que los rigen. En consecuencia, debido a las peculiares características de las pequeñas empresas, su personal sufre una mayor exposición a los riesgos laborales.
Las tendencias actuales de la economía mundial dan lugar a un agravamiento de la explotación de los trabajadores de las pequeñas empresas y, por tanto, a un aumento del riesgo de exposición a sustancias químicas peligrosas. A escala interna- cional, nacional y local, se han señalado medidas apropiadas para reducir dichos riesgos y mejorar la salud y el bienestar del personal en estos centros de trabajo.

miércoles, 17 de julio de 2013

Modelo de especialización sectorial (por ramas de actividad)

Una variante del modelo colectivo es el uso conjunto de un servicio de salud en el trabajo por parte de varias empresas del mismo sector o rama de actividad. La construcción, la alimenta- ción, la agricultura, la banca o los seguros son ejemplos de sectores que han adoptado este planteamiento en Europa, en concreto en Suecia, los Países Bajos y Francia. La ventaja de este modelo es la posibilidad de que el servicio de salud en el trabajo se concentre en ese sector en particular, para especializarse en la resolución de sus problemas propios. En el sector de la construc- ción de Suecia, este modelo presta servicios interdisciplinarios avanzados de alta calidad a todo el país y ha permitido realizar programas de investigación y desarrollo relativos a problemas específicos del sector.

martes, 16 de julio de 2013

Modelo colectivo o interempresas

Compartir los servicios de salud en el trabajo entre un grupo de pequeñas o medianas empresas es una práctica muy extendida en países industrializados como Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, los Países Bajos, Francia y Bélgica, que permite a las empresas demasiado pequeñas para mantener servicios propios disfrutar las ventajas de un servicio global bien dotado de personal y de equipamientos. El Plan Slough, organizado hace algunas décadas en una comunidad industrial de Inglaterra, aplicó por primera vez este tipo de sistema. En el decenio de 1980 se realizaron interesantes experiencias en Suecia, que resultaron viables y especialmente útiles para empresas medianas, y algunos países, tales como Dinamarca, han tratado de aumentar el tamaño de estos servicios compartidos para permitir que presten una gama más amplia de servicios, en lugar de dividirlos en pequeñas unidades monodisciplinarias.
Un frecuente inconveniente del modelo colectivo en compara- ción con el de servicios internos propio de las empresas de mayor tamaño es la distancia entre el lugar de trabajo y el de ubicación del servicio de salud en el trabajo, lo que resulta importante no sólo en casos de primeros auxilios para las lesiones más graves (a veces resulta más conveniente enviar directamente a los afectados a un hospital local, prescindiendo del servicio de salud), sino también porque se suele perder más tiempo cuando el trabajador tiene que acudir al servicio en horas de trabajo. Otro problema surge cuando las empresas participantes no son capaces de aportar fondos suficientes para mantener el servicio, que se ve abocado al cierre al desaparecer las subvenciones públicas o de fundaciones privadas que apoyan en ocasiones su establecimiento.

lunes, 15 de julio de 2013

Modelo inter no (en la empresa)

Muchas grandes empresas, industriales o no, tanto del sector público como privado, tienen un servicio de salud en el trabajo integrado y global en sus instalaciones que no sólo presta una gama completa de servicios de salud en el trabajo, sino también servicios sanitarios no profesionales a los trabajadores y a sus familias y, en ocasiones, practica la investigación. Estos servicios suelen tener un personal interdisciplinario que puede incluir no sólo profesionales de la enfermería y médicos del trabajo, sino también higienistas del trabajo, técnicos de laboratorio y de rayos X, y probablemente fisioterapeutas, asistentes sociales, educadores sanitarios, consejeros y psicólogos industriales. Los servicios de seguridad e higiene industrial pueden ser prestados por el personal del servicio de salud en el trabajo o por otros servicios autónomos de la empresa. Normalmente, sólo las grandes empresas (multinacionales, a menudo) puede permitirse estos servicios interdisciplinarios, cuya calidad y efectos sobre la salud y la seguridad son muy convincentes.
Las empresas de menor tamaño suelen tener un servicio interno integrado por uno o más profesionales de enfermería del trabajo y, a tiempo parcial, un médico del trabajo que acude varias horas al día o varias veces a la semana. Una variante es el servicio integrado por uno o más profesionales de enfermería del trabajo más un médico “localizado” que sólo acude cuando se le requiere y presta normalmente servicios de carácter reglamen- tario, autorizándose a los profesionales de la enfermería a realizar determinadas prácticas o administrar determinados medicamentos, funciones habitualmente reservadas a médicos titulados. En algunos casos, en Estados Unidos e Inglaterra, un contratista externo, tal como un hospital local o una organiza- ción empresarial privada, gestiona y controla estos servicios.
Por varias razones, el personal de salud en el trabajo puede verse en ocasiones progresivamente separado de la estructura operativa central de la empresa y, en consecuencia, la gama de servicios que presta tiende a restringirse a los primeros auxilios y el tratamiento de enfermedades y lesiones profesionales agudas y
a la realización de reconocimientos médicos periódicos. Los médicos a tiempo parcial, y especialmente los “localizados”, no suelen llegar a conocer lo suficiente las especificidades de las distintas tareas realizadas y del medio ambiente de trabajo, y muchos de ellos no tienen suficiente contacto con la dirección y con el comité de seguridad para recomendar eficazmente la adopción de medidas preventivas adecuadas.
En el marco de las reducciones de plantilla propias de las épocas de recesión económica, algunas grandes empresas están reduciendo sus servicios de salud en el trabajo y, en algunos casos, eliminándolos por completo. Es posible que ocurra esto último cuando una empresa que carece de servicio de salud en el trabajo compra otra con uno ya establecido. En tales casos, la empresa quizá contrate servicios externos que gestionen las instalaciones internas y emplee consultores de forma ocasional para prestar servicios especializados tales como los de higiene en el trabajo, toxicología e ingeniería de seguridad. Algunas empresas optan por mantener un especialista en salud en el trabajo y el medio ambiente, como director o gerente médico interno encargado de coordinar los servicios de los prestadores externos, controlar su trabajo y asesorar a la alta dirección en cuestiones relativas a la salud y seguridad de los trabajadores y al medio ambiente.

domingo, 14 de julio de 2013

Modelos de servicios de salud en el trabajo

Se han desarrollado varios modelos de servicios de salud en el trabajo para dar respuesta a las necesidades de las empresas en este campo, las cuales varían ampliamente en función del sector, tamaño, tipo de actividad, estructura, etc. (Rantanen, Lehtinen y Mikheev 1994; OMS 1989). En los países en vías de desarrollo y en los recién industrializados, por ejemplo, donde la asistencia sanitaria del conjunto de la población puede ser insuficiente, el servicio de salud en el trabajo puede prestar asistencia sanitaria no profesional a los trabajadores y a sus familias. Esto se ha hecho ya también con éxito en Finlandia, Suecia e Italia (Rantanen 1990; OMS 1990). Por otra parte, el alto nivel de cobertura de trabajadores en Finlandia ha sido posible debido a la organiza- ción de centros sanitarios municipales (servicios PHC) que prestan servicios de salud en el trabajo a los trabajadores de pequeñas empresas, los autónomos e incluso a los pequeños lugares de trabajo gestionados por grandes empresas y dispersos por todo el país.

sábado, 13 de julio de 2013

Infraestructuras de los servicios de salud en el trabajo

Las infraestructuras para la prestación de los servicios de salud en el trabajo están insuficientemente desarrolladas en la mayor parte del mundo, incluidos los países desarrollados y en vías de desarrollo. La necesidad de dotarse de estos servicios es especialmente acuciante en los países en vías de desarrollo y en los recién industrializados, que representan ocho de cada diez trabajadores del mundo. Si estuvieran adecuada y eficazmente organizados, estos servicios contribuirían significativamente no sólo a la salud de los trabajadores, sino también al desarrollo socioeconómico global, la productividad, la salud medioambiental y el bienestar de los países, las comunidades y las familias (OMS 1995b; Jeyaratnam y Chia 1994). Unos servicios de salud en el trabajo eficaces no sólo reducirían el absentismo por enfermedad evitable y las discapacidades profesionales, sino que ayudarían también a controlar los costes de la asistencia sanitaria y la seguridad social. Por tanto, el desarrollo de unos servicios de salud en el trabajo que cubran a todos los trabajadores está plenamente justificado tanto desde el punto de vista de la salud de éstos como desde el de la economía. Las infraestructuras para la prestación de los servicios de salud en el trabajo deben permitir una ejecución efectiva de las actividades necesarias para alcanzar los objetivos del servicio (OIT 1985a, 1985b; Rantanen, Lehtinen y Mikheev 1994; OMS 1989b). Para permitir la necesaria flexibilidad, el artículo 7 del Convenio de la OIT nº 161 establece que los servicios de salud en el trabajo pueden organizarse como servicios para una sola empresa o como servicios comunes a varias empresas. O bien, de conformidad con las condiciones y las prácticas nacionales, ser organizados por las empresas o los grupos de empresas inte- resadas, los poderes públicos o servicios oficiales, las instituciones de seguridad social, cualquier otro organismo habilitado por la autoridad competente, o una combinación de cualquiera de las fórmulas anteriores.
Algunos países regulan la organización de los servicios de salud en el trabajo en función del tamaño de la empresa. Por ejemplo, las empresas más grandes tienen que establecer su propio servicio interno, en tanto que las medianas y pequeñas deben participar en servicios conjuntos. Por lo general, la legisla- ción es flexible en cuanto a la elección de los modelos estructu- rales de los servicios de salud en el trabajo para ajustarse a las circunstancias y prácticas locales.

viernes, 12 de julio de 2013

Asesoramiento

Otro elemento común de la mayoría de programas es el asesoramiento para la modificación de hábitos de salud tan perjudiciales como el consumo de tabaco, las prácticas nutricionales deficientes o el comportamiento sexual de alto riesgo. Existen métodos eficaces para ayudar a las personas a aumentar su motivación y disposición a modificar tales hábitos, no abandonar una vez iniciado el proceso y minimizar las recaídas. Las sesiones de grupo dirigidas por profesionales de la salud o por personal no sanitario con formación específica suelen ser útiles para ayudar a las personas a efectuar los cambios, y el apoyo de los compañeros en el lugar de trabajo puede mejorar los resultados en cuestiones como el abandono del tabaco o la actividad física.

La educación sanitaria de los trabajadores puede comprender aspectos que influyan favorablemente en la salud de otros miem- bros de su familia. Por ejemplo, en ocasiones se desarrollan programas sobre el embarazo sano, la importancia de la lactancia, la capacitación como padres y el modo de abordar eficazmente la atención sanitaria y otras necesidades de los fami- liares de edad avanzada. El asesoramiento efectivo exige evitar la estigmatización de los participantes que presentan dificultades para cambiar o que no siguen las recomendaciones relativas a la modificación del estilo de vida.

jueves, 11 de julio de 2013

Evaluaciones de la salud

Independientemente de la función, alcance y población diana del programa, se realizan evaluaciones multidimensionales de la salud de los trabajadores participantes durante las fases iniciales y, posteriormente, a intervalos periódicos. En general, se recogen datos sobre los hábitos y el estado de salud, se practican mediciones fisiológicas simples, como la tensión arterial y el perfil lipídico, y (con menor frecuencia) se registran las actitudes ante la salud, las dimensiones sociales de la salud, la utilización de servicios preventivos, las prácticas de seguridad y los antecedentes familiares. Los informes resultantes informatizados se comunican a los trabajadores individualmente y de forma colectiva sirven para la planificación, seguimiento y evaluación del programa, y permiten obtener habitualmente estimaciones del riesgo absoluto o relativo, que van desde la valoración del riesgo absoluto de sufrir un infarto de miocardio en el decenio siguiente (o la comparación del riesgo cuantificable de una persona de sufrirlo con el riesgo medio de las personas de los mismos sexo y edad), hasta la clasificación cualitativa de la salud y los riesgos mediante una escala de deficiente a excelente. También son habituales las recomendaciones específicas. Por ejemplo, se aconseja la actividad física regular a las personas sedentarias y el aumento de los contactos sociales a las personas que se relacionan poco con los familiares y amigos.
En algunos programas se hacen evaluaciones de la salud en el momento de la contratación o en conexión con programas específicos, y posteriormente, a intervalos fijos o con una periodicidad definida por la edad, el sexo y la situación de riesgo para la salud.

miércoles, 10 de julio de 2013

Contenido

La Figura 15.3 muestra la frecuencia con que se abordan diversas cuestiones referentes a la promoción de la salud, según datos deri- vados de encuestas realizadas en empresas privadas de 50 o más trabajadores. La comparación de los resultados de dos encuestas llevadas a cabo en 1985 y 1992, respectivamente, pone de mani- fiesto que se ha experimentado un importante aumento en la mayoría de las áreas. En términos generales, en un 66 % de los lugares de trabajo en 1985 se desarrollaba al menos una actividad, mientras que en 1992 la proporción ascendía al 81 %. Las áreas con un mayor aumento fueron las relacionadas con el ejercicio y la capacitación física para el trabajo, la nutrición, la hipertensión y el control del peso. Algunas de las cuestiones investigadas por primera vez en 1992, como la educación sobre el SIDA, el colesterol, la salud mental, los riesgos en el trabajo y la prevención de accidentes, presentaban frecuencias relativamente altas. Según la encuesta de 1992, en un 36 % de los lugares de trabajo se aplicaban programas educativos o de otro tipo relativos al abuso de alcohol y otras drogas; programas relacionados con el SIDA en un 28 %; programas de prevención de enfermedades de transmisión sexual en un 10%y en un9% programas de educa- ción prenatal, lo que indica la ampliación de las áreas tratadas.
Una amplia categoría de cuestiones que merece una atención cada vez mayor en los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo (un 16 % de los lugares de trabajo en 1992) es la relativa a la asistencia sanitaria basada en programas de autoayuda. Estos programas tienen en común que abordan cómo atender problemas de salud de escasa importancia con la aplicación de normas sencillas para estimar la gravedad de diversos signos y síntomas y así decidir la conveniencia de soli- citar ayuda profesional y con qué grado de urgencia.
La mejora de la información de los usuarios de los servicios de asistencia sanitaria constituye un objetivo complementario del programa y requiere su adiestramiento respecto a la elección de médico, las preguntas que deben plantearle, las ventajas e incon- venientes de las diferentes estrategias de tratamiento, la forma de decidir la oportunidad de someterse a un procedimiento diagnóstico o terapéutico recomendado y el lugar conveniente a tal efecto, los tratamientos no tradicionales y los derechos de los pacientes.


martes, 9 de julio de 2013

Estructura del programa

Al considerar los resultados de la evaluación de las necesidades se tienen en cuenta los recursos económicos y humanos disponibles, la experiencia de programas previos, los requisitos reglamentarios y las características de la plantilla. En la Figura 15.2 se enumeran algunos de los elementos clave que deben definirse claramente en el proceso de planificación del programa. Entre las decisiones esenciales figura la determinación de las modalidades efectivas para llegar a la población diana. Por ejemplo, en el caso de una plantilla dispersa, la programación basada en las actividades desarrolladas fuera del lugar de trabajo y en la utilización del teléfono y el correo puede representar la opción más factible y eficaz en función del coste. Otra decisión importante hace referencia a la inclusión (defendida por algunos programadores) o exclusión del programa de los jubilados y de los cónyuges e hijos de los trabajadores.
La responsabilidad relativa al programa de promoción de la salud en el lugar de trabajo puede corresponder a alguno de los departamentos ya existentes, como el servicio médico o de salud laboral o los departamentos de recursos humanos y personal,
formación, administración, capacidad física para el trabajo, asis- tencia al trabajador u otros, o bien encomendarse a un departamento de promoción de la salud específico. Esta elección suele ser muy importante para el éxito del programa. Un departamento decidido a hacer todo lo posible por sus usuarios, dotado de una adecuada base de conocimientos, buenas rela- ciones de trabajo con otras partes de la organización y la confianza de directivos y supervisores, tiene muchas probabili- dades de lograr sus objetivos desde el punto de vista organiza- tivo. Las actitudes de los empleados en relación con el departamento al que se asigne el programa y la confianza que tengan en su integridad, sobre todo en lo que afecta a la confi- dencialidad de la información personal, puede afectar a la acep- tación del programa.

lunes, 8 de julio de 2013

Evaluación de necesidades

La planificación de los programas suele comenzar con una evaluación de las necesidades. A menudo se lleva a cabo una encuesta entre los trabajadores para obtener información sobre cuestiones como: a) la frecuencia autodeclarada de los hábitos de salud (p. ej., consumo de tabaco, actividad física, dieta); b) la presencia de otros riesgos para la salud, como el estrés, la hiper- tensión, la hipercolesterolemia y la diabetes; c) las prioridades personales en cuanto a la reducción de riesgos y la mejora de la salud; d) la actitud ante otras posibles configuraciones del programa; e) los lugares preferidos para la programación de la promoción de la salud; f) la disposición a participar en las activi- dades programadas y, en ocasiones, g) la disposición a pagar parte del coste. Asimismo, pueden investigarse las actitudes ante las políticas empresariales vigentes o previstas, como la prohibición del consumo de tabaco o la oferta de alimentos más sanos en las máquinas expendedoras y comedores del lugar de trabajo.
En algunos casos, la evaluación de las necesidades comprende el análisis de los problemas de salud de los trabajadores basado en el estudio de los archivos clínicos del departamento médico, los registros de asistencia sanitaria, las indemnizaciones por incapacidad o por accidente de trabajo y los datos sobre absen- tismo. Este análisis ofrece información epidemiológica sobre la prevalencia y el coste de los diferentes problemas de salud, tanto somáticos como psicológicos, y permite la evaluación de las oportunidades existentes en materia de prevención desde un punto de vista programático (planificador) y financiero.

domingo, 7 de julio de 2013

ESTIGMAS* (III)

Las fisuras y erosiones de la piel son características de ciertas profesiones (trabajadores ferroviarios, armeros, albañiles, orfebres, tejedores de cestas, etc). La dolorosa “úlcera del curtidor”, asociada a la exposición a compuestos de cromo (Figura 12.4) es de forma redonda u oval y de un diámetro de 2-10 mm. La localización de las lesiones profesionales (p. ej., dedos de trabajadores de la confección, dedos y palmas de sastres, etc.) es también característica.
Las manchas de pigmentos se producen por la absorción de colorantes a través de la piel, la penetración de partículas de compuestos químicos sólidos o de metales industriales o la acumulación excesiva del pigmento cutáneo, la melanina, en trabajadores de centrales eléctricas o de coque, al cabo de tres a cinco años. En algunos centros, se ha observado que alrededor del 32 % de los trabajadores muestran signos pigmentarios. Las manchas de pigmentos se encuentran con más frecuencia en los trabajadores de empresas químicas.
Como regla general, los colorantes que se absorben a través de la piel no pueden eliminarse mediante un lavado normal, de ahí su permanencia y su significado como estigma laboral. Las manchas pigmentarias se producen ocasionalmente por la impregnación con compuestos químicos, plantas, suciedad u otras sustancias a las que está expuesta la piel durante el proceso de trabajo.
En la zona de la boca pueden observarse varios estigmas laborales (p. ej., líneas de Burton en las encías de los trabajadores expuestos al plomo, erosiones dentales en los trabajadores expuestos a humos, coloración azul de los labios en las personas que trabajan en la fabricación de anilina). Los olores característicos relacionados con determinadas ocupaciones pueden consi- derarse también estigmas profesionales.

sábado, 6 de julio de 2013

ESTIGMAS* (II)

Las callosidades se producen generalmente por la acción de agentes mecánicos, a veces con la ayuda de un irritante térmico
(como sucede en el caso de los sopladores de vidrio, panaderos, bomberos, procesadores de carne, etc) , en cuyo caso presentan un color entre marrón oscuro y negro y fisuras dolorosas. Sin embargo, si el agente térmico o mecánico se combina con un irritante químico, las callosidades muestran cambios de color, se ablandan y ulceran.
En numerosas profesiones se observan callosidades que repre- sentan una reacción profesional característica (sobre todo en la piel de la mano, como se muestra en las Figuras 12.4 y 12.5). Su forma y localización dependen de cómo se ejerce la presión
(zona, fuerza, modo y frecuencia), así como de las herramientas
y materiales empleados. El tamaño de las callosidades puede revelar también una tendencia congénita a la queratinización cutánea (ictiosis, queratosis palmar hereditaria). Estos factores pueden ser también decisivos en lo que respecta a las variaciones en la localización y tamaño de las callosidades en los trabajadores manuales.
Las callosidades actúan normalmente como mecanismos protectores pero, en ciertas condiciones, adquieren caracterís- ticas patológicas, por lo que no deben pasarse por alto en lo que se refiere a la patogenia y, sobre todo, a la prevención de las dermatosis profesionales.
Cuando un trabajador renuncia a un puesto de trabajo en el que se forman habitualmente callosidades, las capas córneas superfluas sufren una exfoliación, la piel se vuelve fina y blanda, la alteración de la coloración desaparece y se restaura el aspecto normal de la piel. El tiempo necesario para la regeneración cutánea varía: las callosidades profesionales de las manos pueden observarse ocasionalmente meses o años después de abandonar el trabajo (sobre todo en herreros, sopladores de vidrio y trabajadores de serrerías). Persisten más tiempo en la piel senil y cuando están asociadas a una degeneración del tejido conectivo y a bursitis.


viernes, 5 de julio de 2013

ESTIGMAS* (I)

Las marcas o estigmas profesionales son lesiones anatómicas de origen laboral que no alteran la capacidad de trabajo. Suelen estar causadas por irritaciones mecánicas, químicas o térmicas prolongadas y con frecuencia son características de una profesión determinada. Cualquier tipo de presión o de fricción de la piel puede tener un efecto irritante, mientras que una presión única y violenta puede provocar la rotura de la epidermis y los tejidos subyacentes. Por otro lado, sin embargo, la repetición frecuente o la irritación moderada no rompen la piel, pero estimulan las reacciones de defensa (engrosamiento y queratinización de la epidermis). El proceso puede adoptar tres formas:
1. un engrosamiento difuso de la epidermis que aparece en la piel normal, con preservación y acentuación ocasional de los pliegues cutáneos y sin alteración de la sensibilidad;
2. una callosidad circunscrita, formada por láminas córneas lisas, amarillentas, elevadas, con pérdida parcial o completa de los pliegues cutáneos y alteración de la sensibilidad. Las láminas no están bien limitadas; son más gruesas en el centro
y más delgadas hacia la periferia, y se mezclan con la piel normal;
3. una callosidad circunscrita, en la mayoría de los casos elevada sobre la piel normal, de 15 mm de diámetro, de color amarillo marrón a negro, indolora y ocasionalmente asociada
a hipersecreción de las glándulas sudoríparas.

jueves, 4 de julio de 2013

Medidas protectoras

En muchos casos, las uñas pueden preservarse con una protección adecuada de las manos. Sin embargo, si la exposición manual se produce, las uñas deben cuidarse correctamente, conservando la cutícula y protegiendo el área subungueal. La piel situada bajo el margen libre de las uñas debe limpiarse todos los días para eliminar las sustancias extrañas o los productos químicos irritantes.
Si se emplean cremas o lociones de barrera, hay que asegurarse de que se cubran la cutícula y el área situada bajo el margen libre.
Para preservar la cutícula intacta es necesario evitar el exceso de manicura o los traumatismos, la maceración y la exposición prolongada al agua, así como la disolución por la exposición repetida a disolventes, álcalis y detergentes.

miércoles, 3 de julio de 2013

DISTROFIA UNGUEAL PROFESIONAL* (III)

La uña puede lesionarse por la aplicación directa de ciertas preparaciones cosméticas, como cubrientes de base que se utilizan bajo el barniz, endurecedores ungueales y cubiertas sintéticas.
Algunas profesiones concretas son más propensas a las lesiones ungueales. Se han comunicado casos de distrofia por la manipulación de los pesticidas paraquat y diquat, que contienen dipiridilio concentrado. Durante la fabricación de dióxido de selenio, un polvo fino de esta sustancia puede penetrar bajo el borde del cuerpo ungueal y provocar irritación intensa y necrosis de las yemas de los dedos, con lesión del cuerpo ungueal. Debe prevenirse a los trabajadores de este peligro y aconsejarles que se limpien las zonas subungueales de los dedos todos los días.
Algunos tipos de dermatitis de contacto alérgica de las yemas de los dedos suelen provocar distrofia ungueal secundaria. Seis sustancias sensibilizantes comunes son:

1. ametocaína y otros anestésicos locales químicamente relacio- nados, utilizados por los cirujanos dentales;
2. formalina empleada por los ayudantes de laboratorio y el personal de depósitos de cadáveres, museos y centros anatómicos;
3. ajos y cebollas utilizados por los cocineros;
4. bulbos de tulipanes y flores, manejados por horticultores y floristas;
5. resina p-tert-butilfenol formaldehído, utilizada por los fabricantes de calzados y por los zapateros;
6. aminoetiletanolamina, empleada en algunos flujos de aluminio.
El diagnóstico puede confirmarse con una prueba del parche positiva. Al cesar el contacto, la piel y las uñas recuperan su estado normal.

martes, 2 de julio de 2013

Inter venciones y dispositivos dentales y galvanismo oral (II)

El galvanismo oral, un diagnóstico controvertido (Informe del Consejo sobre Materiales Dentales 1987), describe la generación de corrientes orales procedentes de la corrosión de la amalgama de las reparaciones dentales o por diferencias electroquímicas entre distintos metales intraorales. Los pacientes con posible galvanismo oral parecen presentar con alta frecuencia disgeusia (63 %), descrita como sabores salados, metálicos, desagradables o a “pilas eléctricas” (Johansson, Stenman y Bergman 1984). En teoría, las células gustativas podían ser estimuladas de forma directa por corrientes eléctricas intraorales y generar disgeusia. Se determinó que los sujetos con síntomas de quemazón oral, sabor a pila eléctrica, sabor metálico y/o galvanismo oral tenían umbrales electrogustométricos menores (es decir, más sensibilidad al sabor) en las pruebas sobre el gusto que los sujetos de control (Axéll, Nilner y Nilsson 1983). Con todo, todavía es cuestionable si las corrientes galvánicas relacionadas con los materiales dentales son la causa. Se cree que es posible sentir brevemente un sabor a estaño poco después de una intervención reparadora dental, pero es improbable que se produzcan efectos más permanentes (Consejo sobre Materiales Dentales 1987). Yontchev, Carlsson y Hedegård (1987) hallaron frecuencias similares de sabor metálico o quemazón oral en sujetos con estos síntomas, hubiera o no contacto con reparaciones dentales. Una explicación alternativa a las molestias sobre sabores extraños que refirieron los pacientes sometidos a intervenciones repara- doras o con dispositivos dentales es la sensibilidad al mercurio, cobalto, cromo, níquel u otros metales (Consejo sobre Materiales Dentales 1987), o la presencia de otros procesos intraorales
(p. ej., enfermedad periodontal), xerostomía, alteraciones de la mucosa, trastornos médicos y efectos secundarios de la medicación.

lunes, 1 de julio de 2013

Inter venciones y dispositivos dentales y galvanismo oral (I)

En un estudio longitudinal amplio y prospectivo sobre interven- ciones dentales, alrededor del 5 % de los sujetos refirieron un sabor metálico en algún momento (participantes del SCP Núms. 147/242 & Morris 1990). El sabor metálico era más frecuente si había antecedentes de fresado dental, con las prótesis dentales parciales fijas más que con las coronas, y con un número mayor de prótesis dentales parciales fijas. Las interacciones entre las amalgamas dentales y el medio ambiente oral son complejas (Marek 1992) y podrían afectar al gusto mediante diversos meca- nismos. Los metales que se unen a las proteínas pueden adquirir antigenicidad (Nemery 1990) y podrían causar reacciones

alérgicas asociadas a alteraciones del gusto. En la cavidad oral se liberan iones metálicos y residuos solubles que pueden interactuar con los tejidos blandos. Se ha descrito que el sabor metálico se relaciona con la solubilidad del níquel de los dispositivos dentales en la saliva (Pfeiffer y Schwickerath 1991). Refirieron sabor metálico el 16 % de sujetos con empastes dentales y ninguno de los sujetos sin empastes (Siblerud 1990). En un estudio relacionado de sujetos a los que se retiró la amalgama, el sabor metálico mejoró o desapareció en el 94 % (Siblerud 1990).

domingo, 30 de junio de 2013

Soldadura en inmersión

Los buzos describen trastornos orales, aflojamiento de empastes metálicos y sabor metálico durante las tareas de soldadura y corte eléctricos bajo el agua. En un estudio realizado por Örtendahl, Dahlen y Röckert (1985), el 55 % de 118 buzos que trabajaban bajo el agua con equipos eléctricos describieron la aparición de un sabor metálico. Los buzos sin antecedentes laborales de este tipo no refirieron el sabor metálico. Se reclutaron cuarenta buzos en dos grupos para realizar una evaluación; en el grupo que había practicado soldaduras y cortes bajo el agua se observaron con una diferencia significativa más casos de rotura de amal- gama. Al principio, se planteó la teoría de que las corrientes eléctricas intraorales erosionaban la amalgama dental y liberaban iones metálicos que tenían efectos directos sobre las células gustativas. Según datos obtenidos posteriormente, sin embargo, se demostró que la actividad eléctrica intraoral no tenía una intensidad suficiente como para erosionar la amalgama dental, aunque
sí podía estimular directamente las células gustativas y provocar un sabor metálico (Örtendahl 1987; Frank y Smith 1991). Los buzos que no practican soldaduras pueden sufrir cambios de sabor; se han documentado efectos diferenciales sobre la percep- ción de la calidad del sabor, con un descenso de la sensibilidad al sabor dulce y amargo y un aumento de la sensibilidad a los sustancias con sabor salado y agrio (O’Reilly y cols. 1977).

sábado, 29 de junio de 2013

Metales y fiebre por humos metálicos

Se han producido alteraciones del gusto tras la exposición a ciertos metales y compuestos metálicos como mercurio, cobre, selenio, telurio, cianuro, vanadio, cadmio, cromo y antimonio. También se ha observado un sabor metálico en los trabajadores expuestos a los humos del zinc o del óxido de cobre, tras la inges- tión de sales de cobre en los casos de envenenamiento o por la exposición a las emisiones desprendidas al aplicar sopletes para cortar tuberías de cobre. La exposición a humos recién formados de óxidos metálicos puede provocar un síndrome conocido como la fiebre por humos metálicos (Gordon y Fine 1993). Aunque el óxido de zinc se cita con más frecuencia, este trastorno se ha comunicado también tras la exposición a los óxidos de otros metales (cobre, aluminio, cadmio, plomo, hierro, magnesio, manganeso, níquel, selenio, plata, antimonio y estaño). El síndrome se observó por primera vez en trabajadores de las fundiciones de cobre, pero ahora es más común en las personas que intervienen en las soldaduras de acero galvanizado o durante el proceso de galvanización. Unas horas después de la exposición se produce irritación de garganta y aparece un sabor dulce o una disgeusia metálica que pueden preceder a síntomas más generali- zados, con fiebre, escalofríos y mialgias. A veces aparecen otros síntomas, como tos o cefalea. El síndrome se caracteriza por su rápida resolución (en menos de 48 horas) y por el desarrollo de tolerancia con las exposiciones reiteradas al óxido metálico. Se han propuesto diferentes mecanismos posibles, como reacciones del sistema inmunitario y un efecto tóxico directo sobre el tejido respiratorio, aunque en la actualidad se cree que la exposición del pulmón a los humos metálicos provoca la liberación a la circulación sanguínea de mediadores específicos denominados citocinas, que provocan los signos y síntomas físicos (Blanc y cols. 1993). Tras la exposición a los aerosoles de cloruro de zinc en las bombas de humo durante las maniobras militares se produce una variedad de la fiebre por humos metálicos más grave y potencial- mente mortal (Blount 1990). La presentación de la fiebre por humos de polímeros es similar a la de la fiebre por humos metá- licos, salvo por la ausencia de las molestias referidas al sabor metálico (Shusterman 1992).
En los casos de intoxicación por plomo, suelen describirse sabores metálicos dulces. En un informe, un grupo de trabaja- dores de la joyería de plata con toxicidad confirmada por plomo sufrieron alteraciones del gusto (Kachru y cols. 1989). Los traba- jadores se expusieron a los humos de plomo al calentar desechos de la joyería de plata en talleres con sistemas de ventilación inadecuados. Los vapores se condensaron sobre la piel y el pelo de los trabajadores y contaminaron también la ropa, la comida y el agua potable.


viernes, 28 de junio de 2013

Pesticidas

El uso de pesticidas se ha generalizado y sus residuos pueden contaminar la carne, las verduras, la leche, la lluvia y el agua potable. Aunque los trabajadores expuestos durante la fabricación o el uso de pesticidas son los que sufren más riesgo, la población general también se halla expuesta. Entre los pesticidas más importantes figuran los compuestos organoclorados, los pesticidas organofosforados y los carbamatos. Los compuestos organoclorados son muy estables y persisten en el medio ambiente durante períodos prolongados. Se han demostrado efectos tóxicos directos sobre las neuronas centrales. Los pesticidas organofosforados se utilizan más porque no persisten tanto tiempo en el medio ambiente, pero son más tóxicos; la inhibición de la acetilcolinesterasa puede provocar alteraciones neurológicas y del comportamiento. La toxicidad de los pesticidas con carbamatos es similar a la de los compuestos organofosforados y suelen utilizarse cuando estos fracasan. La exposición a los pesticidas se ha asociado a un sabor amargo o metálico persistente (Schiffman y Nagle 1992), a una disgeusia inespecífica (Ciesielski y cols. 1994) y, con menos frecuencia, a la pérdida del gusto. Los pesticidas pueden alcanzar los receptores del gusto a través del aire, el agua y los alimentos y pueden absorberse por la piel, el tracto gastrointestinal, la conjuntiva y las vías respiratorias. Como muchos pesticidas son liposolubles, penetran con facilidad a través de las membranas lipídidas del organismo. La interferencia con el gusto puede producirse a nivel periférico con independencia de la vía inicial de exposición; en los ratones se ha observado la fijación en la lengua de ciertos insecticidas tras la inyección de la sustancia en el torrente sanguíneo. Se han demostrado alteraciones en la morfología de las yemas gustativas tras la exposición a pesticidas. Asimismo, se han observado alteraciones degenerativas en las terminaciones sensoriales, que podrían explicar los casos comuni- cados de anomalías de la transmisión nerviosa. La disgeusia metálica puede ser una parestesia sensorial provocada por la acción de los pesticidas sobre las yemas gustativas y sus termina- ciones nerviosas aferentes. No obstante, según algunos datos, los pesticidas pueden interferir los neurotransmisores y, por tanto, alterar la transmisión de la información gustativa a un nivel más central (El-Etri y cols. 1992). En los trabajadores expuestos a pesticidas organofosforados pueden demostrarse alteraciones neurológicas en las pruebas electroencefalográficas y neurofisioló- gicas, que son independientes de la supresión de la colinesterasa en la circulación sanguínea. Se cree que estos pesticidas tienen un efecto neurotóxico sobre el cerebro independiente del efecto sobre la colinesterasa. Aunque se ha descrito una asociación entre la exposición a pesticidas y el aumento del flujo salival, no está claro el efecto que podría tener sobre el gusto.

jueves, 27 de junio de 2013

Definición de neumoconiosis (II)

Una neumoconiosis no colagenosa está causada por un polvo no fibrogénico, y presenta las siguientes características:
i. La arquitectura alveolar permanece íntegra
ii. La reacción estromal es mínima y consta principal- mente de fibras de reticulina
iii. La reacción al polvo es potencialmente reversible.
Son ejemplos de neumoconiosis no colagenosas las causadas por polvos puros de óxido de estaño (estannosis) y sulfato bárico (baritosis).
Las neumoconiosis colagenosas se caracterizan por:
i. Alteración permanente o destrucción de la arquitectura alveolar
ii. Reacción estromal colagenosa de grado moderado a máximo, y
iii. Cicatrización permanente del pulmón.
Estas neumoconiosis colagenosas pueden estar causadas por polvos fibrogénicos o por una respuesta tisular alterada a un polvo no fibrogénico.
Son ejemplos de neumoconiosis colagenosa causada por polvos fibrogénicos la silicosis y la asbestosis, mientras que la neumoconiosis de los mineros del carbón complicada y la fibrosis masiva progresiva (FMP) son una respuesta tisular alterada a un polvo relativamente no fibrogénico.
En la práctica, la distinción entre neumoconiosis colagenosa
y no colagenosa es difícil de establecer. La exposición continua al mismo polvo, como el polvo de carbón, puede causar la tran- sición de una forma no colagenosa a una forma colagenosa. Además, la exposición a un único polvo es cada vez menos común, y las exposiciones a polvos mixtos con diferentes grados de potencial fibrogénico pueden producir neumoconiosis, que varia desde la forma no colagenosa a la forma colagenosa. Además, existen enfermedades pulmonares crónicas de origen ocupacional que, aunque se desarrollan a partir de la inhalación de polvo, se excluyen de las neumoconiosis debido a que no se ha demostrado que las partículas se acumulen en los pulmones.
Los siguientes son ejemplos de enfermedades pulmonares crónicas de origen ocupacional potencialmente discapacitantes: bisinosis, beriliosis, pulmón del granjero y enferme- dades relacionadas. Todas ellas tienen un denominador común, a saber, que el componente etiológico del polvo ha sensibilizado al tejido pulmonar o bronquial de forma que, si es el tejido pulmonar el que responde, la inflamación tiende
a ser de carácter granulomatoso, y si es el tejido bronquial el que responde, hay tendencia a la broncoconstricción.
Las exposiciones a materiales inhalados nocivos en ciertas industrias se asocian a un aumento del riesgo de mortalidad por carcinoma de las vías respiratorias. Algunos ejemplos de estos materiales son los minerales radiactivos, el amianto y los cromatos.



miércoles, 26 de junio de 2013

Definición de neumoconiosis (I)

Hace tiempo, en 1950, se estableció una definición de neumoconiosis en la 3ª Conferencia Internacional de Expertos sobre Neumoconiosis, que ha estado en uso hasta el presente.
Mientras tanto, el desarrollo de nuevas tecnologías ha aumentado los riesgos profesionales, en particular los rela- cionados con la inhalación de contaminantes suspendidos en el aire.
El crecimiento del conocimiento en el campo de la medi- cina del trabajo ha permitido la identificación de nuevas enfermedades pulmonares de origen ocupacional, pero también ha demostrado la necesidad de un nuevo examen de la definición de neumoconiosis establecida en 1950.
Por este motivo, la OIT organizó un grupo de trabajo dentro del marco de la 4ª Conferencia Internacional sobre Neumoconiosis con el fin de examinar el problema de la definición de neumoconiosis.
El grupo de trabajo mantuvo un debate general sobre este tema y procedió a examinar una serie de propuestas presen- tadas por sus miembros. Finalmente adoptó una nueva defi- nición de neumoconiosis, que se elaboró junto con un comentario. Este texto está reproducido más adelante.
En los últimos años, y por motivos socioeconómicos, diversos países han incluido bajo el término neumoconiosis algunos procesos que evidentemente no lo son, pero que sí son enfermedades pulmonares profesionales. Bajo el término
“enfermedad” se incluyen por motivos de prevención las primeras manifestaciones, que no son necesariamente disca- pacitantes ni reducen el tiempo de vida.
Por este motivo, el grupo de trabajo ha decidido volver a definir la neumoconiosis como la acumulación de polvo en los pulmones y las reacciones tisulares provocadas por su presencia. A los fines de esta definición, “polvo” es un aerosol compuesto por partículas inanimadas sólidas.
Desde el punto de vista anatomopatológico, las neumoco- niosis pueden dividirse por conveniencia en formas colage- nosas o no colagenosas.

martes, 25 de junio de 2013

NEUMOCONIOSIS: DEFINICION


La expresión neumoconiosis, del griego pneuma (aire, viento) y konis (polvo) fue acuñada en Alemania por Zenker en 1867 para señalar los cambios pulmonares causados por la retención de polvo inhalado. Progresivamente, se hizo evidente la necesidad de distinguir entre los efectos de diversos tipos de polvo. Era necesario diferenciar entre el polvo mineral o vegetal y su componente microbiológico. En consecuencia, la 3ª Conferencia Internacional de Expertos sobre Neumoconiosis, organizada por la OIT en Sydney en 1950, adoptó la siguiente definición: “La neumoconiosis es una enfermedad pulmonar diagnosticable causada por la inhalación de polvo, entendiéndose por el término ‘polvo’ una materia particulada en fase sólida, excluyendo a los organismos vivos”.
Sin embargo, la palabra enfermedad parece implicar cierto grado de alteración de la salud, lo que puede no ser el caso en las neumoconiosis no relacionadas con el desarrollo de fibrosis/cicatrización pulmonar. En general, la reacción del tejido pulmonar a la presencia de polvo varía con los diferentes tipos de éste. Los polvos no fibrogénicos provocan una reacción tisular en los pulmones caracterizada por una reacción fibrótica mínima y por ausencia de afectación de la función pulmonar. Estos polvos, algunos ejemplos de los cuales son los polvos purifi- cados de caolinita, dióxido de titanio, óxido estannoso, sulfato de bario y óxido férrico, a menudo son conocidos como polvos biológicamente inertes.
Los polvos fibrogénicos, como el sílice o el amianto, causan una reacción fibrógena más pronunciada que da lugar a la formación de cicatrices en el tejido pulmonar y a enfermedad evidente. La división de los polvos en fibrogénicos y no fibrogé- nicos no es clara, ya que existen numerosos minerales, principal- mente los silicatos, que tienen una capacidad intermedia de producir lesiones fibróticas en los pulmones. No obstante, demostró ser útil con fines clínicos y está reflejada en la clasifica- ción de las neumoconiosis.
En la 4ª Conferencia Internacional sobre Neumoconiosis, Bucarest, 1971, se adoptó una nueva definición de neumoco- niosis: “La neumoconiosis es la acumulación de polvo en los pulmones y las reacciones tisulares provocadas por su presencia. A los fines de esta definición, ‘polvo’ es un aerosol compuesto por partículas inanimadas sólidas”.
Con el fin de evitar errores de interpretación, en ocasiones se añade la expresión no neoplásica a las palabras “reacción tisular”. El grupo de trabajo de la conferencia elaboró la siguiente
definición global:

lunes, 24 de junio de 2013

Tratamiento

El paso más importante en el tratamiento es evitar que continúe la exposición al berilio. Los corticosteroides constituyen el principal modo de tratamiento en la enfermedad crónica por berilio; parecen modificar favorablemente el curso de la enfermedad, aunque no la “curan”.
El tratamiento con corticosteroides debe iniciarse a una dosis diaria relativamente alta de prednisona, 0,5 a 1 mg por kg o superior, y mantenerse hasta la mejoría de la enfermedad o hasta frenar deterioro de las pruebas funcionales y clínicas pulmonares lo que se suele producir a las4a6 semanas de trata- miento. Se recomienda una reducción lenta de los esteroides, y con el tiempo podría ser posible un tratamiento a días alternos. El tratamiento con esteroides generalmente se convierte en una necesidad de por vida.
Otras medidas de soporte, como suplemento de oxígeno, diuréticos, digital y antibióticos (cuando existe infección), podrían estar indicados en función del estado clínico del paciente. También debe considerarse la inmunización frente al virus de la gripe y al neumococo, como en el caso de todo paciente con enfermedad respiratoria crónica.



domingo, 23 de junio de 2013

Protección de la salud (II)

Actualmente continúa aplicándose un estándar de salud profesional de 2 g/m3, propuesto en 1949 por un comité que operaba bajo el auspicio de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos. Las interpretaciones existentes permiten en general fluctuaciones hasta un techo de 5 g/m3, siempre que no se supere el promedio ponderado en el tiempo. También es permisible un “pico máximo aceptable superior a la concentración techo para un turno de ocho horas” de 25 g/m3 durante
30 minutos como máximo. Estos niveles profesionales son factibles en la práctica industrial actual, y no hay pruebas de experiencias sanitarias adversas entre las personas que trabajan en un entorno así controlado. Debido a la posible asociación entre el berilio y el cáncer de pulmón, se ha sugerido la reducción del límite permisible a 1 g/m3, pero no se ha emprendido ninguna acción oficial sobre esta sugerencia en Estados Unidos.
La población en riesgo de desarrollar enfermedad por berilio es la que de alguna manera trata con berilio, en su extracción o en su uso posterior. Sin embargo, se han comunicado algunos casos “vecinos” a una distancia de1a2 km de plantas de extracción de berilio.
En diversos países es obligatoria la realización de exámenes médicos previos a la contratación y periódicos de los trabaja- dores expuestos al berilio y sus compuestos. La evaluación recomendada incluye anualmente un cuestionario respiratorio, una radiografía de tórax y pruebas de función pulmonar. Con los avances en inmunología, la TTL podría convertirse en una evaluación habitual, aunque en este momento no se dispone de suficientes datos para recomendar su uso sistemático. Una vez determinada la presencia de enfermedad por berilio, no es aconsejable que el trabajador continúe expuesto a la sustancia, aunque el lugar de trabajo cumpla los criterios umbral de concentración de berilio en el aire.

sábado, 22 de junio de 2013

Osteomielitis Epidemiología y etiología

La osteomielitis es una infección ósea, habitualmente bacteriana, aunque puede ser fúngica o vírica. En las personas por lo demás sanas, la osteomielitis es un acontecimiento raro, pero en los pacientes con enfermedades crónicas como diabetes o artritis reumatoide, una infección del organismo puede diseminarse por la corriente sanguínea o por invasión directa de los huesos. En los niños, la localización más favorable para la diseminación es la diáfisis de los huesos largos, pero en los adultos la infección se produce a menudo en la columna vertebral. Un punto focal desde el que una infección puede diseminarse por la corriente sanguínea o por invasión directa, un traumatismo penetrante o contuso, y una cirugía ortopédica previa (inserción de una prótesis) pueden complicarse por una osteomielitis.

viernes, 21 de junio de 2013

Cáncer óseo Signos y síntomas


En los pacientes con osteosarcoma hay dolor, limitación del movimiento y tumefacción. Además del dolor óseo, los pacientes con sarcoma de Ewing a menudo presentan síntomas sistémicos como fiebre, malestar y escalofríos. Los condrosarcomas pueden ocasionar síntomas variados, dependiendo de la localización del tumor y de sus características histológicas.

jueves, 20 de junio de 2013

Cáncer óseo Epidemiología y etiología

Los tumores óseos malignos primarios son raros. Aparecen casi siempre en niños y adultos jóvenes. El osteosarcoma es el más frecuente. Casi siempre se observa en el segundo decenio de la vida, y en los adultos de más edad puede ser secundario a una enfermedad ósea (enfermedad de Paget). El sarcoma de Ewing también se observa casi siempre en niños, con cambios destructivos en la pelvis o los huesos largos. Los tumores malignos originados en el cartílago (condrosarcomas) pueden aparecer en muchas zonas de cartílago. En los adultos, las lesiones óseas malignas son a menudo metastáticas (es decir, la enfermedad primaria está situada en otro punto del organismo).
La mayor parte de los tumores malignos primarios carecen de etiología conocida. Sin embargo, la enfermedad ósea de Paget, la osteomielitis, la osteonecrosis y las lesiones por radiación se han asociado a transformaciones malignas. Las metástasis óseas son frecuentes en los cánceres primarios de mama, pulmón, próstata, riñón o tiroides.

miércoles, 19 de junio de 2013

Osteoporosis Signos y síntomas

La osteoporosis puede ser asintomática. Por otra parte, la manifestación más diferenciada de osteoporosis es la fractura ósea, siendo las más típicas las de cadera, vértebras (columna) y muñeca. Las fracturas de cadera y de muñeca suelen ser conse- cuencia de caídas, pero las fracturas vertebrales se pueden desarollar de forma insidiosa después de un traumatismo trivial. El paciente presenta dolor lumbar, cifosis y pérdida de estatura.

martes, 18 de junio de 2013

Osteoporosis Epidemiología y etiología

La masa ósea aumenta desde la infancia hasta la adolescencia. Las mujeres ganan un 15 % menos de densidad ósea que los varones. El valor máximo se alcanza entre los 20 y los 40 años, tras lo cual existe una disminución progresiva. La osteoporosis es un proceso en el que la masa ósea disminuye y los huesos se hacen más susceptibles a las fracturas. La osteoporosis es una causa importante de morbilidad en las personas de edad avanzada. La manifestación más importante son las fracturas lumbares y de cadera. Alrededor del 40 % de las mujeres que han alcanzado los 70 años han padecido fracturas.
El valor máximo de la masa ósea está influido por factores genéticos. En las mujeres, desciende después de la menopausia. La disminución de la masa ósea en el varón es menos manifiesta. Además de la falta de estrógenos, existen otros factores que influyen en la tasa de pérdida ósea y en el desarrollo de osteoporosis, como la inactividad física, la dieta baja en calcio, el consumo de tabaco, el consumo de café y el bajo peso corporal. El tratamiento corticosteroideo sistémico también se asocia a un mayor riesgo de osteoporosis.

miércoles, 12 de junio de 2013

Encuestas oficiales (II)

La encuesta de la BLS presenta algunos defectos ampliamente reconocidos que limitan su capacidad para ofrecer un recuento completo y exacto de las enfermedades profesionales en Estados Unidos (Pollack y Keimig 1987). Ante todo, los datos son facilitados por las propias empresas. Las enfermedades que los trabajadores no declaren a éstas como de origen profesional no serán notificadas por las mismas. La falta de declaración por parte de los trabajadores puede deberse a su temor a las posibles consecuencias. Otro problema importante es que, a menudo, los médicos de las empresas pasan por alto la relación entre la enfermedad diagnosticada y el trabajo, especialmente cuando se trata de patologías crónicas. Las enfermedades profesionales que aparecen en los trabajadores jubilados no están sometidas a ningún requisito de notificación de la BLS. De hecho, es poco probable que la empresa correspondiente tenga conocimiento de la aparición de una enfermedad de este tipo en un trabajador ya jubilado. Muchas enfermedades profesionales crónicas con largos períodos de latencia, entre ellas el cáncer y las enferme- dades pulmonares, se manifiestan con frecuencia después de la jubilación y, por lo tanto, la mayoría de estos casos no se incluyen en los datos recogidos por la BLS. Estas limitaciones fueron reconocidas por la propia BLS en un reciente informe sobre su encuesta anual (BLS 1993a). De hecho, en respuesta
a las recomendaciones de la National Academy of Sciences, la BLS modificó el diseño y realizó una nueva encuesta nacional en 1992.
Según ésta, hubo 457.000 casos de enfermedad profesional en el sector privado en Estados Unidos (BLS 1994). Esta otra repre- senta un incremento del 24 %, o 89.100 casos, más sobre los
368.300 registrados en la encuesta anual realizada por la BLS en
1991. La incidencia de nuevas enfermedades profesionales fue en 1992 de 60,0 por 10.000 trabajadores.
Los trastornos asociados a traumatismos repetidos, como el síndrome del túnel carpiano, la tendinitis de la muñeca y del codo o la pérdida auditiva, son las enfermedades profesionales que más predominan en las casos registrados. Otras categorías destacables corresponden a las enfermedades de la piel, las enfermedades pulmonares y los trastornos asociados a traumatismos físicos.
Aunque los trastornos asociados a traumatismos repetidos representan claramente la mayor proporción del aumento en el número de casos de enfermedades profesionales, se produjo también un incremento del 50 % en la incidencia registrada de otras enfermedades profesionales en los seis años transcurridos entre 1986 y 1992, período en el que la tasa de empleo en Estados Unidos aumentó sólo en un 8,7 %.
Este aumento del número y la tasa de enfermedades profesio- nales registradas por las empresas y notificadas a la BLS en los últimos años en Estados Unidos merece ser considerado. El rápido incremento se debe a un cambio en la incidencia de las enfermedades y asimismo a un cambio en su detección y notifi- cación. En comparación, durante ese mismo período, de 1986 a 1991, la tasa de lesiones profesionales por 100 trabajadores a tiempo completo registrada por la BLS aumentó de 7,7 en 1986 a 7,9 en 1991, lo que supone un simple aumento del 2,6 %. El número de fallecimientos registrados en el lugar de trabajo tampoco aumentó mucho durante la primera mitad del decenio de 1990.

martes, 11 de junio de 2013

Encuestas oficiales (I)

En algunos países, las empresas están obligadas a declarar las lesiones y enfermedades profesionales que tienen lugar en sus instalaciones. Al igual que cualquier otra información sobre el lugar de trabajo, como la relativa al número de trabajadores, los salarios o las horas extraordinarias, los datos sobre lesiones y enfermedades son recopilados a veces sistemáticamente por orga- nismos públicos para fines vinculados a la vigilancia de la salud en el trabajo.
En Estados Unidos, la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics, BLS) del Departamento de Trabajo publica desde 1972 la Annual Survey of Occupational Injuries and Illnesses (Encuesta anual de lesiones y enfermedades profesio- nales), en cumplimiento de lo previsto por la Ley sobre la salud y seguridad en el trabajo (BLS 1993b). La encuesta facilita las cifras y tasas de enfermedades y lesiones de origen profesional declaradas por las empresas privadas (BLS 1986). De ella se excluyen las explotaciones agrícolas con menos de 11 trabaja- dores, los trabajadores autónomos y los trabajadores de la admi- nistración local, estatal y federal. La última encuesta se realizó en 1992 y refleja los datos del cuestionario administrado a una muestra aleatoria estratificada de unas 250.000 empresas del sector privado en Estados Unidos (BLS 1994).

Las empresas rellenan el cuestionario de la encuesta de la BLS basándose en el registro escrito de lesiones y enfermedades profesionales que tienen obligación de mantener de acuerdo con lo exigido por la Occupational Safety and Health Administra- tion (OSHA) (Registro 200 de la OSHA). Dicho registro ha de mantenerse a disposición de cualquier inspector de la OSHA, aunque no exista la obligación legal de remitirlo a ésta, salvo en el caso de las empresas incluidas en la muestra de la encuesta anual de la BLS (BLS 1986).

lunes, 10 de junio de 2013

Registros y otras fuentes de datos específicas sobre las enfermedades profesionales

Los registros internacionales de enfermedades profesionales cons- tituyen un importante avance en el campo de la salud en el trabajo. Su ventaja evidente es que permiten realizar grandes estudios para determinar el riesgo de enfermedades poco frecuentes. En el decenio de 1980 se crearon dos registros inter- nacionales de enfermedades profesionales.

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) creó en 1984 el Registro Internacional de Personas Expuestas a Fenoxiherbicidas y Contaminantes(IARC 1990). En 1990 había inscritos 18.972 trabajadores de
19 cohortes en diez países. Por definición, todos ellos trabajaban en industrias que utilizaban fenoxiherbicidas y/o clorofenoles, principalmente industrias de fabricación/formulación de estas sustancias o usuarias de las mismas. Aunque ya se ha estimado la exposición en estas cohortes (Kauppinen y cols. 1993), todavía no se han publicados los análisis de la incidencia y mortalidad por cáncer.
Bennet, de ICI Chemicals and Polymers Limited, está organizando en Inglaterra un registro internacional de casos de angio- sarcoma del hígado (ASH). La exposición profesional al cloruro de vinilo es la única causa conocida de esta enfermedad. Los casos son declarados por un grupo voluntario de científicos en empresas que fabrican cloruro de vinilo, organismos públicos y universidades. En 1990, se declararon a este registro 157 casos de ASH diagnosticados entre 1951 y 1990 en 11 países o regiones. Como puede observarse en la Tabla 32.1, la mayoría de los casos registrados corresponden a países en los que la fabri- cación de cloruro de polivinilo se inició antes de 1950. Asimismo, se han registrado seis agrupamientos de diez o más casos de ASH en instalaciones de Norteamérica y Europa (Bennett 1990).



domingo, 9 de junio de 2013

Obstáculos para la identificación de enfermedades profesionales (II)

Otra causa de la frecuente subestimación de las enfermedades profesionales es que nunca se ha evaluado la toxicidad potencial de la mayoría de las sustancias químicas existentes en el mercado. En un estudio del National Research Council de Estados Unidos realizado en el decenio de 1980, se constató la ausencia de información sobre la toxicidad de aproximadamente el 80 % de las 60.000 sustancias químicas de uso comercial.
Incluso en el caso de las sustancias sometidas a una regulación más estricta y sobre las que existe más información —medica-mentos y aditivos alimentarios— sólo está razonablemente completa la información sobre los posibles efectos adversos de un pequeño número de agentes (NRC 1984).
En ocasiones, los trabajadores tienen dificultades para obtener información exacta sobre las exposiciones tóxicas en que se ven envueltos. A pesar de las mejoras que se han introducido en algunos países, como en Estados Unidos en el decenio de 1980, muchos trabajadores no están informados sobre la naturaleza peligrosa de los materiales que manipular. Incluso cuando disponen de esa información, el nivel de exposición a distintos agentes en los diferentes puestos de trabajo que ocupa una persona a lo largo de toda su vida profesional puede ser difícil de determinar. Como resultado, incluso los proveedores de asis- tencia sanitaria más sensibilizados respecto a la necesidad de obtener información profesional de sus pacientes pueden verse incapaces de hacerlo.
Las empresas constituyen una excelente fuente de informa- ción sobre las exposiciones profesionales y la aparición de enfer- medades relacionadas con el trabajo. Sin embargo, muchas de ellas carecen de los conocimientos especializados necesarios para evaluar el nivel de exposición en el lugar de trabajo o para determinar si una enfermedad está relacionada con el trabajo. Por otra parte, los desincentivos económicos ligados al hallazgo del origen profesional de una enfermedad puede desalentarles de hacer un uso adecuado de esa información. El posible conflicto de intereses entre la salud financiera de la empresa y la salud física y mental de los trabajadores representa un impor- tante obstáculo para la mejora de la vigilancia de las enferme- dades profesionales.

sábado, 8 de junio de 2013

Obstáculos para la identificación de enfermedades profesionales (I)

Existen varios factores importantes que dificultan la capacidad de los sistemas de vigilancia y notificación de enfermedades profesio- nales para cumplir las funciones antes descritas. En primer lugar, es imprescindible identificar la causa o causas subyacentes de cualquier enfermedad para poderla registrar y notificar. Sin embargo, los modelos médicos tradicionales que hacen hincapié en la asistencia sintomática y curativa no siempre dan prioridad a la identificación y eliminación de la causa subyacente. Es más, muchos proveedores de asistencia sanitaria carecen de la formación adecuada para sospechar que el trabajo puede ser la causa de una enfermedad (Rosenstock 1981) y no obtienen sistemáticamente la historia de exposiciones profesionales de sus pacientes
(Institute of Medicine 1988). Este hecho no debe sorprendernos, puesto que en Estados Unidos, por ejemplo, los estudiantes de medicina reciben por lo general tan sólo seis horas de formación en medicina del trabajo durante sus cuatro años de estudios en la facultad (Burstein y Levy 1994).
Ciertos rasgos característicos de las enfermedades profesionales aumentan la dificultad de su identificación. Salvo algunas excepciones —sobre todo, angiosarcoma de hígado, mesotelioma maligno y neumoconiosis— la mayoría de las enfermedades potencialmente causadas por exposiciones profe- sionales tienen también causas no relacionadas con el trabajo. Esta inespecificidad hace que resulte difícil demostrar la contri- bución del trabajo a la aparición de la enfermedad. De hecho, la interacción de las exposiciones profesionales con otros factores de riesgo puede aumentar considerablemente el riesgo de una enfermedad, como ocurre con la exposición al amianto y el tabaquismo. En el caso de enfermedades profesionales crónicas, como el cáncer y las enfermedades respiratorias crónicas, suele existir un largo período de latencia entre el inicio de la exposi- ción profesional y la aparición de la patología clínica. Por ejemplo, el mesotelioma maligno suele tener un período de latencia de 35 o más años y se presenta a veces en trabajadores ya jubilados, lo que reduce aún más la posibilidad de que las sospechas del médico se dirijan a una posible etiología profesional.


viernes, 7 de junio de 2013

Matrices de empleo-exposición (III)

Incluso cuando las historias laborales están informatizadas, el establecimiento de vínculos retrospectivos entre los datos sobre la exposición y los trabajadores puede ser una tarea difícil. Con toda seguridad, las condiciones del lugar de trabajo habrán cambiado a medida que haya cambiado la tecnología, la demanda de productos y la legislación. En muchas industrias pueden producirse también cambios en las formulaciones de los productos y en las pautas estacionales de producción. Aunque es posible que se mantengan registros permanentes de algunos de estos cambios, es menos probable que se conserven registros sobre los cambios estacionales y otros cambios marginales en los procesos y la producción. Por otra parte, los trabajadores pueden haber recibido formación para realizar trabajos múlti- ples y rotar entre distintos puestos de trabajo en función de la demanda de productos. Todas estas circunstancias aumentan la complejidad de los perfiles de exposición de los trabajadores. No obstante, existen también lugares de trabajo que han permane- cido relativamente invariables durante muchos años. En el análisis final, cada lugar de trabajo debe evaluarse considerando sus circunstancias particulares.
En última instancia, tendrá que resumirse la historia de las exposiciones de cada trabajador a lo largo de toda su vida laboral. Se ha demostrado que la manera de resumir dichas historias tiene una influencia considerable en las medidas finales del riesgo de exposición-efecto (Suárez-Almazor y cols 1992), razón por la cual debe seleccionarse con gran precaución la medida más adecuada para resumir la exposición

jueves, 6 de junio de 2013

Matrices de empleo-exposición (II)

Las matrices de empleo-exposición se han utilizado también con éxito en estudios de una empresa o un sector industrial específico (Gamble y Spirtas 1976). Las empresas suelen conservar en sus archivos de personal las historias laborales de cada trabajador (una lista cronológica de los departamentos o puestos de trabajo de cada trabajador a lo largo de toda su vida profesional), que permiten conocer la historia laboral completa de los trabajadores desde que trabajaban en ese lugar. Estos datos pueden ampliarse mediante encuestas personales de los partici- pantes en el estudio. El siguiente paso consiste en realizar un inventario de todas las descripciones de puestos de trabajo y designaciones de departamentos o áreas de trabajo durante el período del estudio. Esta lista puede llegar fácilmente a contener cientos o miles de entradas en las grandes fábricas con procesos múltiples o en distintas empresas dentro de un mismo sector de la industria, cuando incluye todos los puestos de trabajo relacio- nados con la producción, el mantenimiento, la investigación, la ingeniería, los servicios de apoyo y la administración que han existido a lo largo del tiempo (con frecuencia durante varias décadas), y si se consideran los cambios en los procesos indus- triales. La consolidación de los datos puede facilitarse mediante la creación de un archivo informatizado de todas las historias laborales y utilizando rutinas de edición para unificar la termi- nología de la descripción de los puestos de trabajo. Los puestos de trabajo que ocasionan exposiciones relativamente homogé- neas pueden combinarse para simplificar el proceso de vincular las exposiciones a puestos de trabajo concretos. Sin embargo, la agrupación de puestos de trabajo y lugares de trabajo debe respaldarse, siempre que sea posible, con datos de mediciones recogidos utilizando una estrategia de muestreo adecuada.